San Severino de Colonia, obispo
†: c. 400 - país: Alemania
canonización: pre-congregación
hagiografía: Abel Della Costa
canonización: pre-congregación
hagiografía: Abel Della Costa
Elogio: En la ciudad de Colonia, en Germania, conmemoración de san Severino,
obispo, digno de alabanza por sus virtudes.
Patronazgos: patrono de Colonia, de los tejedores; para pedir la lluvia, y
proteger contra el infortunio y la sequía.
refieren a este santo: San Evergislo de
Colonia, San Severino de
Burdeos
Como se señaló en el artículo del 21 de
octubre sobre san Severino de
Burdeos, hubo durante siglos una completa confusión entre aquel
Severino y el de Colonia, muerto pocos años antes, hasta tal punto que se
celebraban los dos como si fuera uno solo en la fecha del 23. En la actualidad,
y luego de mucho sopesar documentación, se han inscripto dos memorias distintas
en el Martirologio.
El que nos ocupa hoy fue el tercer obispo
de Colonia, y se distinguió por su celo contra el arrianismo. San Gregorio de
Tours lo menciona en suu obra sobre las virtudes de san Martín de Tours, cuenta
que cuando san Martín murió, un domingo del año 397, estaba san Severino en su
catedral con los miembros del cabildo, y oyó a la misma hora voces celestiales
que recibían el alma de Martín en el cielo. Esta mención ayuda a poder separar
las figuras de san Severino de Colonia y san Severino de Burdeos, ya que este
último posiblemente no era aun obispo cuando ocurrió la muerte de san Martín.
Pero poco más se sabe de él. Una leyenda
cuenta que cuando aun era sacerdote, se hallaba un día paseando por el campo,
cuando oyó una voz que le decía: «Severino, vas a ser obispo de Colonia». Él sólo
preguntó: «¿Cuándo?» «Cuando florezca tu báculo», fue la respuesta. Severino
plantó su báculo, y éste echó raíces y floreció. Entonces, el santo fue elegido
obispo de Colonia.
Ver Butler-Guinea (1964) tomo IV pag. 183,
Ekkart Sauser, Biographisch-Bibliographisches Kirchenlexikon, tomo IX (1995)
cols. 1507-1510. Imagen: Robert Huber, estatua de madera, 1997, en la iglesia
parroquial de San Severino, en Colonia-Lövenich
Abel Della Costa
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San Severino Boecio, mártir
fecha: 23 de octubre
n.: c. 480 - †: 524 - país: Italia
canonización: Conf. Culto: León XIII 1883
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
canonización: Conf. Culto: León XIII 1883
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Elogio: En Pavía, en la Liguria, conmemoración de san Severino Boecio,
mártir, insigne por su ciencia y sus escritos, que estando encarcelado compuso
un tratado sobre la consolación de la filosofía, y sirvió a Dios con fidelidad
hasta la muerte que le infligió el rey Teodorico.
refieren a este santo: San Juan I
Anicio Manlio Severino Boecio, nació hacia
el año 480. Pertenecía a una de las más ilustres familias romanas, la «gens
Anicia», de la que también descendía probablemente el papa san Gregorio Magno.
Severino, que perdió muy joven a sus padres, quedó al cuidado de Aurelio
Símaco, de quien llegó a ser íntimo amigo y con cuya hija, Rusticiana, contrajo
matrimonio. A esto se reduce cuanto sabemos acerca de su juventud. Debía ser
sin duda muy estudioso, pues antes de cumplir treinta años era ya famoso por su
erudición. Severino Boecio emprendió la traducción al latín de todas las obras
de Platón y Aristóteles, cuya armonía fundamental quería demostrar.
