61. Evangelizamos también cuando
tratamos de afrontar los diversos desafíos que puedan presentarse.[56] A
veces éstos se manifiestan en verdaderos ataques a la libertad religiosa o en
nuevas situaciones de persecución a los cristianos, las cuales en algunos
países han alcanzado niveles alarmantes de odio y violencia. En muchos lugares
se trata más bien de una difusa indiferencia relativista, relacionada con el
desencanto y la crisis de las ideologías que se provocó como reacción contra
todo lo que parezca totalitario. Esto no perjudica sólo a la Iglesia, sino a la
vida social en general. Reconozcamos que una cultura, en la cual cada uno
quiere ser el portador de una propia verdad subjetiva, vuelve difícil que los
ciudadanos deseen integrar un proyecto común más allá de los beneficios y
deseos personales.
62. En la cultura predominante, el
primer lugar está ocupado por lo exterior, lo inmediato, lo visible, lo rápido,
lo superficial, lo provisorio. Lo real cede el lugar a la apariencia. En muchos
países, la globalización ha significado un acelerado deterioro de las raíces
culturales con la invasión de tendencias pertenecientes a otras culturas,
económicamente desarrolladas pero éticamente debilitadas. Así lo han
manifestado en distintos Sínodos los Obispos de varios continentes. Los Obispos
africanos, por ejemplo, retomando la Encíclica Sollicitudo rei socialis, señalaron años
atrás que muchas veces se quiere convertir a los países de África en simples
«piezas de un mecanismo y de un engranaje gigantesco. Esto sucede a menudo en
el campo de los medios de comunicación social, los cuales, al estar dirigidos
mayormente por centros de la parte Norte del mundo, no siempre tienen en la
debida consideración las prioridades y los problemas propios de estos países,
ni respetan su fisonomía cultural».[57]
Igualmente, los Obispos de Asia «subrayaron los influjos que desde el exterior
se ejercen sobre las culturas asiáticas. Están apareciendo nuevas formas de
conducta, que son resultado de una excesiva exposición a los medios de
comunicación social […] Eso tiene como consecuencia que los aspectos negativos
de las industrias de los medios de comunicación y de entretenimiento ponen en
peligro los valores tradicionales».[58]
63. La fe católica de muchos
pueblos se enfrenta hoy con el desafío de la proliferación de nuevos
movimientos religiosos, algunos tendientes al fundamentalismo y otros que
parecen proponer una espiritualidad sin Dios. Esto es, por una parte, el
resultado de una reacción humana frente a la sociedad materialista, consumista
e individualista y, por otra parte, un aprovechamiento de las carencias de la
población que vive en las periferias y zonas empobrecidas, que sobrevive en
medio de grandes dolores humanos y busca soluciones inmediatas para sus
necesidades. Estos movimientos religiosos, que se caracterizan por su sutil
penetración, vienen a llenar, dentro del individualismo imperante, un vacío
dejado por el racionalismo secularista. Además, es necesario que reconozcamos
que, si parte de nuestro pueblo bautizado no experimenta su pertenencia a la
Iglesia, se debe también a la existencia de unas estructuras y a un clima poco
acogedores en algunas de nuestras parroquias y comunidades, o a una actitud
burocrática para dar respuesta a los problemas, simples o complejos, de la vida
de nuestros pueblos. En muchas partes hay un predominio de lo administrativo
sobre lo pastoral, así como una sacramentalización sin otras formas de
evangelización.
Reflexión:
16 de Diciembre
(RV).- (audio) El Papa Francisco sostiene que evangelizamos también cuando tratamos de afrontar los diversos desafíos que puedan presentarse. A veces éstos se manifiestan en verdaderos ataques a la libertad religiosa o en nuevas situaciones de persecución a los cristianos, las cuales en algunos países han alcanzado niveles alarmantes de odio y violencia. En otros lugares se trata más bien de una difusa indiferencia relativista, relacionada con el desencanto y la crisis de las ideologías. Esto no perjudica sólo a la Iglesia, sino a la vida social en general.
