sábado, 24 de noviembre de 2018

LA NAVIDAD DE SAN LUCAS SEGÚN OLIVER (P. Antonio Oliver Montserrat) Vin Cens

LA NAVIDAD DE SAN LUCAS SEGÚN OLIVER
San Lucas escribió la Vida de Jesucristo, y al final se encontró con la necesidad de anteponer al libro que había escrito un preludio, y escribió los capítulos que se llamaron de la infancia. Entre ellos el de la Navidad.
Ni San Juan ni San Marcos nos hablan de la infancia de Jesús: no la conocen, San Mateo sí, en un marco diferente, y San Lucas en otro marco. Pero en el fondo, Io que San Lucas quiere decir es que, una vez que él ha explicado cómo el Señor empezó su ministerio, y cómo su corta vida de ministerio terminó en desastre -en la muerte-, sintió la necesidad de anteponer un prólogo -que son tres capítulos en realidad- a todo este ministerio de Cristo que terminó desastrosamente en la muerte, haciendo un marco de Io que significa la vida humana. Por tanto, el nacimiento del Señor en la Navidad, del cual San Lucas tenía noticias reales, no le interesa como hecho histórico, sino como hecho teológico. Estamos, pues, ante una catequesis.
San Lucas escribe a sus primeros cristianos cómo nació Jesús para decirnos cómo nacemos y para qué nacemos. Es, por tanto, un sermón lo que hace San Lucas.
Jesús empezó una vida de predicación que duró dos años y medio, y, al final, esta vida acabó en la muerte de cruz y en la resurrección; en un desastre. Y San Lucas reflexiona: pues todo cristiano que se asome a este misterio, es uno que nace a la vida como nació Cristo, y para lo mismo que nació Cristo.
Vamos a ver, pues. Primero tomaremos nota de palabras y de ambientes y luego Io resumiremos al final.
Se trata del Capítulo II de San Lucas. San Lucas dice lo que dice para decir lo que no dice, y eso es fundamental en una catequesis. Como nos pasa ahora mismo en Navidad; tú montas un pesebre en casa y, ¿qué es lo que quieres?, ¿montar un pesebre? No, que el pesebre despierte la atención de los demás. Por tanto, el pesebre no tiene importancia en sí; ¡qué más da que haya una oveja o un pastor o una estrella o que no los haya! Lo que se hace es crear, en breve, un paisaje, un paraíso especial y artificial, que no tiene importancia sino en cuanto despierta la atención o crea un clima que llegará incluso a inundar toda la casa.
Pues bien, para San Lucas, el nacimiento de Cristo es un hecho de tal categoría que inunda el nacimiento, la vida y la muerte de todo hombre. Ésta es la tesis que se desprende de la palabra de San Lucas: te voy a contar cómo nació Cristo, para que sepas cómo has nacido, para qué has nacido y cómo vas a acabar. Eso es todo. Es una inmensa predicación de lo que es en definitiva la Navidad. Así que ya tenemos la respuesta.
¿Y cómo puede, hoy, hablarse de la Navidad? De mil maneras, pero, si seguimos a San Lucas, de una manera increíblemente profunda. Empezamos: El Capítulo II comienza sorprendentemente y, además, erróneamente con una situación histórica. Esto es fundamental.
EL EDICTO DEL EMPERADOR AUGUSTO
En aquellos tiempos Augusto (debían ser los años quinto o sexto antes de Cristo) promulgó un edicto por el que mandaba empadronarse a todos los judíos. Eran muy dados los romanos a hacer empadronar a todos los judíos porque querían saber cuántos eran y cuán peligrosos eran y cómo debían defenderse. De todos modos, se equivoca San Lucas, adrede, porque dice que esto Io hizo por primera vez en Siria -y por Io tanto en Israel-, en el año 14 después de Cristo, cuando Cristo tenía cerca de 20 años (ya que Cristo, como sabéis, nació por Io menos 6 años antes de Cristo). Ya sospechamos, por tanto, que a Lucas no le interesa despertar un ambiente histórico, y no si hay o no hay un pastor o si es blanco o negro.
Primera conclusión que se puede sacar: todo sucede en el tiempo. Se puede fechar el nacimiento de Cristo, como el tuyo, y tiene mucha importancia. Lo veremos enseguida. Tú has nacido en el siglo XX o en el XXI y no en el XIII. Eso tiene un sentido. Y tú has nacido en invierno y no en verano. Eso tiene un sentido. Y tú naciste en guerra y no en paz. Y eso tiene un sentido.
Cristo nació en la paz, la famosa "pax augusta", que como se sabe, empezó en el año 29 antes de Cristo cuando Augusto se cargó a todos, a Lépido y a Marco Antonio. La "pax augusta" fue de tal categoría que en Roma, en el año 13 a.C., le levantaron un altar que sobrevive todavía junto al Tiber.
Esto lo sabe Lucas y escribe, por tanto, "gobernando Augusto". Es verdad que se hizo un empadronamiento en todo Israel por orden de los romanos, pero esto no es verdad en el momento en que Io cuenta San Lucas. A Lucas sólo le interesa una cosa: que el que gobierna el mundo ordena, y que esta ordenación es providencial porque "puso en marcha" a San José. Esta palabra "partió" es fundamental para Lucas.
Todo hombre que nace en el mundo, nace sobre una "marcha". Esta palabra "José se puso en marcha con María que estaba encinta'' es fundamental para Lucas. Esto nos pasa a todos. Aquel que no camina no engendra nada, y aquel que camina siempre está preñado. Eso es todo. ¿Te sientas al borde del camino? No caminas y no traerás vida nueva en el mundo. Caminar es estar encinta y estar a punto de parir. Y San Lucas Io subraya. Ha puesto un marco. Esto es historia, cada uno tiene su historia. José, por orden de Augusto, por el empadronamiento, se puso en marcha con María, su mujer, que esperaba un hijo.
No olvidemos esto, si José no se hubiera puesto en marcha, no habría pasado nada. Si María no hubiese seguido a José en marcha, pues María podría haber dicho: estoy en un estado tan delicado que no me muevo, no habría pasado nada para Lucas. Y si César no hubiera gobernado el mundo, el Salvador no habría nacido, por Io menos en aquella época. Todo está en su punto; hay que poner un marco a las cosas y este marco expresa la situación de los hombres. Cualquier hombre, fuera de su ambiente, ni corre ni pare nada. Esto en primer lugar.
En segundo lugar, notemos que el Capílulo II, verso 4, prepara una situación increíble, que Lucas explotará inmediatamente. Es una situación de total desamparo. ¿O sea que San José y María, encinta de Dios, están sometidos a un capricho de un emperador romano que viene aplastando a Judea injustamente? Exactamente. Esto no tiene ninguna importancia aparentemente, pero sí la tiene: son gente a merced del poder. Son gente "pequeña".
