Una vez hubo un laico que llegó
hasta Ajahn Chah y le preguntó quién era Ajahn Chah. Ajahn Chah, percibiendo
que el desarrollo espiritual del individuo no era muy avanzado, se señaló a sí
mismo y dijo: "Éste, éste es Ajahn Chah."
En otra ocasión, otra persona le
hizo a Ajahn Chah la misma pregunta. Esta vez, sin embargo, percibiendo que la
capacidad del que preguntaba era mayor en cuanto al entendimiento del Dhamma,
Ajahn Chah respondió diciendo: "¿Ajahn Chah? No hay Ajahn Chah."
Las citas de esta recopilación
han sido tomadas de Bodhinaya, Un Sabor a Libertad, Un Sereno Estanque en el
Bosque, Samadhi Bhavana, Percibiendo el Camino, Dhamma Vivo, Alimento para el
Corazón, y Padre Venerable, Una Vida con Ajahn Chah. Algunas de las citas
provienen de una recopilación personal inédita hasta ahora.
Introducción
Cuando las
personas le decían a Ajahn Chah que encontraban imposible practicar en la
sociedad, él les preguntaba, "Si yo lo punzara a usted en el pecho con una
vara ardiente, sin duda afirmaría que está sufriendo, ¿acaso es debido a que
vive en sociedad que no puede deshacerse de ella?" La respuesta de Ajahn
Chah aclara el asunto de una manera similar a la parábola de la flecha
envenenada del Buda. El Buda cuenta sobre un hombre que había sido alcanzado
por una flecha y que no dejaba que nadie se la quitara hasta que sus preguntas
acerca de la flecha, el arco y el arquero fuesen respondidas. El único problema
era que el hombre herido probablemente moriría antes de que pudiera obtener las
respuestas a todas sus preguntas. De lo que el hombre herido tenía que darse
cuenta era de que estaba dolorido y agonizante y que tenía que hacer algo
acerca de ello inmediatamente.
Ajahn Chah
enfatizaba este punto una y otra vez en sus enseñanzas: "Usted está
sufriendo; ¡haga algo respecto a eso ahora mismo!" Él no perdía mucho
tiempo hablando acerca de la paz, la sabiduría o estados nibbánicos, sino sobre
la práctica de estar constantemente consciente y alerta de aquello que está
pasando dentro del cuerpo y la mente en el momento presente, aprendiendo
simplemente cómo observar y dejar ir.
La meditación,
decía, no es obtener cosas, sino deshacerse o liberarse de las cosas.
Aún cuando se le
preguntaba sobre la paz que uno podía alcanzar a través de la práctica, él
hablaba más bien sobre la confusión de la cual uno debía librarse en primer
lugar, porque, según lo mostraba, la paz es el final de la confusión.
Esta
recopilación trata sobre reflexiones que no hacen referencia sólo al
sufrimiento y a la práctica de la meditación, sino que también nos brinda
alguna perspectiva sobre la impermanencia, la virtud, el no-ser, etc. Esperamos
que el lector tome este pequeño libro como un compañero y "buen
amigo" para los momentos de serena reflexión, y quizás tenga un vistazo
del "no-Ajahn Chah", quien solía decir: "Yo estoy siempre
hablando sobre cosas a desarrollar y cosas a abandonar, pero realmente no hay
"nada" para desarrollar ni "nada" para abandonar".
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