Santos Jenofonte, María, Juan y Arcadio, monjes
fecha: 26 de enero
†: s. VI - país: Israel
canonización: culto local
hagiografía: Abel Della Costa
†: s. VI - país: Israel
canonización: culto local
hagiografía: Abel Della Costa
En
Jerusalén, santos Jenofonte y María, con sus hijos Juan y Arcadio, los cuales,
renunciando a la dignidad senatorial y a sus posesiones, abrazaron todos con
gran devoción la vida monástica en la Ciudad Santa.
Los datos sobre estos cuatro santos que llevaron vida
monástica además de pertenecer a la misma familia de sangre, son muy escasos.
Sin embargo, están mencionados en muchas fuentes orientales. Hay una «Vita»
escrita por Simeón Metafrasto, varios siglos después, que debe utilizarse con
precaución, como todo el material de este autor, tan dado a la leyenda y a la
creación piadosa y edificante.
Parece que apenas es posible pasar más allá de lo que
resume el elogio del Martirologio Romano: Jenofonte habría sido cabeza de una
familia de gran fortuna y prosapia. Cuando envió a sus hijos, Arcadio y Juan, a
estudiar abogacía en Berytos, Fenicia, sufrieron un naufragio, del que apenas
pudieron escapar. Los padres, según parece creyendo que habían perdido a sus
hijos, determinaron abrazar la vida monástica en Jerusalén. Más tarde
recuperaron a sus hijos, quienes también abrazaron ese género de vida, aunque
se retiraron al desierto, como eremitas, donde murieron, antes que sus padres.
Jenofonte finalmente también se retiró al desierto.
Ver Acta Sanctorum, enero, II, pág. 723. Un resumen en
Biographisch-Bibliographisches Kirchenlexikon, «XENOPHON, hl. Senator»
(1998).
Abel Della Costa
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Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía,
referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace:http://www.eltestigofiel.org/lectura/santoral.php?idu=326
San Alberico, abad
fecha: 26 de enero
n.: c. 1050 - †: 1109 - país: Francia
otras formas del nombre: Aubry
canonización: culto local
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
n.: c. 1050 - †: 1109 - país: Francia
otras formas del nombre: Aubry
canonización: culto local
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
En
Citeaux, en Borgoña, en la actual Francia, san Alberico, abad, que, siendo
monje en Molesmes, fue uno de los primeros religiosos que fundaron el nuevo
cenobio. Ya abad del monasterio, sobresalió por su celo en procurar la
formación de sus monjes, como verdadero amante de la Regla y de los hermanos.
refieren a este santo: San Esteban
Harding, San Roberto de
Molesmes
Los esfuerzos de san Alberico por encontrar un
instituto religioso que correspondiese a sus aspiraciones de gran perfección arrojan
una luz que nos hace temblar, sobre el temperamento de acero de los monjes del
siglo XII. No sabemos nada de la niñez de Alberico. Cuando oímos hablar de él
por primera vez, formaba parte de un grupo de siete ermitaños que vivían en el
bosque de Collan, no lejos de Chatillon-sur-Seine. Ahí habitaba cierto abad Roberto,
hombre de buena familia y muy reputado por su virtud. A pesar de que había
fracasado anteriormente en el gobierno de una comunidad de monjes revoltosos,
los ermitaños lograron con cierta dificultad que Roberto aceptase ser su
superior, y en 1075, emigraron a las cercanías de Molesmes, donde construyeron
un monasterio. Roberto era el abad y Alberico el prior. Pronto empezaron a
llover regalos al monasterio; la comunidad aumentó, pero el fervor decayó.
Durante cierta época, un grupo de monjes se rebeló contra la disciplina
religiosa. Roberto, desalentado, se retiró del monasterio. Alberico ocupó su
lugar e intentó restablecer el orden; pero los monjes le golpearon y le
encerraron finalmente. Alberico y un inglés llamado Esteban Harding, no
pudiendo ya soportar tal estado de cosas, abandonaron también el monasterio.
Probablemente cuando el pueblo se enteró de la rebelión, las limosnas empezaron
a escasear y entonces los rebeldes prometieron enmienda. Roberto, Alberico y
Esteban retornaron al monasterio. Pero pronto reaparecieron los síntomas de la
relajación, y Alberico parece haber lanzado la idea de partir con un grupo de
los más fervorosos a fundar aparte una comunidad más observante.
Así se hizo y, en 1098, veintiún monjes se
establecieron en Cister, un poco al sur de Dijón, a unos cien kilómetros de
Molesmes. Tales fueron los principios de la gran Orden Cisterciense. Roberto,
Alberico y Esteban fueron elegidos abad, prior, y subprior, respectivamente.
Pero poco después, san Roberto retornó a la comunidad de Molesmes, y Alberico
le sucedió en el cargo de abad, de manera que a él deben atribuirse con toda
probabilidad, algunas de las principales características de la reforma
cisterciense. Se trataba de una restauración de la primitiva observancia
benedictina, pero con mucha más austeridad. Una de las manifestaciones externas
del cambio fue la adopción del hábito blanco, con escapulario negro y capucha,
para los monjes de coro. Según la leyenda, este cambio se debió a un deseo que
comunicó la Santisima Virgen a san Alberico en una aparición. Una modificación
más profunda fue la institución de una clase especial de "fratres
conversi" o hermanos legos, a los que se confió el trabajo casero y, sobre
todo, la explotación de las granjas distantes del convento. Sin embargo, todos
los monjes estaban obligados en alguna forma al trabajo manual. El coro fue
simplificado y abreviado; y se dejó más tiempo para la oración privada.
Alberico no gobernó durante mucho tiempo, y
probablemente muchos de los rasgos característicos en la organización
definitiva del Cister se deben a su sucesor, san Esteban.
Fue él quien nos dejó la noticia más personal sobre san Alberico, en una
exhortación que pronunció con motivo de la muerte de éste, ocurrida el 26 de
enero de 1109: «A todos nos afecta igualmente esta gran pérdida -dijo-, y
difícilmente podré consolaros yo, que necesito de consuelo tanto como vosotros.
Vosotros habéis perdido a un padre y a un director de vuestras almas; yo no
sólo he perdido a un padre y un guía, sino también a un amigo, a un compañero
de armas, a un valiente soldado del Señor, a quien nuestro venerable padre
Roberto había educado con ciencia y piedad admirables, desde los primeros días
de nuestro instituto monástico... Ha quedado entre nosotros el cuerpo de
nuestro amado padre como una forma de su presencia, y él nos ha llevado consigo
al cielo en su corazón... El guerrero ha triunfado, el atleta ha recibido el
premio merecido, el vencedor ha ganado su corona; dueño ya del triunfo, pide
que también a nosotros nos sea concedida la palma de los vencedores... No
lloremos por el soldado que descansa ya; lloremos más bien por nosotros que
seguimos en el frente de batalla, y transformemos en oraciones nuestras
palabras de tristeza, rogando a nuestro padre triunfante que no permita que el
león rugiente y el feroz enemigo nos derroten».
En la imagen: san Esteban (a la izquierda, tras san
Roberto), de rodillas con el hábito de san Benito, san Roberto de Molesmes, y a
la derecha, con el báculo abasial y la fundación en al mano, san Alberico,
fundadores del Císter, veneran a la Virgen María (posiblemente representa la
recepción del hábito cisterciense).
fuente: «Vidas
de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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