“La fe no es un salto al vacío” recuerda Arzobispo de Santa Fe
Mons. José María Arancedo. Foto: Casa de Gobierno (CC BY-SA 2.0)
Esto lo dijo al referirse al Evangelio Dominical del 24 de agosto, en el que Pedro señala "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo", y Jesús le dice: "Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia".
Esto, dijo el Prelado, “nos habla de una de esas palabras y acciones de Jesucristo, en el que se nos manifiesta, se revela el misterio de su voluntad, objeto de nuestra fe”. Y que es un “ejemplo de esa pedagogía de Dios que nos va dejando en nuestra historia expresiones de su voluntad, como lugares de su presencia y de encuentro con él”.
En este sentido, “la Iglesia no es una institución fundada por los hombres, sino expresión viva de esas "palabras y acciones de Jesucristo", añadió.
Mons. Arancedo remarcó que “cuando perdemos de vista este origen de la Iglesia, la despojamos de su verdad más profunda, que es ser expresión de la voluntad de Dios manifestada en Jesucristo y animada por el Espíritu Santo”.
El Arzobispo de Santa Fe recordó además que “la fe en Dios, que se nos ha manifestado en su Hijo nos da a la Iglesia, y es ella quien nos introduce en esa comunión de Vida con Jesucristo. Por ello decíamos que la fe no es un salto al vacío, sino un apoyarnos en ese camino de Dios en el que Él nos ha ido mostrando el misterio de su voluntad".
Por lo tanto, “la Iglesia se nos presenta en este camino de Dios, como un signo (sacramento) visible de su presencia”, concluyó.
Para leer el mensaje completo, puede ingresar a: http://www.aica.org/documentos-s-TW9ucy4gSm9z6SBNYXLtYSBBcmFuY2Vkbw==-3843
La Fe se apoya en el obrar de Dios
Alocución de monseñor José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz (23 de agosto de 2014) Las lecturas de este domingo nos ayudan a comprender el camino de la fe visto desde el obrar de Dios. Estamos hablando de un Dios que se acerca a nosotros, que se nos revela, que nos habla. La fe no es un salto al vacío sino un apoyarnos en el testimonio que Él mismo nos ido dejando, al revelarse por sus "palabras y acciones". Ella se apoya en la trasmisión de este testimonio con el que Dios se nos ha ido revelando, y que tuvo su momento cumbre y definitivo en la persona de Jesucristo. En esta certeza se basa la fe cristiana, así lo hemos recibido: "Después de haber hablado antiguamente a nuestros padres, nos dice la Biblia, por medio de los Profetas, en muchas ocasiones y diversas maneras, ahora, en este tiempo final, Dios nos habló por medio de su Hijo" (Heb. 1, 1).
Cuando el Concilio quiere explicar el motivo y el modo de este revelarse de Dios, lo dice de un modo simple: "Dispuso Dios en su bondad y sabiduría revelarse a sí mismo y dar a conocer el misterio de su voluntad, mediante el cual los hombres, por medio de Cristo, tienen acceso al Padre en el Espíritu Santo y se hacen partícipes de la naturaleza divina" (DV. 2). Es el amor y su libertad la única fuente de este camino de Dios hacia nosotros, que se convierte en el fundamento de nuestra fe. En ella, Jesucristo, ocupa el lugar central, por ello nos dice la carta a los Hebreos: "Fijemos la mirada en el iniciador y consumador de nuestra fe, en Jesús" Heb. 12, 2). Este camino de Dios se realiza "mediante acciones y palabras", íntimamente ligadas entre sí y que se esclarecen mutuamente (cfr. DV. 2). Hay una pedagogía de Dios que debemos saber leer. El evangelio de este domingo nos habla de una de esas "palabras y acciones de Jesucristo", en el que se nos manifiesta, se revela "el misterio de su voluntad", objeto de nuestra fe.
Vemos un ejemplo de este manifestarnos su voluntad en la respuesta que le da a Pedro, luego que él le dijera: "Tu eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo", y Jesús le dice: "Tu eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia" (Mt. 16, 16-18). Este es un ejemplo de esa pedagogía de Dios que nos va dejando en nuestra historia expresiones de su voluntad, como lugares de su presencia y de encuentro con él. La Iglesia no es una institución fundada por los hombres, sino expresión viva de esas "palabras y acciones de Jesucristo". Cuando perdemos de vista este origen de la Iglesia, la despojamos de su verdad más profunda, que es ser expresión de la voluntad de Dios manifestada en Jesucristo y animada por el Espíritu Santo. Por eso Ella es objeto de nuestra fe, como lo expresamos en el Credo: "Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica". ¿Qué nos da la fe? La fe en Dios que se nos ha manifestado en su Hijo nos da a la Iglesia, y es ella quién nos introduce en esa comunión de Vida con Jesucristo. Por ello decíamos que la fe no es un salto al vacío, sino un apoyarnos en ese camino de Dios en el que él nos ha ido mostrando "el misterio de su voluntad". La Iglesia se nos presenta en este camino de Dios, como un signo (sacramento) visible de su presencia.
Reciban de su obispo, junto a mi afecto y oraciones, mi bendición en el Señor.
Mons. José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz
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