San Lucas pone una palabra muy curiosa: "tapeinosis". Tapeinós, en griego, no significa pequeño ni humilde. Tapeinós se aplica, en griego, a la violeta, a la flor que es flor pero escondida. Esto es tapeinosis: hacer el bien sin que nadie se entere. El que hace esto es un tapeinós. Diremos humildad, porque no tenemos otra palabra mejor y no se refiere a quien es humilde y no hace nada, sino, al que hace sin que los demás se enteren. Este es el tapeinós.
Si queremos una lista de tapeinosis griegas, podíamos poner las siguientes, que están en San Lucas. Lo primero, tapeinós es la violeta florida, escondida debajo de las hojas: "tapeinós" es la situación -para Lucas y para el cristiano- de la teofanía. Si traducimos en griego diremos así: Dios sólo se manifiesta a los "tapeinós", digamos a las violetas. La violeta que saca la cabecita de la hoja para mirar, ésa ya no verá a Dios.
Ejemplo de una tapeinosis: Moisés, la gran teofanía del Sinaí: Moisés empieza a caminar hacia la zarza que arde, y apenas camina (en el monte sagrado del Sinaí), oye una voz que le dice: "Moisés, descálzate, que la tierra que pisas es sagrada". Y Moisés se descalzó, y pudo hablar con Dios porque se descalzó -con calzas o con sandalias no se habla con Dios-.
El hombre del siglo este siglo no sabe estas cosas. Por eso Lucas va preparando el terreno. Nos está explicando el nacimiento del Señor como una lección de teología, y va preparando cosas enormes con palabras esenciales, que los humanos de este siglo tenemos pérdidas de vista: Tapeinosis significa sencillez, desnudez, humildad, o violetez.
"Moisés, descálzate, que la tierra que pisas es sagrada". Se descalza Moisés y escucha a Dios y Dios se le revela: Teofanía, Si Moisés hubiese dicho: "Yo piso donde quiero y con las calzas que quiero" se hubiese quedado con las calzas verdes y no hubiera visto a Dios.
Otra tapeinosis que vendrá un poco más adelante. San Lucas nos dice que José y María tenían que empadronarse y que partieron a Nazaret. Nos Io dice con toda intención, pues no es nada seguro que partieran de Nazaret. Posiblemente vivían en Belén, pero no lo sabemos. Lucas dice "partieron de Nazaret", del norte de Israel, y fueron a empadronarse al centro; un poco más allá de Jerusalén, donde está Belén; puesto que José era de la familia de David, y David nació en Belén y debía empadronarse en la casa de su familia, de sus antepasados. Muy bien; o sea que esta familia que ahora se pone en marcha, se pone en marcha desde Nazaret a Belén; pero debajo de la palabra Nazaret hay una tapeinosis. Recordemos: Felipe, que ha encontrado al Señor -esto es la vida pública ya, dentro de los 33 años-, se va a ver a un amigo que se llama Bartolomé, y le dice: "He encontrado al Mesías"; y Bartolomé dice: ¿Ah, sí, y es de Nazaret? ¿Puede salir algo bueno de Nazaret? He aquí la tapeinosis.
Mira por dónde San Lucas antes ya detalla esto: "Venían de Nazaret". De aquel lugarejo de donde no salen más que borricos rebuznando, de donde no sale nada más: de ahí venían.
Posiblemente esto no es verdad; pero después fueron a Nazaret y esto es cierto, y Jesús fue llamado el "nazareno". De hecho, como es sabido, San Mateo nos dice que "Jesús nació en Belén", pero no nos dice que sus padres vinieran de ninguna parte, San Lucas -¿vemos cómo está predicando?- dice: ¿Sabes que hay en el mundo una ciudad que es la más idiota de todas las ciudades? Sí, Nazaret; pues de Nazaret venían José y Maria. La tapeinosis otra vez.
Sigamos adelante. Justamente en Nazaret sucedió otro disparate poco antes de Io que estamos contando: María Santísima, una mujer de 14 años, había recibido a un ángel y el ángel le dijo: ''Serás madre de Dios". Y una vez que María Santísima hubo aceptado, se fue a ver a su prima Isabel, que milagrosamente había concebido, e Isabel la alabó: "Bendita tú porque has creído; se van a realizar en ti las cosas que tú de ninguna forma podrías esperar". ¡Cuidado que Maria Santísima está en Nazaret -tapeinosis-, que había recibido al ángel, y que es una grandeza el que Dios esté en ella, cuando Santa Isabel le dice: "Tú serás madre de Dios, bendita tú porque has creído"! María le contesta con el Magnificat: "Engrandece mi alma al Señor, etc. etc., porque Dios miró la tapeinosis de su sierva, porque Dios miró la humildad de su sierva".
Por tanto María, que ya está preñada del Espíritu Santo, cuando Isabel le dice: "Bendita tú porque verás milagros, y se cumplirá en ti Io que Dios te ha anunciado" (¡que ya son milagros!), María dice: "Sí, eso va a suceder, pero yo he de engrandecer al Señor porque se ha dignado mirar la pequeñez, la tapeinosis, de su esclava". Otra tapeinosis; y ya son dos: la pequeñez de su pequeña.
Todo esto está en San Lucas. El mismo San Lucas continúa ahora con esta familia: José y María son tan pequeños, tan humildes y tan desplazados, que recorren Belén para hospedarse antes de empadronarse, con Maria a punto de dar a luz; y están tan desplazados y son tan pequeños que no encontraron lugar para ellos en ningún alojamiento. Tapeinós, otra vez. Unos desgraciados. Y no sólo no encontraron lugar sino que, con las prisas de ver dónde paría la pobre María, se metieron... en una cueva, en un establo de ganado donde podían haber encontrado por Io menos unas pajas, pero sólo encontraron un pesebre, donde los animales comen y se les cae la baba. Se ve el interés descarado de San Lucas por esta palabra: "tapeinós". Si esta palabra no se comprende -dice San Lucas- todo Io que te voy a contar no tiene sentido.
Y continúa el relato. Una vez que el niño nació de mala manera en una cueva ya sucede en otra parte el anuncio del ángel a los pastores. Pastores que son tapeinós y que reciben el mensaje. El ángel les dice a los pastores: "Os ha nacido Dios". ¿Y cómo nace Dios? -sigue San Lucas-: Tapeinós. Os ha nacido Dios hecho niño, que no sabe hablar -infans en latín, brefos en griego- que balbucea. Como toda la creación en San Juan de la Cruz: "balbucea", como un niño que no habla. "Lo encontraréis envuelto en pañales", como cualquier niño desvalido, y puesto en un pesebre. Ésta es la señal.
