Beato Carlos Liviero, obispo
fecha: 7 de julio
n.: 1866 - †: 1932 - país: Italia
canonización: B: Benedicto XVI 27 may 2007
hagiografía: Vaticano
n.: 1866 - †: 1932 - país: Italia
canonización: B: Benedicto XVI 27 may 2007
hagiografía: Vaticano
En Fano, Italia, beato Carlos Liviero,
obispo de Città di Castello y fundador de la congregación de las Pequeñas
Esclavas del Sagrado Corazón.
Nació en Vicenza (Italia) el 29 de mayo de
1866; era el mayor de cuatro hijos. Fue ordenado sacerdote el 20 de noviembre
de 1888. Desde 1889 desempeñó su ministerio en Gallio, provincia de Vicenza y
diócesis de Padua. Allí manifestó desde el inicio el celo pastoral que lo
caracterizaría durante toda su vida. Veía las necesidades espirituales y
materiales de sus fieles y se dedicaba sin descanso a la evangelización y a la
promoción humana. Se entregó con pasión a la predicación, a la catequesis y a
la administración de los sacramentos.
En Gallio, donde no existían asociaciones
católicas, don Carlos trabajó por mejorar las condiciones de vida de la
población mediante diversas instituciones: establecimientos para niños pobres,
asilos de ancianos, cajas rurales, almacenes de cooperativas, obras
parroquiales, sociedades católicas obreras y agrícolas... Formó un grupo de muchachas
para animar las diversas obras, alimentando el proyecto de iniciar con ellas
una nueva congregación religiosa, pero no consiguió la aprobación del obispo de
la diócesis.
El 1 de julio de 1899 fue nombrado
arcipreste de Agna, una zona de Padua en la que vivía gente muy pobre y
explotada por latifundistas sin escrúpulos. Allí puso a disposición de los
pobres todo lo que tenía. Promovió también las numerosas obras que había puesto
en marcha en Gallio, así como otras de carácter formativo: círculo de jóvenes,
asociación de madres cristianas, Tercera Orden de San Francisco, Pía sociedad
de San José, Congregación del Santísimo Sacramento, Hijas de María... Así, en
diez años de trabajo en Agna, obtuvo excelentes resultados en la renovación de
la vida cristiana de la población.
El 6 de enero de 1910 fue nombrado obispo
de Città di Castello; el 29 de junio sucesivo celebró en la catedral su primer
pontifical, con ocasión del cual expuso su programa pastoral. Su prioridad fue
el clero. Convocó inmediatamente dos tandas de ejercicios espirituales. Contaba
mucho con la colaboración de sus sacerdotes. Los impulsaba continuamente a ser
hombres de oración y celosos en el anuncio del Evangelio. Prestó atención
especial a la juventud, en la que veía la esperanza de una renovación de la
vida cristiana. Entre los jóvenes que siguió personalmente surgieron numerosas
vocaciones al sacerdocio. Sostuvo y promovió la Acción católica. Realizó cinco
visitas pastorales, recorriendo incluso las parroquias más lejanas, situadas en
colinas o en los montes Apeninos.
Se preocupaba mucho de que se promoviera
la participación en los sacramentos, en el catecismo y en las asociaciones
católicas. También cuidaba las condiciones de los templos y la dignidad del
culto. Su contacto continuo con el pueblo le permitía conocer bien los peligros
para la fe y las costumbres, especialmente de la juventud. Para responder a las
exigencias religiosas, culturales y sociales de sus diocesanos, puso en marcha
numerosas iniciativas en varios campos: un boletín interdiocesano, una librería
católica, la Escuela tipográfica del Sagrado Corazón, una escuela primaria
masculina, una pensión para estudiantes, una sala de cine, el hospicio del
Sagrado Corazón, y la fundación de la congregación religiosa de las Pequeñas
Esclavas del Sagrado Corazón, que tuvo lugar el 9 de agosto de 1917.
Dos momentos destacados de su episcopado
fueron: el congreso eucarístico diocesano de 1927, con ocasión del II
centenario de la muerte de santa Verónica Giuliani, y el Sínodo diocesano de
1928, celebrado para renovar la legislación diocesana dándole un sentido más
pastoral. Murió en el hospital de Fano el 7 de julio de 1932, a consecuencia de
un accidente de carretera. Fue beatificado en Città di Castello (Italia), el 27
de mayo de 2007.
fuente: Vaticano
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía,
referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.org/lectura/santoral.php?idu=4737
San Panteno de Alejandría, laico
fecha: 7 de julio
†: s. III - país: Egipto
otras formas del nombre: Pantainos
canonización: pre-congregación
hagiografía: Abel Della Costa
†: s. III - país: Egipto
otras formas del nombre: Pantainos
canonización: pre-congregación
hagiografía: Abel Della Costa
Conmemoración de san Panteno de
Alejandría, varón lleno de celo apostólico, enriquecido con toda clase de
sabiduría, conocedor en alto grado de la Palabra de Dios y amante apasionado de
la misma, acerca del cual la tradición cuenta que su fe y ardiente caridad le
impulsaron a ir a predicar el Evangelio a pueblos desconocidos de lejanas
regiones de Oriente, y que al volver finalmente a Alejandría, en Egipto, allí
descansó en paz, en tiempo del emperador Antonino Caracalla.
refieren a este santo: San Alejandro de
Jerusalén
«Cuando di con el último de mis maestros,
el primero en realidad por su valor, a quien descubrí en Egipto, encontré
reposo. Verdadera abeja de Sicilia, recogía el néctar de las flores que
esmaltan el campo de los profetas y los apóstoles, engendrando en el alma de
sus oyentes una ciencia inmortal» (Stromata 1,1,11).
