Santos Antonino Fantosati y José María Gambaro, mártires
fecha: 7 de julio
†: 1900 - país: China
canonización: B: Pío XII 24 nov 1946 - C: Juan Pablo II 1 oct 2000
hagiografía: «Franciscanos para cada día» Fr. G. Ferrini O.F.M.
†: 1900 - país: China
canonización: B: Pío XII 24 nov 1946 - C: Juan Pablo II 1 oct 2000
hagiografía: «Franciscanos para cada día» Fr. G. Ferrini O.F.M.
Cerca de la ciudad de Hengyang, en la
provincia de Hunan, en China, santos Antonino Fantosati, obispo, y José María
Gambaro, presbítero de la Orden de Menores, que durante la persecución
desencadenada por el movimiento de los Yihetuan, al acercarse a la costa para
prestar ayuda a los fieles cristianos, fueron lapidados.
refieren a este santo: Santos Agustín
Zhao Rong, Pedro Sans i Jordá, obispo y compañeros
Ver más información en:
Martires chinos de la persecución de los «Bóxer»
Martires chinos de la persecución de los «Bóxer»
Antonio Fantosati nació en
Santa Maria in Valle en Trevi, provincia de Perusa, el 16 de octubre de 1842.
De constitución débil, parecía que sería un gallardo y pacífico campesino, en cambio
fue recibido en la Orden de los Hermanos Menores, ordenado sacerdote a los 23
años de edad y partió para la capital del Hupeh en China, sede del Vicariato y
residencia principal de la misión, a donde llegó el 15 de diciembre de 1867. De
sus 33 años de apostolado en China los primeros siete años fueron los más
serenos entre aquellas heroicas cristiandades y pudo dedicarse al estudio de la
lengua hasta hablarla expeditamente, como un chino, y ser llamado «el maestro
europeo».
Pasó luego a Lao-ho-kow, centro fluvial de
primera importancia, donde por 18 años ejerció el ministerio con tacto,
prudencia y singular penetración de la mentalidad china. Fue Administrador
Apostólico del Alto Hupeh cuando la carestía y la peste desolaron a China. En
1878 fundó un orfanato para los niños abandonados y organizó la distribución de
numerosas ayudas provenientes de Europa. Luego fue vicario general del obispo
Banci y colaboró en la erección del gran templo de tres naves de estilo
románico del Sagrado Corazón. En 1888 fue por breve tiempo a Italia. Al
regresar a China, fue nombrado Obispo titular de Adana y Vicario Apostólico del
Hunan meridional. Sus últimos años fueron amargados por cruces y persecuciones,
pero las adversidades no apagaron su celo. En la feroz persecución de los
bóxers perecieron en solo Shansi y en Hunan más de 20.000 cristianos.
Bernardo Gambaro nació en
Galliate, provincia de Novara, el 7 de agosto de 1869. A los trece años entró
en el colegio seráfico y el 20 de septiembre de 1886 recibió el hábito
religioso de los Hermanos Menores con el nombre de José María. Activo y
circunspecto, entusiasta y prudente, fue estimado y apreciado por los
superiores, que lo escogieron desde clérigo teólogo como asistente de los
hermanos jóvenes de Ornavasso. La elección fue sabia, pues su natural
perspicacia, unida a una ejemplaridad y afabilidad que conquistaba, produjo
frutos copiosos en aquellos jóvenes que se preparaban al sacerdocio y a la vida
religiosa franciscana. Apenas ordenado sacerdote (13 de marzo de 1892) José fue
nombrado rector del colegio de Ornavasso. Pero un año después, según su deseo,
se le permitió ir como misionero: abandonó Italia en 1896 y al llegar a China
fue destinado a Hunan meridional.
Esta nueva experiencia se le manifestó de
inmediato en su áspera dificultad: los usos y costumbres tan diversas no fueron
tan difíciles de asimilar como la lengua. El Vicario apostólico Fantosati,
considerando las óptimas cualidades de Gambaro, lo destinó al seminario de
Schen-fan-tan; los tres jóvenes seminaristas estaban entusiasmados con él, lo
admiraban y lo seguían: por tres años fue rector y profesor. Luego, al faltar
el misionero en la importante cristiandad de Yent-chou, José María fue
encargado de sustituirlo. Supo hacer frente a la vida misionera activa, y sus
inevitables pruebas, con serena fortaleza y con absoluto abandono en las manos
del Señor.
Precedidos en el Hunan por el P. Cesidio
Giacomantonio, muerto el 4 de julio, san Antonino acudió junto
con el P. José María Gambaro al lugar del peligro, San‑mu‑tchao, para
reconstruir la capilla destruida por los paganos, a donde llegaron el 7.
Reconocidos, fueron asediados por los revoltosos con una granizada de piedras y
objetos contundentes, y asesinados bárbaramente. El martirio del obispo se
prolongó por más de dos horas entre atroces tormentos, hasta que un pagano,
viéndolo todavía vivo, lo atravesó con un largo palo de bambú con una aguda
punta de hierro, traspasándolo de un lado a otro. Los dos cadáveres, arrojados
primero al río, fueron luego recogidos para ser quemados y sus cenizas
dispersadas en el agua o arrojadas al viento a fin de que no se honrara su
sepultura. Alguien refirió que el P. José María, ya agonizante, tuvo la fuerza
de pronunciar sus últimas palabras sobre la tierra: «Jesús, ten piedad y
sálvanos». Algunos testigos vieron en el lugar del suplicio dos ángeles
elevarse al cielo mientras numerosos paganos que habían asistido a la escena
exclamaban: «Estos misioneros eran en verdad hombres justos».
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