San Gerardo de Potenza, obispo
fecha: 30 de octubre
†: 1122 - país: Italia
otras formas del nombre: Gerardo La Porta
canonización: C: Calixto II 1123
hagiografía: Santi e Beati
†: 1122 - país: Italia
otras formas del nombre: Gerardo La Porta
canonización: C: Calixto II 1123
hagiografía: Santi e Beati
Elogio: En Potenza, ciudad de la Lucania,
san Gerardo, obispo.
Era Gerardo nativo de Piacenza pero,
trasladado a Potenza, fue elegido obispo por sus virtudes y sus actividades
taumatúrgicas. Murió después de sólo ocho años de episcopado, y su sucesor,
Manfredo, escribió una «Vita» -quizás demasiado abiertamente panegiristica- y,
sobre todo, consiguió una canonización «viva voce» (es decir, no escrita) por
el papa Calixto II (1119-24), a sólo un año de la muerte del santo.
San Gerardo, patrono de la ciudad y la
arquidiócesis de Potenza, natural de Piacenza, descendiente de la noble e
ilustre familia La Porta, fue obispo de la ciudad desde 1111 hasta 1119. Fue un
hombre de cultura y piedad sólida; después de haber pasado su juventud en su
patria, se dirigió al sur de Italia, como muchos otros espíritus nobles de su
tiempo, que buscaban o la soledad o estar más cerca de los puntos de partida de
los cruzados.
Vuelto a Potenza, Gerardo vio abrirse ante
él un vasto campo de apostolado, especialmente entre los jóvenes. Abrió los
tesoros de su cultura y su bondad gratuitamente a todos, lo que atrajo la
simpatía de todo el pueblo, por lo que a la muerte del obispo de la ciudad, el
clero y el pueblo lo eligieron como su nuevo pastor. Fue consagrado obispo en
Acerenza. La dignidad alcanzada no cambió la austeridad de su vida, ni la simplicidad
de sus costumbres. Manfredo describe así este período de su vida: «Honrado por
la gloria episcopal, parecía más humilde, más manso, más piadoso, más benigno,
más diligente en el ejercicio de las virtudes. Era tan sobrio que más bien
parecía un monje».
El Señor se complace en hacer brillar la
santidad de su siervo incluso en vida, con señales milagrosas, como cambiar el
agua en vino. Sólo un año después de su muerte, el Papa Calixto II proclama la
santidad. Los huesos de San Gerardo descansan bajo el altar dedicado a él en la
Iglesia Catedral de Potenza. Además de la celebración el 30 de octubre, en
Potenza se conmemora también el 30 de mayo, en memoria del traslado de sus
huesos, hecho por el obispo Oberto en 1250.
Traducido para ETF de un artículo original
de Canio Riccardo Topazio en Santi e Beati. La cronología del santo referida a
su muerte y canonización, no parece del todo segura, los bolandistas discuten
la cuestión en Acta Sactorum, oct. XIII, pág 464 y sig. y llegan a la
conclusión que no se puede situar la muerte antes de 1122, ni la canonización
antes de 1123. En los datos del santo he optado por esta secuencia, porque
también es la posición que tomó el nuevo Martirologio Romano (que inscribe su
muerte en 1122), pero en la hagiografía he dejado la opinión del autor
original, que la sitúa en 1119, como es habitual.
fuente: Santi e Beati
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía,
referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.orgindex.php?idu=sn_3959
Beata Bienvenida Boiani, virgen
fecha: 30 de octubre
n.: 1254 - †: 1292 - país: Italia
otras formas del nombre: Benvenuta Bojani
canonización: Conf. Culto: Clemente XIV 6 feb 1763
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
n.: 1254 - †: 1292 - país: Italia
otras formas del nombre: Benvenuta Bojani
canonización: Conf. Culto: Clemente XIV 6 feb 1763
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Elogio: En Cividale di Friuli, en el
territorio de Venecia, beata Bienvenida Boiani, virgen, hermana de la
Penitencia de santo Domingo, que pasó toda su vida entregada a la oración y a
la austeridad.
Se ha dicho que la vida de Bienvenida
Bojani fue «un poema de alabanza a la Santísima Virgen, un himno de luz, de
pureza y de alegría, cantado, más bien que vivido, en honor de Nuestra Señora».
