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Es difícil
encontrar a los que escuchan el Dhamma, a los que recuerdan el Dhamma y lo
practican, a los que llegan al Dhamma y lo ven.
Todo es Dhamma
si estamos plenamente atentos. Cuando vemos a los animales que huyen del
peligro, vemos que son iguales a nosotros. Huyen del sufrimiento y corren hacia
la felicidad. También tienen miedo. Temen por sus vidas igual que nosotros.
Cuando los observamos de acuerdo con la verdad, vemos que los animales y los
seres humanos no son diferentes. Todos somos compañeros mutuos de nacimiento,
vejez, enfermedad y muerte.
Más allá del
tiempo y del lugar, toda la práctica del Dhamma alcanza su culminación en el
punto donde no hay nada. Es el lugar de la renuncia, del vacío, el lugar donde
nos desprendemos de nuestros agobios. Ése es el final.
El Dhamma no
está muy lejos. Está directamente con nosotros. El Dhamma no se trata de
ángeles en el cielo ni de ninguna otra cosa como ésa. Simplemente es acerca de
nosotros, acerca de lo que estamos haciendo ahora mismo. Obsérvese a usted
mismo. Algunas veces hay felicidad, otras veces sufrimiento, en ocasiones
bienestar, a veces dolor... éste es el Dhamma. ¿Lo ve? Para conocer este
Dhamma, usted tiene que leer sus experiencias.
El Buda quiso
que nos conectásemos con el Dhamma, pero la gente sólo hace contacto con las
palabras, los libros y las escrituras. Eso es hacer contacto con aquello que es
"acerca" del Dhamma, no con el Dhamma "real" como fue
enseñado por nuestro Gran Maestro. ¿Cómo pueden decir las personas que están
practicando adecuada y apropiadamente si no hacen eso? Están muy lejos de
hacerlo.
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