En la cultura predominante, observa el Pontífice, el primer lugar está ocupado por lo exterior, lo inmediato, lo visible, lo rápido, lo superficial, lo provisorio. Lo real cede el lugar a la apariencia. En muchos países, la globalización ha significado un acelerado deterioro de las raíces culturales con la invasión de tendencias pertenecientes a otras culturas, económicamente desarrolladas pero éticamente debilitadas. Esto sucede a menudo en el campo de los medios de comunicación social, los cuales, al estar dirigidos mayormente por centros de la parte Norte del mundo, no siempre tienen en la debida consideración las prioridades y los problemas propios de estos países, ni respetan su fisonomía cultural». Eso tiene como consecuencia que los aspectos negativos de las industrias de los medios de comunicación y de entretenimiento ponen en peligro los valores tradicionales».
La fe católica de muchos pueblos se enfrenta hoy con el desafío de la proliferación de nuevos movimientos religiosos, algunos tendientes al fundamentalismo y otros que parecen proponer una espiritualidad sin Dios. Esto es, por una parte, el resultado de una reacción humana frente a la sociedad materialista, consumista e individualista y, por otra parte, un aprovechamiento de las carencias de la población que vive en las periferias y zonas empobrecidas. Estos movimientos religiosos, que se caracterizan por su sutil penetración, vienen a llenar, dentro del individualismo imperante, un vacío dejado por el racionalismo secularista. Además, es necesario que reconozcamos que, si parte de nuestro pueblo bautizado no experimenta su pertenencia a la Iglesia, se debe también a la existencia de unas estructuras y a un clima poco acogedores en algunas de nuestras parroquias y comunidades, o a una actitud burocrática para dar respuesta a los problemas, simples o complejos, de la vida de nuestros pueblos. En muchas partes hay un predominio de lo administrativo sobre lo pastoral, así como una sacramentalización sin otras formas de evangelización.
(RV).- (audio) El Papa Francisco sostiene que evangelizamos también cuando tratamos de afrontar los diversos desafíos que puedan presentarse. A veces éstos se manifiestan en verdaderos ataques a la libertad religiosa o en nuevas situaciones de persecución a los cristianos, las cuales en algunos países han alcanzado niveles alarmantes de odio y violencia. En otros lugares se trata más bien de una difusa indiferencia relativista, relacionada con el desencanto y la crisis de las ideologías. Esto no perjudica sólo a la Iglesia, sino a la vida social en general.
En la cultura predominante, observa el Pontífice, el primer lugar está ocupado por lo exterior, lo inmediato, lo visible, lo rápido, lo superficial, lo provisorio. Lo real cede el lugar a la apariencia. En muchos países, la globalización ha significado un acelerado deterioro de las raíces culturales con la invasión de tendencias pertenecientes a otras culturas, económicamente desarrolladas pero éticamente debilitadas. Esto sucede a menudo en el campo de los medios de comunicación social, los cuales, al estar dirigidos mayormente por centros de la parte Norte del mundo, no siempre tienen en la debida consideración las prioridades y los problemas propios de estos países, ni respetan su fisonomía cultural». Eso tiene como consecuencia que los aspectos negativos de las industrias de los medios de comunicación y de entretenimiento ponen en peligro los valores tradicionales».
La fe católica de muchos pueblos se enfrenta hoy con el desafío de la proliferación de nuevos movimientos religiosos, algunos tendientes al fundamentalismo y otros que parecen proponer una espiritualidad sin Dios. Esto es, por una parte, el resultado de una reacción humana frente a la sociedad materialista, consumista e individualista y, por otra parte, un aprovechamiento de las carencias de la población que vive en las periferias y zonas empobrecidas. Estos movimientos religiosos, que se caracterizan por su sutil penetración, vienen a llenar, dentro del individualismo imperante, un vacío dejado por el racionalismo secularista. Además, es necesario que reconozcamos que, si parte de nuestro pueblo bautizado no experimenta su pertenencia a la Iglesia, se debe también a la existencia de unas estructuras y a un clima poco acogedores en algunas de nuestras parroquias y comunidades, o a una actitud burocrática para dar respuesta a los problemas, simples o complejos, de la vida de nuestros pueblos. En muchas partes hay un predominio de lo administrativo sobre lo pastoral, así como una sacramentalización sin otras formas de evangelización.
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