San Constancio de Perugia, obispo
fecha: 29 de enero
†: c. s. III - país: Italia
canonización: pre-congregación
hagiografía: Santi e Beati
†: c. s. III - país: Italia
canonización: pre-congregación
hagiografía: Santi e Beati
En
la ciudad de Perugia, en la Umbría, san Constancio, obispo.
Según
la leyenda, de la que hay cuatro recensiones, fue conducido frente al Cónsul
Lucio durante la persecución de Antonino y brutalmente azotado, y luego
encerrado con otros compañeros en un horno ardiente, del cual salieron ilesos.
Llevado de vuelta a la cárcel, convirtió a sus guardias, que le ayudaron a
escapar. Refugiado en la casa de un tal Anastasio, cristiano, fue -junto con
éste- de nuevo arrestado. Después de varias peripecias en las cárceles de Asís
y Spello, fue decapitado en Foligno.
Las
diferentes versiones de la Passio están de acuerdo en asignar su martirio a la
época de Antonino, es decir, mediados del siglo II, en un lugar cerca de
Foligno llamado «La encrucijada». El santo perugino habría de hecho tenido en
esta ciudad, cerca de Porta Romana, una iglesia que, según el historiador de
Foligno, P. Ludovico Iacobilli, fue demolida en 1527. Él mismo afirma, además,
que en su tiempo ese lugar todavía se llamaba «Campo de S. Costanzo».
Igualmente, las cuatro redacciones coinciden en afirmar que el santo, después
del martirio, fue llevado a Perugia y enterrado no lejos de la ciudad, en un
lugar llamado «Plaza fuera de la Porta de San Pedro», cuando surgió la primera
catedral de Perugia, dedicada al Príncipe los Apóstoles. En este mismo lugar se
construyó la actual iglesia de San Costanzo, consagrada, según la inscripción
existente en el antiguo altar, en el año 1205 por el obispo de Perugia Viviano.
El
episcopado de Constancio, según Lanzoni y Delehaye, se basa en una tradición
antigua y seria, y se puede aceptar como muy probable que haya sido el primer
obispo de Perugia. Su martirio se remonta a las persecuciones de los primeros
siglos, aunque no se puede dar por seguro que sea de la época de Antonino Pío,
y podría ser en el siglo III. Los peruginos lo veneran como uno de los
protectores de la ciudad, y su culto se extendió fuera de la Umbría. En 1781 se
realizó un reconocimiento de sus reliquias, y en 1825, con gran solemnidad, se
trasladaron las mismas desde el antiguo al nuevo altar, siempre en la actual
iglesia de San Costanzo.
Traducido
para ETF, con algunos cambios, de un artículo de Aldo Brunacci en la
Enciclopedia dei Santi.
fuente: Santi e Beati
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o última modificación relevante: ant 2012
Estas
biografías de santo son propiedad de El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una
fuente, esta ha sido tratada sólo como fuente, es decir que el sitio no copia
completa y servilmente nada, sino que siempre se corrige y adapta. Por favor,
al citar esta hagiografía, referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel)
y el siguiente enlace:http://www.eltestigofiel.org/lectura/santoral.php?idu=357
Santos Juventino y Maximino, mártires
fecha: 29 de enero
fecha en el calendario anterior: 25 de enero
†: 363 - país: Turquía
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
fecha en el calendario anterior: 25 de enero
†: 363 - país: Turquía
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
En
Antioquía de Siria, santos Juventino y Maximino, mártires, que fueron coronados
con el martirio en tiempo del emperador Juliano el Apóstata.
Estos mártires eran dos distinguidos
oficiales de la guardia de infantería de Juliano el Apóstata. Durante la
campaña de aquel emperador contra los persas, ambos oficiales hicieron algunas
reflexiones desagradables acerca de las leyes impías dictadas contra los
cristianos y manifestaron que estaban prontos a morir, antes que profanar las
cosas sagradas. Informado de ello, el emperador les mandó llamar. Como no
consiguió que se retractasen de sus palabras, ni que adorasen a los ídolos,
confiscó sus bienes y les mandó azotar. Pocos días después, les hizo decapitar
en la prisión de Antioquía, en el 363. Los cristianos, arriesgando su vida,
robaron los cuerpos de los mártires y, después de la muerte del emperador,
ocurrida en Persia el 26 de junio del mismo año, erigieron una magnífica tumba
en honor de los dos oficiales.
En
un panegírico que san Juan Crisóstomo predicó en su fiesta, dice: «Estos
mártires sostienen como fuertes pilares a la Iglesia, la defienden como torres
y la protegen como rocas inamovibles. Visitemos sus tumbas con frecuencia,
toquemos y abracemos sus reliquias, seguros de que nos alcanzarán bendiciones
del cielo. Porque, así como los soldados se presentan a su rey con confianza,
cuando pueden mostrarle las heridas sufridas por su causa sobre los campos de
batalla; así estos mártires obtienen del Rey de los cielos cuanto se les pide,
recordándole lo que por Él sufrieron en la tierra». Los escasos detalles que
poseemos sobre estos dos mártires provienen en gran parte de ese panegírico de
san Juan Crisóstomo, aunque el orador describe extravagantemente a los mártires
presentando a Cristo sus propias cabezas cortadas. Severo de Antioquía, en un
himno que compuso en honor de ellos, menciona a un tercero, llamado Longino,
que murió con ellos, pero que no forma parte de los inscriptos en el
Martirologio.
Ver
Patrologia Orientalis, vol. VII, p. 611; también Acta Sanctorum, 25 de enero; y
Delehaye, Les origines du culte... (1933), p. 196, y Les passions des
martyrs..., pp., 228 y 230.
fuente: «Vidas
de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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