San Gaspar del Búfalo, presbítero
y fundador
fecha: 28 de diciembre
fecha en el calendario anterior: 2 de enero
n.: 1786 - †: 1837 - país: Italia
canonización: B: Pío X 18 dic 1904 - C: Pío XII 12 jun 1954
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
fecha en el calendario anterior: 2 de enero
n.: 1786 - †: 1837 - país: Italia
canonización: B: Pío X 18 dic 1904 - C: Pío XII 12 jun 1954
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Elogio: En Roma, san Gaspar del Búfalo, presbítero, el
cual luchó denodadamente por la libertad de la Iglesia y, encarcelado, no cesó
de conducir a los pecadores por el camino recto, principalmente con la devoción
a la preciosísima sangre de Cristo, en cuyo honor fundó las Congregaciones de
Misioneros y de Hermanas de la Preciosa Sangre.
refieren a este santo: Santa María de
Mattias, San Vicente
Pallotti
Gaspar, que nació en
Roma y fue hijo de un capitán (1786), recibió la instrucción en el Colegio
Romano y fue ordenado sacerdote en 1808. Poco después de la toma de Roma por
Napoleón, fue desterrado con la mayor parte del clero, por haberse negado a
abjurar de su fidelidad a la Santa Sede. A la caída de Napoleón, volvió a Roma,
donde encontró un amplio campo de trabajo, ya que la ciudad había estado casi
nueve años privada de sacerdotes y de sacramentos. En 1814 dirigió una misión
en Giano, en la diócesis de Spoleto, y ahí le nació la idea de fundar la
congregación de la Preciosa Sangre. En Giano encontró una casa que se prestaba
para ese fin y, con la ayuda del cardenal Cristaldi, cuya amistad no le
desamparó nunca, la nueva congregación fue aprobada cordialmente por el Papa
Pío VII, en 1815. El Papa puso a la disposición del santo la casa y la iglesia
adyacente de San Felice in Giano. La segunda fundación tuvo lugar en 1819 y la
tercera poco después, en Albano. El santo deseaba que su congregación tuviera
una casa en cada diócesis, en el barrio más abandonado y pervertido. El reino
de Nápoles era en aquella época un centro de todos los crímenes, en el que
nadie tenía la vida segura. El Papa escribió de propia mano a del Búfalo, en
1821, rogándole que fundara seis casas en dicha ciudad. El aceptó gozosamente,
pero tuvo que superar las más grandes dificultades para conseguir fondos y
personal suficiente. Su biógrafo nos dice que la Providencia parecía jugar con
el santo, pues en cuanto desaparecía un obstáculo, aparecía otro nuevo y más
imponente. Sin embargo, poco a poco, logró reunir hombres suficientes y una
cantidad de dinero mayor que la estrictamente necesaria.
Bajo el Papa León XII,
surgieron graves dificultades. Pero el tiempo las hizo desaparecer y, en 1824,
las casas de la congregación quedaron abiertas a todos los sacerdotes jóvenes
que querían recibir un entrenamiento especial para las misiones. El ideal era
elevado y el trabajo arduo. Un misionero, decía el fundador, tiene que ser como
un soldado o un marinero que nunca se dan por vencidos y están preparados para
cualquier eventualidad. Deseaba que sus hijos se distinguieran, no sólo por el
fervor, sino también por la ciencia. Para evangelizar al mundo entero, como lo
exigía su vocación, tenían que aprender idiomas, además de la Teología y la
Sagrada Escritura. Ya durante la vida del fundador, la obra se había extendido
por toda Italia. Recorriendo incesantemente las poblaciones, sufriendo
infinitas privaciones, con frecuencia amenazados de muerte, los misioneros de
la Preciosa Sangre predicaban en todas partes el mensaje evangélico, siguiendo
el ejemplo de su fundador.
Los biógrafos de Gaspar
del Búfalo nos transmiten una descripción gráfica de una misión, siguiendo sus
etapas sucesivas. Los métodos de estos misioneros eran completamente nuevos.
Por ejemplo, se disciplinaban en la plaza pública, lo cual producía
invariablemente numerosas conversiones. El último día, quemaban públicamente
los libros e imágenes obscenas y todo aquello que podía ofender a Dios. Dejaban
plantada una gran cruz en recuerdo de la misión. Cantaban un solemne «Te Deum»
y proseguían su camino hasta la próxima población. El santo decía con
frecuencia al terminar una misión, exhausto pero lleno de agradecimiento: «Si
es tan delicioso fatigarse por Dios, cuánto más lo será gozar de Él». Uno de
sus principios era el de hacer trabajar a todos y con ese objeto fundó una
multitud de obras de caridad, en Roma, para jóvenes y viejos, ricos y pobres de
ambos sexos. Entre otras cosas, implantó la adoración nocturna del Santísimo
Sacramento, en la que algunos hombres que no se atrevían a visitar al Señor
durante el día, podían venir a Él, como Nicodemo, por la noche. Gaspar del
Búfalo predicó su última misión en Roma, en la iglesia nueva, durante el cólera
de 1836. Sintiendo que sus fuerzas se debilitaban, retornó inmediatamente a
Albano y comenzó a prepararse para la muerte. El frío le hacía sufrir
terriblemente durante el día y la sed durante la noche, pero se abstenía de
beber para poder celebrar la misa al día siguiente. Rogó a sus hijos que le
dejaran solo todo el tiempo que fuera posible, para poder entregarse a la
oración. Después de la fiesta de San Francisco Javier, partió a morir a Roma.
El 19 de diciembre, el médico le prohibió decir la misa; el 28 de diciembre
recibió los últimos sacramentos y murió. El santo había obrado varios milagros
durante su vida, y su intercesión alcanzó muchas gracias después de su muerte. La
lista de curaciones y otros milagros por él obrados es muy larga. Fue
canonizado en 1954.
Cfr. Sardi, Notizie
intorno alla vita del beato Gaspare del Bufalo (1904).
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler»,
Herbert Thurston, SI
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