25. No ignoro que hoy los
documentos no despiertan el mismo interés que en otras épocas, y son
rápidamente olvidados. No obstante, destaco que lo que trataré de expresar aquí
tiene un sentido programático y consecuencias importantes. Espero que todas las
comunidades procuren poner los medios necesarios para avanzar en el camino de
una conversión pastoral y misionera, que no puede dejar las cosas como están.
Ya no nos sirve una «simple administración».[21]
Constituyámonos en todas las regiones de la tierra en un «estado permanente de
misión».[22]
26. Pablo VI invitó a ampliar el
llamado a la renovación, para expresar con fuerza que no se dirige sólo a los
individuos aislados, sino a la Iglesia entera. Recordemos este memorable texto
que no ha perdido su fuerza interpelante: «La Iglesia debe profundizar en la
conciencia de sí misma, debe meditar sobre el misterio que le es propio […] De
esta iluminada y operante conciencia brota un espontáneo deseo de comparar la
imagen ideal de la Iglesia -tal como Cristo la vio, la quiso y la amó como
Esposa suya santa e inmaculada (cf. Ef 5,27)- y el rostro real que hoy
la Iglesia presenta […] Brota, por lo tanto, un anhelo generoso y casi
impaciente de renovación, es decir, de enmienda de los defectos que denuncia y
refleja la conciencia, a modo de examen interior, frente al espejo del modelo
que Cristo nos dejó de sí».[23]
El Concilio Vaticano II presentó la
conversión eclesial como la apertura a una permanente reforma de sí por
fidelidad a Jesucristo: «Toda la renovación de la Iglesia consiste
esencialmente en el aumento de la fidelidad a su vocación […] Cristo llama a la
Iglesia peregrinante hacia una perenne reforma, de la que la Iglesia misma, en
cuanto institución humana y terrena, tiene siempre necesidad».[24]
Hay estructuras eclesiales que
pueden llegar a condicionar un dinamismo evangelizador; igualmente las buenas
estructuras sirven cuando hay una vida que las anima, las sostiene y las juzga.
Sin vida nueva y auténtico espíritu evangélico, sin «fidelidad de la Iglesia a
la propia vocación», cualquier estructura nueva se corrompe en poco tiempo.
27. Sueño con una opción misionera
capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios,
el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para
la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación. La reforma
de estructuras que exige la conversión pastoral sólo puede entenderse en este
sentido: procurar que todas ellas se vuelvan más misioneras, que la pastoral
ordinaria en todas sus instancias sea más expansiva y abierta, que coloque a
los agentes pastorales en constante actitud de salida y favorezca así la
respuesta positiva de todos aquellos a quienes Jesús convoca a su amistad. Como
decía Juan Pablo II a los Obispos de Oceanía, «toda renovación en el seno de la
Iglesia debe tender a la misión como objetivo para no caer presa de una especie
de introversión eclesial».[25]
Reflexión:
(RV).- (audio) El Papa es consciente que hoy los documentos no despiertan el mismo interés que en otras épocas, y son rápidamente olvidados. No obstante, en su primer documento Pontificio, dice que tiene un sentido programático y consecuencias importantes y espera que todas las comunidades procuren poner los medios necesarios para avanzar en el camino de una conversión pastoral y misionera. “Ya no nos sirve una «simple administración». Constituyámonos un «estado permanente de misión».
El Obispo de Roma señala que Concilio Vaticano II presentó la conversión eclesial como la apertura a una permanente reforma de sí por fidelidad a Jesucristo: «Toda la renovación de la Iglesia consiste esencialmente en el aumento de la fidelidad a su vocación […] Cristo llama a la Iglesia peregrinante hacia una perenne reforma, de la que la Iglesia misma, en cuanto institución humana y terrena, tiene siempre necesidad».
Hay estructuras eclesiales que pueden llegar a condicionar un dinamismo evangelizador; igualmente las buenas estructuras sirven cuando hay una vida que las anima, las sostiene y las juzga. Sin vida nueva y auténtico espíritu evangélico, sin «fidelidad de la Iglesia a la propia vocación», cualquier estructura nueva se corrompe en poco tiempo.
El Papa habla de “Una impostergable renovación eclesial”:
Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación. La reforma de estructuras que exige la conversión pastoral sólo puede entenderse en este sentido: procurar que todas ellas se vuelvan más misioneras, que la pastoral ordinaria en todas sus instancias sea más expansiva y abierta, que coloque a los agentes pastorales en constante actitud de salida y favorezca así la respuesta positiva de todos aquellos a quienes Jesús convoca a su amistad. Y recuerda Francisco lo que decía Juan Pablo II a los Obispos de Oceanía: «toda renovación en el seno de la Iglesia debe tender a la misión como objetivo para no caer presa de una especie de introversión eclesial».
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