domingo, 28 de septiembre de 2014

Teresa de Calcuta y un discurso que la ONU y Emma Watson deberían escuchar 26092014

Teresa de Calcuta y un discurso que la ONU y Emma Watson deberían escuchar

 
 



Discurso de la Madre Teresa de Calcuta, en el Desayuno de Oración Nacional de 1994,
Washington, D.C., 3 de febrero de 1994
No vamos a volver a discutir  sobre Emma Watson y su discurso ante las Naciones Unidas. Creo que todos estamos de acuerdo con que el discurso tiene muchos elementos con los que todos estamos de acuerdo: ¿Quién en su sano juicio estaría a favor de que una mujer gane menos que un hombre por el mismo trabajo? ¿Quién en su sano juicio no se opondría a que adultos perversos comercialicen niñas y las sometas a los peores vejámenes sexuales?  ¿Quién en su sano juicio no está a favor de que a las mujeres les sea reconocida, en todos los países del mundo, igual dignidad a la del hombre y los mismos derechos y oportunidades? Si alguien se opone a alguna de estas cosas por favor deje inmediatamente de leer este post y solicite su reclusión en el primer manicomio que encuentre. ¡Se lo pago yo!
Lo que tenemos que saber distinguir del discurso de la joven embajadora de la ONU es que todo lo que dijo es patrimonio de cualquier ser humano medianamente pensante, y que no se necesita ser un feminista, ni creer en el feminismo, mucho menos en el paquete ideológico del feminismo abortista de ONU Mujeres (patrocinadoras del discurso), para experimentar estas preocupaciones y luchar activamente por los derechos de la mujer. Cosa que, en modo sutil e inteligente, la actriz insinuó repetidas veces. Es obvio. Y es que si las personas aceptan esta asociación exclusiva y excluyente entre feminismo y defensa de la mujer, el veneno del feminismo ONU se puede inocular completo, con las cosas que Emma dijo (repito, cosas loables) y con las cosas que Emma intencionalmente cayó sobre aborto, familia, salud reproductiva, género, religión y demás “temáticas complicadas” que, como todos sabemos, están detrás de la institución que la Señorita Watson representa. Por eso las FEMEN, dentro de lo mal que me caen, me caen mejor que la ONU; al menos se pintarrajean de pies a cabeza con sus intenciones y distribuyen su veneno con claridad. La ONU no. La ONU nos pone a una actriz de moda, elegida a dedo por haber terminado la universidad y tener fama de mujer inteligente y emprendedora, con un discurso muy bien pensado y frases que entran en 140 caracteres (“If not me, who?; if not now, when?”), etc. Pero, ¿Cuánta experiencia tiene esta chica, de 24 años y egresada hace 5 meses, en la defensa de los derechos de la mujer? (pregunta retórica).
 
Por todas estas razones me quedo con la claridad del discurso de la Madre Teresa de Calcuta. No terminó la universidad, no es alta, no es muy bonita, sus frases no entran en un tuit, el microfono le tapa la cara, no sabe abrir ni siquiera las página de su propio discurso… ¡es un desastre mediático esta mujer! ¡Ni siquiera habla un buen ingles! ¿Quién la eligió? ¡¿Qué hace ahí?! Está ahí porque se ha desvivido, hasta el dolor, acompañando y amando mujeres de todo tipo, raza y religión. Porque ella conoce qué cosa es hacer un discurso desde la realidad del dolor de las mujeres oprimidas y no desde el escritorio de un lobby de intelectuales feministas. Está ahí porque se ganó el derecho a estarlo recogiendo mujeres apaleadas por las calles de la India y aceptando insultos y calumnias. Habla en ese estrado porque sus palabras son auténticas, no quiere vender ningún producto y por eso no calla intencionalmente ninguna de sus intenciones: al aborto le llama aborto, a Jesús, Jesús, al bien, bien, y al mal, mal, y sabe perfectamente, porque no es ingenua, que muchos no estarán de acuerdo con ella, pero su objetivo no es convencer, su objetivo es amar, porque sabe en su corazón que promover el aborto es el mayor daño que se le puede hacer a una madre, y ella sabe lo que sufren las madres, las conoce, las ha visto, las ha tocado, hasta ha llorado con ellas. La Madre Teresa sabe que el aborto no enseña a amar, y que la mujer – como el hombre – «se realiza en plenitud en el don sincero de sí» (Mulieris Dignitatem, 19)

Yo me quedo con este modo de luchar por la dignidad de la mujer y la igualdad de sus derechos. Un modo sincero, no ideológico, encarnado, respetuoso, abnegado y milenario (porque empezó cuando San José decidió no repudiar a María en el contexto más machista que parió la historia. ¡Eso es un auténtico #HeForShe, Emma!). Ese modo se llama cristianismo y es propio de todo cristiano. Por esta razón, no encuentro ninguna razón para añadirme el ambiguo apellido de: “feminista”, y rechazo cualquier tipo de asociación de carácter exclusivo entre la defensa de la dignidad y derechos de la mujer y la causa del feminismo, sea el que sea.

(Artículo original: http://catholic-link.com/2014/09/26/teresa-de-calcuta-y-un-discurso-que-la-onu-y-emma-watson-deberian-escuchar/)

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