martes, 25 de octubre de 2016

San Frutos, eremita - San Bernardo Calbó, abad y obispo (25 de octubre)

San Frutos, eremita

fecha: 25 de octubre
†: c. 715 - país: España
otras formas del nombre: Fructus
canonización: culto local
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

Elogio: En las cercanías de Segovia, en Hispania, san Frutos, que llevó vida eremítica junto a una escarpada montaña.
Sepúlveda era un caserío de Castilla la Vieja, encaramado sobre las pendientes rocosas de la Sierra de Guadarrama, a la entrada del paso de Somosierra. Más o menos 20 km al noroeste de Sepúlveda, hay una enorme roca que domina un precipicio de casi cien metros de profundidad, estrecho y oscuro cañón, en cuyo fondo corre el río Duratón, que las gentes del lugar conocen desde tiempos inmemoriales con el nombre de Cuchillada. En aquella peña agreste y aislada del resto del mundo, vivían a fines del siglo VII los hermanos Frutos y Valentín y su hermana Engracia. Dice la tradición que aquella Cuchillada se abrió en las rocas milagrosamente para proteger a Frutos, perseguido de cerca por los moros. En aquel nido de águilas se estableció Frutos. Le siguieron sus hermanos: Valentín fue a morar en un vecino nicho de piedra y Engracia se refugió en una gruta abierta en el muro de roca que caía sobre el río. Al imaginarla allí, joven, hermosa y llena de devoción y amor a Dios, se evocan las palabras del Cantar de los Cantares: «Paloma mía, en las grietas de la roca, en escarpados escondrijos, muéstrame tu semblante, déjame oír tu voz; porque tu voz es dulce, y gracioso tu semblante» (2,14).
Frutos murió en paz sobre su observatorio de eternidad, hacia el año 715, poco después de la invasión de los árabes, pero su hermano y su hermana perdieron la vida a manos de los invasores. Frutos fue sepultado en un pequeño santuario al que inmediatamente comenzaron a acudir los fieles cristianos de los alrededores. Alfonso VI de Castilla cedió aquella capilla con sus terrenos a Fortunio, abad de Silos, en la diócesis de Burgos, en el año de 1076 y, en el curso de los veinte años siguientes se edificó en el lugar una nueva iglesia, consagrada el año 1100, y que aún existe.
Buena parte de las reliquias de san Frutos fue trasladada a la ciudad de Segovia, al pie de la Sierra de Guadarrama, de donde se le nombró patrono. En 1681, una de las reliquias del santo tuvo el honor de ser venerada en el Escorial. A fines del siglo XIX, la iglesia de san Frutos era el santuario más frecuentado en la diócesis de Segovia, y los días 25 de octubre, fecha de su fiesta, el templo era pequeño para contener a tantos peregrinos.
El investigador benedictino Dom Férotin publicó una inscripción grabada en el año 1019 por tres peregrinos en una piedra de la ermita de San Valentín, que atestigua la popularidad del culto a este santo y sus hermanos. En 1570, un abad de Silos escribió un relato de los numerosos milagros obrados en aquel lugar santo. Se cuenta, por ejemplo, que en 1225, cuando llegaron los peregrinos para las fiestas de la Santísima Trinidad, venía entre ellos un caballero de Segovia con su esposa. El hombre tenía profundos agravios contra su mujer y estaba dispuesto a matarla. Cuando ambos ascendían por la pendiente, hacia la ermita de San Valentín, empujó a la mujer hacia el abismo. La infortunada profirió un grito desgarrador y cayó hasta el fondo. Los peregrinos y los religiosos bajaron a toda prisa y encontraron a la dama ilesa, arrodillada junto al río dando gracias a Dios y a san Frutos por su salvación. Después de aquel prodigio, la mujer abandonó a su esposo para ingresar a un monasterio y no pasó mucho tiempo sin que su esposo, arrepentido, hiciera lo propio.
En 1476, una bula de Sixto IV dio a los dos hermanos el título de mártires para su culto en Silos. Un misal de Segovia impreso en 1500 nombra a Valentín, confesor, y a Engracia, virgen. Más tarde, a los tres se los veneró como mártires en la diócesis de Segovia. En la actualidad, sin embargo, el Martirologio sólo inscribe a san Frutos, aunque los dos hermanos, Valentín y Engracia, siguen recibiendo culto local, en Segovia, el día 26 de octubre.
Acta Sanctorum, oct. vol. XI, pp. 692-704. Lo que ahí dice se complementa con la obra de M. Férotin, Hist. de l'abbaye de Silos, 1897, pp. 217-223, 293-294, 339 y 343. La Bio-bibliographie, vol. I, 1905, cols. 1621-1622, de U. Chevaliere. En cuanto al milagro de la mujer arrojada al precipicio, véase Le Sacrement de l'amour, tercera ed. 1950, de Ch. Massabki. Aquí puede verse una serie de fotos del entorno y la ermita de San Frutos.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía, referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.orgindex.php?idu=sn_3902





