105. La pastoral
juvenil, tal como estábamos acostumbrados a desarrollarla, ha sufrido el embate
de los cambios sociales. Los jóvenes, en las estructuras habituales, no suelen
encontrar respuestas a sus inquietudes, necesidades, problemáticas y heridas. A
los adultos nos cuesta escucharlos con paciencia, comprender sus inquietudes o
sus reclamos, y aprender a hablarles en el lenguaje que ellos comprenden. Por
esa misma razón, las propuestas educativas no producen los frutos esperados. La
proliferación y crecimiento de asociaciones y movimientos predominantemente
juveniles pueden interpretarse como una acción del Espíritu que abre caminos
nuevos acordes a sus expectativas y búsquedas de espiritualidad profunda y de
un sentido de pertenencia más concreto. Se hace necesario, sin
embargo, ahondar en la participación de éstos en la pastoral de conjunto
de la Iglesia.[76]
106. Aunque no
siempre es fácil abordar a los jóvenes, se creció en dos aspectos: la
conciencia de que toda la comunidad los evangeliza y educa, y la urgencia de
que ellos tengan un protagonismo mayor. Cabe reconocer que, en el contexto
actual de crisis del compromiso y de los lazos comunitarios, son muchos los
jóvenes que se solidarizan ante los males del mundo y se embarcan en diversas
formas de militancia y voluntariado. Algunos participan en la vida de la
Iglesia, integran grupos de servicio y diversas iniciativas misioneras en sus
propias diócesis o en otros lugares. ¡Qué bueno es que los jóvenes sean
«callejeros de la fe», felices de llevar a Jesucristo a cada esquina, a cada
plaza, a cada rincón de la tierra!
Reflexión:
28 enero(RV).- (audio) La pastoral juvenil, tal como estábamos acostumbrados a desarrollarla, ha sufrido el embate de los cambios sociales. Los jóvenes -dice el Papa Francisco-, en las estructuras habituales, no suelen encontrar respuestas a sus inquietudes, necesidades, problemáticas y heridas. A los adultos nos cuesta escucharlos con paciencia, comprender sus inquietudes o sus reclamos, y aprender a hablarles en el lenguaje que ellos comprenden. Por esa misma razón, las propuestas educativas no producen los frutos esperados. La proliferación y crecimiento de asociaciones y movimientos predominantemente juveniles pueden interpretarse como una acción del Espíritu que abre caminos nuevos acordes a sus expectativas y búsquedas de espiritualidad profunda y de un sentido de pertenencia más concreto. Se hace necesario, sin embargo, ahondar en la participación de éstos en la pastoral de conjunto de la Iglesia.
Aunque no siempre es fácil abordar a los jóvenes, afirma el Papa Bergoglio, se creció en dos aspectos: la conciencia de que toda la comunidad los evangeliza y educa, y la urgencia de que ellos tengan un protagonismo mayor. Cabe reconocer que, en el contexto actual de crisis del compromiso y de los lazos comunitarios, son muchos los jóvenes que se solidarizan ante los males del mundo y se embarcan en diversas formas de militancia y voluntariado. Algunos participan en la vida de la Iglesia, integran grupos de servicio y diversas iniciativas misioneras en sus propias diócesis o en otros lugares. ¡Qué bueno es que los jóvenes sean «callejeros de la fe», felices de llevar a Jesucristo a cada esquina, a cada plaza, a cada rincón de la tierra!
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