domingo, 18 de abril de 2021

Domingo 3º de Pascua Ciclo B (18.04.2021): Lucas 24,35-48 El Nazareno resucitado come y bebe y CINCO MINUTOS con la Biblia entre las manos. Domingo 21º: 18.04.2021 (Sábado o, tal vez, ¿Domingo?)

 

Un resucitado, ¿es un mendigo?

En el norte estamos ya en camino hacia el verano. En el sur se camina hacia el invierno. Y no estamos enfrentados. Estamos en una casa que es redonda, más o menos. Lo sabemos y nos complementamos. O nos conquistamos. O... 

El pasado martes día 6 de abril se murió una persona conocida mundialmente, en el norte y en el sur. Era teólogo, como todos en este mundo somos teólogos. Cada cual sabe, habla, ignora, confiesa... un poquito de eso que se dice Dios. Hans Küng, además de ser teólogo escribía y enseñaba y debatía y... Y vivió en la circunstancia de haber participado en un Concilio como lo fue el Vaticano II. Esta circunstancia cimentó su dedicación a la teología. Esto mismo les pasó a mucha gente más. Muchísima. Incontables. En ese Concilio estuvo también otro teólogo, que llegó a ser papa y se llamó Benedicto XVI. Y hubo otros, como Gustavo Gutiérrez. Todos teólogos en el tal Concilio. Todos sacerdotes. Y acabado el Concilio cada cual regresó a sus tareas y a sus pensamientos por caminos más bien distintos y distantes... Y todos con sus razones, con sus verdades, con sus talentos, con sus lindezas y bajezas, con sus humanidades. 

He nombrado a tres (JR, abril de 1927; HK, marzo de 1928; GG, junio de 1928). Uno de ellos acaba de 'conocer la realidad de ese más allá de la línea del horizonte', ¿se atreverá a volver a traspasar esa línea en el sentido contrario y proclamar todo cuanto ha visto y sentido y conocido? Todos nos sabemos muy bien la respuesta. No. Ni el mismísimo Jesús de Nazaret lo ha hecho y eso que ya transcurrieron más de veinte siglos. ¡Cuánto nos dejó escrito el Küng sobre la Vida eterna! Que regrese y nos lo cuente ya. Que se lo cuente a su eterno interlocutor el ex-papa y al peruano Gustavo. No será posible. Al final del recorrido aquí, todos los caminos coinciden en la línea del horizonte. Uno ya se ha ido y nos queda, como tesoro y regalo, su palabra escrita. Y sus mil y una valoraciones de todos cuantos le han tratado y nos hablan de él. 

Dicho esto de la rabiosa actualidad, añado que el Evangelista Lucas nos recuerda en su Evangelio una cuestión ciertamente sorprendente: El resucitado Jesús de Nazaret viene a ser un mendigo, tiene hambre y pide que le regalen la comida. Increíble. No es fácil caer en la cuenta de ello. Asombroso. Un resucitado, como Jesús, ¿pertenece también a las gentes 'sin techo'?

    

Domingo 3º de Pascua Ciclo B (18.04.2021): Lucas 24,35-48

El Nazareno resucitado come y bebe. Me lo escribo CONTIGO,

Cuando el celebrante ordenado comience la proclamación del Evangelio en la liturgia de este domingo dirá estas palabras: “En aquel tiempo, contaban los discípulos lo que les había pasado por el camino y cómo había reconocido a Jesús al partir el pan. Estaban hablando de estas cosas, cuando se presenta Jesús en medio de ellos y les dice: ‘Paz a vosotros’. Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma” (Lucas 24,35-37).

¿Desde cuándo no se nos ha leído al pueblo en domingo un texto del Evangelista Lucas? Exactamente desde el 27 de diciembre del año de la pandemia 2020. Hace casi cuatro meses ¿Cómo va a ser posible que los audientes de la palabra del Evangelio sitúen el relato de este domingo en su verdadero contexto literario y teológico? Despropósitos como éste se acabarán.

Me recomiendo que antes de participar en ninguna eucaristía en este domingo me leeré despacio todo el capítulo vigésimo cuarto de este Evangelio del Lucas. Espero así situar en su verdadero lugar esta ‘aparición de Jesús resucitado’ en el interior de la persona de Lucas, el Evangelista bien informado. Una aparición semejante a ésta no la encontramos en ningún otro de los tres Evangelistas.

En realidad, casi todos los datos concretos de este capítulo son propios del narrador Lucas y de nadie más. Por eso, llego a convencerme que se trata de la propia experiencia de fe del narrador. Un narrador que no contempló hecho alguno ni en el primero ni en el tercero o séptimo día después del sepultamiento de Jesús de Nazaret en Jerusalén. De este asunto podríamos estar hablando y escribiendo toda la semana y todo un libro publicable. Imposible concentrar tantas sugerencias de este relato en una sola página de siete párrafos no bien organizados.

Tendré que escoger algún pormenor para mi reflexión de ahora y de aquí. Me sorprende la constatación de Lucas que habla de un Jesús de carne y hueso que sigue con carne y hueso estando resucitado (24,39). Y por esta misma razón, este Jesús resucitado debe alimentarse y comer. Y esto es lo que pide a quienes le contemplan. ¿El resucitado pide comer, necesita comer?

