VATICANO - “Misión de compasión” y
corresponsabilidad entre las diócesis en la Iglesia universal
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Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – “En el Mensaje para la
Jornada Mundial de las Misiones 2021, el papa Francisco recuerda que la
situación actual de la pandemia ha amplificado el dolor, la soledad y la
pobreza, resaltando esa 'necesidad de redención', a la que Dios en Cristo
no es extraño, como escribe el Papa, hoy ante este sufrimiento no nos
anunciamos a nosotros mismos, sino a Cristo Jesús, el Señor. Por eso
escuchamos resonar en el mensaje las palabras de esperanza: ¡no está aquí,
ha resucitado!”, dice a la Agencia Fides monseñor Giampietro Dal Toso,
subsecretario de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos y
presidente de las Obras Misionales Pontificias, comentando el mensaje
publicado hoy.
“Esas palabras - continúa - confieren la audacia necesaria para buscar
creativamente todas las formas posibles de vivir la compasión. En este
tiempo de pandemia, afirma el Papa, es urgente la misión de la compasión,
capaz de hacer de la distancia necesaria un lugar de encuentro, cuidado y
promoción. Con este espíritu - remarca el arzobispo - esperamos que crezca
el principio de corresponsabilidad que es la base de nuestra experiencia
como Obras Misionales Pontificias, donde todos se sienten interpelados por
las necesidades de los demás. Por ello, como se subraya en una reciente
carta enviada por la Congregación para la Evangelización de los Pueblos a
los obispos de unas 1.100 circunscripciones eclesiásticas que reciben
anualmente una contribución de las Obras Misionales Pontificias, las
diócesis más grandes y estructuradas de los territorios de misión,
receptoras del subsidio ordinario, pueden renunciar a él y cederlo, para
que pueda ser redistribuido a iglesias más pequeñas y más pobres y por lo
tanto más probadas”. Se trata de los subsidios del “Fondo de Solidaridad
Universal” (FUS), fruto de la colecta universal que se realiza en todo el
mundo en la Jornada Mundial de las Misiones, que se celebra cada año el
penúltimo domingo de octubre. “Los territorios bajo la jurisdicción de
Propaganda Fide - diócesis, vicariatos apostólicos, prefecturas
apostólicas, administraciones apostólicas, misiones ‘sui iuris’- se
encuentran sobre todo en las zonas más pobres del mundo. Nuestra intención
es la de provocar un impulso solidario dentro de la Iglesia universal, para
mejorar la distribución de los fondos: si hay diócesis u obispos capaces de
llevar a cabo la vida pastoral gracias a los recursos locales, podrían
renunciar voluntariamente al subsidio, total o parcialmente, permitiendo
así que las diócesis más pobres obtengan una mayor contribución”, explica
mons. Dal Toso.
Los subsidios concedidos por las Obras Misionales Pontificias “apoyan sólo
los proyectos pastorales mediante la provisión de gastos específicos
relacionados con la obra de evangelización, la vida de las Iglesias
locales, la formación del clero, de religiosos y catequistas”, recuerda el
arzobispo, explicando que “esta obra es muy importante para el futuro de la
Iglesia en los cinco continentes”. Esta contribución ofrecida y entregada
por las OMP es preciosa y significativa para los territorios que la
reciben. Las OMP apoyan, por ejemplo, seminarios diocesanos o
interdiocesanos y ofrecen apoyo financiero a los obispos jubilados, a
menudo el único que tienen en las regiones más pobres, donde los católicos
son una minoría y la comunidad local no tiene la capacidad económica para
sostenerlos.
Además de la colecta habitual para la Jornada Mundial de las Misiones, el
papa Francisco en el 2020, estableció en las OMP un “Fondo Especial de
Emergencia Covid” para ayudar a las Iglesias de los países más pobres a
lidiar con la pandemia y sus repercusiones económicas. Gracias a este fondo
especial, se han podido realizar y sostener más de 250 proyectos, con
intervenciones realizadas en 41 países y 229 entre arquidiócesis, diócesis,
vicariatos apostólicos y conferencias episcopales, por un valor de más de
1,85 millones de dólares.
