Una reflexión de Joseph Pearce sobre el escritor y sacerdote converso
La novela-pesadilla de Benson sobre el Señor del Mundo «se está verificando ante nuestros ojos»
No solamente Francisco recomienda esta novela, sino que además lo hace con insistencia: hablamos de Señor del mundo, de Robert Hugh Benson (18711914), una ficción apocalíptica con cuya lectura también Benedicto XVI quedó impactado.
Pincha aquí para adquirir ahora Señor del mundo, la novela que recomiendan Benedicto XVI y Francisco.
Dada su importancia en un año como el que acaba, donde el mundialismo anticristiano que denuncia la obra ha dado pasos adelante pero también ha sufrido algunas derrotas, recuperamos un artículo escrito hace algún tiempo por Joseph Pearce, biógrafo de todos los grandes escritores católicos de habla inglesa desde la conversión de John Henry Newman. Lo publicó en The Imaginative Conservative y allí ofrece todas las claves de la obra del autor de Señor del mundo (los ladillos son de ReL):
Joseph Pearce, profesor de Literatura Inglesa, es también director del Centro de Fe y Cultura en el Aquinas College de Nashville (Tennessee).
Robert Hugh Benson: recordando a un gigante olvidado
Robert Hugh Benson fue una de las más brillantes luminarias del firmamento literario católico en los primeros años del siglo XX, creciendo su estrella en el fulgor de varias novelas bestseller, y declinando, o apagándose más bien, con su prematura muerte.
Nacido en 1871, Benson era el hijo menor de E.W. Benson, un distinguido clérigo anglicano que contaba entre sus amigos con el primer ministro William Ewart Gladstone. En 1882, cuando Benson tenía 11 años, su padre se convirtió en arzobispo de Canterbury. En 1896, habiendo recibido él mismo las órdenes anglicanas, fue Benson quien leyó las letanías en el funeral de su padre en la catedral de Canterbury.
Edward White Benson (18291896), arzobispo de Canterbury desde 1882 hasta su muerte y padre de tres grandes escritores.
El hijo, sin embargo, no estaba destinado a seguir las huellas de su padre. En 1903, tras un periodo de escrupuloso examen interior, cuyos detalles aclaró de forma magistral en su apología autobiográfica Confesiones de un converso, Benson fue recibido en la Iglesia católica.
Ninguna conversión desde la de John Henry Newman, casi 60 años antes, provocó tal controversia, sacudiendo con ondas sísmicas el establishment anglicano. Posteriormente, durante los siguientes once años hasta su muerte en 1914, fue un defensor incansable de la Iglesia católica y un prolífico novelista y hombre de letras.
Robert Hugh Benson, ya sacerdote de la Iglesia católica, en su ocupación favorita: la lectura.
No hay duda de que Benson pertenecía a una familia notable. Además del ascenso de su padre a la prominencia y la preeminencia en la Iglesia de Inglaterra, sus dos hermanos estaban entre los illustrissimi de los escritores eduardianos [del reinado de Eduardo VII, 19011910].
Arthur Christopher Benson (18621925), el mayor de los hermanos Benson, fue un reputado biógrafo.
A.C. Benson, su hermano mayor, fue master [rector] del Magdalene College en Cambridge y se estableció como un fino biógrafo, autor de un diario y crítico literario, escribiendo celebradas biografías de Dante Gabriel Rossetti, Edward Fitzgerald, Walter Pater, Alfred Tennyson y John Ruskin.
Edward Frederic Benson (18671940) escribió obras que todavía hoy se reeditan y llevan a la pequeña pantalla.
Su otro hermano, E.F. Benson, escribió prolíficamente y pasó a la posteridad sobre todo por sus novelas satíricas Mapp y Lucia, adaptadas con éxito para la televisión.
Mapp and Lucia, la serie de novelas de E.F. Benson, ha sido llevada dos veces a la televisión por la BBC, en 1985 y 2014. He aquí el tráiler de esta última versión.
