Santa Eulalia de Mérida, virgen y mártir
fecha: 10 de diciembre
n.: c. 292 - †: c. 304 - país: España
otras formas del nombre: Olalla, Olaya
canonización: pre-congregación
hagiografía: Abel Della Costa
n.: c. 292 - †: c. 304 - país: España
otras formas del nombre: Olalla, Olaya
canonización: pre-congregación
hagiografía: Abel Della Costa
Elogio: Santa Eulalia, virgen y mártir, que, según se cuenta, en Mérida,
población de Lusitania, siendo aún joven no dudó en ofrecer su vida por
confesar a Cristo.
Patronazgos: Patrona de las parturientas, los viajeros, y protectora contra la
disentería y la infelicidad.
refieren a este santo: Santa Eulalia de
Barcelona
Oración: Oh Dios, fuente de todos los bienes,
que para llevarnos a la confesión de tu nombre te has servido incluso del
martirio de los niños, haz que tu Iglesia, alentada por el ejemplo de Santa
Eulalia de Mérida, virgen y mártir, no tema sufrir por ti y desee ardientemente
la gloria del premio eterno. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los
siglos. Amén (oración litúrgica).
El santoral español registra
tradicionalmente dos Eulalias vírgen y mártir: la de Mérida y la de Barcelona,
las dos en el siglo IV. Sus noticias se han esparcido de manera mezclada, y no
es raro encontrar, ya desde la antigüedad, escritos donde se cuenta de la de
Barcelona lo que corresponde a la de Mérida. El Martirologio Romano actual, en
su edición 2004, ha optado por retirar la inscripción de santa Eulalia de
Barcelona, por considerarla una duplicación de la Eulalia que conmemoramos hoy.
Santa Eulalia de Mérida es una mártir
conocida y querida en España, en especial en Mérida, naturalmente, pero también
en Andalucía, en Murcia y en Asturias. La encontraremos en las tradiciones
populares con el nombre original de Eulalia («de hermoso hablar»), Olalla u
Olaya. El primer poema completo en lengua ástur que se conserva, del siglo
XVII, está referido a esta santa, y trata de la cuestión de las reliquias de
Eulalia, que están -incluso hasta la actualidad- en Oviedo. Su culto se
extendió también fuera de las fronteras de España. Era conocida en África,
donde san Agustín predicó un sermón en su homenaje (313G); también Beda el
Venerable la menciona en el himno que compuso en honor de santa Etelreda y san
Adelmo, y el poema francés más antiguo que existe, la «Cantiléne de Sainte
Eulalie», del siglo IX, relata la vida de la santa.
Su martirio se nos narra en uno de los
poemas de Prudencio «Peristephanon» («Sobre las coronas», dedicados a los
mártires): el martirio de santa Eulalia ocupa el Canto III. Puesto que se puede
datar el poema de Prudencio como anterior al 410, podemos asegurarnos de que
escribía acerca de una tradición que él mismo pudo haber recibido de primera
mano, y nos muestra también que el culto de la mártir gozaba ya para esa época
de difusión entre las grandes historias que circulaban.
Eulalia habría sido una cristiana muy
joven, de apenas doce años, que, aleccionada por el ejemplo de los mártires, se
enciende en deseos de dar su sangre por Cristo. Habiéndose proclamado por orden
de Daciano, el cruel prefecto de Diocleciano, en el 304, un decreto obligando a
la adoración de los dioses paganos, sus padres la retiran (al campo o a una
torre, según distintas versiones), pero ella escapa y va a la ciudad de Mérida,
se presenta ante el juez y da allí un testimonio público en favor de los
cristianos:
«Os ruego respondáis: ¿qué significa
ese furioso empeño, que a las almas
de perdición en el tremendo abismo
anhela ver al fin, precipitadas;
y a corazones, de su ruina pródigos,
al escollo de eterno mal arrastra?
Negar a Dios, omnipotente Padre,
¿no es el colmo, decidme, de la insania?
[...]
Isis, Apolo, Venus; todos estos,
y el mismo Maximiano, ¿qué son? nada.
Aquellos porque son sólo figuras
hechas por mano humana,
éste porque a las frívolas hechuras,
de las manos adora y las ensalza.
Nada son ambas cosas:
una y otra son fútiles y vanas.
Maximiano, que es dueño de riquezas,
y a las piedras, no obstante, sirve y ama,
prostituya y ofrezca su persona
a sus númenes: sea. Mas, ¿qué alcanza
con afligir, injusto,
y molestar a generosas almas?»