Ese himno comenzó con el nacimiento de la beata, en Cividale, población del
Friuli, en 1254. Tenía seis hermanas, mayores que ella. Naturalmente, el padre
de Bienvenida quería que el séptimo de sus vástagos fuese hombre y se cuenta
que, al saber que también había sido mujer, exclamó resignado: «¡Perfectamente;
que sea bienvenida!» Por ello se dio ese nombre a la niña. Desde muy pequeña se
distinguió por la devoción a María; acostumbraba repetir muchas veces diarias
la primera parte del Avemaría, como se usaba entonces, y acompañaba cada
invocación con una genuflexión profunda, según lo había visto hacer a los
dominicos en la iglesia. A igual que la beata Magdalena Panattieri, a quien se
conmemora el 13 de este mes, Bienvenida tuvo la dicha de pertenecer a una
familia en la que todos eran tan piadosos como ella y aprobaban sus prácticas
de devoción. Cuando la joven comunicó a sus padres que quería consagrar a Dios
su virginidad y hacerse terciaria de Santo Domingo, éstos no le pusieron
ninguna objeción.
Pero, a diferencia de la beata Magdalena,
Bienvenida no tomó parte en la vida pública de su ciudad natal, sino que se
dedicó a cultivar más bien el aspecto contemplativo que el activo del espíritu
dominicano. Movida de un gran deseo de hacer penitencia, se imponía las más
grandes austeridades. En ocasiones se disciplinaba tres veces cada noche.
Cuando tenía apenas doce años, se ató alrededor de la cintura «la cuerda de
Santo Tomás» tan estrechamente, que se le encajó en la carne. El sufrimiento
que ello le producía se hizo intolerable. Parecía que. no había manera de
evitar una operación quirúrgica para arrancarle la cuerda, pero un día ésta se
desprendió milagrosamente por sí sola, mientras la niña hacía oración.
Bienvenida comunicó ese milagro a su confesor, Fray Conrado, quien le mandó que
mitigase sus penitencias y le prohibió que las hiciese sin consultarle. Durante
cinco años, la beata sufrió de varias enfermedades, de suerte que apenas podía
salir de su recámara. El demonio aprovechó ese período para tentarla
violentamente con la desesperación y otras cosas; pero el peor sufrimiento de
Bienvenida era no poder asistir a misa y a las Completas, durante las cuales se
cantaba la «Salve Regina», excepto cuando la llevaban en vilo a la iglesia.
Dios le devolvió la salud mediante un milagro público el día de la fiesta de la
Anunciación, precisamente cuando Bienvenida acababa de prometer que haría una peregrinación
al santuario de Santo Domingo si recobraba la salud. Su hermana María y su
hermano menor la acompañaron en esa peregrinación.
Dios premió con numerosas gracias,
visiones y éxtasis la paciencia con que la joven había soportado la enfermedad
y las tentaciones. Se cuenta que, siendo todavía joven, Bienvenida fue un día a
la iglesia, poco después de la muerte de su madre. Allí encontró a un niño, a
quien dijo: «¿Tú tienes mamá?» El niño respondió que sí. «Yo ya no tengo
-replicó Bienvenida-; pero, como tú si tienes, tal vez te ha enseñado a decir
el Avemaría». El niño respondió: «Yo la sé de memoria. ¿Y tú?» «Yo también la
sé», contestó la joven. «Dímela», le rogó el niño. Bienvenida empezó a recitar
el Avemaría en latín. Cuando llegó a la palabra «Jesús», el niño le dijo: «Yo
soy Jesús» y desapareció. Aunque la alegría y la confianza fueron las virtudes
características de Bienvenida, el demonio no dejó de tratar de inducirla a la
desesperación y la infidelidad en su lecho de muerte. La beata triunfó de esas
tentaciones y murió apaciblemennte el 30 de octubre de 1292. Su culto fue
aprobado en 1765. Se ha perdido memoria del sitio en que fue sepultada en
Cividale.
Según se dice en el completísimo artículo
de Acta Sanctorum, oct., vol. XIII, la biografía latina, que data de poco
después de la muerte de la beata, fue traducida al italiano en 1589. Dicha
biografía se aprovechó mucho en el proceso de la confirmación oficial del
culto; los bolandistas reproducen íntegramente el texto latino. Véase M. C. de Ganay,
Les Bienheureuses Dominicaines (1913), pp. 91-108; y Procter, Lives of
Dorninican Saínts, pp. 302-306.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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