CÓMO PODER ENCONTRAR A DIOS
¿Queréis encontrar a Dios? Buscadle en un pesebre, hecho niño y tonto. Si le buscáis en el palacio de Herodes, sentado en un trono de cuatro metros de altura, ese no es Dios. Es un niño, en un pesebre y desvalido. Tapeinós otra vez. Bueno, con las tapeinosis que hemos dicho nos basta para continuar ahora. Resumamos la primera parte: Una situación histórica que se realiza en la tierra (retengan estas dos posturas). Un marco temporal -que es el tiempo de Augusto, siendo procurador Cirino- y todo sucediendo en la tierra. Pero, ¿qué es lo que, en realidad, sucede en la tierra? La Navidad del Señor. El niño va a nacer, y va a nacer porque José se puso en marcha. La marcha tiene mucha importancia. En los Evangelios los verbos de movimiento son siempre fundamentales. Cuando Jesús habla de ir detrás de Él, de ir con Él, jamás dice: "Siéntate y escucha". "Si quieres venir detrás de Mí, toma tu cruz y sígueme" Seguir es marcharse o caminar. Por eso ya ven cómo San Lucas pone la palabra marcharse o partir al inicio de toda su historia: Jesús vino, hijo de unos padres que estaban de paso. La vida del hombre es un paso; por tanto, aquellos que se establecen en la tierra no sólo no entienden nada de la Navidad, sino no entienden nada de su navidad; San Lucas nos está contando nuestro nacimiento.
Tú eres hijo de un amorreo y un cananeo, que son los traficantes que corren por el desierto. Tu padre y tu madre estaban de paso cuando tú naciste. Por tanto, no hay que afincarse ni hay que tener jamás la impresión de estar situados en la vida; y no digas que el movimiento es un movimiento no querido por Dios, porque justamente los que menos saben de Dios eran los romanos en aquellos tiempos, que son los que pusieron en movimiento a San José, el cual partió con María que esperaba el niño.
Toda esta pequeñez que hemos dicho, ahora se hace pequeñez en el nacimiento. Apenas nació el niño, que nació en un establo porque no tenían donde, la madre Io envuelve en pañales -la pequeñez transitoria del niño; siempre somos pequeños y de tránsito- y Io pone en un pesebre. Notar que "facme" es muy importante. "Facme'' es una palabra antiquísima en griego, y Homero la usa constantemente. Es el lugar donde comen los caballos; por tanto, es un pesebre de una caballeriza. O sea que "facme" más que pesebre significa lugar de comer. San Lucas juega con esta palabra porque dice: "Jesús nació en Belén" -Belén en hebreo es Bethlehem, que significa "casa del pan"-. Y después San Lucas dice: '"Jesús nació y le pusieron en un pesebre, para que todos comieran". Esta es la Eucaristía: para que todos comieran, y comemos todavía.
Este es el nacimiento de un cristiano: tu madre te puso en un pesebre, no en una cuna, para que todos los que te vean puedan comer de ti. ¿O la gente pasa porti y no puede comer? Entonces no eres humano. Los humanos estamos para darnos: Ser humano es darse, es abrirse, es abrir de par en par la despensa de uno. He aquí, por tanto, la hermosa palabra homérica, que San Lucas copia inmediatamente para los griegos. Era griego San Lucas; parece que sabía un poco de hebreo, y él en vez de decir: "ha dicho que nacerá en Belén", en vez de jugar con la palabra Belén, San Mateo, "casa del pan", él sabe que los griegos no le van a entender, y dice "Jesús nació en la casa del pan'', pero inmediatamente añade "fue puesto en un pesebre, porque Él era el pan del mundo''. Como Lucas escribe este capítulo cuando ya ha escrito los otros de la multiplicación de los panes, ahora le va muy bien recoger las palabras; fíjense qué bien y qué traducción.
O sea, que Cristo nació, y, apenas nació ya nos dijo para qué venía. "Vengo para que me coman; yo soy la comida del mundo". Lo cual debe hacer cada uno de vosotros, diría San Lucas a un grupito de cristianos del año 70 ó 75. Todo aquel que nace como toca, no tiene morada fija, está a disposición del Señor. Te llama hoy, te vas. Te llamará a los 70 años, te irás. Pero mientras estás, estás en un pesebre y vendrá cualquier caballo desalmado y te comerá. ¿No quieres que te coman? Entonces no has nacido en el día de Navidad. Habrás nacido en un mal día: el 31 de febrero, pero no el día de Navidad, ciertamente. Esto es historia y lugar. Esto sucede en la tierra.
LA NAVIDAD, UNA AVENTURA DE ANDARIEGOS Y VIGILANTES
Toda la narración está colocada en un marco histórico. Si nosotros hacemos un pesebre como es debido, en casa, esto es Io que hemos de colocar: una interpretación, un marco histórico. Cada uno el que quiera. ¿Qué quieres de este siglo?, por ejemplo unos movimientos, unas personas que se mueven, una mujer encinta o un niño en un pesebre (bien abierto) para que el que pase pueda comer, Pero otra vez pensemos: No hay más pan que éste. ¿Quién es? Cristo. Vosotros, diría San Lucas, habéis sido bautizados en Cristo y por tanto hoy el pan sois vosotros, los cristianos.
Así pues, todo esto sólo sucede en la familia que esté en marcha: Recordemos que San Mateo nos dice que todo esto se anunció a unos magos. San Lucas no sabe nada de magos, no le interesan. A San Lucas le interesa otra cosa.
Ahora San Lucas dice: "Y aquel momento...'', ¿qué es lo que sucedió? ¿A quién se anuncia todo esto? A unos pastores. Los primeros personajes que entran después de José, María y Jesús que acaba de nacer, son unos pastores. ¿Y por qué son los pastores? Lo dice con toda intención: porque los pastores son dos millones de años de humanidad, son los transhumantes, la condición de los humanos. Como Jesús es hijo de unos transeúntes, los transeúntes son los primeros que le encuentran.
Doble lección, por tanto aquel que no está de paso no engendra nada, y aquel que no está de paso no encuentra a Dios. Luego Dios que ha nacido, es encontrado, es anunciado por primera vez, y los primeros destinatarios son los pastores. Recordad qué maravilla, porque aquí está representada la humanidad nómada que hemos sido todos durante nuestra vida humana. Lo sedentario llegó con el neolítico hace diez mil años; dos millones de años fuimos transeúntes. Pues justamente lo que hace que un hombre sea como toca es el estar de paso.