En total, en 2020 las Obras Misionales Pontificias han distribuido
aproximadamente 130 millones de dólares, destinados a territorios de misión.
Los subsidios de las OMP financiaron el año pasado 2.870 proyectos en
territorios de misión para la educación y protección de los niños; 79.380
seminaristas mayores y menores y 8.094 novicios en sus cursos de formación;
además del nacimiento y construcción de 751 nuevas iglesias en los cinco
continentes.
La colecta de 2020, de la que aún se esperan los datos definitivos, ha
estado marcada por la crisis económica posterior a la pandemia.
(PA) (Agencia Fides 29/1/2021)
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VATICANO - El Mensaje del Santo Padre
Francisco para la Jornada Mundial de las Misiones 2021
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Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) –
Publicamos el Mensaje del Santo Padre Francisco para la próxima Jornada
Mundial de las Misiones, que se celebrará el domingo 17 de octubre, con el
título «No podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído» (Hch 4,20)
Queridos hermanos y hermanas:
Cuando experimentamos la fuerza del amor de Dios, cuando reconocemos su
presencia de Padre en nuestra vida personal y comunitaria, no podemos dejar
de anunciar y compartir lo que hemos visto y oído. La relación de Jesús con
sus discípulos, su humanidad que se nos revela en el misterio de la
encarnación, en su Evangelio y en su Pascua nos hacen ver hasta qué punto
Dios ama nuestra humanidad y hace suyos nuestros gozos y sufrimientos,
nuestros deseos y nuestras angustias (cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. past.
Gaudium et spes, 22). Todo en Cristo nos recuerda que el mundo en el que
vivimos y su necesidad de redención no le es ajena y nos convoca también a
sentirnos parte activa de esta misión: «Salgan al cruce de los caminos e
inviten a todos los que encuentren» (Mt 22,9). Nadie es ajeno, nadie puede
sentirse extraño o lejano a este amor de compasión.
La experiencia de los apóstoles
La historia de la evangelización comienza con una búsqueda apasionada del
Señor que llama y quiere entablar con cada persona, allí donde se
encuentra, un diálogo de amistad (cf. Jn 15,12-17). Los apóstoles son los
primeros en dar cuenta de eso, hasta recuerdan el día y la hora en que
fueron encontrados: «Era alrededor de las cuatro de la tarde» (Jn 1,39). La
amistad con el Señor, verlo curar a los enfermos, comer con los pecadores,
alimentar a los hambrientos, acercarse a los excluidos, tocar a los
impuros, identificarse con los necesitados, invitar a las bienaventuranzas,
enseñar de una manera nueva y llena de autoridad, deja una huella
imborrable, capaz de suscitar el asombro, y una alegría expansiva y
gratuita que no se puede contener. Como decía el profeta Jeremías, esta
experiencia es el fuego ardiente de su presencia activa en nuestro corazón
que nos impulsa a la misión, aunque a veces comporte sacrificios e
incomprensiones (cf. 20,7-9). El amor siempre está en movimiento y nos pone
en movimiento para compartir el anuncio más hermoso y esperanzador: «Hemos
encontrado al Mesías» (Jn 1,41).
Con Jesús hemos visto, oído y palpado que las cosas pueden ser diferentes.
Él inauguró, ya para hoy, los tiempos por venir recordándonos una
característica esencial de nuestro ser humanos, tantas veces olvidada:
«Hemos sido hechos para la plenitud que sólo se alcanza en el amor» (Carta
enc. Fratelli tutti, 68). Tiempos nuevos que suscitan una fe capaz de
impulsar iniciativas y forjar comunidades a partir de hombres y mujeres que
aprenden a hacerse cargo de la fragilidad propia y la de los demás,
promoviendo la fraternidad y la amistad social (cf. ibíd., 67). La
comunidad eclesial muestra su belleza cada vez que recuerda con gratitud
que el Señor nos amó primero (cf. 1 Jn 4,19). Esa «predilección amorosa del
Señor nos sorprende, y el asombro —por su propia naturaleza— no podemos
poseerlo por nosotros mismos ni imponerlo. […] Sólo así puede florecer el
milagro de la gratuidad, el don gratuito de sí. Tampoco el fervor misionero
puede obtenerse como consecuencia de un razonamiento o de un cálculo.