Sin embargo, R.H. Benson no desmerecería de sus hermanos mayores. Antes de morir a la trágicamente corta edad de 43 años, escribiría quince novelas de gran éxito y, tras ser ordenado sacerdote católico en 1904, serviría como coadjutor en Cambridge, demostrando ser no menos popular como predicador vehemente de lo que ya era como escritor de ficción.
Los hermanos Benson en 1882 y un cuarto de siglo después, en 1907.
La imperfecta y la purificadora
La primera de las novelas de Benson, y la única que escribió siendo aún anglicano, fue La invisible luz, publicada en 1903 cuando se encontraba en medio de agónicas convulsiones de conversión espiritual. El libro está lleno de un emotivo misticismo: una confesión de fe en medio de la confusión de la duda. Una vez conquistada la claridad de la visión católica, Benson consideró su primera novela teológicamente defectuosa.
En 1912 comentó que su popularidad posterior parecía estar determinada por la denominación religiosa de quienes le leían. Era “bastante significativo” que fuese popular entre los anglicanos, mientras que los católicos le apreciaban “en mucha menor medida”: “La mayor parte de los católicos, yo mismo entre ellos, piensan que Richard Raynal, Solitary está mucho mejor escrita y es mucho más religiosa” [1].
Richard Raynal, Solitary evoca con cautivadora belleza la profundidad espiritual de la vida inglesa antes de la ruptura de la Reforma. Es una pequeña obra maestra en la que Benson entrelaza sin fisuras el arte narrativo moderno con el caballeroso encanto de la Edad Media. A modo de equivalente moderno de Las florecillas de San Francisco, esta ingeniosa mezcla de lo moderno y lo medieval crea un héroe que combina coraje y santidad en igual medida. Encontrándose como en casa a principios del siglo XV en la Inglaterra de Richard Raynal y en la presencia del original personaje del Maestro Richard, el lector disfruta el tiempo pasado en compañía de este santo ermitaño para su divina misión. Es literatura cristiana en lo que tiene de más hermoso y al mismo tiempo edificante y eficaz. Su poder es purgativo. Purga. Purifica. Renueva. En última instancia, muestra que las raíces de la novela están en Roma.
Señor del mundo
Quizá la prueba más evidente del genio de Benson se encuentra en la facilidad con la que combinaba géneros literarios. Además de sus novelas históricas, también se sentía a gusto con novelas de planteamiento contemporáneo, como The Necromancers [Los nigromantes], una novela donde advierte sobre los peligros del espiritualismo, o con fantasías futuristas como Señor del Mundo. Esta última es auténticamente notable y merece situarse al lado de Un mundo feliz de Aldous Huxley y 1984 de George Orwell como un clásico de la ficción distópica. De hecho, aunque las obras maestras modernas de Huxley y Orwell merecen un mérito igual a ella como obras literarias, son claramente inferiores como obras proféticas. Las dictaduras políticas que hicieron de la novela-pesadilla de Orwell un poderoso presagio ya son historia. Hoy, su fábula de mal agüero sirve solo como un oportuno recordatorio de lo que fue y puede volver a ser, si no se hace caso a los avisos de la historia. Por el contrario, la novela-pesadilla de Benson se está verificando ante nuestros ojos.
En el mundo descrito en Señor del Mundo, un insidioso secularismo y un humanismo sin Dios han triunfado sobre la religión y la moralidad tradicional. Es un mundo donde el relativismo filosófico ha triunfado sobre la objetividad; un mundo donde, en nombre de la tolerancia, no se tolera la doctrina religiosa. Es un mundo donde la eutanasia se practica ampliamente y la religión apenas se practica. El señor de este mundo de pesadilla es un político de apariencia benéfica decidido a alcanzar el poder en nombre de la “paz” y decidido a destruir la religión en nombre de la “verdad”. En semejante mundo, solo una Iglesia pequeña y desafiante se mentiene de pie contra el demoniaco “Señor del Mundo”.
