sábado, 1 de diciembre de 2018

Manteneos de pie (Evangelio meditado) 01122018

Manteneos de pie
Santo Evangelio según San Lucas 21, 34-36. Sábado XXXIV de Tiempo Ordinario.


Por: H. Alexis Montiel, L.C. | Fuente: missionkits.org 



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
"He competido en la noble competición, he llegado a la meta en la carrera, he conservado la fe. Y desde ahora me aguarda la corona de la justicia que aquel Día me entregará el Señor, el justo Juez; y no solamente a mí, sino también a todos los que hayan esperado con amor su Manifestación." (2 Tim.4,7-8.)
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 21, 34-36
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Estén alerta, para que los vicios, la embriaguez y las preocupaciones de esta vida no entorpezcan su mente y aquel día los sorprenda desprevenidos; porque caerán de repente como una trampa sobre todos los habitantes de la tierra.
Velen, pues, y hagan oración continuamente, para que puedan escapar de todo lo que ha de suceder y comparecer seguros ante el Hijo del hombre". 
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Muchos de los dibujos animados nos muestran como los súbditos y lacayos se postran ante sus reyes de modo vergonzoso en algunos casos, más aún cuando no hicieron su deber. En cambio, vemos como los héroes de guerra, los caballeros, los capitanes de navíos, regresan a sus países y reinos con la cabeza en alto, con los trofeos de la guerra, con el orgullo en el pecho y con lágrimas en el corazón.
Señor, es muy curioso lo que me pides, me pides que me ponga en pie delante de Ti. Pero Tú eres un Rey y yo no me asemejo a un caballero, ¿por qué tendría que permanecer de pie? ¿Te das cuenta de mis debilidades? ¿De mis pecados? ¿De las tantas y tantas veces que te he defraudado?...
La tierra es un constante campo de batalla, una batalla encarnecida que no se acabará sino hasta el fin de los tiempos, pero ¿cuándo es eso, para que estemos preparados en el día del juicio, de modo que estemos de pie en aquel día?
No, Dios no quiere que yo sea un cobarde que se esconde en medio de la batalla y quiere celebrar la victoria con todos; Dios quiere que esté en el campo de batalla, luchando hombro con hombro con mis hermanos. Para ello he de vivir con la mirada puesta en el cielo, no solamente pensando en un día que desconozco su llegada, sino vigilando y orando, como Jesús nos recuerda en el Evangelio. Además, entre mayor haya sido mi empeño en la batalla, un mayor premio recibiré. Señor, yo lo sé, sé que eres eternamente justo, permíteme aparecer en tu presencia como un héroe en esta batalla que es la conquista de la santidad.
Hoy comenzamos el camino de Adviento, que culminará en la Navidad. El Adviento es el tiempo que se nos da para acoger al Señor que viene a nuestro encuentro, también para verificar nuestro deseo de Dios, para mirar hacia adelante y prepararnos para el regreso de Cristo. Él regresará a nosotros en la fiesta de Navidad, cuando haremos memoria de su venida histórica en la humildad de la condición humana; pero Él viene dentro de nosotros cada vez que estamos dispuestos a recibirlo, y vendrá de nuevo al final de los tiempos "para juzgar a los vivos y a los muertos". Por eso debemos estar siempre alerta y esperar al Señor con la esperanza de encontrarlo. La liturgia de hoy nos habla precisamente del sugestivo tema de la vigilia y de la espera.
(Homilía de S.S. Francisco, 3 de diciembre de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Buscaré vencer las tentaciones de crítica, envidia, celos u otra tentación que tenga durante el día, haciendo actos contrarios a cada tentación.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.


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