Ponerse en “estado de misión” es un efecto del agradecimiento» (Mensaje a
las Obras Misionales Pontificias, 21 mayo 2020).
Sin embargo, los tiempos no eran fáciles; los primeros cristianos
comenzaron su vida de fe en un ambiente hostil y complicado. Historias de
postergaciones y encierros se cruzaban con resistencias internas y externas
que parecían contradecir y hasta negar lo que habían visto y oído; pero
eso, lejos de ser una dificultad u obstáculo que los llevara a replegarse o
ensimismarse, los impulsó a transformar todos los inconvenientes,
contradicciones y dificultades en una oportunidad para la misión. Los
límites e impedimentos se volvieron también un lugar privilegiado para
ungir todo y a todos con el Espíritu del Señor. Nada ni nadie podía quedar
ajeno a ese anuncio liberador.
Tenemos el testimonio vivo de todo esto en los Hechos de los Apóstoles,
libro de cabecera de los discípulos misioneros. Es el libro que recoge cómo
el perfume del Evangelio fue calando a su paso y suscitando la alegría que
sólo el Espíritu nos puede regalar. El libro de los Hechos de los Apóstoles
nos enseña a vivir las pruebas abrazándonos a Cristo, para madurar la
«convicción de que Dios puede actuar en cualquier circunstancia, también en
medio de aparentes fracasos» y la certeza de que «quien se ofrece y entrega
a Dios por amor seguramente será fecundo» (Exhort. ap. Evangelii gaudium,
279).
Así también nosotros: tampoco es fácil el momento actual de nuestra
historia. La situación de la pandemia evidenció y amplificó el dolor, la
soledad, la pobreza y las injusticias que ya tantos padecían y puso al
descubierto nuestras falsas seguridades y las fragmentaciones y
polarizaciones que silenciosamente nos laceran. Los más frágiles y
vulnerables experimentaron aún más su vulnerabilidad y fragilidad. Hemos
experimentado el desánimo, el desencanto, el cansancio, y hasta la amargura
conformista y desesperanzadora pudo apoderarse de nuestras miradas. Pero
nosotros «no nos anunciamos a nosotros mismos, sino a Jesús como Cristo y
Señor, pues no somos más que servidores de ustedes por causa de Jesús» (2
Co 4,5). Por eso sentimos resonar en nuestras comunidades y hogares la
Palabra de vida que se hace eco en nuestros corazones y nos dice: «No está
aquí: ¡ha resucitado!» (Lc 24,6); Palabra de esperanza que rompe todo
determinismo y, para aquellos que se dejan tocar, regala la libertad y la
audacia necesarias para ponerse de pie y buscar creativamente todas las
maneras posibles de vivir la compasión, ese “sacramental” de la cercanía de
Dios con nosotros que no abandona a nadie al borde del camino. En este
tiempo de pandemia, ante la tentación de enmascarar y justificar la
indiferencia y la apatía en nombre del sano distanciamiento social, urge la
misión de la compasión capaz de hacer de la necesaria distancia un lugar de
encuentro, de cuidado y de promoción. «Lo que hemos visto y oído» (Hch
4,20), la misericordia con la que hemos sido tratados, se transforma en el
punto de referencia y de credibilidad que nos permite recuperar la pasión
compartida por crear «una comunidad de pertenencia y solidaridad, a la cual
destinar tiempo, esfuerzo y bienes» (Carta enc. Fratelli tutti, 36). Es su
Palabra la que cotidianamente nos redime y nos salva de las excusas que
llevan a encerrarnos en el más vil de los escepticismos: “todo da igual,
nada va a cambiar”. Y frente a la pregunta: “¿para qué me voy a privar de
mis seguridades, comodidades y placeres si no voy a ver ningún resultado
importante?”, la respuesta permanece siempre la misma: «Jesucristo ha
triunfado sobre el pecado y la muerte y está lleno de poder. Jesucristo
verdaderamente vive» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 275) y nos quiere
también vivos, fraternos y capaces de hospedar y compartir esta esperanza.
