Beata Beatriz de Ornacieux, virgen
fecha: 25 de noviembre
n.: c. 1260 - †: 1303 / 1309 - país: Francia
canonización: Conf. Culto: Pío IX 15 abr 1869
n.: c. 1260 - †: 1303 / 1309 - país: Francia
canonización: Conf. Culto: Pío IX 15 abr 1869
Elogio: En el territorio de Valence, en la Galia, beata
Beatriz de Ornacieux, virgen de la Orden Cartuja, insigne por el amor a la
Cruz, que vivió y murió con pobreza extrema en el monasterio de Eymeu, fundado
por ella misma.
Oración: Por la imitación de la Pasión de Cristo hiciste,
Señor, a la beata Beatriz, virgen, una víctima de tu amor; concédenos por su
intercesión y ejemplo, compartir aquí en la tierra los padecimientos de tu Hijo
y participar un día de tu gloria en Cielo. (oración de la liturgia de la beata,
en el propio cartujano)
Beatriz nació en la
segunda mitad del siglo XIII, en el solar feudal de la noble familia de los
Ornacieux, en los confines del Delfinado y de la Saboya (Sudeste de Francia).
Recibió una rica educación cristiana que la llevaría, con apenas 13 años, a
abandonar para siempre el mundo para entrar en la cartuja del Monte de Santa
María, en el desierto de Parménie (Isére, Francia). Margarita d’Oygnt, monja
cartuja que la conoció, nos dejó escrita en lionés su vida. No se ha escrito
todavía una biografía crítica sobre la beata Beatriz, ni tengo noticia que se
esté intentando.
Según Margarita d’Oygnt,
desde los comienzos como monja cartuja, Beatriz se destacó por la santidad de
vida. Se manifestó siempre llena de mucha caridad y de una profunda humildad de
corazón; procuraba en todo ayudar a sus hermanas de religión y manifestó una
gran capacidad para sufrir. Su obediencia extrema y su fidelidad a la vida de
oración fueron otros dos rasgos característicos de su vida. Nuestro Señor le
concedió el don de lágrimas y en tal grado que estuvo a punto de perder la
vista en varias ocasiones. Su gran deseo fue siempre hacer la santa voluntad de
Dios. Un día delante del Sagrario pedía a Nuestro Señor que la sacase del mundo
para ponerla así a salvo de los continuos ataques del demonio; pero una voz
salida del Sagrario le prohibió desear otra cosa que no fuera hacer la voluntad
del Señor; entonces sintió interiormente que su deseo de morir se cambiaba por
un inmenso anhelo de vivir para la mayor gloria de Dios, y suplicó al Señor que
le concediera la salud que en tantos momentos le faltaba debido a sus numerosas
enfermedades; pero, una vez más, la voz del Señor se hizo oír diciéndole:
«Recibe las consolaciones que te doy y no rehúses los sufrimientos que te
envíe»; a partir de entonces, aleccionada por estas locuciones divinas, ya no
deseó más algo que no fuera la voluntad divina, convirtiéndose ella misma en un
modelo de confianza y de abandono en la Divina Providencia.
Amó profundamente la
penitencia, expresión de su amor loco a la Cruz. Se entregaba a prolongados
ayunos, se daba sangrientas disciplinas. Fue especialmente devota de la Pasión
de Cristo y se dice que perforó su mano izquierda con un clavo para recordar
mejor los sufrimientos de la crucifixión. Por otra parte, tuvo que soportar los
asaltos frecuentes del demonio, en especial, la tentaba contra de la virtud de
la santa pureza, poniéndole delante representaciones obscenas, a las cuales
Beatriz siempre resistió con invencible pureza de alma y de cuerpo. En medio de
estos ataques del enemigo y de las victorias de la gracia, sentía los consuelos
de Jesús y María. Un día la Virgen Santísima le dijo: «Nada temas, ten
confianza; soy la Madre del Rey Omnipotente, tu Esposo, la Madre de la
misericordia, y tomo tu alma y tu cuerpo bajo mi cuidado y protección; yo te
defenderé contra los asaltos del demonio y te salvaguardaré de sus engaños».