Knox, Benson y Chesterton
Si la producción literaria de Benson abarca temas variados de ficción (históricos, contemporáneos y futuristas), también hizo incursiones en otras áreas con consumada facilidad. Sus Poemas, publicados póstumamente, despliegan una espiritualidad profunda y sedienta, formalmente expresada en una fe de raíces firmes, aunque en ocasiones desecadas. Esa misma espiritualidad profunda y seca era evidente en Spiritual Letters to one of his Converts, publicada también póstumamente, que ofrece una perspectiva atormentada sobre una inteligencia profunda. Una serie de sermones predicados en Roma en la Semana Santa de 1913 y luego publicadas como The Paradoxes of Catholicism ilustra por qué Benson era tan popular como predicador, atrayendo grandes audiencias a cualquier lugar donde hablase. Particularmente notable es la magistral Confesiones de un converso, al nivel de la Apologia pro Vita Sua de John Henry Newman y A Spiritual Aeneid [Una Eneida espiritual] de Ronald Knox como un clásico intemporal en la literatura de conversión.
Evelyn Waugh (19031966) puso prólogo a la obra del converso Ronald Knox sobre su propio itinerario espiritual.
En Una Eneida espiritual, Knox confesaba francamente que la influencia de Benson fue crucial en su propia conversión: “Siempre le miré como el guía que me había conducido a la verdad católica. En aquel entonces yo no sabía que él solía rezar por mi conversión” [2]. La otra gran influencia en la conversión de Knox fue G.K. Chesterton, así que no es una sorpresa que Benson fuese un gran admirador de Chesterton. El jesuita C.C. Martindale, biógrafo de Benson, él mismo un converso, escribió que los Papers of a Pariah [Los papeles de un paria]de Benson era “notable” por sus “características chestertonianas”: “El Sr. G.K. Chesterton nunca se cansa de decirnos que no vemos aquello que miramos, que el único planeta por descubrir es nuestra Tierra… y Benson leyó mucho de Mr. Chesterton y le gustaba de una forma especial” [3].
Una prueba ulterior de la influencia de Chesteriton sobre Benson es la admiración de Benson por el Herejes de Chesterton. “¿Ha leído usted -preguntaba a un corresponsal suyo en 1905- un libro de G.K. Chesterton titulado Herejes? Si no, mire a ver qué impresión le causa. A mí me parece que su espíritu subyacente es espléndido. No es católico, pero tiene ese espíritu… Hacía tiempo que no me conmovía tanto… Es un auténtico místico, de una especie rara” [4]. Chesterton no era católico en 1905, pero Herejes fue la primera prueba clara, como afirma Benson, de que “tenía ese espíritu”.
La gran novela de la persecución anticatólica... y una historia de amor
En Come Rack! Come Rope! [¡Venga el potro! ¡Venga la soga!], publicada por primera vez en 1912, todo el periodo de la Reforma Inglesa toma vida espeluznante. El lector, si se deja llevar, se verá transportado a finales del siglo XVI, enganchándole el terror y la tensión de la época con tanta fuerza como enganchan los personajes principales, que dan testimonio de su fe con valentía en un entorno hostil y mortal. Según el jesuita Philip Caraman, la novela “se convirtió rápidamente en un clásico católico” y sigue siendo “quizá la mejor conocida” de las novelas de Benson [5].
La mansión Fitzherbert en Tissington Hall, en Derbyshire.
La inspiración para la novela le vino de la historia de la familia Fitzherbert en Forgotten Shrines [Santuarios olvidados, una breve historia de algunas mansiones familiares católicas durante la persecución], de Dom Bede Camm, publicado en 1911, y de la propia visita que hizo Benson ese mismo año a la casa Fitzherbert en Derbyshire, donde predicó en la peregrinación anual en honor del Beato Nicholas Garlick y el Beato Robert Ludlam, sacerdotes católicos mártires ejecutados en 1588. De la sangre de estos mártires vino la semilla de la historia de Benson. El título de la novela está tomado de la famosa promesa de San Edmundo Campion de que permanecería firme “ya venga el potro, ya venga la soga”. Campion fue ejecutado en 1581.
