martes, 2 de septiembre de 2014

La oración del emperador y "Estoy ahí fuera" (La oración de la rana de Anthony de Mello)

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Los vecinos del místico musulmán Farid lograron persuadir a éste de que acudiera a la Corte de Delhi y obtuviera de Akbar un favor para la aldea. Farid se fue a la Corte y, cuando llegó, Akbar se encontraba haciendo sus oraciones.

Cuando, al fin, el emperador se dejó ver, Farid le preguntó: “¿Qué estabas pidiendo en tu oración?”.

“Le suplicaba al Todopoderoso que me concediera éxito, riquezas y una larga vida”, le respondió Akbar.

Farid se volvió, dando la espalda al emperador, y salió de allí mascullando: “Vengo a ver a un emperador... ¡y me encuentro con un mendigo que es igual que todos los demás!”.

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Érase una vez una mujer muy devota y llena de amor de Dios. Solía ir a la iglesia todas las mañanas, y por el camino solían acosarla los niños y los mendigos, pero ella iba tan absorta en sus devociones que ni siquiera los veía.

Un buen día, tras haber recorrido el camino acostumbrado, llegó a la iglesia en el preciso momento en que iba a empezar el culto. Empujó la puerta, pero ésta no se abrió. Volvió a empujar, esta vez con más fuerza, y comprobó que la puerta estaba cerrada con llave.

Afligida por no haber podido asistir al culto por primera vez en muchos años, y no sabiendo qué hacer, miró hacia arriba... y justamente allí, frente a sus ojos, vio una nota clavada en la puerta con una chincheta.

La nota decía: “Estoy ahí fuera”

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