Desgraciadamente, no consiguió terminar esta tarea; sin embargo, Casiodoro
observa que, gracias a sus traducciones, los italianos conocieron no sólo a
Platón y Aristóteles, sino también «al músico Pitágoras, al astrónomo
Tolomeo, al matemático Nicómaco, el geómetra Euclides... y al físico
Arquímedes.» Ello nos da una idea de la multiplicidad de los talentos
e intereses de Boecio, quien además hizo aportaciones personales en materia de
lógica, matemáticas, geometría y música. Por otra parte, no carecía de talento
práctico, ya que Casiodoro le pide en una carta que construya un reloj de agua
y un reloj de sol para el rey de Borgoña. Boecio era también teólogo (la
familia de los Anicios era cristiana desde la época de Constantino) y se
conservan varios tratados suyos en particular uno sobre la Santísima Trinidad.
Las obras de Boecio ejercieron gran influencia en la Edad Media, sobre todo en
el desarrollo de la lógica. No en vano se le ha llamado «el último de los
filósofos romanos y el primero de los teólogos escolásticos». Sus traducciones
fueron durante mucho tiempo la base del estudio de la filosofía griega en
Occidente.
Boecio nació poco después de que Rómulo
«Augústulo», el último de los emperadores romanos de Occidente, entregara el
poder al bárbaro Odoacro. Cuando éste fue asesinado y el patricio Teodorico
asumió el poder en Italia, Boecio tenía unos trece años. El padre de Boecio
había aceptado el nuevo estado de cosas, y Odoacro le había confiado un cargo
de importancia. Boecio siguió su ejemplo y entró en la vida pública, no
obstante su amor por la escolástica. Él mismo explica que le movió a ello la
doctrina de Platón, según la cual «las naciones serían felices si los filósofos
las gobernasen, o si tuviesen la suerte de que sus gobernantes se convirtiesen
en filósofos». Teodorico le nombró cónsul el año 510. Doce años más tarde,
Boecio llegó a lo que él calificó de «momento más brillante de su vida», pues
sus dos hijos fueron nombrados cónsules y él pronunció ante ellos un discurso
de alabanza a Teodorico. Poco después el rey le nombró «maestro de oficios»,
que era uno de los cargos más importantes y de mayor responsabilidad. Pero su
caída estaba muy próxima.
El anciano Teodorico entró en sospechas de
que ciertos miembros del senado romano estaban conspirando en Constantinopla
con el emperador Justino para arrojar a los ostrogodos de Italia. El ex-cónsul
Albino fue acusado de participar en la conspiración y Boecio subió a la tribuna
a defenderle. No sabemos con certeza si tal conspiración existió o no; en todo
caso, parece cierto que Boecio no tomó parte en ella. Sin embargo, fue
encarcelado en la prisión de Ticinum (Pavía). Se le acusaba no sólo de
traición, sino también de sacrilegio, es decir de haber empleado las
matemáticas y la astronomía para fines impíos. Los jueces fallaron en su contra
y Boecio pronunció un discurso amargamente despectivo contra el senado, ya que
sólo Símaco, su suegro, había salido a defenderle.
Durante los nueve meses que pasó preso,
Boecio escribió la «Consolación de la Filosofía», que es la más famosa de sus
obras. Se trata de un diálogo interrumpido por varios poemas, entre el autor y
la Filosofía. Ésta consuela a Boecio al mostrarle la vanidad de los efímeros
éxitos terrenos y el valor eterno de la ideas: la desgracia no afecta a quienes
saben apreciar la divina sabiduría, el gobierno del universo es justo y
equitativo a pesar de las apariencias. El autor no habla de la fe cristiana,
pero trata numerosos problemas de metafísica y ética, La «Consolación de la
Filosofía» llegó a ser una de las obras más populares en la Edad Media, no sólo
entre los filósofos y teólogos. Fue uno de los libros que tradujo al inglés el
rey Alfredo el Grande.
