Beata Irene Stefani, virgen
fecha: 31 de octubre
n.: 1891 - †: 1930 - país: Kenya
otras formas del nombre: Aurelia Mercede Stefani
canonización: B: Francisco 23 may 2015
hagiografía: Congregación
n.: 1891 - †: 1930 - país: Kenya
otras formas del nombre: Aurelia Mercede Stefani
canonización: B: Francisco 23 may 2015
hagiografía: Congregación
Elogio: En Gikondi, diócesis de Nyeri,
Kenya, beata Irene Stefani, virgen profesa del Instituto de las Hermanas
Misioneras de la Consolata, que entregó su vida al servicio de las víctimas de
la peste, como oblación por las misiones.
Irene había nacido en Anfo, Brescia (Italia), el 22 de agosto de 1891, y
fue bautizada con el nombre de María Mercedes. Manifestó desde muy niña su
inclinación a una vocación misionera, pero no obtuvo en principio el permiso
paterno. Sin embargo el 19 de Junio de 1911, a los 19 años de edad deja su
pueblo natal, Anfo, en la provincia de Brescia (Italia), donde ya se le conocía
como “el angel de los pobres”, y se dirige a Turín donde José Allamano, el
fundador del Instituto de los Misioneros de la Consolata, acababa de dar
inicio también a las Misioneras de la Consolata. El la recibe en el pequeño
grupo de las primeras jóvenes deseosas de entregar su vida a Dios para la obra
misionera.
Acabada su preparación, con confianza y
humilde valentía, hacia finales de 1914, acepta con entusiasmo el mandato para
las misiones de Kenya, conciente de las dificuldades que la esperan. Su corazón
no tiembla, porque està afianzado en Dios. El 29 de Enero de 1914, día de su
consagración a Dios para la misión, Sor Irene habia condensado en pocas lineas
su programa de vida:
«¡Sólo Jesús! Todo con Jesús... Toda de
Jesús... Todo para Jesús / Nada para mí.»
En Enero de 1915 llega a Kenya, y
experimenta la pobreza extrema, la fatiga, la soledad. Tiene que hacer el
esfuerzo para aprender un idioma nuevo, penetrar en una cultura muy diferente,
deshacer prejuicios. Sor Irene ensancha su corazón, para que en él encuentre
espacio aquel mundo al que ella se entrega con todo su ser: es mujer humilde,
llena de fe ardiente, de caridad intrépida y esperanza inquebrantable para
anunciar que Jesús es el Hijo de Dios y el Salvador de la humanidad.
A los pocos meses de haber llegado a
Kenya, la primera guerra mundial hace sentir sus efectos en las colonias
inglesas y alemanas e implica directamente numerosos misioneros y misioneras
presentes en Africa Oriental.
A partir de Agosto de 1916, Sor Irene
desarrolla la tarea de enfermera de la Cruz Roja en Kenya y Tanzania, en los
grandes hospitales de campo levantados por los “carriers”, los trescientos mil
y más indígenas movilizados por los ingleses para defender y ensanchar sus
fronteras. Con piedad y abnegación pasa dias y noches en las grandes carpas
donde se amontonan hasta dos mil enfermos y heridos. En aquellas miserables
condiciones falta de todo, pero sor Irene suple la falta de remedios y de
asistencia médica multiplicando los gestos de caridad y la cercanía afectuosa y
maternal a cada uno de esos pobres jóvenes.
A fines de la guerra Sor Irene vuelve a
Kenya entre sus Agikuyus y se entrega totalmente a la obra de evangelización
con inagotable espíritu apostólico. Llega a ser maestra, enfermera, partera,
visitadora familiar y a todos lleva amor y gestos concretos de solidaridad.
Tanto es así que la gente empieza a llamarla con cariño “Nyaatha”, que significa
“la madre toda misericordia”.
Al cumplir 39 años de edad, frente a las
necesidades incalculables de la obra misionera y siempre más conciente de su
pequeñéz, Sor Irene siente la llamada interior a ofrecer a Dios el sacrificio
supremo de su vida para la llegada del Reino. Tan sólo dos semanas después de
su ofrecimiento, asistiendo a un enfermo de peste que muere entre sus brazos,
contrae la misma enfermedad que en pocos días la lleva a la muerte, víctima de
su caridad heroica.
Es el 31 de Octubre de 1930. En cuanto la
dolorosa noticia de su muerte se difunde, la gente aturdida y consternada
acude en masa a la misión para ver por última vez su rostro, superando el temor
supersticioso hacia los muertos, aún muy arraigado en aquel tiempo.
Después de más de medio siglo la
Iglesia de Nyeri (Kenya) y la de Turín piden a la “Congregación de los Santos”
en Roma que sean reconocidas las virtudes heroicas de Sor Irene Stéfani, para
gloria de Dios y ejemplo a los fieles. Sus restos, exhumados en 1995, reposan
en la iglesia de la Consolata en NyeriMathari (Kenya).
