Beato Gabriel María Allegra, religioso
presbítero
fecha: 26 de enero
n.: 1907 - †: 1976 - país: China
canonización: B: Benedicto XVI 29 sep 2012
hagiografía: Directorio Franciscano
n.: 1907 - †: 1976 - país: China
canonización: B: Benedicto XVI 29 sep 2012
hagiografía: Directorio Franciscano
En
Hong Kong, China, beato Juan Esteban Allegra, en religión Gabriel María,
presbítero de la Orden de los Hermanos Menores de San Francisco, misionero en
China, para cuyo idioma realizó la primera versión completa de las Sagradas
Escrituras.
refieren a este santo: Santos
Gumersindo y Servideo
El P. Allegra nació el 26 de diciembre de
1907 en San Giovanni La Punta, provincia de Catania, pueblo siciliano entonces
pequeño, emplazado en las estribaciones del Etna. Fue el mayor de ocho hermanos
y en el bautismo recibió el nombre de Juan. La familia Allegra, muy devota de
la Virgen, era la que custodiaba el santuario local de la Virgen de La
Ravanusa, lugar al que están vinculados diversos momentos importantes de
nuestro beato.
En 1918, con once años, entró al seminario menor
franciscano en el convento de San Biagio en Arcireale (Sicilia), donde hizo los
estudios de bachillerato. El 13 de octubre de 1923 vistió el hábito franciscano
y comenzó el noviciado, cambiando su nombre de pila por el de Gabriel María. Al
año siguiente, el 19 de octubre de 1924, hizo la primera profesión. En 1926 lo
enviaron a Roma, al Colegio Internacional de San Antonio, para que completara
los estudios eclesiásticos en el Antonianum. Allí tuvo la fortuna de escuchar,
en 1928, una conferencia sobre Fr. Juan de Montecorvino, franciscano, misionero
en China de 1294 a 1328 y primer arzobispo de Pekín, con motivo del VI
centenario de su muerte. La conferencia fue -diría él más tarde en sus
Memorias- «como una mecha encendida lanzada contra un polvorín», y lo convenció
de que estaba llamado a ser misionero en China. Cuando se enteró de que en
China no había una traducción católica de toda la Biblia, decidió irse allí
para traducir las Sagradas Escrituras a la lengua de Confucio. Este voto lo
consignó a la Virgen Inmaculada, hacia la que siempre tuvo un afecto filial,
cuando fue a su pueblo a celebrar su primera misa cantada en el santuario de La
Ravanusa, el 15 de agosto de 1930, solemnidad de la Asunción de la Virgen
María. Poco antes, el 20 de julio de 1930, había recibido la ordenación
sacerdotal en Roma.
En septiembre de 1931 se embarcó en el puerto de
Brindis con destino a China, enviado por los superiores como misionero: tenía
24 años. Es cierto que el P. Allegra marchó al Extremo Oriente para llevar el
Evangelio a las gentes de aquel mundo. Pero, dentro de ese objetivo general,
tenía el concreto y específico de traducir la Biblia a la lengua china. Así,
tan pronto como llegó a su destino, se dedicó a estudiar el chino en Shanghai,
y lo hizo con tanto interés y pasión que, unos cuatro meses después de su
llegada, era ya capaz de ejercer su ministerio en el pueblo: confesaba,
bautizaba y comenzaba a predicar en chino. Y consiguió dominar de tal modo la
lengua china, tanto en su forma literaria como en la popular, que llegó a ser,
entre los mismos chinos, un maestro.
A finales de 1932 lo nombraron rector del seminario
menor de Heng Yang. Con el gran bagaje cultural que poseía (sabía y hablaba,
además del italiano y el chino, el inglés, el francés, el español, el alemán;
y, entre las lenguas bíblicas, el latín, el griego, el siríaco y el arameo), el
P. Allegra, en los primeros años de su experiencia misionera, emprendió en
solitario la traducción del Antiguo Testamento a partir del texto hebreo y
arameo, y en 1941 había terminado prácticamente un primer borrador. Pero no
quería asumir sobre sí mismo en exclusiva la responsabilidad de una traducción
a partir de los textos originales: vio que era necesaria la colaboración de
otros. Con la ayuda de algunos colaboradores prácticamente terminó en 1944 su
primer trabajo, la traducción del Antiguo Testamento. Desgraciadamente, durante
las vicisitudes de la guerra, perdió más de la mitad del texto traducido. Sin
embargo, no se desanimó, al contrario, llamó a nuevos hermanos en religión,
chinos, para que lo ayudaran. Y así nació el año 1945 el Estudio Bíblico
Franciscano en Pekín, que, debido a la agitación y la guerra, tuvo que mudarse
a Hong Kong el año 1948. Al P. Allegra le gustaba decir que el período de
permanencia en Pekín era "el Rivotorto y la Porciúncula" de su vida,
por la simplicidad, las dificultades, la pobreza, que con frecuencia hacían el
trabajo extenuante.
El 12 de agosto de 1946 se publicó en Hong Kong el
primer volumen, el de los Salmos, al que siguieron otros once, sumando en su conjunto
10.000 páginas, que llevaban, además de los textos bíblicos, un comentario rico
y actualizado y notas críticas de gran valor científico. Terminada la
traducción del Antiguo Testamento, en 1954 marchó a Tierra Santa junto con sus
hermanos en religión, para un curso de formación permanente.