En cuanto a su exactitud histórica, las opiniones parecen divididas. El padre Caraman escribió que Benson “había sido lo más fiel posible a sus fuentes” [6] y Hugh Ross Williamsondestacó que los “personajes inventados” de Benson fueron creados “en el ámbito de la verdad conocida, dejándonos pensar, correctamente, que podrían haber vivido y actuado como Benson les hace vivir y actuar”.
Williamson continúa: “Toda la época se hace viva, y si algún lector objetase que este cuadro de la Inglaterra católica bajo el Terror Isabelino sabe un poco a melodrama, está la propia respuesta incuestionable del autor: 'Si el libro es demasiado sensacionalista, no es más sensacionalista que la vida misma de la gente de Derbyshire entre 1579 y 1588” [7].
Por el contrario, Hilaire Belloc se permitió discrepar. Aunque era, en su mayor parte, una gran admirador de la obra de Benson, y escribió en una ocasión que creía que Benson “sería el hombre que escribiría algún día un libro para darnos cierta idea de lo que pasó en Inglaterra entre 1520 y 1560” [8], Belloc se quejaba de que la descripción de la vida diaria en Come Rack! Come Rope! era inexacta, parecida a la del siglo XVIII, no a la del siglo XVI.
Dejando de lado estas diferencias, la novela es, en cualquier caso, mucho más que mera ficción histórica. Es una gran novela, una gran historia de amor. Es una historia que muestra el misterio de Roma y la verdadera grandeza del amor noble y sacrificado entre un hombre y una mujer. El amor entre Robin y Marjorie, los dos principales protagonistas, es un amor mucho mayor que el de Romeo y Julieta. Su amor recíproco no tiene nada de la posesividad de los “amantes desdichados” de Shakespeare y tiene toda la pureza y la pasión de la Cordelia de El Rey Lear. Solo como historia de amor, Come Rack! Come Rope! ya merece un lugara en el canon literario.
En cuanto al clímax de la novela, hay que estar de acuerdo con Hugh Ross Williamson en que “es imposible no conmoverse con el último capítulo” [9]. Por su fuerza y conmoción, el clímax de la novela es comparable en estatura literaria con los trascendentales momentos finales de Lord Marchmain en la obra maestra de Waugh Retorno a Brideshead. Y si el final de Benson carece de la sutileza del desenlace de Waugh, le gana sin embargo en tensión dramática.
AVISO SPOILER: Si no has leído Retorno a Brideshead, de Evelyn Waugh, ni visto la serie de televisión, pero piensas hacer una de las dos cosas, ¡no veas esta escena!
¿Por qué, se pregunta uno, esta mini-obra maestra de Benson, que soporta la comparación con las obras de Waugh, sigue siendo tan desconocida? Uno sospecha que tiene mucho que ver con los tiempos tristes y apesadumbrados, pecadores y cínicos que vivimos. En tiempos más saludables, por los que debemos rezar y en los que podemos esperar, será considerada como el pequeño clásico que es. Entretanto, en los días oscuros en los que nos encontramos, deberíamos dar gracias de que editores dinámicos como Cluny Media lleven esta obra significativa e importante a una nueva generación de lectores. También podemos esperar que su autor, tanto tiempo olvidado, volverá a figurar entre las estrellas del firmamento literario, con su estrella de nuevo ascendente.
Traducción de Carmelo López-Arias.
NOTAS
[1] Robert Hugh Benson, Confessions of a Convert, Sevenoaks, Kent: Fisher Press, 1991 edn., p. 52.
[2] Ronald Knox, A Spiritual Aeneid, London: Burns Oates, 1958 edn., p. 161.
[3] C. C. Martindale, The Life of Monsignor Robert Hugh Benson, Vol. Two, London: Longmans, Green & Co., 1916, p. 90.
[4] Ibid.
[5] Philip Caraman, S.J., prólogo a R. H. Benson, Come Rack! Come Rope!, Long Prairie, MN: Neumann Press, 1995 end., p. v.
[6] Ibid., p. vi.
