Patrón de los enfermos de Cáncer y SIDA. Fecha canonización: 1726 por Benedicto XIII Nacionalidad: italiana Nacido de familia acomodada. Pasó una juventud mundana, y participó activamente en la política de su país. Tuvo al comienzo una fuerte postura anticatólica. Sin embargo, durante una rebelión popular, él golpeó al embajador papal de paz, el Santo Philip Benizi. El Santo Philip con calma giró la otra mejilla, rezó por la juventud, y Peregrino se convirtió.
Cuenta la tradición que él recibió una visión de Nuestra Señora en la que le dijo ir a Siena, Italia, y allí unirse a la Orden de los Frailes Servitas. Después de una empeñosa educación teológica y su ordenación, la orden lo asignó a cumplir labores a su ciudad natal. Él sirvió y trabajó ahí tanto como le fue posible, en el silencio completo, en la soledad, y con el asombroso ofrecimiento penitente de no sentarse durante 30 años. Lo conocían como un ferviente predicador, un orador excelente, y como confesor era conocido como el más apacible y comprensivo.
Fue fundador de una casa de la orden de los servitas en Forli, Italia. Ahí se descubrió que padecía de cáncer. Un cáncer que se extendía en todo su pie. Peregrino fue programado para una amputación. La noche antes de la operación, él se la pasó en oración; aquella noche recibió una visión de Cristo que lo curó con un toque. La mañana siguiente, Peregrino fue encontrado completamente curado.
Oremos
Oh Dios, que diste a San Peregrino un ángel como compañero, la Madre de Dios como su maestra, y Jesús como médico para su enfermedad; te suplicamos nos concedas por los méritos de este santo, que mientras vivamos en este mundo amemos intensamente a nuestro Ángel de la Guarda, a la Virgen Santísima, y a nuestro Salvador, y luego en el Cielo les bendigamos para siempre. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Así sea.
San Jeremías Profeta
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En cuanto a los datos biográficos Jeremías es el menos ignorado entre todos los Profetas de Israel. Hijo del sacerdote Helcias, nació en Anatot, a 4 Km de Jerusalén, y fue designado por Dios desde el seno materno para el cargo de profeta (1, 5). Comenzó a ejercer esta altísima misión en el año decimotercero del rey Josías (638 - 608), es decir, en 625. Durante más de cuarenta años, bajo los reyes, Josías, Joacaz, Joaquín (Jeconías) y Sedecías, siguió amonestando y consolando a su pueblo, hasta que la ciudad impenitente cayó bajo el poder de los babilonios (587 a. C.).
Jeremías no compartió la suerte de su pueblo de ser deportado a Babilonia, sino que tuvo la satisfacción de ser un verdadero padre del pequeño y desamparado resto de los judíos que había quedado en la tierra de sus padres. Mas cuando sus compatriotas asesinaron a Godolías, gobernador del país desolado, obligaron al profeta a refugiarse con ellos en Egipto, donde, según la tradición antiquísima, lo mataron porque no cesaba de predicarles la ley de Dios. La Iglesia celebra su memoria, el 1° de mayo.
Jeremías es un ejemplo de vida religiosa, creyéndose que se conservó virgen (16, 1 s.). Austero y casi ermitaño, se consumió en dolores y angustias (15, 17 s.) por amor a su pueblo tan obtinado. Para colmo se levantaron con él falsos profetas y consiguieron que por mandato del rey fuesen quemadas sus profecías. El mismo fue encarcelado y sus días habrían sido contados, si los babilonios, al tomar la ciudad, no le hubiesen libertado.
Su libro se divide en dos partes, la primera de las cuales contiene las profecías que versan sobre Judá y Jerusalén (cap. 2 a 45) y la segunda reúne los vaticinios contra otros pueblos (cap. 46 a 51). El primer capítulo narra la vocación del profeta, y el último (cap. 52) es un apéndice histórico.
Cuanto menos comprendido fue Jeremías por sus contemporáneos, tanto más lo fue por las generaciones que le siguieron. Sus vaticinios alentaban a los cautivos de Babilonia y a él se dirigían las miradas de los israelitas que esperaban la salud mesiánica. Tan grande era su autoridad, que muchos creían que volvería de nuevo, como se ve en el episodio que leemos en el Evangelio de San Mateo (16, 14). Los Santos Padres lo consideran como figura de Cristo, a quien representa por lo extraordinario de su elección, por la pureza virginal, por el amor inextinguible a su pueblo y por la paciencia invencible frente a las persecuciones de aquellos a los cuales amaba con tanto cariño.