La prisión de Boecio terminó con el
asesinato. Según se dice, fue brutalmente torturado. Fue sepultado en la
antigua catedral de Ticinum. Sus reliquias se encuentran actualmente en la
iglesia de San Pedro in Ciel d'Oro, en Pavía. A lo que parece, todo el mundo
consideró a Boecio como mártir. La influencia y popularidad de sus obras en la
Edad Media se debió, en parte, a que había muerto por la fe. Sin embargo, todas
las pruebas indican más bien que murió por razones políticas. Cierto que
Teodorico era arriano, pero ese elemento no intervino en la condenación de su
antiguo ministro de Estado. No es imposible que la idea del martirio de Boecio
haya procedido de la convicción popular de que había sido condenado «injustamente»,
ya que en la antigüedad se confundía fácilmente el martirio con la condenación
injusta, aunque no interviniese el odio a la fe. En la actualidad no s elo
considera mártir.
Desde el siglo XVIII, se ha planteado un
problema aún más fundamental: ¿Boecio practicaba realmente el cristianismo en
la época de su muerte? Está fuera de duda que durante mucho tiempo fue
cristiano y practicó su religión. En efecto, en 1877, se descubrió una nueva
prueba para confirmar que Boecio fue realmente el autor de los tratados
teológicos que se le atribuyen. Pero la dificultad es la siguiente: ¿Cómo es
posible que un cristiano que había escrito tratados en defensa de la fe, se
haya contentado, bajo el peso de una acusación injusta y hallándose amenazado
de muerte, con escribir una obra para propio consuelo, en la que no hay nada de
propiamente cristiano, excepto una o dos citas indirectas de la Biblia? Según
Boswell, el historiador Johnson formulaba así el problema en 1770: «Es
sorprendente, dado el tema de la obra y la situación en que se hallaba Boecio,
que haya sido 'magis philosophus quam christianus' (más filósofo que
cristiano)».
Es imposible ignorar tal problema, por más
que nadie lo haya planteado en la Edad Media. Baste con decir que, cuando se
planteó por primera vez, los principales eruditos optaron más bien por
«descristianizar» a Boecio; pero, poco a poco, la teoría opuesta fue tomando
fuerza, y actualmente se cree que Boecio permaneció cristiano hasta el fin de
su vida. Citemos simplemente a dos eruditos, un protestante y un católico: «El
viejo problema de la posición religiosa de Boecio carece de sentido... Un
teólogo cristiano pudo muy bien escribir la 'Consolación', no para exponer su
propio punto de vista, sino para ver en cuanto filósofo los principales
problemas del pensamiento»1. La Consolación de la Filosofía es «una
obra maestra. A pesar de su actitud deliberadamente reticente, constituye una
expresión perfecta de la fusión del espíritu cristiano con la tradición
clásica»2.
En Pavía y en la iglesia de Santa María in
Portico de Roma se celebra la fiesta de San Severino Boecio. Podría pensarse
que la confirmación de su culto, llevada a cabo por León XIII en 1883, zanjó
definitivamente los problemas de la religión de Boecio. Pero una confirmación
de culto, aunque exija el mayor respeto, no es un acto en el que el Pontífice
ejerce su infalibilidad. La confirmación del culto permite simplemente que se
siga venerando a un personaje y no siempre va precedida de un examen a fondo de
los problemas históricos relacionados con ese personaje.
1: E. K., en Harvard Studies in Classical Philology, vol. XI, pte. I
2: Christopher Dawson, en The Making of Europe, p. 51
Naturalmente, cualquier obra dedicada a la
patrística o a la filosofía medieval trata el tema de Boecio, y la «cuestión
boeciana», es decir, la de la fe de Boecio, que expone suscintamente el Butler.
Puede leerse un resumen de su vida e introducción a sus obras, con amplia y
actualizada bibliografía, en Patrología IV,
de Quasten-Di Berardino, pág 251ss. En «A Filosofia na
Edade Media», pág 159ss. E. Gilson traaza un cuadro de una época
signada por Boecio y Gregorio Magno (hay también edición castellana). También
el Diccionario de Filosofía de Ferrater-Mora (s.v. Boecio) tiene un interesante
resumen, con amplio catálogo bibliográfico.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo como
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