[7] Hugh Ross Williamson, introducción a R. H. Benson, Come Rack! Come Rope!, London: Burns & Oates, 1959 edn., p. 6.
[8] Martindale, op. cit., p. 45.
[9] Williamson, op. cit., p. 5.
Pincha aquí para adquirir ahora Señor del mundo, la novela que recomiendan Benedicto XVI y Francisco.
Dada su importancia en un año como el que acaba, donde el mundialismo anticristiano que denuncia la obra ha dado pasos adelante pero también ha sufrido algunas derrotas, recuperamos un artículo escrito hace algún tiempo por Joseph Pearce, biógrafo de todos los grandes escritores católicos de habla inglesa desde la conversión de John Henry Newman. Lo publicó en The Imaginative Conservative y allí ofrece todas las claves de la obra del autor de Señor del mundo (los ladillos son de ReL):
Joseph Pearce, profesor de Literatura Inglesa, es también director del Centro de Fe y Cultura en el Aquinas College de Nashville (Tennessee).
Robert Hugh Benson: recordando a un gigante olvidado
Robert Hugh Benson fue una de las más brillantes luminarias del firmamento literario católico en los primeros años del siglo XX, creciendo su estrella en el fulgor de varias novelas bestseller, y declinando, o apagándose más bien, con su prematura muerte.
Nacido en 1871, Benson era el hijo menor de E.W. Benson, un distinguido clérigo anglicano que contaba entre sus amigos con el primer ministro William Ewart Gladstone. En 1882, cuando Benson tenía 11 años, su padre se convirtió en arzobispo de Canterbury. En 1896, habiendo recibido él mismo las órdenes anglicanas, fue Benson quien leyó las letanías en el funeral de su padre en la catedral de Canterbury.
Edward White Benson (18291896), arzobispo de Canterbury desde 1882 hasta su muerte y padre de tres grandes escritores.
El hijo, sin embargo, no estaba destinado a seguir las huellas de su padre. En 1903, tras un periodo de escrupuloso examen interior, cuyos detalles aclaró de forma magistral en su apología autobiográfica Confesiones de un converso, Benson fue recibido en la Iglesia católica.
Ninguna conversión desde la de John Henry Newman, casi 60 años antes, provocó tal controversia, sacudiendo con ondas sísmicas el establishment anglicano. Posteriormente, durante los siguientes once años hasta su muerte en 1914, fue un defensor incansable de la Iglesia católica y un prolífico novelista y hombre de letras.
Robert Hugh Benson, ya sacerdote de la Iglesia católica, en su ocupación favorita: la lectura.
No hay duda de que Benson pertenecía a una familia notable. Además del ascenso de su padre a la prominencia y la preeminencia en la Iglesia de Inglaterra, sus dos hermanos estaban entre los illustrissimi de los escritores eduardianos [del reinado de Eduardo VII, 19011910].
Arthur Christopher Benson (18621925), el mayor de los hermanos Benson, fue un reputado biógrafo.
A.C. Benson, su hermano mayor, fue master [rector] del Magdalene College en Cambridge y se estableció como un fino biógrafo, autor de un diario y crítico literario, escribiendo celebradas biografías de Dante Gabriel Rossetti, Edward Fitzgerald, Walter Pater, Alfred Tennyson y John Ruskin.
Edward Frederic Benson (18671940) escribió obras que todavía hoy se reeditan y llevan a la pequeña pantalla.
Su otro hermano, E.F. Benson, escribió prolíficamente y pasó a la posteridad sobre todo por sus novelas satíricas Mapp y Lucia, adaptadas con éxito para la televisión.
Mapp and Lucia, la serie de novelas de E.F. Benson, ha sido llevada dos veces a la televisión por la BBC, en 1985 y 2014. He aquí el tráiler de esta última versión.
Sin embargo, R.H. Benson no desmerecería de sus hermanos mayores. Antes de morir a la trágicamente corta edad de 43 años, escribiría quince novelas de gran éxito y, tras ser ordenado sacerdote católico en 1904, serviría como coadjutor en Cambridge, demostrando ser no menos popular como predicador vehemente de lo que ya era como escritor de ficción.
