San Daniel de Padua | |
San Daniel, diácono y mártir
En Padua, en la región de Venecia, conmemoración de san Daniel, diácono y mártir.
Diácono, según parece, de la Iglesia de Padua, Italia, fue martirizado durante la persecución de Diocleciano, a inicios del siglo IV. Sin embargo, su existencia sólo se conoció tras haberse encontrado su cuerpo, en el 1075. Según la leyenda, difundida en esa época y poco después, y cuyo núcleo históorico parece cierto, el mártir se habría aparecido a un ciego de Viterbo invitándole a pedir la gracia de la vista en el oratorio de San Prosdócimo, en Padua. Allí estaba la tumba de san Daniel, completamente ignorada. A la milagrosa curación siguieron diligentes búsquedas, que culminaron con el descubrimiento de un arca de mármol. El mártir yacía en ella como había muerto: el cuerpo, extendido horizontal sobre una tabla de madera y cubierto de una lossa de mármol, estaba traspasado de largos clavos. Una inscripción decía: «Hic corpus Danielis martyris et levitae quiescit» (aquí descansa el cuerpo de Daniel, mártir y diácono).
El obispo Ulderico, presente en aquel primer reconocimiento, hizo transportar el 3 de enero de 1076 el arca a la nueva catedral de Santa María, dentro de los muros de la ciudad; y para aplacar la oposición de los monjes de Santa Justina -donde se había encontrado el cuerpo- y de los habitantes del lugar, hizo erigir un oratorio dedicado a San Daniel en el lugar donde ahora está la homónima iglesia parroquial. Los restos del santo fueron nuevamente trasladados en 1592 desde el altar mayor de la vieja catedral al bajocoro de la nueva. Cuando en 1953 el lugar fue acondicionado como oratorio de invierno, el arca de Daniel fue liberada de los mármoles y bronces que ocultaban la que originalmente se había descubierto: una antigua arca romana de mármol de Carrara, a la que, posiblemente en la época del descubrimiento, se le había quitado toda la antigua decoración pagana, y agregado una enigmática inscripción. Los encargados (Gloria, Gasparotto, Pagnin, Egger, Silvagni y otros) descifraron con distintas variantes la inscrpción de la leyenda. Se lo festeja en la diócesis de Padua como patrono secundario el 3 de enero, aniversario de la primera traslación.
Acta Sanctorum, enero, I, pág 160-161 se rerproduce un relato del encuentro del cuerpo, por el historiador padovano Bernardino Scardeonio (s. XVI). El cuadro es el fragmento dedicado a san Daniel de Padua, del altar de San Lucas, por Andrea Mantegna, actualmente en la Galleria della Brera.
fuente: Santi e Beati
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San Ciriaco Elías Chavara
San Ciriaco Elías Chavara, presbítero y fundador
En el monasterio de Mannanam, en Kerala, en la India, san Ciríaco Elías Chavara, presbítero, fundador de la Congregación de Hermanos Carmelitas de María Inmaculada.
San Cariaco Elías Chavara, cofundador y primer prior general de la Congregación de los Carmelitas de María Inmaculada, nace en Kainakary, localidad del estado de Kerala (India), el día 10 de febrero de 1805. Ingresó en el seminario de Pallipuram en 1818. Fue ordenado sacerdote por un obispo carmelita en 1829. Fundó el primer monasterio de una nueva Congregación en Mannanam el 1831. Emitió los votos religiosos el 8 de diciembre de 1855, aceptando las Constituciones del Carmelo. En un principio, la Congregación se llamó «Terciarios de María Inmaculada del Monte Carmelo de Malabar»; hoy se conocen como «Carmelitas de la Inmaculada». Colaboró también con el carmelita P. Leopoldo Beccaro, en la fundación del instituto de las Hermanas de la Madre del Carmelo en 1866. Fue vicario general de la Iglesia siro-malabar desde 1861. Se opuso, como campeón de la unidad eclesial, al cisma de Mar Rokos.
Dedicó su vida entera a la renovación espiritual de la comunidad cristiana siro-malabar. A pesar de sus muchos trabajos, tuvo tiempo para escribir algunos libros, tanto en prosa como en verso, para la formación de los fieles. Fue ante todo un hombre de oración. Sintió un ardiente amor a Jesús sacramentado. Profesó una especial devoción a la Virgen María Inmaculada. Muere en Koonammavue el 3 de enero de 1871, a los 66 años. Sus restos mortales fueron trasladados a Mannanam en 1889. Su espiritualidad es india, sacerdotal, monacal, carmelitana, eucarística, mariana, apostólica. Fue beatificado en Kottayan, India, por Juan Pablo II, en 1986 y canonizado por Francisco en 2014.