En el contexto actual urgen misioneros de esperanza que, ungidos por el
Señor, sean capaces de recordar proféticamente que nadie se salva por sí
solo.
Al igual que los apóstoles y los primeros cristianos, también nosotros
decimos con todas nuestras fuerzas: «No podemos dejar de hablar de lo que
hemos visto y oído» (Hch 4,20). Todo lo que hemos recibido, todo lo que el
Señor nos ha ido concediendo, nos lo ha regalado para que lo pongamos en
juego y se lo regalemos gratuitamente a los demás. Como los apóstoles que
han visto, oído y tocado la salvación de Jesús (cf. 1 Jn 1,1-4), así
nosotros hoy podemos palpar la carne sufriente y gloriosa de Cristo en la
historia de cada día y animarnos a compartir con todos un destino de
esperanza, esa nota indiscutible que nace de sabernos acompañados por el
Señor. Los cristianos no podemos reservar al Señor para nosotros mismos: la
misión evangelizadora de la Iglesia expresa su implicación total y pública
en la transformación del mundo y en la custodia de la creación.
Una invitación a cada uno de nosotros
El lema de la Jornada Mundial de las Misiones de este año, «No podemos
dejar de hablar de lo que hemos visto y oído» (Hch 4,20), es una invitación
a cada uno de nosotros a “hacernos cargo” y dar a conocer aquello que
tenemos en el corazón. Esta misión es y ha sido siempre la identidad de la
Iglesia: «Ella existe para evangelizar» (S. Pablo VI, Exhort. ap. Evangelii
nuntiandi, 14). Nuestra vida de fe se debilita, pierde profecía y capacidad
de asombro y gratitud en el aislamiento personal o encerrándose en pequeños
grupos; por su propia dinámica exige una creciente apertura capaz de llegar
y abrazar a todos. Los primeros cristianos, lejos de ser seducidos para
recluirse en una élite, fueron atraídos por el Señor y por la vida nueva
que ofrecía para ir entre las gentes y testimoniar lo que habían visto y
oído: el Reino de Dios está cerca. Lo hicieron con la generosidad, la
gratitud y la nobleza propias de aquellos que siembran sabiendo que otros
comerán el fruto de su entrega y sacrificio. Por eso me gusta pensar que
«aun los más débiles, limitados y heridos pueden ser misioneros a su
manera, porque siempre hay que permitir que el bien se comunique, aunque
conviva con muchas fragilidades» (Exhort. ap. postsin. Christus vivit,
239).
En la Jornada Mundial de las Misiones, que se celebra cada año el tercer
domingo de octubre, recordamos agradecidamente a todas esas personas que,
con su testimonio de vida, nos ayudan a renovar nuestro compromiso
bautismal de ser apóstoles generosos y alegres del Evangelio. Recordamos
especialmente a quienes fueron capaces de ponerse en camino, dejar su
tierra y sus hogares para que el Evangelio pueda alcanzar sin demoras y sin
miedos esos rincones de pueblos y ciudades donde tantas vidas se encuentran
sedientas de bendición.
Contemplar su testimonio misionero nos anima a ser valientes y a pedir con
insistencia «al dueño que envíe trabajadores para su cosecha» (Lc 10,2),
porque somos conscientes de que la vocación a la misión no es algo del
pasado o un recuerdo romántico de otros tiempos. Hoy, Jesús necesita
corazones que sean capaces de vivir su vocación como una verdadera historia
de amor, que les haga salir a las periferias del mundo y convertirse en
mensajeros e instrumentos de compasión. Y es un llamado que Él nos hace a
todos, aunque no de la misma manera. Recordemos que hay periferias que
están cerca de nosotros, en el centro de una ciudad, o en la propia
familia. También hay un aspecto de la apertura universal del amor que no es
geográfico sino existencial. Siempre, pero especialmente en estos tiempos
de pandemia es importante ampliar la capacidad cotidiana de ensanchar
nuestros círculos, de llegar a aquellos que espontáneamente no los
sentiríamos parte de “mi mundo de intereses”, aunque estén cerca nuestro
(cf. Carta enc. Fratelli tutti, 97). Vivir la misión es aventurarse a
desarrollar los mismos sentimientos de Cristo Jesús y creer con Él que
quien está a mi lado es también mi hermano y mi hermana. Que su amor de
compasión despierte también nuestro corazón y nos vuelva a todos discípulos
misioneros.
