Frente a la sangre derramada en Túnez, Kuwait, Francia, Somalia (y podríamos agregar a Siria e Irak), hay una clara visión común entre Al-Azhar, la universidad del mundo sunnita con más autoridad y cuánto el Vaticano va diciendo ya desde hace un año, es decir, que el terrorismo es un desafío global que se ha de enfrentar en todo campo.
Por otro lado, cada vez es más evidente que muchos países- también víctimas del terrorismo- prefieren hacer distinciones, sobre las ambiguas alianzas, poniendo en primer plano los simples intereses económicos.
El día después de los atentados en la playa de Sousse, en la mezquita chií en Kuwait y de la decapitación cerca de Lyon, al-Azhar condenó las violencias “odiosas”, que “son una violación de todas las reglas religiosas y humanitarias”.
También pidió “a la comunidad internacional que derroten a este grupo terrorista (Estado Islámico) a través de cualquier modo posible”.
Este reclamo a “la comunidad internacional” no es retórico y está en profunda sintonía con los pedidos del Papa Francisco, la Secretaría de Estado vaticana, los nuncios en la ONU en Ginebra y en Nueva York, los patriarcas orientales han lanzado este año: es decir, que la comunidad internacional debe enfrentar y combatir este peligro para la humanidad entera, sin lavarse las manos o peor, tratando de circunscribirlo a regiones lejanas de sus propios países: los muertos ya son de diversas nacionalidades y Europa, como América se convirtieron en el objetivo casi cotidiano.
El mismo Túnez, único país donde la primavera árabe logró cierto éxito, golpeada por los ataques, pregunta- con las palabras de su presidente Essebsi- que no puede luchar solo contra la amenaza terrorista y dice que se necesita “una estrategia unitaria y global”.
La “estrategia unitaria” es necesaria para Francia- también golpeada por el terrorismo- que continúa jugando sobre las divisiones en Medio Oriente, apoyando a Al-Nusra (Al-Qaeda) contra Assad y diciéndose enemiga del Estado islámico en Irak.
Pero mientras tanto vende armas, aviones y helicópteros de guerra a Arabia Saudita que las usa para combatir a los Houthi en Yemen y favorece a los sunnitas de al-Qaeda y al Estado islámico.
“Estrategia unitaria” es importante también para Kuwait, donde desde hace años se soporta la presencia de salafistas implicados en masacres contra los chiíes en Siria y acusados de apoyar a organizaciones ligadas a al-Nusra y al Estado islámico.
Es importante también para Turquía, que por no tener vecino a un Estado Kurdo, está dispuesta al compromiso con los milicianos del califato dejando las fronteras porosas para el tráfico de nuevos reclutas y de petróleo de contrabando.
Un pedido de compromiso para una “estrategia unitaria y global” es necesaria también a los EEUU por su ambiguo apoyo a al-Nusra en la lucha contra Bashar al-Assad y en el combatir (en realidad sólo contener) al Estado islámico en Irak, vendiendo armas a Arabia Saudita y no a los kurdos, tachando de terrorismo a Irán y cerrando de buen gusto un ojo hacia Qatar y Riyad.
Ya es urgente que la lucha al terrorismo vaya más allá de las decisiones de “voluntariosos” enfermos de parcialidad, y que venga asumida por las Naciones Unidas que, con la colaboración de todos- también de Irán, Rusia y China- frene las financiaciones a las milicias y comparta informaciones y estrategias.
Lo que sucede en Siria e Irak, en Raqqa y en Mosul, interesa a toda la comunidad internacional.
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