Hay abundante material bio-hagiográfico en
la red, en especial relacionado con su congregación, las Misioneras de la
Consolata, mayormente en italiano; de entre todos puede ser útil este sitio con muchos testimonios.
fuente: Congregación
accedida 157 veces
ingreso o última modificación relevante: 25-5-2015
Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía,
referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.orgindex.php?idu=sn_5021
Santa María Purísima de la Cruz Salvat Romero, religiosa
fecha: 31 de octubre
n.: 1926 - †: 1998 - país: España
canonización: B: Benedicto XVI 18 sep 2010 - C: Francisco 18 oct 2015
hagiografía: P. Carlos Ros
n.: 1926 - †: 1998 - país: España
canonización: B: Benedicto XVI 18 sep 2010 - C: Francisco 18 oct 2015
hagiografía: P. Carlos Ros
Elogio: En Sevilla, España, santa María
Purísima de la Cruz (Maria Isabel) Salvat Romero, religiosa profesa de la
Compañía de la Cruz.
María de la Purísima –en el mundo María
Isabel Salvat– nació en Madrid de familia bien, pero vivió prácticamente toda
su vida en Sevilla, donde murió en 1998. Es pues una santa sevillana.
Curiosamente nació en Madrid en el mismo
edificio donde murió el poeta Gustavo Adolfo Bécquer. Una placa puesta por el
Ayuntamiento madrileño así lo dice en el número 25 de la calle Claudio Coello,
en el barrio de Salamanca.
El poeta sevillano Gustavo Adolfo Bécquer
dejará escrito en sus Rimas ese verso que dice:
–Por una sonrisa, un cielo.
Pues la niña, que nació en esa casa
madrileña donde el poeta murió, ha rectificado el verso para convertirlo en
vida propia y ser especialmente para los pobres de este mundo a los que ella
sirvió con heroica virtud:
–Una sonrisa de cielo.
La sonrisa y el cielo.
–Lo hacía todo –cuentan las Hermanas– con
la mirada puesta en el cielo y con el pensamiento en la vida eterna.
En María de la Purísima la presencia de
Dios era tan natural como el respirar.
Y su sonrisa.
–Una sonrisa de cielo.
Sonrisa que desbordaba alegría humana y
espiritual. Todas las Hermanas que han convivido con ella lo dicen. Una sonrisa
que producía en su entorno la paz de Dios.
Escribiendo a una de las Hermanas, alumna
suya y después religiosa, la exhortaba diciéndole:
–No fomente ¡por Dios! espíritu de
tristeza; al contrario, dese alegremente a todos y procure hacer felices a
todos sin pensar en sí misma... Siempre alegre, pues no tenemos motivo para
otra cosa, ya que es tanto lo que hemos recibido del Señor que esto bastaría
para sentirnos felices.
Pero no es solo su sonrisa.
Es santa de las cosas pequeñas. Sin
recurrir a actos heroicos, se puede ser extraordinaria en lo ordinario.
La pequeñez.
La pobreza, propia del Instituto.
El amor a los pobres. «Ellos son nuestros
amos», decía santa Ángela de la Cruz, fundadora de las Hermanas de la Cruz.
Y la humildad.
Los nueve Teólogos Consultores, que han
examinado sus virtudes en Roma y han formulado un dictamen positivo, han visto
en María de la Purísima que fue heroicamente humilde, fuerte, obediente,
servicial, serena y moralmente transparente como un cristal.
Lo que ha confesado una novicia:
–He vivido con una santa que se puede
imitar.
El 9 de junio de 1945, recibió el hábito y
comenzó su noviciado que durará dos años. A María Isabel le pusieron de nombre
María de la Purísima de la Cruz.
Quisiera especular un poco sobre su nombre
de religión.
¿Por qué Purísima y no Inmaculada?
Dicen lo mismo, significan lo mismo, pero
el vocablo «Purísima» tiene una connotación muy sevillana. Cuando a principios
del siglo XVII Sevilla vivió con pasión el misterio inmaculado, hasta el punto
de ganarse con honra el bello título de ciudad de la Inmaculada, comenzó
también a propagarse la bonita costumbre de saludarse con el «Ave María
Purísima», para contestar «Sin pecado concebida». Y surgen igualmente
denominaciones cofrades con el título de la «Pura y Limpia» o de la «Purísima».
A María Isabel –¿lo eligió ella? ¿se lo
sugirió la maestra de novicias?– le tocó en suerte el nombre de una
denominación muy sevillana. Ella quería, puesto que hizo una novena a la
Inmaculada para ablandar el corazón de su padre, llamarse como la Santísima
Virgen en su misterio inmaculado.
Y así será desde este momento. Con el
añadido «de la Cruz», que todas las Hermanas agregan a su nombre de religión.
María Isabel será desde entonces Sor María
de la Purísima de la Cruz. Y ahora, tras su canonización, santa María de la
Purísima.
Artículo tomado -con permiso del autor-
del blog "Mi parroquia de papel". El P. Carlos Ros es autor de
una biografía de la santa «Madre María de la Purísima, una sonrisa de
cielo", ediciones San Pablo, Madrid, 2015.
fuente: P. Carlos Ros
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
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