EL HOMBRE COMO SÍNTESIS DE LA EVOLUCIÓN
El Hombre es lo mismo que el infinito, no termina nunca. Pero podría ser verdad que "por encima de él no haya nada" en el sentido de que sea "Hombre" lo que quizá está por venir, y si es así, siempre se avergonzará del que se encuentre más abajo en la escala igual que yo me ''avergüenzo'' del animal, evidentemente. Tal vez sea verdad, insisto, que aparezca un "Hombre" que esté más alejado de mí que yo lo estoy del mineral, aunque no es muy posible porque el milagro de la inteligencia es mayor que el de la vida, pero ciertamente hemos de decir que el Hombre no puede pensar sin más que en él termina todo. Probablemente, hay muchas oportunidades más allá de nosotros hasta que terminemos en el Infinito. Somos hijos del Pasado, profetas del Futuro y estamos en el camino de la Evolución.
¿Entonces resulta que el Hombre nunca se contentará consigo mismo e inventará sistemas de superación como le sucede a Alfa? Pues debemos pensarlo, porque esto justamente es lo que se nos ha dicho en religión, no en antropología. Ahí está la Navidad.
El Hombre es un radical descontento porque tiene, igual que Alfa, vocación de Infinito. La Evolución la hace el descontento. Los descontentos, paren, quienes no paren son los contentos. El satisfecho no es Hombre, sólo lo es cuando dice "no es esto" y apunta a algo más, que es lo que hacemos nosotros: cada día investigamos más, ahora ya manipulamos los genes y hacemos ingeniería genética o nos paseamos por Marte. Qué más queremos. El día en que estemos contentos habrá terminado la Evolución, por eso he dicho que somos un finito que no se conforma con serlo y quiere ser Infinito. Y desde los Cielos en la Navidad nos han dicho que tenemos razón y nos lo han dicho de esta manera: "¿Sabes por qué estás descontento?, porque tu ombligo es Infinito". Dios en el Hombre es el finito descontento y el Infinito contentándolo, pues únicamente le contenta el Infinito. Eso es lo que se dice en la Navidad. Nótese el significado de ser un Hombre descontento.
Lo cierto es que cuando el Infinito se nos quiso mostrar se nos mostró en Jesucristo, es decir, como síntesis de la Evolución, el Hombre. Luego si por encima del Hombre existiera algo que no fuera Hombre, crearía un terrible problema a la religión: cómo explicarlo.
Pero la Navidad tiene sorpresas. Lo Infinito (los dioses o Dios) se ha instalado en lo finito, para que el Infinito diga a lo finito (esto es fundamental) que el Fin de lo finito es el Infinito, no sea que el Hombre se diga que el Fin de lo finito es lo finito. Luego la Meta del Hombre es la Infinitud, y Dios ha venido para decirlo: Yo Soy el que hace que un Hombre sea realmente Hombre, es decir, aquello que hace que Cristo sea Hombre verdadero es Dios verdadero, que está dentro de él. Con lo cual, el Hombre se transforma en Infinito por Revelación.
Dios se mete en el corazón del Hombre para decirle que no tiene más fin que la Meta sin Meta: lo Infinito. Pero repasen ustedes a los dos evangelistas que nos cuentan la Navidad después de la destrucción de Jerusalén alrederor del año 80. Curiosamente, San Mato y San Lucas se preguntan cómo podrán contar la Navidad, a quiénes colocarán en el Pesebre. Y si nosotros tenemos un niño en la casa nos sucederá lo mismo: ¿cómo vamos a contarlo?, ¿qué vamos a poner en el Pesebre?...
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