sábado, 2 de julio de 2016

Beatos Juan y Pedro Becchetti, religiosos presbíteros - San Bernardino Realino, presbítero (2 de julio)santos d

Beatos Juan y Pedro Becchetti, religiosos presbíteros

fecha: 2 de julio
†: c. 1420/ 1421 - país: Italia
canonización: 
Conf. Culto: Gregorio XVI 1835
hagiografía: Santi e Beati

En Fabriano, del Piceno, conmemoración de los beatos Juan y Pedro Becchetti, presbíteros de la Orden de Ermitaños de San Agustín, unidos más por la conducta de vida que por los vínculos de la sangre.
Juan y Pedro Becchetti se consagran al Señor en el convento de San Agustín de Fabriano (Ancona), en el siglo XIV. Sus respectivas vidas de oración, estudio de la Sagrada Escritura, de la teología y la predicación, devienen para Orden - organizada hacía pocos años (1226) como rden mendicante- ejemplo y estilo de vida.
Juan, con el título de Bachiller, enseña en 1385 en el Estudio General de Rimini, y de él el Padre General Bartolomé de Venecia escribe que «viene recomendado por su fama de ciencia y de vida». Ese mismo año es destinado a estudiar en Oxford, donde obtiene el grado de Maestro en Teología. En 1391 se encontraba en Italia, y al año siguiente era regente del Estudio agustiniano de Perugia. El Padre General le dirigía una carta el 7 de mayo de 1720.
Pedro estudia en Padua en 1385 para obtener el grado de Lector, y en 1388 enseña en el Estudio agustiniano de Rimini; como Maestro en Sagrada Teología será nombrado profesor en Venecia. Desde esta ciudad emprende la peregrinación a Jerusalén, por su singular devoción a la pasión del Señor. Vuelto a Fabriano construye junto a la iglesia de los Agustinos una capilla similar al Santo Sepulcro de Jerusalén. El 20 de febrero de 1420 el Padre General le envía una carta.
Los dos hermanos murieron en fabriano y sus restos fueron expuestos a la veneración pública de los fieles en la iglesia de San Agustín. El papa Gregorio XVI confirmó en 1835 el culto de los dos hermanos, que se celebra en la Orden de San Agustín.
Noticias reunidas a partir de sendos artículos del P. Bruno Silvestrini, OSA, traducidos para ETF. Debe notarse que el autor habla de la fecha de veneración como 2 de junio, no 2 de julio, sin embargo la última edición del Martirologio Romano los inscribe en esta fecha.
fuente: Santi e Beati
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012

Estas biografías de santo son propiedad de El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía, referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.org/lectura/santoral.php?idu=2213





San Bernardino Realino, presbítero

fecha: 2 de julio
fecha en el calendario anterior: 4 de julio
n.: 1530 - †: 1616 - país: Italia
canonización: 
B: León XIII 12 ene 1896 - C: Pío XII 22 jun 1947
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

En Lecce, en la región de Apulia, san Bernardino Realino, presbítero de la Orden de la Compañía de Jesús, ilustre por su caridad y su benignidad, el cual, despreciando los honores del mundo, se entregó al cuidado pastoral de los presos y de los enfermos, así como al ministerio de la palabra y de la penitencia.
Bernardino nació en Carpi, cerca de Módena, en 1530. Tuvo una juventud bastante alegre. Era un distinguido estudiante que sabía equilibrar el rigor de los estudios con el sabor de la lectura de los humanistas. Tras haber comenzado la carrera de leyes, ingresó en la Compañía de Jesús a los treinta y cuatro años de edad. Fue recibido en Nápoles por el P . Alonso Salmerón, uno de los primeros compañeros de san Ignacio. El P. Realino trabajó diez años en Nápoles, predicando, catequizando y atendiendo a los enfermos, a los pobres y a los prisioneros. Después pasó al colegio de Lecce de Apulia, del que fue rector y en el que murió a los ochenta y seis años de edad. Su celo generoso y su fervor apostólico le ganaron la veneración del pueblo, quien le tenía por un santo. El culto popular contribuyó a probar algunos de los extraordinarios milagros que los testigos del proceso de beatificación afirmaron bajo juramento.
Seis años antes de morir, san Bernardino se había abierto dos heridas incurables en una caída. Durante su última enfermedad, en vista de la veneración que el pueblo profesaba al santo, se guardó la sangre de las heridas en frascos. En unos, la sangre se conservó en estado líquido durante más de un siglo; en otros, solía burbujear y aumentaba de volumen; según afirman los testigos del proceso, la sangre de uno de los frascos «hervía» en la fecha del aniversario de la muerte del santo y en todas las ocasiones en que se le acercaba al relicario que contenía la lengua del santo. En 1634, las autoridades eclesiásticas abrieron la tumba de san Bernardino y descubrieron una parte del cuerpo totalmente incorrupta. Las autoridades guardaron esa parte del cuerpo en dos receptáculos de cristal y volvieron a sepultarlos con el esqueleto. Setenta y ocho años más tarde (es decir, noventa años después de la muerte del santo), en 1711, el obispo de Lecce, en presencia de varios testigos, abrió nuevamente la sepultura para dar autenticidad de las reliquias. Uno de los receptáculos de cristal estaba roto, pero en el otro los tejidos, perfectamente conservados, flotaban en un líquido rojo oscuro. Los médicos que analizaron el líquido declararon que era sangre humana y que despedía un suave olor; también afirmaron que la conservación de la sangre y el olor que despedía, constituían un milagro, pero dicha afirmación estaba, naturalmente, fuera de la competencia de los médicos. Poco más de dos años después, una comisión de tres obispos, nombrada por la Sagrada Congregación de Ritos para llevar a cabo las investigaciones, recogió las declaraciones de los testigos de 1711 y examinó la sangre, que estaba roja, líquida y como en ebullición. Don Gaetano Solazzo, a quien se había confiado el cuidado del frasco de sangre que se hallaba en la catedral, atestiguó por escrito, en 1804, que la sangre se hallaba en estado líquido y que en dos ocasiones había entrado en ebullición, caso que todos habían considerado como milagroso. Dos religiosas confirmaron ese testimonio y un jesuita afirmó, bajo juramento, que había presenciado ese fenómeno en dos ocasiones, en 1852.
Hemos juzgado conveniente citar estos detalles, que tal vez no tienen nada que ver con la santidad de Bernardino Realino, porque se trata de uno de los ejemplos mejor probados de fenómenos de licuefacción de la sangre. Por lo demás, ese tipo de prodigios provocan generalmente un interés totalmente desproporcionado a su verdadera importancia y significación. Como quiera que sea, el biógrafo de san Bernardino no encontró, en 1895, la sangre en estado líquido en ninguno de los frascos. No estará demás decir que la incorrupción preternatural de la sangre, en los raros casos en que ocurre, constituye probablemente un milagro temporal, exactamente como la conservación del cadáver de algunos santos, que, después de siglos de incorrupción, ennegrecen y se desmoronan.
Véanse las biografías italianas de E. Venturi (1895) y G. Germier (1943); Lettere spirítuali inedite... (1854) ed. G. Boero. Acerca de los "milagros de la sangre", cf. Thurston, en The Month, enero-marzo de 1927. La canonización de san Bernardino tuvo lugar en 1947.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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Estas biografías de santo son propiedad de El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía, referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.org/lectura/santoral.php?idu=2214

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