" Los hermanos eran constantes en escuchar la enseñanza de los apóstoles, en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones. Todo el mundo estaba impresionado por los muchos prodigios y signos que los apóstoles hacían en Jerusalén. Los creyentes vivían todos unidos, y lo tenían todo en común; vendían posesiones y bienes, y lo repartían entre todos según la necesidad de cada uno." (Hech 2, 42-45)
Jeremías
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Jeremías: Las Lamentaciones
La tradición atribuye unánimemente a Jeremías la colección de Las Lamentaciones que va unida al libro de sus profecías.
Llámanse LAMENTACIONES o, según el griego, Trenos, porque expresan en la forma más conmovedora el amarguísimo dolor del santo profeta por la triste suerte de su pueblo y la ruina de su Templo y de la ciudad de Jerusalén. Fueron compuestas bajo la impresión de la tremenda catástrofe, inmediatamente después de la caída de la ciudad (587 a. C.).
Este pequeño libro pertenece al género de poesía lírico-elegíaco, distinguiéndose, además, por el orden alfabético de los versos en los capítulos 1 a 4. Su estilo es vivo y patético, pero a la vez tierno y compasivo como la voz de una madre que consuela a sus hijos. No hay en toda la antigüedad obra alguna que pueda compararse con una de estas elegías inmortales en cuanto a la intensidad de los sentimientos.
En el Canon judío Las Lamentaciones formaban parte de los cinco libros (Megillot) que se leían en ciertas fiestas. La Iglesia no ha hallado mejor expresión que ellas para recordar la Pasión de Jesucristo, por lo cual las reza en el Oficio de Semana Santa. Este sublime grito de dolor y arrepentimiento se prestaría maravillosamente, como los siete Salmos penitenciales, para manifestaciones públicas de contricción colectiva, como las que se hacían en tiempos de mayor fe, llorando los males de la Iglesia perseguida. Los grandes obispos San Ambrosio y San Carlos Borromeo promovían especialmente estos actos de penitencia pública que libraron así a los pueblos de grandes calamidades.
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Bienaventurado Anizan
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Bienaventurado Padre Anizan
PASION POR DIOS Y POR EL PUEBLO
Para nosotros, hombres y mujeres del siglo XXI, el Padre Anizan pertenece históricamente al pasado. Un pasado, a caballo entre los siglos XIX y XX, que lo marcó sin por ello hacerlo prisionero de su tiempo.
Cierto es que no llegó a conocer el reino de la mundialización; pero asistió, conmocionado, al nacimiento doloroso de la clase obrera en los años de la industrialización.
Cierto es que no llegó a conocer ni el horror del Holocausto ni las angustias de Srebrenica o Ruanda; pero en cambio sí conoció el miedo y el lodo de las trincheras de Verdún. Cierto es que no llegó a conocer una Iglesia minoritaria en medio de una sociedad en vías de secularización; pero sufrió en el seno de una Iglesia inquieta por la modernidad e inadaptada a las necesidades, tanto materiales como espirituales, de los suburbios obreros de París. Cierto es que no llegó a conocer personalmente las fragilidades afectivas, psicológicas y morales de nuestro mundo en transformación; pero sufrió en carne propia el dolor de ser denunciado y desacreditado por sus propios hermanos de religión.
Una vida inestable, en difícil equilibrio sobre las fracturas del hombre, de la sociedad y de la Iglesia, que acabará sumergiéndolo en el más profundo desconcierto y le hará conocer su propio camino de Damasco. Incluso será condenado por Roma, acusado de querer abrazar demasiado estrechamente, y de forma equivocada como eclesiástico, ese mundo popular y obrero emergente. ¡Algo inaudito para este pastor que no tenía más que un deseo: vivir y trasmitir la Ternura de Dios en medio de las pobrezas y precariedades de su tiempo! Jean-Yves Moy consigue hacernos revivir esta vida de cristiano ardiente; una vida no exenta de incertidumbre y de sobresaltos, de un ser afectado por los padecimientos de una profunda noche interior. Y así, a lo largo de estas páginas, poco a poco descubrimos que la agitada vida de este apóstol del pueblo hace de él un ser extraordinariamente cercano a los movimientos que marcan el alba del tercer milenio.
