El Corazón que cura y vivifica, donde la muerte no tiene poder
2014-06-27 Radio Vaticana
El Evangelio de hoy invita a mirar a Jesús muy grande por la enorme gratitud hacia el Padre que llena su Corazón fuerte, herido pero victorioso.
¿Cómo es tu corazón?, ¿Es fuerte?, ¿Tiene la fortaleza de la piedra dura donde no penetra ni llamada de Jesús, ni el grito del prójimo que sufre? Tu corazón ¿es blando, absorbe todo como la esponja pero se ahoga en la propia sensibilidad?
El mío está lleno de mi yo inflado; de ese yo-mío-para mi mezquino y dañino. Y como un globo se rompe con una mínima agresión o dificultad y ahí me quedo caído, desanimado, desinflado, esperando que alguien me tenga compasión.Mi corazón no asesina directamente como los corruptos del negocio de la guerra, de la droga o la trata de personas, pero es cómplice de este pecado mortal, porque no hago nada para detener tantos crímenes. Hago la vista gorda y paso de largo ante el herido.
¡Todos heridos!
Cristo ofrece el pecho ancho a la lanza aguda que rompe los íntimos tejidos de la carne de su corazón hasta abrir un boquete por donde brota mansamente la sangre y el agua que sanan y llenan de vida. El Corazón de Cristo no se ahoga en el amor propio, su Espíritu de Amor se derrama a raudales, inagotable, desbordado, puro, santo, vivificante. Su corazón se rompe para que entren todos. Se rompe para abrazar a todos, para abrirse más.
¡Vengan a mí los que están cansados y agobiados! me grita Jesús contento, porque el Amor del Padre lo resucitó.
Jesús, que tu llamada rompa mis impedimentos para ir a tu encuentro, al abrazo sobre tu pecho herido que sana y fortalece.
Refugiado ahí, en tu Corazón victorioso, fuerte, santo, inmortal; entrando por la puerta grande del Amor herido, se fortalece mi corazón en la fe, porque hay un Corazón que es más fuerte que todo, porque no tienen poder ahí ni la muerte ni el mal ni el malo.Ahí, en tu corazón, me encuentro con tantos hermanos heridos como yo, pero que aceptan tu invitación con sencillez y humildad.
Y ahí en tu Corazón pongo a todos mis seres queridos uno por uno.Gracias Jesús por tu misericordia, por tu llamada, por tu abrazo de amor que nos sana y nos llena de vida verdadera y plena. Amén
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