Recordemos que ya el Génesis -seguramente está allí detrás el Génesis inspirando a San Lucas- conoce dos culturas: Caín y Abel. Caín es un agricultor, Abel es un pastor; y el agricultor, el sedentario, mata al nómada. El sedentario es asesino por definición. El que no mata, el bueno, es el nómada. Aunque ahora estemos sedentarios no tiene importancia, pero si somos sedentarios sentados sí tiene importancia. Si somos sedentarios nómadas, que vamos de una idea a otra y de una altura a otra, que nunca logramos una situación de teología o de fe que nos aprisione y que nos siente, entonces somos caminantes
Otra palabra que es muy importante es ésta: "velad, vigilad". Esto es fundamental para San Lucas y es magistral. Lo sabemos hoy. Vivir es despertar, despertar. Vamos dormidos, vamos atontados, suceden cosas y no las vemos. Hay ángeles entre nosotros y no sentimos las pisadas, y pisan fuerte. La noche se ha llenado ya de resplandores y vamos con el candil, esto es de San Lucas, porque vamos ciegos. Vivir es despertar. No hace falta viajar a otra parte para encontrar a Dios. Dios estuvo en nuestra historia y en nuestra tierra. ¿Por qué vamos a decir, "cuándo encontraré a Dios"? Vas mal. Si está aquí. Lo que has de decir es: "¿Cómo haré para abrir bien los ojos y verle?"
Vivir es depertar
Jesús dirá continuamente: "Mirad los pájaros del cielo, ved cómo crecen las amapolas, ved, mirad"; o sea, que lo que nos faltan son ojos.
Bueno, pues el milagro de la teofanía radical y fundamental que es la aparición de Dios en el hostal de nuestro tiempo, esta aparición, se revela por primera vez: los que descubren a Dios en la noche y en el portal del tiempo son unos miserables -tapeinosis- pastores. Miserables, porque "no son ricos" jamás los pastores. Segundo: además de miserables, porque, como José y Maria, "están de paso", siguen sus rebaños, son nómadas. Y tercero y fundamental, porque en plena noche, -esto Io hacen los pastores si son buenos-: "estaban en vela".
Cuando la gente duerme -Herodes dormía esa noche, no vio nada-, los pastores están con los ojos abiertos. Por eso le vieron. O sea, que para San Lucas, nuestro mundo es una noche larga, inmensa y densa. En el corazón de esta noche ha nacido ya Dios, y los pobres vamos con el candil a ver si encontramos un caracol en la noche. Si fuéramos pastores y estuviéramos en vela, sabríamos perfectamente dónde ha nacido ya en la noche Dios. Porque esta noche que padecemos está llena de ángeles y de canciones. Lo que pasa es que sólo los pastores le vieron.
El miedo es salvador
Ni fariseos ni escribas. Aquí hay una intención: la ausencia del rey de Jerusalén, Herodes. Cristo nació en tiempos del rey Herodes, por tanto, por lo menos cuatro años antes de Cristo, que es cuando murió Herodes. Ni el rey ni los escribas, ni los fariseos, ni los curas, ni los grandes sacerdotes, están ahí; ninguno. Estos son los que le mataron -ya lo ha escrito Lucas (como digo, éste está escrito después de los otros capítulos); Lucas ya nos ha dicho: "y cuando fue la hora, le mataron" ¿Sabes quién? Los que no estuvieron en su nacimiento. ¿Y por qué le mataron los que no estuvieron en su nacimiento? Muy sencillo: porque en su nacimiento estaban los sencillos, los pastores y los que vigilaban, cosa que jamás hacen ni los fariseos, ni los curas: ni son pastores ni son sencillos ni velan. Una buena bofetada ¿eh? Maravilloso. ¡Qué bien dicho y qué pesebre está montando San Lucas!
Ha puesto la palabra en griego: filactos. El velar, en castellano, quizá no dice bien la palabra. Ya saben que "filacs" en griego, significa guardia, el centinela que recorre el castillo por la muralla y va haciendo la guardia de noche vigilando con el fusil. Bueno, pues los pastores velaban y Lucas dice: "Los pastores estaban de guardia". En vez de velar, pone "filactos" porque es el verbo de guardia. O sea, estaban tan despiertos a ver si oían un ruido, o algún traidor por ahí por la muralla para dispararle rápidamente O sea, que el guardia todavía está más despierto que el pastor, ¿verdad? Por tanto, eran unos pastores con ojos de guardianes bien despiertos y bien abiertos; por eso captaron.
LA NAVIDAD SUCEDE EN LA NOCHE
Un ambiente real: En nuestra historia y en nuestro mundo ha venido Dios ya. Este mundo era de noche. Estamos en una noche y es verdad. Los ojos se nos abrirán de verdad el día que se nos cierren, que es la muerte -Io dirá San Lucas después-. Estamos en la noche, este siglo es una noche, y el corazón de la noche ya está lleno de canciones de Dios que acaba de llegar: pero acaba de llegar de paso. para la gente que está de paso y despierta. Ir por la vida, por tanto, es ir por la noche con todos los sentidos abiertos de par en par, ver si captamos y escuchamos las pisadas de Dios que se acerca o que acaba de nacer, o quizá el pequeño balido de este corderito que nos ha nacido en la Navidad.
Así pues, retengamos. En nuestro mundo, que es de noche -o que es noche porque no vemos bien-, Dios llegó a nuestra historia y nuestro lugar viniendo "de paso" Y llegó como un niño, fue puesto en un pesebre para ser comido, como cualquier mortal, y los primeros que recibieron el mensaje de esta maravilla que sucedió en el corazón de la noche, en pleno silencio, sin ruido de ninguna clase, fueron unos pastores, unos inquietos caminantes -como José y María- que estaban de guardia sobre su rebaño; y estos pastores, lo primero que saben, lo saben de un ángel -eso es típico, ahí está la intención de San Lucas- o sea, que ya ha sucedido en la noche lo mejor que va a suceder en la historia. Ahora ya no esperamos nada nuevo pues, como dice San Pablo: "Después de lo que pasó ese día, todo es secundario". Aunque el mundo nos dure cuatro billones de años, ya no sucederá jamás nada comparable a lo que ya ha pasado el día de Navidad: Dios, Io inmortal, lo definitivo, ha caminado nuestros caminos y ha estado con nosotros. ¿Qué más podemos esperar? Cuatro mil millones de milagros en un racimo no son tanto milagro como éste. Lo definitivo ha sucedido. Pertenecemos a la dimensión de Dios o Dios pertenece a nuestra dimensión, es igual.
Pues bien, cuando los pastores estaban en vela, se les aparece un ángel para anunciarles que en el corazón de la noche de este mundo ha acaecido Dios ya. Y los pastores, al ver al ángel, Io primero, se asustan, tienen miedo, se llenaron de miedo, Io que para San Lucas es toda la intención, porque cuando una persona se asoma a su misterio y grandeza, al misterio de Dios en el hombre, Io primero tiene miedo. Esto iba muy bien sobre todo para los judíos. Los judíos jamás tuvieron miedo porque estaban seguros de poseer a Dios y les era tan familiar que le tocaban la cara y metían la mano en los bolsillos de Dios. Eran amigos de Dios y se quedaban ahí. No le conocían. San Lucas dice: "Tener miedo es Io propio". San Pablo había insistido en esta idea: "Con temor y temblor haced vuestra salvación''.