Regresó a Hong Kong en 1955, y se dedicó a traducir el
Nuevo Testamento a partir del texto griego. El sueño de traducir toda la
Sagrada Escritura se hizo realidad con la publicación de las Cartas Católicas y
el Apocalipsis en 1961. Más tarde, en 1968, el Studium Biblicum Franciscanum
publicó por primera vez en la historia la Biblia completa traducida al chino
(Antiguo y Nuevo Testamento) en un solo volumen.
Traducir la Biblia, de los textos originales a lengua
china, comportaba ciertamente grandes esfuerzos; basta pensar en la necesidad
de crear vocablos nuevos para expresar conceptos hasta entonces desconocidos en
la lengua y en la mentalidad china. Por eso, el mérito del P. Allegra es
extraordinario: con su traducción no escribió una teología china, pero puso a
los chinos en condiciones de escribir una teología suya; es decir, permitió
interpretar el texto de la Revelación según las categorías propias de la
experiencia y cultura del lugar.
Para hacerse una idea de lo que significa la obra del
P. Allegra en la China de hoy, baste citar lo que ha afirmado, por ejemplo, el
Dr. Chang Tzu, director de la Biblioteca Nacional de Taipei: «Todos admiran y
con razón cuanto han hecho los monjes Budistas en China con la introducción y
la traducción de sus libros sagrados; pero es mucho más lo que han hecho los
Franciscanos con la traducción de la Biblia y especialmente con el Comentario».
Partiendo del interés común por la Sagrada Escritura,
el P. Allegra, con espíritu conciliar y evangélico, dirigió su atención a los
hermanos separados, iniciando con ellos un diálogo intenso y constructivo con
fines ecuménicos. En este campo dio vida a los "seminarios bíblicos",
o reuniones de estudio, con representantes de las varias denominaciones
protestantes de Europa, América y Asia. Organizó semanas bíblicas en Formosa,
Japón y Hong Kong. Predicó retiros espirituales a los seminaristas anglicanos.
Cultivó también otros campos de intereses, en particular el arte y la música.
Con todo, el P. Allegra no fue sólo un hombre de
estudio. Era ante todo un Hermano Menor, humilde, de gran corazón, abierto a
todas las miserias físicas y morales, a las que se acercaba con particular
ternura. Son innumerables en todo el mundo las almas que, bajo su dirección,
recobraron la fe o la esperanza. Aprovechaba todas las ocasiones para hablar
con palabras sencillas, como quería san Francisco. Hablaba a los humildes y a
los doctos. Pero su paternidad espiritual se volcaba especialmente sobre los
leprosos, a los que profesaba un amor particular. Aprovechaba las fiestas y los
días de descanso para ir a encontrarse con ellos y permanecer jornadas enteras
en su compañía.
En la vida del P. Allegra no se notaban
manifestaciones espirituales llamativas. Su santidad era en apariencia
totalmente ordinaria, manteniéndola celosamente escondida. En lo exterior hacía
cosas ordinarias como todos los demás, pero las hacía de un modo extraordinario.
Ejercitó las virtudes teologales y cardinales de modo heroico. En el
"Decreto pontificio sobre las virtudes" se lee: «Observó con suma
fidelidad la Regla franciscana y los votos». Su vida es un testimonio elocuente
de la primacía del amor de Cristo y del fiel servicio a la Iglesia, siguiendo
el ejemplo de san Francisco. La Carta Apostólica de su beatificación lo llama
«sacerdote de la Orden de Hermanos Menores, humilde discípulo de la Divina
Sabiduría, apóstol fiel de las Sagradas Escrituras, celoso misionero en tierras
de Oriente».
En su vida de fe y devoción, el P. Allegra reservaba
un espacio del todo privilegiado a la bienaventurada Virgen María: nutría hacia
ella un amor filial, tierno y afectuoso. A ella dirigía siempre su oración,
bajo su protección puso el Estudio Bíblico Franciscano, con ella dialogaba de
manera entrañable. Cuando volvía a Sicilia, su primer pensamiento era visitar
el santuario de la Virgen de la Ravanusa y permanecer allí en oración.
El P. Gabriel María Allegra murió en el hospital
"Canossa" (Cáritas) de Hong Kong el 26 de enero de 1976, apreciado
por todos como un hombre de gran caridad y sabiduría. En 1986 su cuerpo fue
trasladado a Acireale y sepultado en la iglesia del convento franciscano de San
Biagio, que pronto se convirtió en meta de peregrinaciones. El 23 de abril de
2002 Juan Pablo II reconoció el milagro que se atribuía a la intercesión del P.
Allegra, y el 29 de septiembre de 2012 fue beatificado en Acireale, en la
Basílica catedral de la Anunciación de María Santísima.
Extractado de la versión castellana publicada por el web de Franciscanos, de la «Vita» en italiano que se
encuentra en el sitio de internet, muy completo, dedicado al beato por los
Hermanos Menores de Sicilia.
fuente: Directorio Franciscano
accedida 209 veces
ingreso
o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía,
referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.org/lectura/santoral.php?idu=4972
No hay comentarios:
Publicar un comentario