Que María, la primera discípula misionera, haga crecer en todos los
bautizados el deseo de ser sal y luz en nuestras tierras (cf. Mt 5,13-14).
Roma, San Juan de Letrán, 6 de enero de 2021, Solemnidad de la Epifanía del
Señor.
(Agencia Fides 29/1/2021)
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VATICANO - El Cardenal Tagle: “La misión
es compartir el amor recibido de Dios por pura gratitud”
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Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – “El
Santo Padre en el Mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones del 2021,
tomado de los Hechos de los apóstoles, une la misión y la experiencia
humana de la misericordia de Cristo: quiere decirnos que no hay dicotomía
ni separación entre lo que llamamos espiritualidad y el trabajo del
apostolado”: así lo afirma, en entrevista con la Agencia Fides, el cardenal
Luis Antonio Tagle, prefecto de la Congregación para la Evangelización de
Pueblos, comentando el Mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones de
2021, publicado hoy por la Santa Sede, titulado «No podemos dejar de hablar
de lo que hemos visto y oído» (Hch 4,20). “Espiritualidad - explica el
cardenal - significa tener una profunda experiencia del amor misericordioso
de Dios, que nos ha sido dado en Jesucristo. Jesús, con su amor por
nosotros, se convirtió en uno de nosotros, nuestro hermano, el que abrazó
nuestras debilidades, nuestros trabajos y nuestros sueños, nuestras
alegrías y esperanzas, como dice Gaudium et Spes. Y, como recuerda el papa
Francisco, cuando una persona es amada, cuando experimenta ser amada, como
sucedió con los apóstoles, no puede quedárselo para sí, sino que quiere
compartirlo: es un hecho hermoso y precioso, y así se convierte en misión”.
El Prefecto prosigue: “La misión, por tanto, está íntimamente ligada al
amor de Cristo. No es un trabajo, no es una obra humana, que a veces
incluso se siente como una tarea pesada, como una carga. En cambio, es un
puro acto de gratitud. Es una respuesta de gratitud por el amor recibido de
Dios. Abrazados y envueltos por el amor de Dios, queremos compartir este amor
especialmente con aquellos que no se sienten amados, que se sienten
abandonados, rechazados, con los de las periferias existenciales. Los que
hemos experimentado el amor de Dios, los que hemos escuchado y acogido el
Evangelio del amor, lo compartimos con el prójimo, con el corazón rebosante
de gratitud”.
Otro aspecto que el papa Francisco toca en el mensaje es el de la
compasión: “La compasión - observa el cardenal Tagle - es una de las formas
de mostrar a la humanidad herida de hoy, en los tiempos difíciles que
vivimos, el rostro del amor de Dios. Para anunciar el Evangelio hoy, el
lenguaje entendido por la humanidad es el de la caridad y la compasión: es
uno de los aspectos para compartir el amor de Dios. Muchas personas en todo
el mundo ya eran frágiles, marginadas y vulnerables antes de la pandemia.
Hoy su situación ha empeorado: por eso comunicar, con nuestra vida, la
presencia y la compasión de Cristo les traerá consuelo y nueva esperanza.
El Papa nos llama en el mensaje a ser 'misioneros de la esperanza', en un
mundo que tiene una gran necesidad de bondad, hospitalidad, misericordia,
fraternidad. La misión es realizar cada acción de la vida con el espíritu
de la Eucaristía, es vivir la vida como una Eucaristía, una vida de
gratitud y acción de gracias a Dios. Y hacer todo en el nombre del Señor
Jesucristo. Él es el mayor don que hemos recibido, y ese don da fruto:
nosotros mismos somos fruto de su Espíritu y de su presencia, somos los que
llevamos al mundo el don inestimable de su amor”.
