domingo, 28 de junio de 2015

Cuatros historias que confirman la heroicidad de los cristianos perseguidos en Irak 27062015

Cuatros historias que confirman la heroicidad de los cristianos perseguidos en Irak

SANTIAGO, 17 Jun. 15 / 08:17 pm (ACI).- Más que nunca, hoy en día ser cristiano y católico en Irak es una acto de valentía y testimonio constante. A 15 kilómetros de la frontera con el Estado Islámico, donde están instalados los grupos extremistas del Estado Islámico, en Al Qosh, las casas lucen, a pesar de todo, cruces y pinturas en las paredes que los identifican como católicos, y las personas caminan por la calle llevando medallas y crucifijos.
“Esto los expone constantemente al peligro, pero nadie está dispuesto a renegar de su fe, se sienten tremendamente orgullosos de ser cristianos y lo expresan cada vez que pueden”, explicó a ACI Prensa Magdalena Lira, periodista de Fundación AIS (Ayuda a la Iglesia que Sufre), quien junto a una delegación de chilenos, viajó a Irak en marzo de este año para conocer de primera fuente lo que está aconteciendo y la ayuda que se está brindando de parte de la Iglesia.
“Queríamos saber cómo podíamos ayudarlos a cargar la cruz que llevan en este minuto”, afirmó.
Una de las historias con las que se encontraron fue la de unas religiosas dominicas de un convento de Qaraqosh, al norte de Irak, quienes debieron arrancar junto a los demás habitantes de la ciudad. Sin embargo, antes de salir definitivamente, se dedicaron a revisar las calles, exponiendo su propia vida, para asegurarse de que nadie más se quedara atrás.
A la salida de la ciudad, los miembros del Estado Islámico les arrebataron su vehículo, por lo que las religiosas debieron recorrer los 100 kilómetros hasta Erbil caminando, llegando a la noche siguiente agotadas, hambrientas y con sus hábitos rotos, en la misma calidad de refugiados que el resto.
Sin embargo, el cansancio y el temor no les impidió ayudar apenas se instalaron, sin darse tiempo para descansar o pasar el shock por el que vivieron. Hasta hoy, durante todo el día se preocupan de atender las distintas necesidades de los refugiados, dividiéndose tareas y zonas, relató Magdalena.
“600 familias llegaron a mi puerta en la noche”
Otro testimonio recogido fue el de Mons. Bashar Mati Warda, Arzobispo de Erbil, al norte de Irak, quien en agosto del año pasado, luego de la invasión a la ciudad de Qaraqosh, por parte de los yihadistas, fue despertado en plena noche cuando 600 familias tocaron la puerta de su casa pidiéndole ayuda.
Esa noche, el grupo extremista se tomó la ciudad, sin ninguna resistencia del ejército iraquí. 45.000 cristianos escaparon como pudieron de los disparos y las bombas, lanzándose al desierto apenas con lo puesto. La noche del 7 de agosto, después de 100 kilómetros de caminata, llegaron a Erbil.
Al abrir la puerta el Obispo encontró frente a él a cientos de familias “que venían en estado de shock, con hambre, agotados y con miedo”, contó el Prelado a la delegación de AIS. En ese mismo momento, se puso a trabajar para acomodarlos y ayudarlos como pudiera.
Desde esa noche, cientos de familias se han instalado en lo que antes fueran los terrenos de la casa del Arzobispo, además de los terrenos de otras parroquias y capillas de la misma ciudad y otros pueblos cercanos, primero en carpas improvisadas y luego en containers.
En la práctica, Erbil se ha convertido en la capital cristiana de Irak desde que el Estado Islámico asesinara y desplazara a los cristianos de Mosul y Qaraqosh, hasta hace poco dos ciudades tradicionalmente cristianas.
“Los cristianos han preferido dejar todo atrás aceptando la pobreza absoluta, antes que vivir bajo el sometimiento del Estado Islámico, que les daba la opción de o convertirse al Islam, o vivir bajo total sumisión o abandonar todo”, explicó en una entrevista a ACI Prensa el Arzobispo Warda. “La gran mayoría ha elegido mantener el derecho a vivir y celebrar su fe, aunque eso signifique convertirse en refugiados”, agregó.
La historia de Aída
Otra historia es la de Aída Jadar, quien en el momento de la invasión a Qaraqosh vivía con sus cinco hijos y su marido enfermo. Dada la condición de él, ciego y con dificultades para moverse, Aída decidió que sus hijos mayores se fueran con sus vecinos y ella se quedó con su marido y Cristina, su pequeña hija de 2 años y medio.
Después de dos semanas escondidos en su casa, salieron a buscar víveres y noticias, cuando fueron encontrados por un grupo de yihadistas, quienes le arrebataron a su hija de sus propios brazos, para dársela de regalo al líder de los invasores a cargo de la ciudad. Eso fue lo último que Aída supo de su pequeña Cristina hasta el día de hoy.
Los antecedentes se dieron a un Obispo del país que está ayudando a cristianos que han quedado atrapados en las ciudades tomadas por Isis, utilizando todos sus contactos para poder sacar a los fieles y dar con Cristina para que pueda ser devuelta a su madre.
Los niños son la esperanza
Según relató Magdalena, lo más importante para los sacerdotes y religiosos en el lugar es la educación de los niños que salieron de un día para otro y quedaron sin la posibilidad de educarse.
En una parroquia de Erbil llamada Mar Elías (San Elías), el párroco P. Duglas Bazzi, se ha dedicado a instalar containers en cada espacio que se puede. Tiene a su cargo a 110 familias, ocupándose de cada una de sus necesidades.
El P. Bazzi era de Bagdad y estuvo secuestrado por el Estado Islámico durante unos diez días. Para él, los niños son su prioridad, de manera que se las ha arreglado para que todos puedan asistir al colegio durante las mañanas, y durante las tardes organizó, junto a los voluntarios que llegan a su parroquia, una serie de actividades por día, de manera que nunca les falte qué hacer, como tardes de juego o de música. Todo con materiales que le han donado.
Una de las actividades más esperadas por los niños son las de los domingos, día en el que el sacerdote organiza sus “tardes de cine” con un televisor que se consiguió y que instaló en uno de los containers.
Según contó Magdalena, el P. Bazzi está convencido de que los niños son la esperanza del futuro, pues ellos tendrán más tiempo de sanar sus heridas y espera que crezcan conociendo el amor y la alegría de ser cristiano.
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