San Eugenio de Milán, obispo.
De un firme defensor de la diversidad litúrgica en la Iglesia.
San Eugenio de Milán, obispo. 30 de diciembre.
Este es un santo poco conocido, salvo en los ámbitos milaneses donde aún tiene su culto y, en su momento, se le atribuyó la defensa de las tradiciones propias de la Iglesia milanesa ante la reforma romana del papa Gregorio VII. Ya en el siglo VIII aparece, en los santos venerados en Milán, un “San E. confesor”, recordado junto a Santos Eustorgio y Magno, obispos y confesores. Se ha tomado que “E” es Eugenio. En el siglo XIV ya aparece inscrita, a 30 de diciembre la “deposición y traslación de San Eugenio, obispo en la iglesia de San Eustorgio”.
Y, donde entra San Eugenio como protagonista es en la “Historia Milanesa” de Landolfo el Viejo (siglo XII), poniéndolo como un obispo extranjero y defensor del Rito Ambrosiano ante el papa Adriano I y San Carlomagno (28 de enero y 29 de diciembre, traslación de las reliquias) en un Concilio, que, en virtud de la unidad de la Iglesia, quería extender el rito romano y la reforma eclesiástica en general. Dice que Eugenio, luego de defender las costumbres de la iglesia de Milán (clerogamia incluida), puso en el altar de la Basílica de San Pedro un libro de la Liturgia Romana y otro de la Liturgia Ambrosiana, ambos cerrados, con la intención de que el que apareciera abierto sería el reglamentario para toda la iglesia. Hecho esto, ayunó e hizo oración tres días y, al cabo de este tiempo, al abrir las puertas, ambos se abrieron, haciendo evidente que Dios quería mantener ambos ritos en la Iglesia. Asombroso. En realidad esta leyenda es una defensa de las tradiciones de Milán contra la reforma de San Gregorio VII (25 de mayo), papa reinante en la época de Landolfo.
Este es un santo poco conocido, salvo en los ámbitos milaneses donde aún tiene su culto y, en su momento, se le atribuyó la defensa de las tradiciones propias de la Iglesia milanesa ante la reforma romana del papa Gregorio VII. Ya en el siglo VIII aparece, en los santos venerados en Milán, un “San E. confesor”, recordado junto a Santos Eustorgio y Magno, obispos y confesores. Se ha tomado que “E” es Eugenio. En el siglo XIV ya aparece inscrita, a 30 de diciembre la “deposición y traslación de San Eugenio, obispo en la iglesia de San Eustorgio”.
Y, donde entra San Eugenio como protagonista es en la “Historia Milanesa” de Landolfo el Viejo (siglo XII), poniéndolo como un obispo extranjero y defensor del Rito Ambrosiano ante el papa Adriano I y San Carlomagno (28 de enero y 29 de diciembre, traslación de las reliquias) en un Concilio, que, en virtud de la unidad de la Iglesia, quería extender el rito romano y la reforma eclesiástica en general. Dice que Eugenio, luego de defender las costumbres de la iglesia de Milán (clerogamia incluida), puso en el altar de la Basílica de San Pedro un libro de la Liturgia Romana y otro de la Liturgia Ambrosiana, ambos cerrados, con la intención de que el que apareciera abierto sería el reglamentario para toda la iglesia. Hecho esto, ayunó e hizo oración tres días y, al cabo de este tiempo, al abrir las puertas, ambos se abrieron, haciendo evidente que Dios quería mantener ambos ritos en la Iglesia. Asombroso. En realidad esta leyenda es una defensa de las tradiciones de Milán contra la reforma de San Gregorio VII (25 de mayo), papa reinante en la época de Landolfo.
Luego de esto, Eugenio volvió a Milán, donde murió. Su culto fue olvidado hasta que una mujer enferma recobró la salud milagrosamente junto a su tumba en la iglesia de San Eustorgio, y se comenzó a celebrar su fiesta aún hasta hoy. En realidad, no se puede decir nada concluyente de San Eugenio, ni época, ni biografía, salvo que es un obispo milanés venerado desde antiguo.
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