sábado, 1 de noviembre de 2014

El fuego es el amor (AUTOLIBERACIÓN INTERIOR) Anthony de Mello


El fuego es el amor

Lo que la sociedad te enseñó a ate­sorar no vale nada. Lo que la historia te legó como honor, patria, deber, etc., no vale nada, porque tienes que vivir libremente el ahora, separado de los re­cuerdos, que están muertos; sólo está vivo el presente y lo que tú vas descu­briendo en él como real. Lo que llamas yo no eres tú, ni eres tampoco tu pa­rentela, ni tu padre, ni tu madre, por­que eres hijo de la vida. Dondequiera que haya sufrimiento, hay identifica­ción con el yo, con una cosa, y en don­de hay conflicto es que existe identifi­cación del yo con un problema, con un obstáculo que pone la mente. Esto es matemático. Tomamos de la vida lo no real. Le tenemos mucho miedo a la ver­dad, y preferimos hacer ídolos con la mentira.

Dicen que hubo un señor que des­cubrió en la antigüedad el arte de ha­cer fuego. Lleno de alegría quiso co­municar su arte a las demás tribus. Se fue a una tribu del norte, donde hacía mucho frío, y les enseñó el invento. Lo aprendieron en seguida y estaban tan contentos que fueron a darle las gracias al maestro. Pero éste ya se había ido, porque era un gran hombre al que sólo le importaba el bien del prójimo. En­tonces fue a otro lugar a enseñar el arte de hacer fuego; pero en esta tribu, pri­mero lo recibieron los sacerdotes, que se quedaron perplejos: ¿de dónde ve­nía la magia con la cual hacía este hom­bre el fuego? Al ver el éxito que el fue­go tenía en la tribu, los sacerdotes tu­vieron celos y asesinaron al maestro, pero -para que el pueblo no los cul­pase- hicieron una gran escultura de él y lo subieron a un pedestal, junto con el invento de hacer fuego, para que toda la tribu lo venerase. Y en aquel pueblo ya nunca hubo fuego, sino veneración y alabanzas. Es necesario comprender que la verdadera oración es el fuego, y no la veneración ni la adoración de una imagen. ¿Dónde está el fuego? "Yo he venido a traer fuego para que arda", dijo Jesús. Hay muchos sacerdotes, pero pocos que sepan hacer fuego. El fuego es el amor. Tú no puedes tener el amor, es el amor el que te tiene a ti, y te cambia y te acrisola. La felicidad y el amor van juntos, pero no produ­cen emociones, ni excitación, porque esto es enemigo de la felicidad. Tam­poco producen aburrimiento, porque la felicidad nunca harta cuando es, de ver­dad, felicidad. Y no harta porque exis­te donde no existe el yo. La felicidad es un estado de continua conciencia. Si tú eres consciente de una cosa, la pue­des controlar siempre y verla tal cual es. Si no eres consciente, esa cosa te domina.

Sólo si amas serás feliz, y sólo ama­rás si eres feliz. Y amar es un estado que no elige a quién amar, sino que ama porque no puede hacer otra cosa, por­que es amor.

Oír un solo instrumento en la sin­fonía del amor, es privarse de la ar­monía del concierto. Amar es escu­charlos todos.

 

Sólo si amas serás feliz, y sólo amarás si eres feliz.

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