Entre la perversa cordialidad brasilera y el
caos destructivo: un balance del 2018
2018-12-30
Dicen notables cosmólogos que
todo comenzó con un inmenso caos, el big bang. Materia y antimateria
chocaron. Sobró una ínfima porción de materia que dio origen al actual
universo. El caos fue generativo. Este año hemos conocido también un gran caos
en todas las instancias. Irrumpió el lado perverso de la cordialidad brasilera.
Según Sergio Buarque de Holanda (Raizes do Brasil, 5º capítulo) “la
enemistad bien puede ser tan cordial como la amistad, ya que una y otra nacen
del corazón” (p. 107). En las elecciones de 2018, el lado perverso de la
cordialidad ocupó la escena: mucho odio, difamaciones, millones de fake news,
hasta la puñalada dada al candidato Bolsonaro, que acabó elegido presidente del
país. Ese caos fue sólo destructivo, todavía no mostró ser generativo. Y debe
serlo para que no entremos en un callejón sin salida.
Nunca
en nuestra historia republicana habíamos tenido un presidente de
extrema-derecha, homófobo, misógino, enemigo declarado de los homoafectivos y
quilombolas, amenazador de las reservas indígenas, promotor de la venta
generalizada de armas, y teniendo como símbolo de campaña los dedos en forma de
arma.
Descendiente
de italianos Sin Tierra, llegados a Brasil a finales del siglo XIX,
pretende criminalizar al Movimiento de los Sin Terra y de los Sin
Techo como terroristas. Asuntos tan sensibles como la corrupción, el
anti-PT, el rescate de los valores tradicionales de la familia (aunque
Bolsonaro va ya por su tercer casamiento) y la lucha contra el aborto, fueron
temas que propulsaron su campaña. Algunas iglesias neopentecostales fueron
aliados fundamentales suyos, máquinas de falsas noticias.
El
elegido se muestra ignorante de los principales problemas nacionales y
mundiales. Tiene una lectura de cuartel, fijada en los tiempos de la dictadura
militar, hasta el punto de declarar héroe a un famoso torturador, Brilhante
Ustra. Ha escogido ministros que van a contra-corriente de la historia,
negacionistas del calentamiento planetario, con ideas extrañas, como el de
Relaciones Exteriores, el de Educación y el de Medio Ambiente. Se ha alineado
subalternamente a la política del presidente Trump, entrando en conflicto con
aliados históricos.
Dice
introducir una nueva política, que de nuevo no tiene nada. Como dice un joven
filósofo, Raphael Alvarenga, que articula bien filosofía con política: “La
novedad consiste en la combinación monstruosa de necropolítica, lawfare,
fundamentalismo religioso y ultraliberalismo económico”.
El
neoliberalismo económico generalizado en todo el mundo, ha alcanzado aquí una
forma todavía más radical, poniendo nuestros commons, como el petróleo,
a la venta en el mercado internacional, y privatizando otros bienes públicos.
El
pacto social creado por la Constitución de 1988 ha sido roto, primero con el
discutible impeachment de la presidenta Dilma Roussef, y después con el
cambio de las leyes laborales, con la negación de la presunción universal de
inocencia, con las arbitrariedades de la PF, del MPF y no en último lugar, con
el comportamiento confuso y poco digno del STF, ya muy indulgente o
excesivamente severo, o sometido al control militar por la presencia de un
general, asesor del Presidente de la Casa. Vivimos de hecho en un Estado de
excepción, posdemocrático y sin ley, como lo denunció en dos libros, con
ese título, el juez de derecho del Tribunal de Justicia de Rio de Janeiro,
Rubens R.R. Casara. Boaventura de Souza Santos, conocido sociólogo portugués,
afirma más perentoriamente: “El sistema jurídico y judicial creado para
garantizar el orden jurisdiccional es, en este momento, un factor jurídico de
desorden; es una perversión peligrosa… El STF es una guerra social e
institucional”.
El
propósito de los que han llegado al poder con sus aliados es destruir al PT y a
su líder Lula, preso político y rehén, y borrar de la memoria popular las
políticas sociales que beneficiaron a millones de pobres y permitieron a miles
de destituidos el acceso a la universidad.
Ha
habido corrupción en el PT como en casi todos los partidos. Un juez de primera
instancia, Sérgio Moro, perseguidor, fue entrenado en los USA para aplicar el lawfare
(deformación la ley para condenar al acusado). Fue de una parcialidad palmaria,
denunciada por los juristas nacionales e internacionales más serios.
Pero
no seamos ingenuos: la evasión fiscal anual de más de 500 mil millones de
reales, es siete veces mayor que la corrupción política, revela el
Sindicato Nacional de los Procuradores de Hacienda Nacional. Si se cobrase,
sólo con ella se evitaría la reforma de la Seguridad Social. Pero la oligarquía
brasilera, atrasada y anti-popular, esconde el hecho, y la prensa, cómplice, se
calla.
¿Qué
podemos esperar? Es una incógnita. Por amor al país y a los condenados de la
Tierra, las grandes mayorías engañadas y decepcionadas, deseamos que el caos
actual sea generativo y la cordialidad signifique benevolencia, para que la sociedad,
ya muy injusta, no sea tan malvada.
Página de Leonardo Boff
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