Con premura de ángeles y corazón de niño, fluye la comunicación y comunión con Dios en la liturgia de la semana
REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz
(RV).- (audio) Aunque es un espíritu, el arcángel san Miguel alcanza el peso y la fuerza eficaz del soldado, que ejecuta con la justicia de Dios la expulsión del demonio de la presencia divina.
El arcángel Gabriel, revoluciona el universo con el anuncio a María de Nazaret, de la potente misericordia del Dios que se hace humano.
Rafael manifiesta también la soberanía divina, como brazo de Dios que cura del mal.
Los ángeles significan atributos sobrenaturales, potentes y eficaces de la presencia de Dios en su comunicación con nosotros.
El 29, fiesta de los arcángeles, en el Evangelio Jesús mismo dice a Natanael: “verás el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre”. Y el 2 de octubre, en la fiesta de los ángeles custodios -el tuyo y el mío-, también Jesús advierte: “cuidado con maltratar a los niños, porque sus ángeles ven en el cielo el rostro de Dios”.
Los ángeles son como el marco vivo de la puerta del cielo abierto. Una puerta abierta que solo perciben aquellos que tienen espíritu de niño, puro, sencillo, confiado en el amor de Dios y abierto a sus sorpresas, como pide Jesús en el Evangelio.
El ejemplo lo tenemos en san Jerónimo, sacerdote y doctor de la Iglesia, que fue al desierto a rezar y nos tradujo la Biblia. Lo celebramos el 30.
Basta escuchar el nombre de santa Teresita del Niño Jesús para percibir algo del espíritu de niño y de la premura de los ángeles en la comunicación y comunión con Dios. La celebramos el 1 de octubre.
También la persona de san Francisco de Asís -que celebramos el 4 de octubre-, nos habla del espíritu puro, sencillo, humilde, confiado del niño en la aceptación radical de la alegría del Evangelio, que permite la fluidez sanadora, vivificante, potente, benéfica de la comunicación con Dios que encarnan los ángeles y arcángeles.
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