Los hermanos Benson en 1882 y un cuarto de siglo después, en 1907.
La imperfecta y la purificadora
La primera de las novelas de Benson, y la única que escribió siendo aún anglicano, fue La invisible luz, publicada en 1903 cuando se encontraba en medio de agónicas convulsiones de conversión espiritual. El libro está lleno de un emotivo misticismo: una confesión de fe en medio de la confusión de la duda. Una vez conquistada la claridad de la visión católica, Benson consideró su primera novela teológicamente defectuosa.
En 1912 comentó que su popularidad posterior parecía estar determinada por la denominación religiosa de quienes le leían. Era “bastante significativo” que fuese popular entre los anglicanos, mientras que los católicos le apreciaban “en mucha menor medida”: “La mayor parte de los católicos, yo mismo entre ellos, piensan que Richard Raynal, Solitary está mucho mejor escrita y es mucho más religiosa” [1].
Richard Raynal, Solitary evoca con cautivadora belleza la profundidad espiritual de la vida inglesa antes de la ruptura de la Reforma. Es una pequeña obra maestra en la que Benson entrelaza sin fisuras el arte narrativo moderno con el caballeroso encanto de la Edad Media. A modo de equivalente moderno de Las florecillas de San Francisco, esta ingeniosa mezcla de lo moderno y lo medieval crea un héroe que combina coraje y santidad en igual medida. Encontrándose como en casa a principios del siglo XV en la Inglaterra de Richard Raynal y en la presencia del original personaje del Maestro Richard, el lector disfruta el tiempo pasado en compañía de este santo ermitaño para su divina misión. Es literatura cristiana en lo que tiene de más hermoso y al mismo tiempo edificante y eficaz. Su poder es purgativo. Purga. Purifica. Renueva. En última instancia, muestra que las raíces de la novela están en Roma.
Señor del mundo
Quizá la prueba más evidente del genio de Benson se encuentra en la facilidad con la que combinaba géneros literarios. Además de sus novelas históricas, también se sentía a gusto con novelas de planteamiento contemporáneo, como The Necromancers [Los nigromantes], una novela donde advierte sobre los peligros del espiritualismo, o con fantasías futuristas como Señor del Mundo. Esta última es auténticamente notable y merece situarse al lado de Un mundo feliz de Aldous Huxley y 1984 de George Orwell como un clásico de la ficción distópica. De hecho, aunque las obras maestras modernas de Huxley y Orwell merecen un mérito igual a ella como obras literarias, son claramente inferiores como obras proféticas. Las dictaduras políticas que hicieron de la novela-pesadilla de Orwell un poderoso presagio ya son historia. Hoy, su fábula de mal agüero sirve solo como un oportuno recordatorio de lo que fue y puede volver a ser, si no se hace caso a los avisos de la historia. Por el contrario, la novela-pesadilla de Benson se está verificando ante nuestros ojos.
En el mundo descrito en Señor del Mundo, un insidioso secularismo y un humanismo sin Dios han triunfado sobre la religión y la moralidad tradicional. Es un mundo donde el relativismo filosófico ha triunfado sobre la objetividad; un mundo donde, en nombre de la tolerancia, no se tolera la doctrina religiosa. Es un mundo donde la eutanasia se practica ampliamente y la religión apenas se practica. El señor de este mundo de pesadilla es un político de apariencia benéfica decidido a alcanzar el poder en nombre de la “paz” y decidido a destruir la religión en nombre de la “verdad”. En semejante mundo, solo una Iglesia pequeña y desafiante se mentiene de pie contra el demoniaco “Señor del Mundo”.