Por último, el Prefecto de Propaganda Fide quiere recordar, en la
conversación con Fides, el valor de la missio ad gentes y de quienes dan la
vida por llevarla a cabo: “Los misioneros son aquellas personas que, para
compartir el amor de Dios, dejen sus certezas, el consuelo de su vida y van
a las periferias del mundo, entre los más pobres y desfavorecidos, entre
los que sufren y los necesitados, testificando con sus vidas que Dios es
amor, y que ama y se entrega a toda criatura. Los misioneros son aquellos
que, como los apóstoles, no pueden guardar para sí el amor que han
experimentado: el Espíritu los empuja hasta los confines de la tierra para
anunciarlo y dárselo a los que más lo necesitan, a los que sufren y están
desesperados, a los que no le conocen y no han experimentado el inmenso
amor de Cristo. Hoy, mientras el mundo entero atraviesa desafíos muy
difíciles como el de la pandemia, la misión de Cristo continúa a través de
cada uno de nosotros: donde están los más necesitados, también hay
misioneros, dispuestos a consolar corazones heridos, en el nombre de Cristo
Jesús”.
(PA) (Agencia Fides 29/1/2021)
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ÁFRICA/SUDÁN DEL SUR - Ser embajadores de
Cristo: lo exhorta el obispo Hijboro a 150 nuevos confirmados
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Tombura Yambio (Agencia Fides) – “Sed valientes embajadores
de Cristo porque en el sacramento de la Confirmación habéis recibido la
fuerza del Espíritu Santo que os permite llevar la verdad y la caridad de
Cristo y ser miembros activos de toda la comunidad”. Con estas palabras el
obispo de la diócesis Tombura Yambio mons. Eduard Hijboro, se dirigió a los
150 jóvenes y adultos confirmados en la parroquia de Santa María Madre de
Dios en Yambio.
La misa, celebrada el 10 de enero con motivo de la fiesta del Bautismo del
Señor, a principios de 2021, fue también una oportunidad para recordar el
décimo aniversario del referéndum por la independencia de Jartum. “Al
comienzo de este nuevo año, el objetivo principal de todos los habitantes
del país es producir prosperidad en todos los ámbitos de nuestra vida,
espiritual, social y medioambiental”, dijo el obispo, dirigiéndose a toda
la comunidad y a los políticos del país. Además, instó a quienes han tenido
la oportunidad de servir a la nación, a que sean conscientes de las
necesidades del país para permitir que la gente viva en paz y armonía.
En su mensaje, mons. Hijboro pidió a los políticos de diferentes facciones
del país que “dejen de lado su agenda política y trabajen juntos para hacer
de Sudán del Sur la nación pacífica que la gente anhela”.
“Es lamentable ver a los líderes políticos divididos porque las
implicaciones negativas tienen un impacto igualmente negativo en los
civiles inocentes. Cuando los políticos están unidos por el interés común
de los ciudadanos de este país, todos son más felices. La Iglesia se
regocija al verlos practicar la unidad en la diversidad”, concluye el
obispo.
(CHS/AP) (29/1/2021 Agencia Fides)
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ÁFRICA - La segunda ola de Covid-19
peligra con afectar con fuerza a los países africanos
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Roma (Agencia Fides) – “Varios países
africanos están experimentando ahora la segunda ola del virus”, dice el p.
Charles Chilufya SJ, Coordinador Task Force Africa de la Comisión Covid-19
del Vaticano y Director de la Oficina de Justicia y Ecología de la
Conferencia Jesuita de África y Madagascar (JCAM). “Varios países han
informado de un nuevo aumento” en el último mes. La novedad de esta segunda
oleada es que el virus “ha comenzado a extenderse en zonas de alta
densidad”. Los gobiernos de varios estados africanos están preocupados por
el progreso de la epidemia.
