"Puso el Cuerpo" por nosotros, como se ve en el santo Sudario
REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz
El santo sudario permanece en la memoria. El tren flecha rosa, que viaja a 300 kilómetros por hora, deja atrás velozmente el inolvidable Turín que me recibió por 5 días, fundamentalmente en torno al misterioso Santo Sudario y la peregrinación de Francisco a ese "rostro que nos mira con los ojos cerrados" y a las raíces de su árbol genealógico en la zona.
Esta segunda vez de peregrinación a la Sábana Santa (la 1ra fue en 2010), regreso con la imagen muy fuerte de alguien que "puso el cuerpo", que no trato de zafar, de mezquinar la propia vida en beneficio propio, mandando al frente a los demás para quedarse después con la mejor parte, sino que dio, ofrendó, sacrificó su vida entera por amor y perdonando a los enemigos. Y así, no los humanos, pero sí el padre Dios, le dio la mejor parte a él y a todos los que lo siguen poniendo el cuerpo como él, como Mons. Romero y tantos mártires de Cristo hoy. A esto se refiere Francisco cuando habla de salir de sí, de la comodidad, para ir al encuentro con el otro.
En el Santo Sudario se ve un largo “poner el cuerpo”, entregar la vida. Por eso, esta vez, en lugar del frente del cuerpo del crucificado envuelto muerto en el Sudario y sepultado, con la forma del rostro tenue, la mancha de sangre de la frente; la herida del pecho; claramente las llagas de las manos juntas delante y de los pies con la mancha de sangre, me queda más presente el torso de este cuerpo martirizado, con la cabeza con los rastros del casco de espinas, la espalda con los latigazos hasta las piernas, con el látigo de cuero con puntas de plomo que arrancaban pedazos de carne.
Jesús cargo nuestros pecados y en sus llagas somos curados dice la escritura. Esta sería la idea, pero con la formula "puso el cuerpo". Jesús puso el cuerpo al sacrificio de amor y por amor, conquistando para sí y para todos la Vida plena. Pero después de pasar por el rechazo, el desprecio, la burla, la traición, la desilusión ansiosa de muchos de los suyos, el abandono, la tortura, la pasión, muerte y el descenso a los infiernos.
Esta imagen es muy fuerte porque me lleva a pensar y sentir que no soy verdaderamente cristiano sino pongo el cuerpo al sacrificio de amor como Jesús. La fe no se trata de una idea sino de la imitación, seguimiento, servicio de una persona, Jesucristo que trazó su camino por la senda del servicio humilde y paciente, humillándose hasta la muerte de cruz, como muestra en detalle el Santo Sudario, que se entiende y completa con el Evangelio.
¿Mi testimonio cristiano es "poner el cuerpo" por los otros?
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