De este modo, quien fue acusado en su tiempo de “modernismo”, aparece ante nuestros ojos como asombrosamente moderno (en el sentido de “contemporáneo”) en su firme voluntad de propiciar el encuentro entre la Iglesia y los medios obreros y populares. Asombrosamente moderno porque conectado al walkman del Evangelio, donde confluyen la música de Dios y los gritos de los pobres. Asombrosamente moderno porque su trayectoria hubo de abrirse camino entre las sendas de una triple fidelidad: a Dios, al el pueblo y a la Iglesia. Fidelidad a menudo costosa, dolorosa a veces, pero siempre fecunda, puesto que lo llevará a fundar la Congregación de los Hijos de la Caridad y a colaborar en el nacimiento de las Auxiliadoras de la Caridad.
¡No, este hombre que ha pasado por nuestra historia, no es ni mucho menos un hombre del pasado! Su testimonio y sus intuiciones apostólicas y espirituales concuerdan plenamente con este naciente siglo XXI...
Cuando hay por doquier pobres que creen que Dios les ha abandonado... Cuando centenares de hombres y mujeres (¡más de un millar en México D.F!) desembarcan diariamente en las periferias de las grandes ciudades, huyendo de tierras ingratas... Cuando decenas de nacionalidades se cruzan en extrarradios mestizos... Cuando trabajadores o desempleados desean una Iglesia y un Dios más cercanos... Cuando jóvenes y adultos comprometidos por la justicia, aspiran a una vida mística arraigada en lo cotidiano de su existencia...
Frente a todas esas realidades una misma voz resuena y un mismo camino se abre, el que en su día proclamó el Padre Anizan: “Si el mundo se salva, será por la caridad”.
El autor de esta pequeña biografía conoce mejor que nadie la trayectoria de este hombre, al que incluso le ha consagrado una tesis doctoral. Además, sabe conjugar el rigor de sus conocimientos históricos con una gran admiración por este religioso de corazón ardiente. Jean-Yves Moy es un guía seguro En sus manos les dejo para que les conduzca al encuentro de un auténtico apóstol y de un místico de nuestro tiempo.
Michel Retailleau, Superior general de los Hijos de la Caridad, 30 de marzo del 2000.
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La espiritualidad del P. Anizan
« La espiritualidad el fundador de una congregación religiosa es el fruto de una serie de experiencias a la vez humanas y religiosas, por las cuales el Espíritu Santo le ha enseñado y lo ha conducido a actualizar un aspecto del Evangelio, al servicio de la Iglesia y del mundo…
La primera experiencia decisiva para Anizan fue el descubrir al pueblo trabajador de las periferias y de los suburbios de Paris. Por entonces cuenta con 20 años de edad y acaba de entrar al seminario de Issy-les-Moulineaux… El pueblo de los trabajadores y de los pobres es uno de los lugares desde donde el Espíritu no cesara de dirigirse a Anizan…
…Es el mismo Espíritu quien llama a Anizan para evangelizar el pueblo y que le hace descubrir al mismo tiempo su pequeñez, su inutilidad ante Dios, a quien quiere servir. Hace nacer y crecer en Anizan una doble pasión: dedicarse a los trabajadores y ser todo entregado a Dios… En él nace la doble corriente de “la pasión de Dios” y “la pasión por el pueblo”, así como “la pasión por el ministerio del pueblo».
…El centro unificador de la espiritualidad de Anizan es la persona de Jesús, en quien la pasión de la evangelización de las muchedumbres y la pasión del Padre se unifican en un mismo amor de caridad… Si se le pide a Anizan en donde encuentra su espiritualidad, que también la nuestra, la respuesta es: “Nuestro primer libro de espiritualidad debe ser el Evangelio” Pero para Anizan, el Evangelio es una persona: Jesús…
… La espiritualidad de Anizan es actualizar para hoy el amor de Jesús evangelizando las muchedumbres pobres y trabajadoras de su tiempo… La pasión de Dios y la pasión del pueblo se unifican en la caridad de Jesús cuando se nos muestra especialmente como “hombre”
(Extractos de un artículo de André Rebre, Hijo de la Caridad, en la revista “Chantiers” de los HC, No 95.– 1992)
Beato Clemente Septyckyj
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Beato Clemente (Klymentij) Septyckyj
Vladimir, Rusia, la memoria de B. Clemente Šeptyckyj, sacerdote y mártir, prior del monasterio de la Universidad Universidad de la Ciudad, quien testificó en consonancia con su fe, mientras que en el poder eran los enemigos de Dios, lo que amerita a cruzar la puerta del paraíso.
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