¿Qué hacer cuando nos invade la nostalgia en la Navidad?
Todos cargamos algo en nuestro corazón que añora el hogar donde la familia se reúne, ama y ríe. Donde nos sentimos como niños una vez más |
La casa en la que crecí está a la venta este año. Por primera vez en cuatro décadas, yo no estaré en el hogar de mi infancia en Navidad.
Mientras que hoy amo el hogar que comparto con mi querido esposo y mis hijos, mi primer hogar siempre será parte de mí. A medida que se acerca la Navidad, la emoción que usualmente sentía por regresar a mi hogar, ahora se convierte en nostalgia por el lugar al cual no puedo regresar. Recuerdos del corazón¿Cómo puede ser que jamás podré regresar a nuestra calle, estacionarme en nuestra cochera, recorrer el camino de piedra de la banqueta o entrar por la puerta que siempre he abierto desde que tuve altura para alcanzar la manija?¿Cómo puede ser que nunca más me sentaré en la mesa a desayunar con el café y periódico, nunca veré a los niños escalar el cerezo que yo también escalé de niña o nunca más abriré regalos de Navidad a un lado de un juego de tren eléctrico con pequeños patinadores que patinan en figuras con forma de ochos? No soy la única, lo sé. A la mayoría de nosotros nos invade la nostalgia de regresar al hogar en Navidad, pero ya no somos niños y cada año parece que nos alejamos cada vez más de nuestra infancia. Algunos de nosotros observamos con el corazón desecho el momento en que se vendió nuestro hogar de la infancia. Algunos se mudaron tantas veces que ninguna casa la consideraron su hogar. Muchos perdieron su hogar después de un divorcio, y aunque no lo hayan vendido, ya no lo sintieron como su hogar cuando la familia se separó. Quienes aún conservamos nuestro hogar, pudiéramos tener problemas para visitarlo esta Navidad. Tal vez se encuentren en la milicia sirviendo fuera del país. Tal vez son doctores, enfermeros, o empleados de alguna tienda y tendrán que trabajar ese día. Tal vez vivan a miles de millas de distancia y no tengan dinero ni salud para viajar. Para algunas personas, puede ser emocionalmente difícil reunirse con familiares con quienes realmente no tienen afinidad. Otros extrañan tanto a sus seres queridos, que la Navidad ya no será Navidad, ni su hogar volverá a serlo sin ellos. Todos cargamos algo en nuestro corazón que añora el hogar. Muchos de nosotros podemos sentir que nunca podremos realmente regresar a nuestro hogar. Nostalgia en NavidadEl hogar en donde toda la familia se reúne, ama y ríe. En donde no tenemos que preocuparnos por la muerte, la pérdida, la separación o la edad. El hogar, en donde todos nos sentimos como niños una vez más, dentro de un ambiente de paz y simplicidad.La Navidad se supone que nos debe remontar a ese lugar, ¿No es cierto? ¿No es verdad que las melodías y películas navideñas nos dicen que debemos "regresar a nuestro hogar" en Navidad? Si se supone que debe ser una época de alegría y anticipación al día en que todos se reúnen con sus familias en su hogar, ¿Por qué tanta gente siente nostalgia y cierta pérdida alrededor de la época navideña? Nostalgia por lo que conocimos hace tanto tiempo, o por lo que no conocimos pero deseamos haberlo hecho; de alguna manera sentimos una pérdida por un lugar al que no podemos ir. Para darle sentido a esta paradoja de sentir tristeza en un tiempo que se supone es de alegría, nos ayuda colocarnos bajo la Estrella de Belén y observar esta situación bajo la luz de la Natividad. En la primera Navidad, Jesús no se encontraba en su hogar. Había dejado su hogar atrás. Dejó su hogar en el cielo, con su familia trinitaria, para venir con nosotros a la Tierra. En la primera Navidad, Jesús y María no regresaron a su hogar.Dejaron su hogar en Nazaret y terminaron en un establo en vez de casa, rodeados por animales y desconocidos, en vez de estar rodeados de sus seres queridos. Acostaron al Niño Jesús en un pesebre en vez de hacerlo en una cómoda cama. Si la Sagrada Familia no regresó a su hogar en Navidad, el resto de nosotros que tampoco podemos, debemos recordar que nos encontramos en la mejor compañía. ¿Cuántas veces tratamos de imitar a la Sagrada Familia y fallamos? He aquí una manera en que podemos ser como ellos sin tener que esforzarnos. Y si pensamos que jamás podremos regresar a nuestro hogar, podemos recordar otra cosa: "En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones". Dice Jesús en Juan 14,2. "De no ser así, no les habría dicho que voy a prepararles un lugar". Ya tenemos un hogar. Lo añoramos y anhelamos, no porque alguna vez lo tuvimos y lo perdimos, sino porque no hemos llegado a él todavía. Jesús es con quien queremos estarQueremos ir a nuestro hogar en Navidad, no porque las tradiciones navideñas nos lo indican, sino porque nuestro verdadero hogar se encuentra en donde se encuentra Jesús, y en Navidad, anhelamos estar con Él.Queremos ir al hogar en el que nos sentimos como niños, seguros y amados. Queremos estar con nuestros seres queridos, todos ellos: quienes siguen con nosotros y quienes ya se adelantaron. Queremos estar en el lugar en el que el amor vive para siempre. Ese lugar sí existe. No solo tenemos el presente. Ese lugar se encuentra en la eternidad. Si experimentamos algo como eso en nuestra infancia, fue solo un pequeño indicio de lo que habrá de venir. Si nunca tuvimos un buen hogar, o si el que tuvimos nos fue arrebatado, aún tenemos la oportunidad de tenerlo. Es tentador recordar y pensar que nuestra felicidad se encuentra solo en nuestro pasado. Pero nuestra esperanza no está en el pasado. Nuestra esperanza llega cada Navidad para que Él nos lleve a nuestro verdadero hogar. Queremos llegar a nuestro hogar en Navidad, porque nuestros corazones pertenecen a ese lugar. A nuestro hogar celestial. En la casa del Padre, en donde hay muchas habitaciones, todas las familias podrán estar juntas, alegres y triunfantes, cantando "Gloria in Excelsis Deo!" (Gloria a Dios en el cielo) por toda la eternidad. Pongamos nuestra esperanza en el Santo Niño Dios en Belén. Que Él nos lleve al lugar que Él mismo ha preparado para nosotros y nos de la gracia para seguirlo hasta ahí. Que esta y todas las Navidades recordemos que la nostalgia y añoranza es por Él. Y que al final de nuestra vida Él nos lleve a nuestro Hogar. |
Adaptación y traducción por Patricia Rocha, del artículo publicado en: Catholic Exchange, autor: Maura Roan Mckeegan
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