El miedo es propio del que tiene una teofanía. El ángel aparece y Io primero que hace es provocar miedo. ¿Qué significa esto? Esa postura es fundamental. No es que San Lucas recrimine sino que les dice a los cristianos que le escuchan: Esto os toca. ¿Os habéis dicho alguna vez si estaré haciendo yo Io que Dios quiere que haga? ¿Os ha pasado esto? Si no os ha pasado no me vais a entender. O sea, aquellos judíos que saben tanto de Dios que lo saben todo, éstos no tienen miedo, pero jamás han visto a Dios, ni le verán. Pero aquel cristiano que en un momento de la vida dice: ¿Estoy yo en lo correcto, o no?, éste que tiene miedo, es que ya tiene el ángel de la anunciación delante. Así que el miedo es salvador.
Los pastores, de golpe, tienen miedo, pero aparece el ángel y les dice: "No temáis". Por tanto, la segunda escena del tríptico que hemos de pintar esta Navidad es que el ángel se apareció a unos pastores que están vigilando, y lo primero que hacen es sobresaltarse. El sobresalto, el miedo, quizá el temor y desde luego, la sorpresa, es propio del que sabe por dónde va a Dios. Dios nos conduce de sorpresa en sorpresa. Los que no se sorprenden de nada -como hoy nuestro mundo- para éstos Dios no ha nacido, para éstos la noche es densísima, están perdidos en la noche.
La primera reacción del que se acerca a Dios es el sobresalto: ¿Qué pasa? Y una vez que te has abierto al miedo, dura un segundo porque -fíjate qué rápido, dice San Lucas- enseguida aparece un ángel se sobresaltan y el ángel dice: "no temáis"; ya se ha disipado el miedo, ya está; pero has de tener miedo, como Abrahám: "Mátame a tu hijo", fíjate qué horror, pero luego dice Dios: "no Io mates"; pero el sobresalto es la cercanía de Dios.
"No temáis; os anuncio una buena noticia" En griego significa euangelion; angelios es noticia, eu es bueno. Así pues, el ángel viene y les dice a los pastores: "No tengáis miedo, os traigo el evangelio". Lo que pasa es que hay que traducir en castellano la palabra evangelio, que es buena noticia.
Para Lucas no solamente el nacimiento del Mesías es la noticia de todas las noticias, que ya lo he dicho, que nunca jamás sucederá ya nada comparable con Io que ya ha pasado; pero para San Lucas va un "eu" delante, es una buena noticia. Luego para aquel que se acerca a Dios y que con temor dice: "¿Estaré haciendo lo que Dios quiere? ", Dios responde siempre: "No temas, hijo". Esta palabra la dirá Jesús cada vez en las apariciones después de la Resurrección.
LA BUENA NOTICIA
Se aparece y los discipulos se sobresaltan; lo mismo que los pastores -eran pastores los discípulos para San Lucas- y Jesús dice: "No temáis, soy yo"; pero ya les ha dado el susto. Primero da el susto y después les dice: "No temáis que soy Yo" Aquí igual -asustar es abrir las puertas ¿eh?-. Cuando los tiene así, asustados, les suelta la noticia.
Pero la noticia es siempre buena: jamás Dios trae malas noticias, jamás; por eso los libros que nos cuentan cómo llegó el Mesías se llaman "Euangelion", la buena noticia. No hay malas noticias, estamos salvados. Dios ha estado entre nosotros. Los que predican malas noticias lo pueden hacer cuando quieran a su aire, pero jamás en nombre de Dios.
El mundo está lleno de cristianos y paracristianos, postcristianos y precristianos, para quienes todo es noticia: apocalipsis, derrotas, que en este siglo sucederá tal cosa o tal otra. Tienen todo el derecho de decir lo que quieran y todos los que no son pastores tienen el derecho de escucharles; pero los pastores y los cristianos saben que las noticias son siempre buenas desde que Dios estuvo con nosotros.
Por tanto, es curioso que cuando Lucas nos dice cómo el ángel anunció que Cristo había nacido, empieza diciendo que no tengan miedo; les borra el miedo, de golpe. Y segundo, causal, "porque os traigo una noticia buena", Esto es, el nacimiento del Señor. Luego esto tiene dos consecuencias -para los pastores, no para los Herodes-, que les quita el miedo para siempre. ¿Tienen miedo los cristianos? No son pastores y no estuvieron en el nacimiento. Y, segundo, ¿están convencidos los cristianos de que lo que tienen que contar, lo que poseen, no es una buena noticia? No hay malas noticias, no; todo el evangelio es una buena noticia.
Así que a los cristianos de los primeros núcleos primitivos, San Lucas les dice: ¿Vosotros sois cristianos? Sí, pues estuvisteis con los pastores, porque vigilábais con ellos y érais pastores, habéis recibido el susto inicial, pero una vez que sufrísteis el primer susto del anuncio, ya sabéis dos cosas fundamentales: no tengáis miedo, porque en la noche sucedió lo mejor, no puede pasar nada ya. ¿Quién nos va a quitar que Cristo haya nacido para nosotros y que hayamos comido el pan de Dios, que es la inmortalidad? Tenéis en la mano la mejor de las noticias. Lo que pasa es, y ahora otra vez es magistral San Lucas, que esta noticia buena, que quita el miedo para siempre y de raíz, solamente se anuncia a los trashumantes, a los que jamás se sientan y siempre quieren más de Dios y a los que tienen los ojos abiertos Los que van con los ojos cerrados o dormidos por la vida no saben nada.
Bueno, suponte que estás ahí sentado y que se te aparece un ángel: y cuando la súbita aparición te ha puesto así todo erizado, el ángel dice: "Ahora escúchame bien: No tengas miedo. Te traigo una buena noticia". Pero, ¿cuál es la buena noticia? Y empieza con una palabra curiosísima: hoy, "Semeron", que en griego significa el día de hoy, significa amanece, esto es, semeron "el dia que empieza". Semeron para San Lucas -o simeron, como Io dicen los griegos actuales- fíjense de dónde sale: Cuando Jesús muere, un ladrón le dice: "Señor, ¿te acordarás de mi?" Y Jesús le dice: "Semeron estarás conmigo en el cielo". O sea, para Lucas la palabra semeron es escatológica, es terminal, aquí viene la muerte. HOY quiere decir que en este momento acaba de entrar lo final en el tiempo; empiezan los últimos tiempos ahora. Fíjate qué predilección tienen los pastores: Vosotros seréis testigos. En este momento el cielo acaba de entrar en la tierra; Io que esperáis es el "cogollo" de vuestra carne. Los tiempos finales han empezado: Ya, por tanto, la eternidad se abre camino entre vosotros. De esto vais a ser testigos. Fíjate con qué palabra empieza Lucas: Hoy, que es el tiempo final. Ya estamos en el final de los tiempos: ya pueden durar millones de años, pero el final ya está en nosotros. ¿Qué es Io final? Pues Dios. Bueno, pues este Dios nos ha salido al encuentro y se ha metido en el corazón de nuestra noche; ya está aquí.
