Dentro del Viernes Santo político,
un vislumbre de resurrección
2016-03-27
Vivimos políticamente en el
país una situación de viernes de pasión: hay odio, desgarro de las relaciones
sociales, peligro de ruptura del orden democrático y de pasar de una democracia
de derecho y de leyes a una democracia de derechas y sin leyes. Hay señales
inequívocas de que este escenario no sería imposible.
Y
en este contexto celebramos la fiesta mayor del cristianismo, la Pascua. En
hebreo significa el “paso” de la cautividad egipcia a la libertad de la tierra
prometida; metafóricamente, el paso de las turbulencias de una crisis a la paz
serena de un Estado democrático de derecho.
Reflexionando
sobre el significado profundo del Viernes Santo, el joven estudiante de
teología y después uno de los mayores filósofos de la historia, F. Hegel, sacó
su famosa clave de lectura de la historia y de la vida humana: la dialéctica.
En la saga de Jesús, él veía realizados estos tres pasos:
vida-muerte-resurrección.
La
vida es la tesis de la positividad. La muerte es la antítesis de la
negatividad. La resurrección es la síntesis que incorpora la tesis y la
antítesis en una síntesis superior. La resurrección es más que la reanimación
de un cadáver, como el de Lázaro, lo que significaría volver a la vida
anterior. La resurrección es la aparición de algo nuevo, nacido de las
afirmaciones y contradicciones del pasado. Ese “insight”, siempre recordado por
él, fue llamado “viernes santo teórico”.
Mirándolo
bien, la semana santa, más allá de su carácter religioso, representa un
paradigma del proceso histórico y de la propia evolución. Todo en el universo,
en los procesos biológicos, humanos y biográficos, se estructura en forma
dialéctica. El primer momento es la serenidad tranquila y la paz infinita de
aquel puntito casi infinito de donde venimos (tesis). De repente, sin que
sepamos por qué, explotó. Produjo un caos inconmensurable (antítesis). La
evolución del universo significa un proceso de crear órdenes cada vez más altos
y complejos que culminan con la emergencia del espíritu y la conciencia
(síntesis).
Esta
síntesis, transformada ahora en nueva tesis, lleva dentro su antítesis que
desemboca en una nueva síntesis más fecunda. Y así se da el devenir de la
historia del universo, de las sociedades y de cada persona.
Concretando
para nuestra situación actual. Brasil ha entrado en un proceso de crisis cuyas
causas no cabe referir aquí. De una situación tranquila (tesis) se entró en un
proceso de caos (antítesis). De este caos debe irrumpir un nuevo orden que
pueda dar horizonte y esperanza al país (síntesis). Hay que definir nuevas
estrellas-guía que nos orienten en la crisis actual. La crisis tiene la función
de acrisolar, purificar y hacernos a todos más maduros.
La
cuestión se resume en esta pregunta: ¿quién tiene la propuesta político-social
que supere la crisis y cree una convivencia mínimamente pacífica? No será a
través de fórmulas ya probadas y gastadas como vendrá la superación de la
crisis, dando centralidad a políticas y a grupos de poder a costa del
sacrificio de la mayoría de la población.
Será
prometedora la que realice un bienestar mínimo para el mayor número posible de
personas, les asegure trabajo, una vivienda modesta pero digna, y les cree
posibilidades de desarrollo y crecimiento a través de una salud y educación
sostenibles. En todo este proceso dialéctico hay una experiencia de vida, de
muerte y de transfiguración; de orden, desorden y nuevo orden; de tesis,
antítesis y síntesis. La complejidad según E. Morin se estructura en esta
dialéctica, que es la de la semilla: “si el grano de trigo que cae en la tierra
no muere, quedará solo, pero si muere, producirá mucho fruto”, como dijo el
Maestro.
Hoy
la naturaleza, la humanidad y nuestra sociedad viven un viernes santo duro y
amenazador.
Nuestra
esperanza es que este padecimiento se ordene hacia una radiante transformación.
Que el corrupto sea castigado y lo que políticamente se hizo mal sea corregido.
Es importante definir un rumbo, que en cierta forma ya fue indicado. Si este
rumbo fuese correcto, el camino puede conocer subidas y bajadas pero nos
llevará a buen destino: a un nuevo orden de convivencia donde no sea tan
difícil tratar a la naturaleza con compasión y a nuestros prójimos con
humanidad y con cuidado.
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