viernes, 1 de enero de 2016

Beato Andrés Gómez Sáez - Beato Mariano Konopinski y 108 Mártires polacos durante la ocupación nazi (1939 - 1945) 01012016

Beato Andrés Gómez Sáez

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Beato Andrés Gómez Sáez, presbítero y mártir
En el acantilado de Santander, España, beato Andrés Gómez Sáez, presbítero salesiano y mártir, arrojado al mar a causa de su fe.
Nació en Bicorp, Valencia. Del aspirantado salesiano de Sarriá-Barcelona pasó al noviciado de Carabanchel Alto (Madrid), donde profesó en 1914. Fue ordenado presbítero en Orense en 1925. Durante el sexenio 1925-1931, don Andrés no figura en el catálogo de la Sociedad Salesiana, salvo el curso 1927-28, en que, como sacerdote, consta en la comunidad de Baracaldo, aunque lo más probable es que no estuviera allí dicho año, porque desde su ordenación formaba parte del clero de la diócesis de Orense. Regresaría a la Congregación en 1931, permaneciendo en el colegio María Auxiliadora de Santander desde ese año hasta 1936, excepto el curso 1933-34, que estuvo en La Coruña. 
Autorizada por el director la disolución de la comunidad, don Andrés se hospedó en una fonda de la calle Atarazanas, por los alrededores de la catedral. Durante los primeros meses de la guerra subía frecuentemente por el colegio. Cambiaba impresiones con los salesianos que se habían quedado allí, atendiendo a la colonia infantil, y comentaba los sucesos acaecidos en la ciudad. Cuando evacuaron la colonia y los salesianos se dispersaron por la ciudad, todavía mantuvo contacto con algunos; los visitaba en su domicilio y él, a su vez, recibía visita de ellos. Parece ser que su residencia, cercana a la catedral, le daba oportunidad de ejercer su ministerio, al menos ocasionalmente. 
Lo único que se sabe es que el día primero del año 1937, después de comer, don Andrés salió a pasear por el muelle. Cuando se encontraba observando las lanchas que hacían la travesía de Pedreña, dos milicianos se le acercaron y le detuvieron. No se han podido averiguar más detalles sobre su desaparición. Lo más probable es que aquella misma noche del día 1 de enero de 1937 lo llevaran al faro y lo precipitaran por el acantilado. Era el género de martirio mayormente usado en Santander. Para algunas víctimas, el tormento sanguinario o la muerte precedían al despeñamiento; otras eran precipitadas vivas, con las manos atadas.

fuente: Blog Hagiopedia


Beato Mariano Konopinski

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Beato Mariano Konopinski, presbítero y mártir
108 Mártires polacos durante la ocupación nazi (1939 - 1945)
El papa Juan Pablo II ha beatificado, el 13 de junio de 1999 en Varsovia, durante su séptimo viaje apostólico a Polonia, a 108 mártires, víctimas de la persecución contra la iglesia polaca, ocurrida durante la ocupación alemana nazi, de 1939 a 1945.
Extracto de la homilía en la ceremonia de beatificación:
«Fortaléceme, Señor Jesucristo (...), con el signo de tu santísima cruz, y concédeme (...) que así como llevo sobre mi pecho esta cruz, que encierra reliquias de tus santos, de la misma manera siempre tenga presente en mi mente el recuerdo de tu pasión y las victorias de tus santos mártires»: ésta es la oración que reza el obispo al ponerse la cruz pectoral. Esta invocación ha de ser hoy la oración de toda la Iglesia en Polonia que, al llevar desde hace mil años el signo de la pasión de Cristo, siempre se regenera con la semilla de la sangre de los mártires y vive del recuerdo de la victoria que lograron en esta tierra.
Precisamente hoy estamos celebrando la victoria de los que, en nuestros tiempos, dieron la vida por Cristo; dieron la vida temporal, para poseerla por los siglos en su gloria. Es una victoria particular, porque la han conseguido representantes del clero y laicos, jóvenes y ancianos, personas de todas las clases y estados. Entre ellos podemos recordar al arzobispo Antoni Julián Nowowiejski, pastor de la diócesis de Plokc, torturado hasta la muerte en Dzialdowo, y a monseñor Wladyslaw Goral, de Lublin, torturado con especial odio sólo porque era obispo católico. Hubo también sacerdotes diocesanos y religiosos, que prefirieron morir con tal de no abandonar su ministerio, y otros que murieron atendiendo a sus compañeros de prisión enfermos de tifus; algunos fueron torturados hasta la muerte por defender a los judíos. En ese grupo de beatos había religiosos no sacerdotes y religiosas, que perseveraron en el servicio de la caridad, ofreciendo sus tormentos por el prójimo. Entre estos beatos mártires había también laicos. Había cinco jóvenes formados en el oratorio salesiano; un activista celoso de la Acción católica, un catequista laico, torturado hasta la muerte por su servicio, y una mujer heroica, que dio libremente su vida en cambio de la de su nuera, que esperaba un hijo. Estos beatos mártires son inscritos hoy en la historia de la santidad del pueblo de Dios que peregrina desde hace mil años en Polonia.
Si hoy nos alegramos por la beatificación de 108 mártires, clérigos y laicos, lo hacemos ante todo porque son un testimonio de la victoria de Cristo, el don que devuelve la esperanza. En cierto sentido, mientras realizamos este acto solemne se reaviva en nosotros la certeza de que, independientemente de las circunstancias, podemos obtener una plena victoria en todo, gracias a aquel que nos ha amado (cf. Rm 8, 37). Los beatos mártires nos dicen en nuestro corazón: Creed que Dios es amor. Creedlo en el bien y en el mal. Tened esperanza. Que la esperanza produzca como fruto en vosotros la fidelidad a Dios en cualquier prueba.

fuente: Vaticano 

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