San Juan de Kety, presbítero
fecha: 23 de diciembre
fecha en el calendario anterior: 20 de octubre
n.: 1390 - †: 1473 - país: Polonia
otras formas del nombre: Juan Cancio, Jan Kanty, Cantius
canonización: C: Clemente XIII 1767
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
fecha en el calendario anterior: 20 de octubre
n.: 1390 - †: 1473 - país: Polonia
otras formas del nombre: Juan Cancio, Jan Kanty, Cantius
canonización: C: Clemente XIII 1767
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Elogio: San Juan de Kety, presbítero, el cual, siendo
sacerdote, se dedicó a la enseñanza durante muchos años en la Academia de
Cracovia, después recibió el encargo pastoral de la parroquia de Olkusia, en
donde, añadiendo a la recta fe un cúmulo de virtudes, se convirtió para los
cooperadores y discípulos en ejemplo de piedad y caridad hacia el prójimo, y
después emigró a los gozos celestiales en Cracovia, ciudad de Polonia.
refieren a
este santo: Beato Ladislao
de Gielniow
Oración: Dios todopoderoso, concédenos crecer en santidad
a ejemplo de san Juan de Kety, tu presbítero, para que, ejerciendo el amor y la
misericordia con el prójimo, obtengamos nosotros tu perdón. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios por los siglos de los siglos. Amén (oración litúrgica).
Juan de Kety, llamado
también Juan Cancio, nació en la ciudad polaca de Kety (o Kanty). Sus padres
eran campesinos de buena posición, que al comprender que su hijo era muy
inteligente, le enviaron a estudiar en la Universidad de Cracovia. Juan hizo
una brillante carrera y, después de su ordenación sacerdotal, fue nombrado
profesor de la Universidad. Como llevaba una vida muy austera, sus amigos le
aconsejaron que mirase por su salud a lo que él respondió, simplemente, que la
austeridad no había impedido a los padres del desierto vivir largo tiempo. Se
cuenta que un día, mientras comía, vio pasar frente a la puerta de su casa a un
mendigo famélico. Juan se levantó al punto y regaló su comida al mendigo;
cuando volvió a entrar en su casa, encontró su plato lleno. Según se dice,
desde entonces se conmemoró ese suceso en la Universidad, dando todos los días
de comer a un pobre; al empezar la comida, el subprefecto de la Universidad
decía en voz alta: «Un pobre va a entrar», y el prefecto respondía en latín:
«Va a entrar Jesucristo».
El éxito de San Juan
como profesor y predicador suscitó la envidia de sus rivales, quienes acabaron
por lograr que fuese enviado como párroco a Olkusz. El santo se entregó al
trabajo con gran energía; sin embargo, no consiguió ganarse el cariño de sus
feligreses, y la responsabilidad de su cargo le abrumaba. A pesar de todo, no
cejó en la empresa y, cuando fue llamado a Cracovia, al cabo de varios años,
sus fieles le querían ya tanto, que le acompañaron buena parte del camino. El
santo se despidió de ellos con estas palabras: «La tristeza no agrada a Dios.
Si algún bien os he hecho en estos años, cantad un himno de alegría». San Juan
pasó a ocupar en la Universidad de Cracovia la cátedra de Sagrada Escritura,
que conservó hasta el fin de su vida. Su reputación llegó a ser tan grande, que
durante muchos años se usaba su túnica para investir a los nuevos doctores. Por
otra parte, san Juan no limitó su celo a los círculos académicos, sino que
visitaba con frecuencia tanto a los pobres como a los ricos.
En una ocasión, los
criados de un noble, viendo la túnica desgarrada de San Juan, no quisieron
abrirle la puerta, por lo que el santo volvió a su casa a cambiar de túnica.
Durante la comida, uno de los invitados le vació encima un plato y san Juan
comentó sonriendo: «No importa: mis vestidos merecían ya un poco de comida,
puesto que a ellos debo el placer de estar aquí». Los bienes y el dinero del
santo estaban a disposición de los pobres de la ciudad, quienes de vez en
cuando le dejaban casi en la miseria. San Juan no se cansaba de repetir a sus
discípulos: «Combatid el error; pero emplead como armas la paciencia, la bondad
y el amor. La violencia os haría mal y dañaría la mejor de las causas». Cuando
corrió por la ciudad la noticia de que san Juan, a quien se atribuían ya varios
milagros, estaba agonizante, la pena de todos fue enorme. El santo dijo a
quienes le rodeaban: «No os preocupéis por la prisión que se derrumba; pensad
en el alma que va a salir de ella dentro de unos momentos». Murió la víspera
del día de Navidad de 1473, a los ochenta y tres años de edad. En 1767, tuvo
lugar su canonización y su fiesta se extendió a toda la Iglesia de Occidente.
Los bolandistas no
lograron encontrar ninguna biografía contemporánea del santo que valiese la
pena, y se limitaron a reimprimir la biografía publicada en 1628 por Adán de
Opatow (Acta Sanctorum, oct., vol. VIII). El autor afirma que se basó en
ciertos documentos que se conservaban en Cracovia, en particular en las notas
de Matías de Miechow, contemporáneo de san Juan. Está fuera de duda que Matías
de Miechow escribió realmente un relato sobre los milagros obrados por san Juan
después de su muerte, ya que los bolandistas publicaron dicho documento. En
Analecta Bollandiana, vol. VIII (1889), pp. 382-388, hay una nota sobre el
sitio y la fecha del nacimiento de san Juan. E. Benoit publicó en 1862 una
biografía en francés; en polaco existen numerosas biografías.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler»,
Herbert Thurston, SI
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012
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