Knox, Benson y Chesterton
Si la producción literaria de Benson abarca temas variados de ficción (históricos, contemporáneos y futuristas), también hizo incursiones en otras áreas con consumada facilidad. Sus Poemas, publicados póstumamente, despliegan una espiritualidad profunda y sedienta, formalmente expresada en una fe de raíces firmes, aunque en ocasiones desecadas. Esa misma espiritualidad profunda y seca era evidente en Spiritual Letters to one of his Converts, publicada también póstumamente, que ofrece una perspectiva atormentada sobre una inteligencia profunda. Una serie de sermones predicados en Roma en la Semana Santa de 1913 y luego publicadas como The Paradoxes of Catholicism ilustra por qué Benson era tan popular como predicador, atrayendo grandes audiencias a cualquier lugar donde hablase. Particularmente notable es la magistral Confesiones de un converso, al nivel de la Apologia pro Vita Sua de John Henry Newman y A Spiritual Aeneid [Una Eneida espiritual] de Ronald Knox como un clásico intemporal en la literatura de conversión.
Evelyn Waugh (19031966) puso prólogo a la obra del converso Ronald Knox sobre su propio itinerario espiritual.
En Una Eneida espiritual, Knox confesaba francamente que la influencia de Benson fue crucial en su propia conversión: “Siempre le miré como el guía que me había conducido a la verdad católica. En aquel entonces yo no sabía que él solía rezar por mi conversión” [2]. La otra gran influencia en la conversión de Knox fue G.K. Chesterton, así que no es una sorpresa que Benson fuese un gran admirador de Chesterton. El jesuita C.C. Martindale, biógrafo de Benson, él mismo un converso, escribió que los Papers of a Pariah [Los papeles de un paria]de Benson era “notable” por sus “características chestertonianas”: “El Sr. G.K. Chesterton nunca se cansa de decirnos que no vemos aquello que miramos, que el único planeta por descubrir es nuestra Tierra… y Benson leyó mucho de Mr. Chesterton y le gustaba de una forma especial” [3].
Una prueba ulterior de la influencia de Chesteriton sobre Benson es la admiración de Benson por el Herejes de Chesterton. “¿Ha leído usted -preguntaba a un corresponsal suyo en 1905- un libro de G.K. Chesterton titulado Herejes? Si no, mire a ver qué impresión le causa. A mí me parece que su espíritu subyacente es espléndido. No es católico, pero tiene ese espíritu… Hacía tiempo que no me conmovía tanto… Es un auténtico místico, de una especie rara” [4]. Chesterton no era católico en 1905, pero Herejes fue la primera prueba clara, como afirma Benson, de que “tenía ese espíritu”.
La gran novela de la persecución anticatólica... y una historia de amor
En Come Rack! Come Rope! [¡Venga el potro! ¡Venga la soga!], publicada por primera vez en 1912, todo el periodo de la Reforma Inglesa toma vida espeluznante. El lector, si se deja llevar, se verá transportado a finales del siglo XVI, enganchándole el terror y la tensión de la época con tanta fuerza como enganchan los personajes principales, que dan testimonio de su fe con valentía en un entorno hostil y mortal. Según el jesuita Philip Caraman, la novela “se convirtió rápidamente en un clásico católico” y sigue siendo “quizá la mejor conocida” de las novelas de Benson [5].
La mansión Fitzherbert en Tissington Hall, en Derbyshire.
La inspiración para la novela le vino de la historia de la familia Fitzherbert en Forgotten Shrines [Santuarios olvidados, una breve historia de algunas mansiones familiares católicas durante la persecución], de Dom Bede Camm, publicado en 1911, y de la propia visita que hizo Benson ese mismo año a la casa Fitzherbert en Derbyshire, donde predicó en la peregrinación anual en honor del Beato Nicholas Garlick y el Beato Robert Ludlam, sacerdotes católicos mártires ejecutados en 1588. De la sangre de estos mártires vino la semilla de la historia de Benson. El título de la novela está tomado de la famosa promesa de San Edmundo Campion de que permanecería firme “ya venga el potro, ya venga la soga”. Campion fue ejecutado en 1581.
En cuanto a su exactitud histórica, las opiniones parecen divididas. El padre Caraman escribió que Benson “había sido lo más fiel posible a sus fuentes” [6] y Hugh Ross Williamsondestacó que los “personajes inventados” de Benson fueron creados “en el ámbito de la verdad conocida, dejándonos pensar, correctamente, que podrían haber vivido y actuado como Benson les hace vivir y actuar”.