Una preocupación compartida por las Conferencias Episcopales locales, como
la de Tanzania. En un comunicado enviado a la Agencia Fides, los obispos de
Tanzania advierten a los fieles sobre la “nueva ola de infecciones por
coronavirus”, que ha provocado un aumento de muertes. “Nuestro país no es una
isla ... Debemos defendernos, tomar precauciones y rezar a Dios con todas
nuestras fuerzas para que este flagelo no nos alcance”. Los obispos piden a
los tanzanos que redoblen sus esfuerzos en la lucha contra el virus
“utilizando todas las armas espirituales, físicas, científicas y sociales.
No paramos de rezar, mantener las distancias sociales, lavarnos y
desinfectarnos las manos, tomando las medidas necesarias cuando veamos
signos de enfermedad y evitar reuniones que puedan resultar peligrosas”.
En Zambia, la diócesis de Ndola está considerando suspender las
celebraciones litúrgicas porque, según un comunicado, “en la mayoría de
nuestras parroquias e instituciones, las medidas preventivas del COVID-19
han sido muy relajadas y, en algunos casos, incluso completamente
abandonadas”. Recordamos que la Iglesia en Zambia ha sido duramente
golpeada por el Covid-19 (véase Fides 27/1/2021).
África alberga aproximadamente al 17% de la población mundial. Al 31 de
diciembre, la Universidad John Hopkins informó 2.743.670 casos de
coronavirus en el continente y 64.868 muertes, lo que representa el 3,31% y
el 3,58% de los casos y muertes mundiales, respectivamente. Si estos datos
son precisos o , es algo difícil de determinar, ya que la Organización
Mundial de la Salud informó que, en comparación con otras áreas del mundo,
las pruebas para detectar el coronavirus en África son pocas. Sudáfrica
encabeza la lista de casos de Covid-19 en el continente con poco más de 1
millón de casos reportados y alrededor de 28.500 muertes.
(L.M.) (Agencia Fides 29/1/2021)
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ASIA/PAKISTÁN - Mujer cristiana acusada de
blasfemia liberada por la policía tras las investigaciones
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Karachi (Agencia Fides) - “Tabitha Nazir Gill, una mujer
cristiana de 30 años, conocida por cantar himnos Gospel en urdu, el idioma
nacional de Pakistán, fue acusada de blasfemia ayer 28 de enero; tomado en
custodia por la policía, fue liberada poco después de la investigación. La
policía no ha encontrado nada que diga que la mujer ha cometido blasfemia”:
así lo cuenta a la Agencia Fides Nasir Raza, activista cristiano de
derechos humanos involucrado en el caso, que se ha producido en Karachi, al
sur de Pakistán.
Nasir Raza, quien también es presidente del “Comité Nacional de Paz para la
Armonía Interreligiosa” en la provincia de Sindh, comenta: “Tabitha Nazir
Gill, quien trabaja profesionalmente como enfermera en el Sobhraj Maternity
Hospital en la ciudad de Karachi, ha sido acusada por sus colegas, con
quienes ha trabaja desde hace 9 años”. Raza agrega: “Tabitha, preocupada,
pidió a sus hermanos y hermanas cristianos que oraran por ella diciendo:
‘Estoy en una situación difícil, los musulmanes de mi hospital me acusan’;
poco después supimos que había sido acusada de blasfemia”.
Nasir Raza continúa: “Golpearon a Tabitha, desde la mañana, alegando que
había proferido una blasfemia contra el islam. Tabitha fue atada con
cuerdas, torturada y encerrada en una habitación. Tan pronto como nos dimos
cuenta de esto, inmediatamente contactamos a los agentes de seguridad
policial para pedir una intervención en el asunto y proteger a la mujer
cristiana. En los videos que nos han enviado algunos presentes para
informar sobre el caso y pedir protección a la mujer, vemos a las
enfermeras del personal del hospital golpeando a Tabitha Gill; la mujer
negaba haber cometido algún delito”.
La historia hasta ahora ha tenido un buen final: los agentes de policía han
tomado en custodia a Tabitha y, tras realizar una investigación, la han
dejado en libertad, entregándola a su familia, que se ha trasladado a un
lugar desconocido para su protección”.