La palabra está escogidísima porque es escatológica y en los evangelios de Lucas encontraréis siempre esta palabra en un momento final. Escatológico significa escatón final. Buena, pues lo terminal, Io que tanto esperáis, aquello a dónde camináis los pastores que lleváis dos millones de años caminando, ha entrado esta noche, acaba de llegar ahora a vosotros. Así que han empezado los últimos tiempos.
Os anuncio -fijémonos qué forma de anunciar la llegada del Mesías-: anuncia que un niño ha nacido diciendo que ha empezado lo último. Es maravilloso: cuando llego yo, y tú, cuando llega un hombre a la tierra, en ese hombre empieza ya lo último, o sea, ya lleva semilla de la eternidad en sí. ¿Se puede decir mejor noticia? Luego, en cada niño que nace, llega lo último ya. Con que siga así, llega y desemboca en la ribera de la eternidad. ¿Verdad que esta palabra es definitiva? ¿Que es conmovedor este "hoy"? A partir de este momento ya no queda más que un día, que durará mil millones de años, pero es un día. Hoy, en esta noche, empieza un hoy que ya no termina. Con que te embarques en él, sin cambiar de día, llegas hasta Dios. Eso es escatología. ¡Fijense qué manera de hablar de la muerte más maravillosa! No es que cuando nacemos morimos, no. Es que cuando morimos nacemos. Es un despertar constante, y al final, despiertas del todo y te mueres. Menos mal que no nos despertamos del todo, porque nos moriríamos. Los muertos están despiertos. Nosotros estamos aquí porque estamos dormidos. Pues hay que despertarse -dice San Lucas- y ser pastores y vigilar.
DIOS ES SIEMPRE NIÑO
San Lucas va a contar el nacimiento del Mesías. ¿Y cómo lo cuenta? Escuchémosle, y quizá inventaremos el modo de contarle hoy a los niños la maravilla de la Navidad: Hoy os ha nacido un niño. A los pastores les dice: "Hoy os ha nacido el Mesías", pero en lugar de decir el Mesías les dice que les ha nacido un niño, Dios es siempre niño. Por ello los ángeles de los niños están viendo siempre la cara del Padre. A Dios le ven siempre los niños, así que para contar a los niños esto está muy bien. Dios es siempre niño, así que, mira, hijo, cuando dejes de ser niño Dios deja de estar en ti. O sea, que hay que ser niños toda la vida. ¿Y qué es ser niño? Pues ser capaces de jugar toda la vida. De hacer cosas todo el día y enredar, sin cobrar un céntimo; de darle una bofetada al amigo y a los dos minutos darle un beso; eso es ser niño; creérselo todo, ir por la vida como tonto pero con los ojos abiertos. Esto es ser niño.
Así que la pequeñez. Y repite Io que sabemos: Lucas nos cuenta Io que pasó y, en segundo lugar, nos cuenta lo que el ángel dijo a los pastores que pasó: "Os ha nacido un niño; lo encontraréis en pañales y en un pesebre. Y ésta es la señal": (señal es "semeion", es el semáforo, es la misma raíz: semeion significa milagro); por tanto, "hoy", el dia definitivo que ya no terminará jamás, el sol ya no se pondrá nunca sobre este día. Hoy ha sucedido un milagro. Cada vez que nace un niño es un milagro -notemos que para los evangelios el milagro es casi al revés de lo que entendemos- hoy entendemos que los milagros hacen la fe: ¡Es la fe la que hace milagros!: "Si tenéis fe como un grano de mostaza, diréis a esta montaña, ¡tírate al mar!" ¿Lo vemos?
Por tanto, aquel que cree gracias a los milagros, está descolocado; es al revés, es el que gracias a Io que cree hace milagros; éste es un cristiano. El cristiano, gracias a la fe, hace milagros. Los hay que gracias a los milagros creen, tienen fe. Estos son tontos, estos no están aquí, no. Los milagros no provocan fe ninguna. ¿Cuántos milagros hizo el Señor y no vieron nada los israelitas? Tenían los ojos cerrados, no eran pastores.
Y ahí viene Lucas diciéndoles: "Hoy os ha sucedido un milagro". Pero este milagro no provoca la fe. La fe os enseñará a interpretarlo. Es un milagro, y este milagro os conducirá hasta Dios. Así que si queréis ver a Dios, o sea, si queréis interpretar este milagro, os hará falta fe, porque "encontraréis a Dios, que será un niño, en pañales y en un pesebre". ¿Éste es Dios? ¡Qué va! Un niño en pañales y en un pesebre, es Io más ordinario de la vida. Pues ahí está el milagro. Por eso, aquellos cristianos que buscan milagros en los milagros, no saben Io que buscan, buscan. Cada tapeinosis de la vida es un milagro; una violeta que florece escondida es un milagro; el niño que ríe es un milagro; y un cristiano que tiene confianza en el futuro es un milagro. Lo
demás son tonterías. Así que "os ha sucedido un milagro, ésta es la señal, ¿y cúal es la señal? Os ha nacido el Mesías; y la señal es que encontraréis un niño en pañales y en un pesebre''. Tapeinosis otra vez.
Repasemos el "no tengas miedo", y el "te traigo una buena noticia". Puede muy bien ser que a Io largo de la vida o, por ejemplo, en el momento de morir, a uno le entre miedo. Bueno; pues ese miedo, que está diciendo San Lucas que puedes tener hoy cuando te preguntas, ¿camino, o no camino? , ¿voy bien, o no voy bien?; o quizá, al final del hoy, en el atardecer del último día de tu vida, cuando vengan las tinieblas de esta vida sobre tus Ojos, te preguntarás: Y la muerte ¿dónde me va a llevar? El miedo de la muerte otra vez acuérdate: aparece el ángel, y lo primero que te dice es: "no tengas miedo". Cuando el hoy se termine, tampoco. Todo este Hoy está lleno de presencia del Jesús que ha nacido, del pan que tienes en el pesebre. "'No tengas miedo".