«Os ruego respondáis: ¿qué significa
ese furioso empeño, que a las almas
de perdición en el tremendo abismo
anhela ver al fin, precipitadas;
y a corazones, de su ruina pródigos,
al escollo de eterno mal arrastra?
Negar a Dios, omnipotente Padre,
¿no es el colmo, decidme, de la insania?
[...]
Isis, Apolo, Venus; todos estos,
y el mismo Maximiano, ¿qué son? nada.
Aquellos porque son sólo figuras
hechas por mano humana,
éste porque a las frívolas hechuras,
de las manos adora y las ensalza.
Nada son ambas cosas:
una y otra son fútiles y vanas.
Maximiano, que es dueño de riquezas,
y a las piedras, no obstante, sirve y ama,
prostituya y ofrezca su persona
a sus númenes: sea. Mas, ¿qué alcanza
con afligir, injusto,
y molestar a generosas almas?»
Ante semejante discurso la apresan
inmediatamente y es el turno ahora del procurador de hacerla «razonar» de qué
poco se le pide para dejarla en paz, y cuán fácil le sería librarse de los
tormentos, basta sólo ofrecer un sacrificio mínimo a los dioses:
«... un poquito de sal, no más, tocaras
o exiguos granos de aromoso incienso...»
«... un poquito de sal, no más, tocaras
o exiguos granos de aromoso incienso...»
Pero Eulalia, lejos de retroceder ante las
amenazas, se enciende aun más en su testimonio. Mientras los soldados la hieren
«penetrando sus hierros hasta el hueso», Eulalia dialoga con Jesús, a quien le
dice que está escribiendo su Pasión (la de Jesús) con los caracteres de su
propia sangre (la de Eulalia). Finalmente la queman, y muere asfixiada. Su alma
sale en forma de paloma de su cuerpo, y vuela hacia la eternidad a la vista de
todos, y el cielo, para enfriar el cuerpo y cubrir la desnudez de la virgen,
descarga sobre el anfiteatro una copiosa nevada.
Es difícil evaluar qué debe admirarse más,
si la gesta de Eulalia o la maestría del poeta al contarla, pero ¿qué duda
cabe? sea como hayan sido los hechos, sea cuanto haya de adorno literario, el
martirio de Eulalia emociona, no por la narración sino porque deja al desnudo
la nada de lo que el mundo hace gala, y muestra que la Verdad no es la aliada
natural de la fuerza, sino de la debilidad, y que aunque tengamos «sólo
palabras» y el mundo hierros, el «buen hablar», el hablar de Dios, es quien
finalmente se impone por sobre el ruido de los hierros del mundo.
Otro poeta, esta vez del siglo XX, cantará
a santa Eulalia en su martirio:
Nieve ondulada reposa.
Olalla pende del árbol.
Su desnudo de carbón
tizna los aires helados.
Noche tirante reluce.
Olalla muerta en el árbol.
Tinteros de las ciudades
vuelcan la tinta despacio.
Negros maniquíes de sastre
cubren la nieve del campo
en largas filas que gimen
su silencio mutilado.
Nieve partida comienza.
Olalla blanca en el árbol.
Escuadras de níquel juntan
los picos en su costado.
*
Una custodia reluce
sobre los cielos quemados
entre gargantas de arroyo
y ruiseñores en ramos.
¡Saltan vidrios de colores!
Olalla blanca en lo blanco.
(Martirio de santa Olalla, parte III, de Federico García Lorca, en el Romancero Gitano)
Para las cuestiones críticas, puede leerse
la noticia del Butler-Guinea, tomo IV, pág. 527-28, con la habitual
bibliografía; puesto que prácticamente la única fuente se reduce al
Peristephanon, parece lo mejor proponer la lectura directa del martirio en el
poema, del que hay en línea una bellísima
versión castellana, de Justo Álvarez Amandi (1839-1919), de
donde he tomado las citas. La edición es facsimilar, y su lectura vale la pena.
El Peristephanon en
latín también es accesible en internet, y completo, todos
sus cantos, no sólo el III. El poema de García Lorca (del que sólo reproduje la
tercera sección) es muy conocido, y se consigue en distintos sitios que
reproducen el Romancero, he aquíuna referencia
posible.
Cuadro: Martirio de santa Eulalia, de John
William Waterhouse -pintor inglés prerrafaelita-, 1885, en la Tate Gallery de
Londres. La estatua es reproducción de la actual de la santa en la Catedral de
Mérida.
Abel Della Costa
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012
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El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía,
referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente
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