Según la información recibida por la Agencia Fides, se ha tratado de un
malentendido entre compañeros, que degeneró en la peligrosa acusación de
blasfemia, que en Pakistán prevé también la cadena perpetua o la pena de
muerte.
Nasir Saeed, director de la Ong CLAAS (Centre for Legal Aid Assistance
& Settlement), en una nota enviada a la Agencia Fides condena el
episodio y dice: “Es un alivio que las acusaciones contra Tabitha,
presentadas por sus colegas, sean infundadas. Desafortunadamente, su vida
nunca volverá a ser la misma, ya que ha tenido que dejar su hogar y
esconderse. Quisiera elogiar a la policía por la investigación rápida,
justa e imparcial que han realizado. La policía tiene un papel clave para
determinar si se ha cometido blasfemia o si las acusaciones se construyeron
de la nada, solo para ajustar cuentas personales”.
El Director de CLAAS añade: “Según nuestros estudios, la ley de blasfemia
se sigue utilizando indebidamente para venganzas privadas. En 2020, unas 60
personas, incluidos nueve cristianos y cuarenta y siete musulmanes (en su
mayoría de la comunidad chiita) fueron acusados de blasfemia, mientras
que al menos tres personas inocentes - un cristiano, un miembro de la
comunidad Ahmadiyya y un musulmán - fueron asesinados en ejecuciones
extrajudiciales, vinculadas a acusaciones de blasfemia”.
Saeed hace un llamamiento: “Es hora de que el gobierno analice el asunto a
fondo para detener el creciente uso indebido de la ley de blasfemia contra
personas inocentes y hacer cambios cuando sea necesario, ya que la
redacción de la ley de blasfemia permite abusos continuos”.
(SG-PA) (Agencia Fides 29/1/2021)
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AMERICA/BOLIVIA -La vida antes que la
política y los negocios: un llamamiento de la Iglesia y la sociedad civil
ante la emergencia del Covid-19
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Santa Cruz (Agencia Fides) – El arzobispo de Santa Cruz,
monseñor Sergio Gualberti, denunció que los esfuerzos por la campaña
electoral eclipsan el compromiso de salvaguardar la salud y la vida, y
pidió a los políticos, medios de comunicación y operadores de redes
sociales que no promuevan esta tensa situación.
En estos tiempos tan difíciles y complejos por el crecimiento exponencial
de las infecciones por coronavirus y los compromisos electorales, estamos
llamados a dar prioridad a la protección de la vida y la salud, dispuestos
a sacrificar otros bienes e intereses, instó el Arzobispo.
Los medios católicos de todo el país retomaron la homilía del obispo
Gualberti el domingo 24, en la que hizo un llamamiento a todos los medios
del país a "comprometerse a crear un clima de serenidad, diálogo,
comunión y paz, que favorezca la implementación de las medidas necesarias
para contrarrestar el contagio ". Mons. Gualberti expresó la esperanza
de que la presencia viva de Cristo llene de esperanza y fuerza el corazón
de todos, especialmente de aquellos que sufren la agresión y el sufrimiento
del contagio.
El Reino de Dios, dijo en la homilía, es muy diferente de los reinos
humanos, no es una realidad política y de poder, es el plan de amor, vida y
paz de Dios Padre para toda la humanidad, el plan de salvación. que abarca
todos los ámbitos de la existencia humana: personal, público, ético y
político.
La intervención del Arzobispo de Santa Cruz va en línea con la
presentación, hace dos días, de un documento elaborado por 23 instituciones
católicas y de la sociedad civil titulado "Covid-19: la vida antes que
la política y los negocios", con el que piden al gobierno respuestas
efectivas a la crisis del Covid-19 y la coordinación de acciones que ayuden
a prevenir la especulación.
Bolivia no puede contar el número de contagios en esta segunda ola de la
pandemia, mientras que los líderes políticos, como dice monseñor Gualberti,
solo están interesados en la campaña electoral, para las elecciones
locales del 7 de marzo de 2021.
(CE) (Agencia Fides 29/01/2021)
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