De una breve nota redactada por el padre Leopoldo Beccaro, misionero carmelita, director espiritual (1864-1871) de san Ciriaco Elías, que se utiliza como segunda lectura del Oficio de Lecturas propio del santo en la Orden Carmelita:
Hoy, martes 3 de enero de 1871, a las siete y cuarto de la mañana, el padre Ciriaco Elías de la Sagrada Familia, primer prior, ha fallecido, después de una vida de singular inocencia. Pudo declarar, antes de la muerte, que nunca en la vida había perdido la gracia bautismal. Cultivó con ahínco las virtudes, especialmente la sencillez de corazón, la fe viva, la obediencia entrañable, así como la devoción al Santísimo Sacramento, a la bienaventurada Virgen y a san José.
Hubo de pasar muchas penalidades por el bien de los cristianos de Malabar, principalmente con ocasión del cisma del Mar Rokos. Fue entonces cuando, designado vicario general de la Iglesia siro-malabar, demostró su extraordinaria devoción a la Santa Sede. Lucho sin descanso contra la difusión de aquel cisma; y así pudo salvar de la escisión eclesial a no menos de cuarenta comunidades parroquiales. Por ese motivo el Romano Pontífice, sumamente complacido, le escribió una carta de felicitación firmada de su puño y letra.
Fue el fundador y primer prior de los Carmelitas Terciarios de Malabar. Erigió también un instituto religioso femenino tras sobreponerse a enormes dificultades. Debido a las virtudes que lo adornaron, a sus conocimientos científicos y al dominio de la lengua siríaca, gozo de notable ascendiente en el pueblo siro-malabar, incluidos los nestorianos y gentiles.
Soportó durante dos años una enfermedad incurable con espíritu de total abnegación, o más bien, con alegría cristiana. No sentía afición desordenada a las cosas de la tierra, desapego que se hizo patente a las claras al final de sus días. Después de recibir los sacramentos con una piedad y devoción fuera de lo común, exhaló su último suspiro, irradiando una especie de gozo celestial, en medio de las lágrimas de sus hijos espirituales allí presentes y sobre todo de las mías (yo lo conocía como a mi propia persona). Tenia 65 años de edad. Recibió sepultura en la iglesia de santa Filomena de Koonammavu.
Alma santa y hermosa, ruega por mí.
Hubo de pasar muchas penalidades por el bien de los cristianos de Malabar, principalmente con ocasión del cisma del Mar Rokos. Fue entonces cuando, designado vicario general de la Iglesia siro-malabar, demostró su extraordinaria devoción a la Santa Sede. Lucho sin descanso contra la difusión de aquel cisma; y así pudo salvar de la escisión eclesial a no menos de cuarenta comunidades parroquiales. Por ese motivo el Romano Pontífice, sumamente complacido, le escribió una carta de felicitación firmada de su puño y letra.
Fue el fundador y primer prior de los Carmelitas Terciarios de Malabar. Erigió también un instituto religioso femenino tras sobreponerse a enormes dificultades. Debido a las virtudes que lo adornaron, a sus conocimientos científicos y al dominio de la lengua siríaca, gozo de notable ascendiente en el pueblo siro-malabar, incluidos los nestorianos y gentiles.
Soportó durante dos años una enfermedad incurable con espíritu de total abnegación, o más bien, con alegría cristiana. No sentía afición desordenada a las cosas de la tierra, desapego que se hizo patente a las claras al final de sus días. Después de recibir los sacramentos con una piedad y devoción fuera de lo común, exhaló su último suspiro, irradiando una especie de gozo celestial, en medio de las lágrimas de sus hijos espirituales allí presentes y sobre todo de las mías (yo lo conocía como a mi propia persona). Tenia 65 años de edad. Recibió sepultura en la iglesia de santa Filomena de Koonammavu.