Williamson continúa: “Toda la época se hace viva, y si algún lector objetase que este cuadro de la Inglaterra católica bajo el Terror Isabelino sabe un poco a melodrama, está la propia respuesta incuestionable del autor: 'Si el libro es demasiado sensacionalista, no es más sensacionalista que la vida misma de la gente de Derbyshire entre 1579 y 1588” [7].
Por el contrario, Hilaire Belloc se permitió discrepar. Aunque era, en su mayor parte, una gran admirador de la obra de Benson, y escribió en una ocasión que creía que Benson “sería el hombre que escribiría algún día un libro para darnos cierta idea de lo que pasó en Inglaterra entre 1520 y 1560” [8], Belloc se quejaba de que la descripción de la vida diaria en Come Rack! Come Rope! era inexacta, parecida a la del siglo XVIII, no a la del siglo XVI.
Dejando de lado estas diferencias, la novela es, en cualquier caso, mucho más que mera ficción histórica. Es una gran novela, una gran historia de amor. Es una historia que muestra el misterio de Roma y la verdadera grandeza del amor noble y sacrificado entre un hombre y una mujer. El amor entre Robin y Marjorie, los dos principales protagonistas, es un amor mucho mayor que el de Romeo y Julieta. Su amor recíproco no tiene nada de la posesividad de los “amantes desdichados” de Shakespeare y tiene toda la pureza y la pasión de la Cordelia de El Rey Lear. Solo como historia de amor, Come Rack! Come Rope! ya merece un lugara en el canon literario.
En cuanto al clímax de la novela, hay que estar de acuerdo con Hugh Ross Williamson en que “es imposible no conmoverse con el último capítulo” [9]. Por su fuerza y conmoción, el clímax de la novela es comparable en estatura literaria con los trascendentales momentos finales de Lord Marchmain en la obra maestra de Waugh Retorno a Brideshead. Y si el final de Benson carece de la sutileza del desenlace de Waugh, le gana sin embargo en tensión dramática.
AVISO SPOILER: Si no has leído Retorno a Brideshead, de Evelyn Waugh, ni visto la serie de televisión, pero piensas hacer una de las dos cosas, ¡no veas esta escena!
¿Por qué, se pregunta uno, esta mini-obra maestra de Benson, que soporta la comparación con las obras de Waugh, sigue siendo tan desconocida? Uno sospecha que tiene mucho que ver con los tiempos tristes y apesadumbrados, pecadores y cínicos que vivimos. En tiempos más saludables, por los que debemos rezar y en los que podemos esperar, será considerada como el pequeño clásico que es. Entretanto, en los días oscuros en los que nos encontramos, deberíamos dar gracias de que editores dinámicos como Cluny Media lleven esta obra significativa e importante a una nueva generación de lectores. También podemos esperar que su autor, tanto tiempo olvidado, volverá a figurar entre las estrellas del firmamento literario, con su estrella de nuevo ascendente.
Traducción de Carmelo López-Arias.
NOTAS
[1] Robert Hugh Benson, Confessions of a Convert, Sevenoaks, Kent: Fisher Press, 1991 edn., p. 52.
[2] Ronald Knox, A Spiritual Aeneid, London: Burns Oates, 1958 edn., p. 161.
[3] C. C. Martindale, The Life of Monsignor Robert Hugh Benson, Vol. Two, London: Longmans, Green & Co., 1916, p. 90.
[4] Ibid.
[5] Philip Caraman, S.J., prólogo a R. H. Benson, Come Rack! Come Rope!, Long Prairie, MN: Neumann Press, 1995 end., p. v.
[6] Ibid., p. vi.
[7] Hugh Ross Williamson, introducción a R. H. Benson, Come Rack! Come Rope!, London: Burns & Oates, 1959 edn., p. 6.
[8] Martindale, op. cit., p. 45.
[9] Williamson, op. cit., p. 5.
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