Beato Mancio Araki, mártir
fecha: 8 de julio
n.: c. 1590 - †: 1626 - país: Japón
canonización: B: Pío IX 7 may 1867
hagiografía: «Año Cristiano» - AAVV, BAC, 2003
n.: c. 1590 - †: 1626 - país: Japón
canonización: B: Pío IX 7 may 1867
hagiografía: «Año Cristiano» - AAVV, BAC, 2003
En Shimabara, en Japón, beato Mancio
Araki, mártir, que por haber hospedado en su casa al beato Francisco Pacheco,
presbítero, fue encerrado en la cárcel, donde murió consumido por la tisis.
refieren a este santo: Beatos Matías
Araki y siete compañeros
Ver más información en:
205 Mártires del Japón, 1617 - 1632
205 Mártires del Japón, 1617 - 1632
Mancio Firozayemon Araki era persona de
clase acomodada, nacido en el seno de una familia ya cristiana, que lo educó en
la fe, haciendo de él un hombre de sólidas convicciones católicas. Vivía en la
misma casa con su hermano Matías y decidieron ambos hermanos dar acogida en
ella a los misioneros cristianos.
Por un lado su casa, situada en el pueblo
de Coxinorxu, reino de Arima, estaba suficientemente alejada y discreta como
para que pudiera pasar inadvertida la presencia en ella de algún sacerdote. Por
otra parte, en el reino de Arima no se estaban urgiendo los decretos
persecutorios contra el cristianismo. Pero cuando en abril de 1625 el rey de
Arima visitó la corte imperial y vio cómo eran perseguidos los cristianos,
cobró miedo de que su blandura se viera como desobediencia al Emperador y
decidió entonces urgir la persecución en sus territorios.
Cuando esto se hizo público, los más de
los cristianos se dispusieron al martirio, pero no faltaron apóstatas que
querían a todo trance salvar la vida y se ofrecieron a delatar el paradero de
los misioneros y de los que los ocultaban. Se hallaba en casa de Mancio y
Matías el padre jesuita beato Francisco
Pacheco, provincial de la Compañía en Japón. Un delegado del
rey, sabiendo el paradero del P. Pacheco, se llegó al pueblo de Mancio y
Matías, puso guardias en todas las salidas y se dirigió a la casa. El P.
Pacheco, al conocer la presencia de los soldados, salió a la puerta de la casa,
intentando evitar que Mancio y Matías fueran acusados de alojarle, pero ambos
hermanos fueron obligados a salir y se les arrestó como al misionero. Los tres,
junto con otros detenidos, fueron llevados a la cárcel y tuvieron una severa
prisión. Mancio, enfermo de tuberculosis, empeoró notablemente, y pese a los
ruegos de sus compañeros se le dejó morir en la cárcel, donde exhaló su alma el
8 de julio de 1626. Cuatro días más tarde su cadáver fue llevado a la colina de
Nagasaki, donde sus compañeros fueron
martirizados y el cadáver de Mancio quemado. Uno de los mártires, el beato Juan
Tanaka, le dio un abrazo al cadáver en señal de veneración por el cuerpo de un mártir.
Fue beatificado por el papa Pío IX el 7 de julio de 1867.
fuente: «Año Cristiano» - AAVV, BAC, 2003
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