Segundo: "Te anuncio una gran noticia". Por tanto, cuando te mueras, también la gran noticia para ti: te acaba de nacer en Belén de Judá -que es la otra orilla, la eternidad ya-, el Salvador del mundo. Y Io encontraréis justamente en el estaIlido de un milagro que es un milagro de pequeñez: es un niño -no un hombre-, en pañales -no vestido de rey- y en un pesebre -no en un palacio-. Por tanto, cada afirmación es una negación. Dios no aparece vestido ya de 40 años, con vestidos de emperador romano, ni aparece en un palacio, sino en un pesebre y además es un niño.
Esto es lo que cuenta el ángel a los pastores. Con Io cual, les lleva a la curiosidad, que es lo fundamental. El ángel podía haber cogido a cada pastorcillo por el pelo y colocarlo en la cueva, como hacemos nosotros. No Io hizo -San Lucas esto Io sabe muy bien-: el ángel se aparece, provoca un miedo -que podemos tener todos en cualquier momento de este día de nuestra vida- y este miedo es barrido inmediatamente por el ángel: "no tengas miedo, te anuncio una noticia buena", vengo a darte una buena noticia. Las malas noticias no son de ángeles, son de gentes terroríficas que son de otro mundo, pero los ángeles no anuncian nunca malas noticias. ¿Y cómo te dice la buena noticia? Pues diciendo que ha nacido un milagro y que es un milagro que vas a descubrir justamente por un acto de tu fe. Este milagro contiene a Dios. Pero ¡cuidado!, no le busques de 40 metros a Dios, ¡es un niño! ¿Te lo vas a creer? Si no te lo crees, no le verás. Y no te lo creas vestido de guerrero, va en pañales; y no Io coloques en un palacio en Roma o en Jerusalén: está en un pesebre.
Una vez que ha dicho esto, se va el ángel; o sea, que les ha anunciado, pero no les ha conducido al lugar.
Ahora viene la libertad humana. ¿Y qué harán los pastores? Pues los "guapos" harán lo que hariamos tú y yo: "Este nos ha tomado el pelo"; y siguen vigilando, esperando... -que los hay que esperan todavia-. Los hay que están en el "hoy" y, sin saberlo, están en el ayer de forma definitiva. ¡Cuánta gente piensa: éste nos toma el pelo! Como no son capaces de maravillarse, dicen: No, con mi ovejita y mi paisaje verde me basta. En cambio los pastores, justamente, porque eran nómadas, porque iban de aquí para allá, porque eran trotamundos -que es Io que hay que ser-, inquietos, y porque vigilaban (filáctontes)-, el ángel va y les dice: "Habéis de hacer un acto de fe; os ha nacido la buena noticia, el Salvador del mundo"; pero haréis un acto de fe porque le encontraréis niño, en pañales y en pesebre. Ahora la reacción es vuestra; y el ángel se va.
EL QUE BUSCA ENCUENTRA
Así que los pastores, una vez que han reclbido el mensaje, reaccionan: es la reacción humana, la libertad humana. Y reaccionan bien: "Vamos a ver", eso es, vamos a ver esto que nos ha anunciado el ángel .
"Vamos a ver". Y en aquel instante, corrieron presurosos y se fueron a ver, a Belén. ¿Y qué pasó? Encontraron. Claro, encontraron. Es el despertar. El que busca encuentra, es de Cristo, También Io escribió San Lucas más adelante, digo más atrás, porque esto es el último capítulo. El primer capítulo es el último que escribe "El que busca encuentra".
"Vamos a ver". Digo que este "hoy" es el hoy que sucede aquí, pero que ya es el hoy que dura hasta el atardecer de nuestra vida y nuestro mundo, hasta la orilla de la eternidad. Estos pastores anunciados son el pueblo cristiano. Ahí coloca San Lucas a sus oyentes. Estáis aquí porque no estuvisteis contentos con Io que sabíais de Grecia, con vuestros filósofos griegos. Érais pastores, estábais en vela, os anunciaron a Cristo, y estáis aquí. Por tanto, sois como los pastores a quienes los ángeles anunciaron a Cristo y os habéis convertido en cristianos y estáis aquí. ¿Por qué? Porque en un niño, en pesebre y en braguitas, habéis descubierto a Dios. O sea, no porque habéis visto a Dios en el Sinaí, lleno de truenos y relámpagos, sino que (como los pastores) habéis tenido ojos suficientes para descubrir a Dios en la pequeñez de un niño en un pesebre y en pañales; y eso es lo que os hace cristianos.
El cristiano que ha sido pastor, ha vigilado en la noche, ha tenido los ojos abiertos, ha recibido el anuncio del ángel y ha sido capaz de descubrir a Dios en un niño pequeño acostado en un pesebre, es el hombre que está dotado y entregado para siempre a maravillarse. Todo es maravilla. Que vuele un pajarillo es maravilla para el cristiano; para el tonto no; que nazca una flor es una maravilla para un cristiano; para un sabio no. Que un niño sonría y se reflejen en sus ojos las estrellas del cielo, es una maravilla para un cristiano; para un físico no. Y así sucesivamente. Todo es una maravilla.
Así que "llegaron y se maravillaron"; o sea, quedaron perplejos, pasmados. Esa es la postura del cristiano. Y la gente no quiere pasmarse, sino todo lo contrario. No, no, la capacidad de maravillarse es la capacidad del cristiano. Están sucediendo milagros continuamente entre nosotros, Io que pasa es que no tenemos los ojos abiertos. Así que el cristiano está aquí retratado.
Ya hemos dicho que como este día es el día de "hoy" -el día que hoy empieza y ya no termina sino en la eternidad- ahí dentro está incluida la escatología. Ésta es nuestra vida y, por tanto, cada momento de la vida, cuando la vida se pone de pie y se densifica increíblemente, en el momento de morir, en la tarde de ese día, entonces justamente es cuando el hombre dice: "Vamos a ver, vamos a ver ya"; pero este niño que nos nace ahora, estará en la eternidad y allí le encontrarás -dice San Lucas-. Sí, incluso en el último instante de la tarde de tu vida, puesta de pie toda tu vida, sabes decir "vamos a ver", y en vez de arrugarte -¡ay la muerte!, ¡qué susto!- piensas: "yo quiero ver lo que hay detrás'', ábrete y vas a ver: encontrarás a María y a José y al niño en el pesebre, y te maravillarás de lo que sucederá.
Así cuenta San Lucas la maravilla: Y en aquel instante, cuando el ángel acabó de aparecer y empezaron a caminar los pastores, se abrió el cielo de par en par y una muchedumbre de ángeles bajó del cielo y llenó de canciones la noche. O sea, que el atardecer de tu vida se Ilenará de ángeles y de canciones. Eso no Io sabes todavía, pero a ello vas.
