107. En muchos
lugares escasean las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada.
Frecuentemente esto se debe a la ausencia en las comunidades de un fervor
apostólico contagioso, lo cual no entusiasma ni suscita atractivo. Donde hay
vida, fervor, ganas de llevar a Cristo a los demás, surgen vocaciones genuinas.
Aun en parroquias donde los sacerdotes son poco entregados y alegres, es la
vida fraterna y fervorosa de la comunidad la que despierta el deseo de
consagrarse enteramente a Dios y a la evangelización, sobre todo si esa
comunidad viva ora insistentemente por las vocaciones y se atreve a proponer a
sus jóvenes un camino de especial consagración. Por otra parte, a pesar de la
escasez vocacional, hoy se tiene más clara conciencia de la necesidad de una
mejor selección de los candidatos al sacerdocio. No se pueden llenar los
seminarios con cualquier tipo de motivaciones, y menos si éstas se relacionan
con inseguridades afectivas, búsquedas de formas de poder, glorias humanas o
bienestar económico.
108. Como ya
dije, no he intentado ofrecer un diagnóstico completo, pero invito a las
comunidades a completar y enriquecer estas perspectivas a partir de la
conciencia de sus desafíos propios y cercanos. Espero que, cuando lo hagan,
tengan en cuenta que, cada vez que intentamos leer en la realidad actual los
signos de los tiempos, es conveniente escuchar a los jóvenes y a los ancianos.
Ambos son la esperanza de los pueblos. Los ancianos aportan la memoria y la
sabiduría de la experiencia, que invita a no repetir tontamente los mismos
errores del pasado. Los jóvenes nos llaman a despertar y acrecentar la
esperanza, porque llevan en sí las nuevas tendencias de la humanidad y nos
abren al futuro, de manera que no nos quedemos anclados en la nostalgia de
estructuras y costumbres que ya no son cauces de vida en el mundo actual.
109. Los
desafíos están para superarlos. Seamos realistas, pero sin perder la alegría,
la audacia y la entrega esperanzada. ¡No nos dejemos robar la fuerza misionera!
Reflexión:
29 enero(RV).- (audio) En muchos lugares escasean las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada. Frecuentemente esto se debe -observa el Papa, que durante muchos años ha estado al lado de jóvenes y seminaristas en su ministerio pastoral-, a la ausencia en las comunidades de un fervor apostólico contagioso, lo cual no entusiasma ni suscita atractivo. Donde hay vida, fervor, ganas de llevar a Cristo a los demás, surgen vocaciones genuinas. Aun en parroquias donde los sacerdotes son poco entregados y alegres, es la vida fraterna y fervorosa de la comunidad la que despierta el deseo de consagrarse enteramente a Dios y a la evangelización, sobre todo si esa comunidad viva ora insistentemente por las vocaciones y se atreve a proponer a sus jóvenes un camino de especial consagración. Por otra parte, a pesar de la escasez vocacional, hoy se tiene más clara conciencia de la necesidad de una mejor selección de los candidatos al sacerdocio. No se pueden llenar los seminarios con cualquier tipo de motivaciones, y menos si éstas se relacionan con inseguridades afectivas, búsquedas de formas de poder, glorias humanas o bienestar económico.
El Papa Francisco invita a las comunidades a completar y enriquecer estas perspectivas a partir de la conciencia de sus desafíos propios y cercanos. Espero –escribe- que, cuando lo hagan, tengan en cuenta que, cada vez que intentamos leer en la realidad actual los signos de los tiempos, es conveniente escuchar a los jóvenes y a los ancianos. Ambos son la esperanza de los pueblos. Los ancianos aportan la memoria y la sabiduría de la experiencia, que invita a no repetir tontamente los mismos errores del pasado. Los jóvenes nos llaman a despertar y acrecentar la esperanza, porque llevan en sí las nuevas tendencias de la humanidad y nos abren al futuro, de manera que no nos quedemos anclados en la nostalgia de estructuras y costumbres que ya no son cauces de vida en el mundo actual.
Los desafíos están para superarlos. Seamos realistas, pero sin perder la alegría, la audacia y la entrega esperanzada. ¡No nos dejemos robar la fuerza misionera!
No hay comentarios:
Publicar un comentario