Este dato me hace recordar muy vivamente el motivo por el que Lucas pone en boca de su Jesús de Nazaret las tres parábolas del capítulo decimoquinto de su Evangelio. Recuerdo que los entendidos de la Ley de Moisés y de sus tradiciones estaban escandalizados por ver cómo este judío laico y galileo comía con frecuencia con gentes publicanas y pecadoras. Con ‘todos’ los publicanos y pecadores, dice textual y exageradamente Lucas. Comer y beber fue su signo.

Contemplar y desentrañar la realidad humanizadora de este signo tan significativo en Lucas es lo que me hace interrogarme por nuestra llamada eclesiásticamente misa o eucaristía. No deseo comparación alguna para no llenar de enojamiento las entretelas de mis adentros. Al contrario, deseo ser consciente de la hondura humanizadora del signo de compartir mesa y mantel, comida y bebida de aquel Jesús, tanto del Nazareno como del Resucitado. Comensalidad, dicen muchos.

Comer y beber en compañía, a gusto y sin prisas es ser Jesús de Nazaret Resucitado. Carmelo Bueno Heras.

 

CINCO MINUTOS con la Biblia entre las manos.

Domingo 21º: 18.04.2021. Después de comentar los cuatro Evangelios y Hechos ¡completos!...

Sábado o, tal vez, ¿Domingo?

                 El sábado aquel, probablemente, quedó marcado en rojo en la secreta agenda de alguna gente piadosa llamada farisea. Aquel sábado “se confabularon... para ver cómo acabar con él”. Lástima, pensará el investigador, que el cronista no nos haya precisado día, mes y año. Pero antes de seguir con este ejercicio, conviene leerse el texto de Marcos 3,1-6. Estos días de la Cuaresma y estas semanas de cruz y gloria son tiempos propicios para la predicación: Recuérdese la vieja tradición de las misiones populares. Con este motivo de la “predicación”, o más ampliamente de la “evangelización”, se trae a estos minutos de la Bibliua la memoria del “hacer” de Jesús en un día de sábado y en un espacio sagrado como la sinagoga. Estar un sábado en la sinagoga es entrar en el corazón mismo de la teoría y práctica de la espiritualidad judía: Enseñanza y celebración de la fe.

                Con Jesús, según el texto, sólo se hallan unos “espías” y un hombre que tiene la mano atrofiada. Este hombre no está ni de pie ni en el centro, que es una manera de decir que se encuentra marginado en la sinagoga. Los “espías” están a lo suyo, al acecho, en silencio y en la sombra, evidentemente. ¿No es día de sábado? ¿Dónde está la asamblea? ¿Acaso los “espías” son tantos que llenan toda la sinagoga? Hay lectores que apuntan que la asamblea está simbolizada (metida dentro, encarnada) en el hombre de la mano atrofiada. ¿Tenía, entonces, la asamblea su mano atrofiada? ¿Estaba la asamblea incapacitada para “hacer”...? ¿Qué tenía prohibido “hacer” la asamblea un sábado en la sinagoga? ¿Quién había establecido tal incapacidad o prohibición?

                Estas preguntas, que se le ocurren a cualquier inquieto lector que dialoga con el texto para comprenderlo, surgen al escuchar en sus oídos la pregunta de Jesús (¿Es lícito...?) y al meditar en su corazón el gesto de Jesús (mirándolos con ira...). ¿No es, también, sorprendente que Jesús “mire con ira”? Esto sólo lo dice Marcos. Mateo y Lucas, que cuentan este mismo acontecimiento “milagroso” lo han suprimido. Esta “ira” de Jesús tiene su origen en la dureza del corazón de los “espías”. Corazón de piedra que, tal vez, esté evocando aquella vieja y dura ley escrita en piedra. Ley que tiene su asiento en la institución sinagogal y sabatina.

                La palabra de denuncia y el gesto de Jesús son la consecuencia de su brevísima predicación anterior. Predicación que ha sido también palabra y gesto con el hombre-asamblea de mano atrofiada: Levántate y ponte ahí en medio. Sé persona y actúa. ¿Será éste el milagro de Jesús? ¿Qué simpatiza mejor con la voluntad de Dios, devolver la movilidad a una mano atrofiada o restablecer en un marginado su dignidad y categoría de persona? ¿Qué simpatiza mejor con la voluntad del Dios en quien cree Jesús: la curación fisiológica o la liberación de una creencia y práctica religiosa (teológica) que margina, impide, incapacita o prohíbe a ciertos vivientes ser personas en plenitud? Hacia esto parecía tender peligrosamente toda actividad realizada el sábado en la sinagoga. ¿No se ha caído en la cuenta de lo que afirma el evangelista en el verso que precede a este texto (2,28): “El Hijo del Hombre también es señor del sábado”?

                Ciertamente, la predicación de Jesús (palabras y gestos) ha ido demasiado lejos. No se ha tratado sólo de una liberación de la enfermedad bio-fisiológica de los humanos, sino de una liberación de la enfermedad teológico-religiosa de la espiritualidad judía. Por eso, el texto habla de sábado, sinagoga y fariseos; es decir, de tiempos, espacios y personas religiosas-sagradas.

                Y hoy, que es tiempo fuerte de Cuaresma y Pascua y que leemos este texto en nuestras asambleas, ¿podríamos, tendríamos, osaríamos... reemplazar este sábado de Marcos por nuestro domingo y asumir sus consecuencias? Carmelo Bueno Heras. Educar hoy 62 (marzo-abril. 1998)

 

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