San Bernardo Calbó, abad y obispo
fecha: 25 de octubre
fecha en el calendario anterior: 24 de octubre
n.: c. 1180 - †: 1243 - país: España
otras formas del nombre: Bernat Calvó
canonización: culto local
hagiografía: Abel Della Costa

Elogio: En Vic, localidad de Cataluña, en España, san Bernardo Calbó, obispo, quien, siendo juez, renunció a su cargo para profesar como monje cisterciense. Fue abad del monasterio de Santes Creus y, más tarde, resultó elegido para la sede de Vic, promoviendo siempre la verdadera doctrina.

No es posible saber con exactitud en qué año nació, se señala en algunas biografías 1180 como probable, aunque Villanueva se inclina por mayor edad ya que «en 1209 era ya hombre provecto y capaz de ser asesor del arzobispo de Tarragona en el proceso...». Según parece, pertenecía a una familia notable, y siguió la carrera de leyes, lo que se deduce de que actuó en algunos procesos, como el que Villanueva señala; pero no se sabe demasiado con exactitud hasta el 1215, que ingresa como monje del monasterio de las Santas Cruces. En ese año testó a favor de su madre, hermano, hermana y otros parientes, y revocó un testamento anterior hecho en peligro de muerte, lo que ha hecho suponer que haya experimentado una conversión como conocemos en la vida de muchos santos, que de una vida acomodada al mundo pasan, por la cercanía de la muerte, a una consagración completa a Dios; pero nuevamente, se impone la prudencia ya que no tenemos aquel otro testamento que se revoca en el de 1215, sólo hay copia de éste.
En algún momento entre 1215 y 1233 llegó a ser abad del monasterio, pero en este último año fue elegido obispo para la sede de Viq, luego del largo episcopado de D. Guillermo de Tavartet. Por el mismo año parece que recibió del papa Gregorio IX mandato como inquisidor para la acción contra los albigeneses en toda la provincia de Tarragona, actuando junto con dos frailes dominicos. Estuvo presente en los hechos de la reconquista de Valencia, y en 1236 ofreció asistir personalmente con algunos soldados; y el mismo papa Gregorio IX le encargó que, junto con Pedro de Albalat, obispo de Lérida, y san Raimundo de Peñafort, eligiera y consagrara el primer obispo de Mallorca.
Luego de esta elección y consagración parece que se volcó en la guerra de Valencia, y debió haber actuado con valor, porque en recompensa el rey D. Jaime le donó en 1238 dos alquerías y el castillo de Sagart. También asistió a la purificación de la catedral de Valencia, antes de partir hacia el concilio de Tarragona, en 1239. Estuvo presente tanto en este concilio provincial como en el de 1243, aunque no estuvo -se ignora el motivo- en los dos que se celebraron en el intermedio de esos años. Constan de su episcopado visitas a monasterios, ordenanzas para la organización del clero, y en general lo que comprende el término de buen celo pastoral.
En 1243 hizo legado de sus bienes personales (no pudo testar por ser monje), y murió el 25 o 26 de octubre del mismo año. Recibió veneración inmediata, y consta que ya al año siguiente de su muerte se encendían lámparas votivas en su sepulcro y se le daba -aun informalmente- el título de beato. El proceso canónico ya existía, por lo que, aunque existen testimonios de misas en su honor de manera prácticamente ininterrumpida desde su muerte, en 1338 se emite la orden del cabildo de presentar el proceso de canonización en Roma. En 1389 le construye el obispo de Viq un sepulcro suntuoso, por suscripción popular, por lo que algunos estudiosos suponen que se llevó a término la canonización; sin embargo no quedan rastros del proceso, y sólo puede darse por confirmado el culto inmemorial.
Testimonio inapreciable para el estudio de nuestro santo son las bellísimas páginas del «Viage literario a las iglesias de España», de Jaime Villanueva, principalmente en el tomo VII, páginas 25 y siguientes, más los apéndices documentales (pág 244ss.) y algunas otras refrencias en la parte correspondiente al obispo antecesor (pág. 14ss.), Valencia, 1821, que puede leerse de manera directa en edición facsimilar. Otras biografías más modernas que he visto, o repiten a Villanueva sin la elegancia de su prosa, o no apoyan documentalmente sus afirmaciones.
Abel Della Costa
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Estas biografías de santo son propiedad de El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía, referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.orgindex.php?idu=sn_3904

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