Dios la enriqueció con
múltiples dones y carismas extraordinarios: gozaba continuamente de la
presencia del Señor en visión corporal a su lado; veía a Jesús Niño en la
Sagrada Forma eucarística. Y también sentía, en ciertos momentos, las
sequedades y los aparentes abandonos de Dios, motivos de gran sufrimiento para
su alma. Una noche de Navidad, llena de angustia mortal por la duda de si
estaría en pecado mortal, permaneció en su silla en el coro mientras sus
hermanas fueron a comulgar; pero, recurriendo con gran devoción a la Divina
Misericordia, le pidió que se dignara mostrarle su voluntad para que la
cumpliera ciegamente. Entonces, sin saber como, y sintiéndose como que
arrastrada por una fuerza superior, se encontró junto al comulgatorio. Comulgó,
pues, y el Señor le concedió en esta comunión una infinidad de gracias. Como
ejemplo de éstas, se puede referir el hecho de que una porción de la Hostia
sagrada se quedó en su boca, sin que la pudiera tragar, con un claro sabor a
carne y sangre: esto le produjo gran aflicción; pero, luego sintió cómo esta
porción eucarística le pasaba al corazón, abrasándola con un gran fuego de
amor, dejándola sumida en un arrobamiento amoroso que permaneció durante varios
días; y, todavía más, desde entonces, volvió al perfecto gozo de la unión
amorosa con Dios y recobró la perfecta paz del alma, para nunca más perderla.
En 1300 fue obligada,
bajo obediencia, a aceptar el priorato de la cartuja de Eymeux, departamento de
Drome; en esta nueva fundación cartujana, en el ejercicio del cargo de priora,
brillaron sus grandes virtudes. Por fin, el 25 de Noviembre de 1303, el Señor
vino a llamar a su esposa para las bodas celestiales, terminando su vida santa
en la tierra con una preciosa muerte. Sin embargo, otras fuentes la dan por
fallecida a 5 de febrero dos años después. Fue sepultada en Eymeux, y casi de
inmediato, empezaron a obrarse milagros en su tumba, extendiéndose su fama de
santidad. Algún tiempo después, su cuerpo fue trasladado a su primera cartuja
de Parménie.
El 20 de Marzo de 1869,
la Santa Sede confirmó su culto inmemorial y el 15 de Abril de 1869 el Beato
Pío IX, Papa, aprobó esta sentencia.(Ver "Anal. jur. pont.", 1869,
XI, 264). Su fiesta se celebra el día 25 de noviembre, aniversario de su
nacimiento para el cielo. Es la única monja cartuja beatificada; no ha dejado
ningún escrito.
Bibliografía: Théodore
Bellanger, «La Bienheureuse Beatriz d’Ornacieux», Baratier, Grenoble, 1886.
Charles Le Couteulx, «Annales Ordinis Cartusiensis ab anno 1084 ad annum 1429»,
Cartuja Notre-Dame des Près, Montreuil-sur-Mer, 1889, t.5, pp.6-23. Léon Le
Vasseur, «Ephemerides Ordinis Cartusiensis», Cartuja Notre-Dame des Près,
Montreuil-sur-Mer, 1892, t.4, pp.419-432. Marguerite d’Oingt, «Li via Seiti
Biatrix Virgina de Ornaciu», in Antonin Duraffour, Pierre Gardette y Paulette
Durdilly (eds.), Les Oeuvres de Marguerite d’Oignt, publicacions de l’Institut
de Linguistique Romane de Lyon 21, Societé d’édition «Les Belles Lettres»,
Paris, 1965. C. Bouvier, «La Bienheureuse Beatriz d’Ornacieux», Religieuse de
Parménie, Edit. Resiac, Montsurs, 1975. Juan Mayo Escudero, «Santos y Beatos de
la Cartuja», Analecta Cartusiana 159, Universität Salzburg, Salzburg, 2000,
pp.123-128.
Artículo tomado de un interesante blog dedicado a santa Beatriz da Silva y las santas llamadas Beatriz, pero que lamentablemente no tiene nombre de autor.
Artículo tomado de un interesante blog dedicado a santa Beatriz da Silva y las santas llamadas Beatriz, pero que lamentablemente no tiene nombre de autor.
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