Así se refiere Clemente de Alejandría a su
maestro Panteno. Esto y lo poco que nos cuenta Eusebio de Cesarea en el libro V
de su Historia Eclesiástica (V,10) es todo lo que tenemos sobre él, ya que no
hay escritos suyos, y no se sabe a ciencia cierta si puso por escrito su
doctrina (Eusebio lo afirma, pero Clemente lo niega), exceptuando la hipótesis
de H. Marrou (1951), que opina que Panteno es el autor de la famosa «Carta a
Diogneto». De las palabras de Clemente sale la deducción de que era siciliano
(aunque no es el único sentido posible de la frase).
Panteno dirigía la escuela catequética de
Alejandría, que en sus tiempos era aun una escuela de iniciación cristiana,
antes de que Orígenes, el sucesor de Clemente al frente de la Escuela, la
elevara a los altísimos niveles a los que llegó, siendo la escuela de Sagradas
Escrituras y Teología más famosa e influyente de la antigüedad. Panteno llegó a
Alejandría hacia el año 180; había sido filósofo estoico; se desconocen las
circunstancias de su conversión, pero no es un hecho raro, ya que muchos
pasaban del estoicismo al cristianismo, viendo en éste una perfección del ideal
de sabiduría que la filosofía buscaba.
Puesto que dejó la dirección de la escuela
a Clemente, y éste, después de haberla dirigido un tiempo, huyó de Alejandría
en la persecución de Septimio Severo (inicios del 200), no se termina de
comprender por qué el elogio del Martirologio Romano dice que Panteno murió en
época de Caracalla (211-217), que fue posterior a Septimio Severo. El
testimonio de Eusebio más bien deja abierto el final de Panteno: «Lo
cierto es, al menos, que Panteno, por sus muchos merecimientos, terminaba
rigiendo la escuela de Alejandría, comentando de viva voz y por escrito los
tesoros de los dogmas divinos.» (HE V,10,4).
Eusebio nos cuenta una curiosa historia
sobre Panteno; pero debe tenerse presente que él mismo la recibió de tradición
oral, y la refiere más de un siglo después, con todo lo que puede tener de
confuso un testimonio así: «Se cuenta, pues, que demostró un celo tan
grande por la doctrina divina con su ardentísima disposición de ánimo, que
incluso fue proclamado heraldo del Evangelio de Cristo para los paganos del
Oriente y enviado hasta las tierras indias. [...] y se dice que fue a la India,
donde es tradición que se encontró con que el Evangelio de Mateo se le había
adelantado en su llegada entre algunos habitantes del país que conocían a
Cristo: Bartolomé, uno de los apóstoles, les había predicado y les había dejado
el escrito de Mateo en los propios caracteres hebreos5, escrito que conservaban
hasta el tiempo mencionado.» (HE V,10,2-3) En la actualidad se tiende
a identificar esta «India» que menciona aquí con el sur de la península
arábiga, el actual Yemen, o quizás Etiopía. Eusebio, y luego san Jerónimo, y
luego toda la tradición oral hasta hace unos pocos años, encontraba en este
pasaje y algunos otros (todos vinculados a la escuela de Alejandría) la
confirmación de que había existido un evangelio de san Mateo redactado en
hebreo o arameo. Se tiende más bien a pensar que se trata del llamado
«Evangelio de los hebreos», o del «Evangelio de los ebionitas», escritos
apócrifos perdidos, de los que se conservan unos pocos fragmentos, pero que
jugaron ese importante papel de ser precisamente la realidad que confirmaba el
imaginario evangelio original en arameo o hebreo de san Mateo del que parece
hablar Papías.
Puede leerse la noticia biográfica en el
tomo I de la Patrología de Quasten (BAC), o en la entrada correspondiente del Butler-Guinea.
Todos remiten a la misma fuente, la Historia Eclesiástica de Eusebio, Libro V,
cap 10. que he citado prácticamente entero en este escrito. Sobre la cuestión
del evangelio hebreo, cualquier tratado actual sobre los apócrifos del Nuevo
Testamento dedicará especial atención a estos testimonios, por ejemplo el
«Nuevo comentario bíblico San Jerónimo» (ed. española Verbo Divino, 2004).
Sobre la hipótesis de Marrou, he leído la referencia en Quasten, pero ignoro
los argumentos, o el nivel de aceptación del que goza en la actualidad.
Abel Della Costa
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