De manera que en vez de asustarte -ésta es la muerte- en la tarde del día, cuando el ángel se retira después de haberte anunciado que Dios te ha nacido en el corazón y que estás a punto de entrar en Él, de descubrirle, la noche se rasga, el cielo se cae sobre la tierra y una muchedumbre interminable de ángeles se pone a cantar.
El ángel les dice: "Os voy a contar una gran noticia", Y tú dices: "Claro, que Jesús ha nacido". Pero, ¿cómo se lo cuenta? "Jesús ha nacido así", y se va. No. Les dice: "No tengáis miedo; es una gran noticia: Jesús ha nacido, pero es un niño pequeño, en pañales y en un pesebre". Éste es Dios, así se lo ha dicho.
Pues ahora es igual. Ese día de "hoy", que nació con el nacimiento de Cristo y con mi nacimiento, es todo un día en el que voy caminando y descubriendo a Dios continuamente en las cosas pequeñas, y por tanto, voy de maravilla en maravilla y de despertar en despertar, y me pregunto: "Bueno, pero cuando me abra del todo y despierte del todo, a lo mejor veo un fantasma". Y sigue San Lucas: No, el final del día de hoy, el final del anuncio del ángel, es el cielo que se abre y la noche que se llena de ángeles cantando, Por tanto, el atardecer de tu vida es un cielo que se abre y caen los ángeles y se ponen a cantar. Y ahora preguntamos: ¿Y qué cantan?, y San Lucas, seguramente recogiendo un cantar que debía cantar la Iglesia primitiva en la liturgia sobre el año 70, escribe una cosa curiosísima: Un triptico. San Lucas, como es trinitario, pone siempre trípticos:
* GLORIA A DIOS -que no interesa mucho ahora, porque el Gloria siempre es a Dios- EN EL CIELO
* EN LA TIERRA; esto es, en el momento de la muerte, como véis, el cielo y la tierra se están besando, el día se introduce ya en el día definitivo: EN LA TIERRA PAZ.
* Y A LOS HOMBRES EUDOKIA: EUDOKEN significa buen parecer.
Apenas los pastores han recibido el mensaje y han decidido que van a caminar, empiezan a salir corriendo hacia el milagro y hacia el acto de fe que tendrán que hacer, puesto que Dios se les presentará en forma de inválido, de "tapeinós", de humilde, de un niño en pesebre y en pañales. Y una vez que ha aparecido esto, cuando estás decidido ya y dices: Pues sí, voy a caminar -incluso aunque sea en la última tarde de tu vida-, voy a caminar a ver qué pasa, y vas a acabar de despertar hacia la última maravilla. En aquel momento se rasga el cielo, empiezan a caer ángeles, y cantan tres cosas:
Gloria a Dios; doxa en hebreo es cabot -es muy propia esta palabra-. Cabot es una atribución propia de Dios; la gloria de Dios es Dios, Isaías vio la gloria, significa que vio la presencia de Dios. Cantan los ángeles: presencia de Dios, Dios está aquí. Claro, ha juntado las dos cosas, acaba de contar el ángel que Dios ha nacido en el día de hoy en forma de niño. Y al final de este día, este niño te ha empujado y te dirá: Dios, lo definitivo, el final, está aquí. O sea, que el día que empieza con el nacimiento de Cristo, termina con el encuentro con Dios en la eternidad.
Todo el cuadro empieza con una situación cronológica: El tiempo, que es el tiempo de Augusto, con la Pax Augusta reinaba en el mundo la paz, todo el Imperio Romano era el mundo entero, -conocido, claro está- y gobernaba Roma y en paz. Y Lucas dice: "De la paz de Augusto ríete". La paz está allí, fijense, la paz nace en Belén.
¿El centro de la paz mundial es Roma? No, el centro de la paz es Belén. Fíjense qué desplazamiento y con qué elegancia, sin protestar de Roma. La paz en la tierra nace en Belén, no en Roma y con Augusto.
Los ángeles dicen: "Gloria a Dios en el cielo", asi que tú vas al encuentro que te anuncia el ángel. Se rasgan los cielos y el día de hoy tuyo termina en Dios en el cielo. Ese paso tuyo por la tierra y el nacimiento de Jesús, que es tu nacimiento, es paz en la tierra. "Irene": la paz. Y para los hombres de esta tierra, "eudokia". La traducción mejor sería: el favor de Dios. O sea, los hombres en la tierra (es un sustantivo), porque en castellano dicen: "Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor, o de buena voluntad". Aquí se nota que hay una traducción dificil, porque eudikia es intraducible. Si queremos hacer violencia al idioma diríamos: Aqui está Dios, el cielo es de Dios y tú entras en el cielo. Tu paso por la tierra ha sembrado semillas de paz, en la tierra ha nacido ya el cogollo de la paz con la Navidad y cada hombre que pasa en Navidad es una paz que nace. Y los hombres tienen un sustantivo que les define, Eudokia. Son amigos de Dios. A partir de hoy el hombre y Dios son amigos. ¿Se puede decir mejor? ¡Qué canción con tres palabras!
Tú vas por la vida, y el día de hoy, tan denso de cosas, nació hace dos mil años. Este dia de la Navidad, tan denso de cosas, para ti han sido tus ochenta años. Has ido, como los pastores, buscando. ¿Es verdad que has buscado? Pues si has buscado, cuando llegue el último día y la última tarde seguirás buscando. Acabarás de abrir los ojos, acabarás de despertar -vivir es despertar-, acabarás de maravillarte. Y esta maravilla te traerá un insospechado milagro, el cielo se abrirá -claro, el cielo y la tierra se besan ya en el horizonte donde tú ya cabalgas- y entonces sucederá que verás por primera vez que el cielo es de Dios. Evidentemente. En la tierra crece cada vez más la paz desde el Mesías y desde que tú has pasado. Y además sucede otra cosa, que mientras el cielo -lugar de Dios- y la tierra -lugar de paz-, se estén abriendo los dos en una canción de ángeles, los hombres irán descubriendo una realidad: Los hombres son eudokia, están bien vistos por Dios, son amigos de Dios.
Ésta es la Navidad contada por San Lucas. Espero que sea así, pero, sobre todo, que nos convenzamos de una vez por todas que, cuando aparece Dios, aparecen los ángeles o aparece la Navidad, es siempre para darnos una buena noticia y para quitarnos todos los miedos. Lo mejor ha sucedido ya. Somos herederos del cielo, y ya está sucediendo para cada uno de nosotros -y sucederá más cada día- que cuanto más nos acerquemos al horizonte donde el cielo y la tierra se besan, la tierra y el cielo tienen una palabra propia: el cielo Dios, la tierra paz, y, en medio, el hombre, que es un amigo de Dios.

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