sábado, 3 de noviembre de 2018

BIENAVENTURADA ''HAMBRE'' (P. Antonio Oliver Montserrat) Vin Cens

BIENAVENTURADA ''HAMBRE''
Cristo no es nunca superficial. Si las situaciones humanas no están por dentro llenas de ser, están carcomidas. Y lo dirá al final de las Bienaventuranzas: ''Lo primero es el Reino de Dios (que está dentro de nosotros), lo demás es añadidura''.
Todo lo demás es nada, ¿puede decirse mejor? Cristo ha dejado en pie la única cosa grande: el ser del Hombre. Si hoy pasáramos revista de lo que podríamos prescindir si viniera una situación extrema, la lista sería interminable. Como así mismo sería interminable la lista de lo que no podríamos prescindir. El ser del Hombre es la única cosa imprescindible, todo lo demás está carcomido de secundariedad. Todo es ''añadidura'', menos que el Reino de Dios está dentro de nosotros.
''Felices los pobres de espíritu''.
Esto es: los que tienen el alma menesterosa, los que, no importa lo que tengan, siempre están hambrientos. ¿Y los que tienen una religión que les harta de ganas? No: esos no son ''los pobres de espíritu''. Una religión que harta el HAMBRE, que deja en paz, que aliena, que hipnotiza, no es cristiana. La religión cristiana lo primero que nos descubre es que la pobreza es ''bienaventurada''. Y pobreza es tener HAMBRE. Pobreza es que, aun llevando nuestros bolsillos llenos de estrellas, vamos insaciables por la vida. ''¿De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma?'', ¿puede decirse más existencialmente?.
Aquél que en una situación de su vida se encuentra ''harto'' ha dejado de ser cristiano. El cristiano es tan grande como el pobre: su HAMBRE es insaciable. Y aunque se comiera las galaxias enteras seguiría padeciendo HAMBRE, pues todas las galaxias son más pequeñas que su propio corazón.

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