Alma santa y hermosa, ruega por mí.
fuente: Espiritualidad Carmelita - Blog
Beato Ciriaco Elías Chavara | |
Nació en Kainakary (Kerala), el 10 de febrero de 1805 y se convertiría en uno de los grandes defensores de la unidad de la Iglesia mediando en el grave conflicto creado por el prelado Thomas Rochos en el sur de la India. Su vida desde la infancia estuvo caracterizada por singularísimo amor al Santísimo Sacramento y a María, a quien lo consagraron sus padres a los pocos días de nacer depositándolo ante Ella en el santuario de Nuestra Señora de Vechour. Debía su piedad a su madre que le enseñó a recitar las primeras oraciones antes de iniciar el descanso cotidiano; ambos las compartían en medio de gran recogimiento. Integrado en la comunidad de rito siro-malabar, apenas despuntaba en su adolescencia cuando el P. Thomas Palackal, que atisbaba en el muchacho gestos inequívocos de virtud y clara aptitud hacia el sacerdocio, le animó a ingresar en el seminario de Pallipuram que estaba bajo su dirección.
Antes de ser ordenado sacerdote, el beato perdió a sus padres y a un hermano, por lo cual unos parientes cercanos consideraron que era mejor que abandonara los estudios y ayudara a su sobrina, hija del hermano fallecido. Ciriaco asumió sus responsabilidades sin dejar la formación, y después de haber pasado por el seminario de Verapoly fue ordenado sacerdote en 1829.
Al saber que el P. Palackal y el P. Perukkara, amigo de aquél, aspiraban a vivir la experiencia eremítica, se unió a ellos. Y en 1831 se iniciaba la construcción del monasterio de Mannanam que pusieron bajo el amparo de san José. La idea del prelado, Mons. Stabilini era contar con un movimiento religioso indígena, labor que encomendó a estos sacerdotes. La comunidad creció y fue el germen de otro seminario colindante que sería de gran fecundidad para el clero lo cual repercutió en la vida de los fieles. Signado por el espíritu de la fidelidad y la autenticidad, Ciriaco se convirtió en un pilar de la Iglesia en ese estado de la India y fue motivo de descanso para el vicario apostólico de Verapoly que le encomendó misiones eclesiales relevantes. Entretanto, con el afán de contribuir a la formación de los fieles se hizo con una imprenta de madera y con ella difundió la revista La flor del Carmelo, el periódico El Deepika y numerosos textos espirituales.
Hombre de oración, acostumbrado a pasar largas horas ante el Santísimo, recorría afanoso todas las parroquias de Kerala con una acción apostólica vigorosa que conllevaba numerosas bendiciones. En 1846 se convirtió en el superior del monasterio de Mannanam, ya que los sacerdotes que encabezaron la fundación junto a él habían fallecido. El incremento de vocaciones que se produjeron bajo su amparo dio lugar a la «Congregación de los Siervos de María Inmaculada del Monte Carmelo».
En 1858 se hicieron notorias las desavenencias entre sacerdotes de rito siro-malabar y el vicario apostólico de rito latino, Mons. Bacinelli. Los primeros llevaron los malos entendidos al patriarca caldeo José VI, con la esperanza de que designara un prelado afín a ellos. Roma no lo autorizó, pero el patriarca nombró a Thomas Rochos, quien hizo creer a los católicos que contaba con la aquiescencia de la Santa Sede intoxicando más aún las relaciones entre los fieles que aceptaron su versión. En la gravísima sima que se abrió acarreando la separación del legítimo vicario apostólico de Verapoly, Rochos no pudo anexionarse la fidelidad de Ciriaco que actuó con absoluta fidelidad a Roma y en calidad de vicario general para los siro-malabares con sumo tacto y prudencia impidió que se consumara un cisma. Todo su quehacer estuvo guiado por el anhelo de mantener la unidad y la reconciliación dentro de la Iglesia. Amaba profundamente al Santo Padre.
Era humilde, caritativo y misericordioso; un gran apóstol que vivía entregado a los demás. El rezo del Rosario, la adoración al Santísimo y devoción por las llagas de Cristo, los dolores de María y los gozos y pruebas de san José, en los que meditaba y difundía entre sus hermanos, formaban parte de su quehacer y acción apostólica. En medio de sus múltiples quehaceres incluía la escritura siempre con finalidad apostólica.
Decía: «Los días en que no hemos ayudado a nadie no merecen considerarse entre los días útiles de nuestra vida». Instituyó en Kerala las Cuarenta horas. Ha sido denominado “apóstol de la Eucaristía”. Vivió volcado en los enfermos y los desvalidos para los que fundó una casa. En 1866 fundó la Congregación de la Madre del Carmelo, integrada por monjas carmelitas de rito siro-malabar. Este beato, primer Prior General de los Carmelitas de María Inmaculada, murió en Koonammavu, localidad india cercana a la de Kochi el 3 de enero de 1871. Fue beatificado por Juan Pablo II el 8 de febrero de 1986.
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