Iglesia: testigo de Cristo, en China y en todo el mundo, con el amparo de María
Con Jesucristo, «clave, centro y el fin de toda la historia humana», en comunión con el Sucesor de Pedro y la Iglesia universal
Benedicto XVI exhortó a los católicos en China a mirar hacia adelante con esperanza, rogando a María, Auxilio de los Cristianos, Nuestra Señora de Sheshan
(RV).- Deseando manifestar su “amor de padre” y su “cercanía a los católicos que están en China” - tan presentes en su corazón y en sus oraciones - Benedicto XVI dirigió su “Carta a los Obispos, a los presbíteros, a las personas consagradas y a los fieles laicos de la Iglesia católica en la República Popular China”.
Fechada el 27 de mayo, Solemnidad de Pentecostés del año 2007, tercero de su Pontificado, y publicada el 30 de junio del mismo año, el Papa Joseph Ratzinger sellaba su Carta presentando una Jornada de oración por la Iglesia en China:
“Queridos Pastores y fieles, el día 24 de mayo, que está dedicado a la fiesta litúrgica de la Santísima Virgen María, Auxilio de los Cristianos — y que es venerada con tanta devoción en el santuario mariano de Sheshan en Shanghai —, podría llegar a ser en el futuro una ocasión para los católicos de todo el mundo, para unirse en oración con la Iglesia en China”.
“Los exhorto a celebrarla renovando su comunión de fe en Jesús, Nuestro Señor, y su fidelidad al Papa”, rogando para que “la unidad sea cada vez más profunda y visible”, escribía el Sucesor de Pedro, deseando asimismo que “en esta misma Jornada, los católicos en el mundo entero — en particular los de origen chino” — muestren su solidaridad y solicitud fraterna,“pidiendo al Señor de la historia el don de la perseverancia en el testimonio”, seguros de que los “sufrimientos pasados y presentes”, de los católicos en China, por el santo Nombre de Jesús, así como la “intrépida lealtad a su Vicario en la tierra serán premiados, aunque a veces todo pueda parecer un triste fracaso”.
“Sin pretender tratar todos los detalles de problemas complejos bien conocidos” el Papa Ratzinger deseaba ofrecer con esta Carta “algunas orientaciones sobre la vida de la Iglesia y la obra de evangelización en China, para ayudarlos a descubrir lo que el Señor y Maestro, Jesucristo, « la clave, el centro y el fin de toda la historia humana », quiere de los católicos.
Con su pasión por la caridad y la verdad, Benedicto XVI evocaba también los mensajes y llamamientos de Juan Pablo II y la actividad de la Santa Sede. Un renovado llamamiento a la “unidad y a la reconciliación”, que “no podrá darse de un día para el otro”. Y un mensaje de esperanza:
“Duc in altum” - escribió Benedicto XVI, con las palabras de Jesús,(Lc 5,4) que “nos invita a recordar con gratitud el pasado, a vivir con pasión el presente y a abrirnos con confianza al futuro”. En China, como en todo el mundo “la Iglesia está llamada a ser testigo de Cristo, a mirar hacia adelante con esperanza y a tomar conciencia – en el anuncio del Evangelio – de los nuevos desafíos que el Pueblo chino tiene que afrontar” (n. 3). “El anuncio de Cristo crucificado y resucitado, será posible en la medida en que con fidelidad al Evangelio, en comunión con el Sucesor del Apóstol Pedro y con la Iglesia universal, sabrán poner en práctica los signos del amor y de la unidad” (Ibíd.).
“Que María Santísima, - escribió Benedicto XVI - Madre de la Iglesia y Reina de China, que en la hora de la Cruz, en el silencio de la esperanza, supo esperar la mañana de la Resurrección, los acompañe con solicitud maternal e interceda por todos ustedes, junto con San José y con los numerosos Santos Mártires chinos”.
(CdM – RV)
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