sábado, 30 de enero de 2021

Agencia Fides 29012021

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Newsletter del 29-01-2021

 

 

 

 

 

 

 

 

VATICANO - “Misión de compasión” y corresponsabilidad entre las diócesis en la Iglesia universal

 

 

 

VATICANO - El Mensaje del Santo Padre Francisco para la Jornada Mundial de las Misiones 2021

 

 

 

VATICANO - El Cardenal Tagle: “La misión es compartir el amor recibido de Dios por pura gratitud”

 

 

 

ÁFRICA/SUDÁN DEL SUR - Ser embajadores de Cristo: lo exhorta el obispo Hijboro a 150 nuevos confirmados

 

 

 

ÁFRICA - La segunda ola de Covid-19 peligra con afectar con fuerza a los países africanos

 

 

 

ASIA/PAKISTÁN - Mujer cristiana acusada de blasfemia liberada por la policía tras las investigaciones

 

 

 

AMERICA/BOLIVIA -La vida antes que la política y los negocios: un llamamiento de la Iglesia y la sociedad civil ante la emergencia del Covid-19

 

 

News

 

 

VATICANO - “Misión de compasión” y corresponsabilidad entre las diócesis en la Iglesia universal

 

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – “En el Mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones 2021, el papa Francisco recuerda que la situación actual de la pandemia ha amplificado el dolor, la soledad y la pobreza, resaltando esa 'necesidad de redención', a la que Dios en Cristo no es extraño, como escribe el Papa, hoy ante este sufrimiento no nos anunciamos a nosotros mismos, sino a Cristo Jesús, el Señor. Por eso escuchamos resonar en el mensaje las palabras de esperanza: ¡no está aquí, ha resucitado!”, dice a la Agencia Fides monseñor Giampietro Dal Toso, subsecretario de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos y presidente de las Obras Misionales Pontificias, comentando el mensaje publicado hoy.
“Esas palabras - continúa - confieren la audacia necesaria para buscar creativamente todas las formas posibles de vivir la compasión. En este tiempo de pandemia, afirma el Papa, es urgente la misión de la compasión, capaz de hacer de la distancia necesaria un lugar de encuentro, cuidado y promoción. Con este espíritu - remarca el arzobispo - esperamos que crezca el principio de corresponsabilidad que es la base de nuestra experiencia como Obras Misionales Pontificias, donde todos se sienten interpelados por las necesidades de los demás. Por ello, como se subraya en una reciente carta enviada por la Congregación para la Evangelización de los Pueblos a los obispos de unas 1.100 circunscripciones eclesiásticas que reciben anualmente una contribución de las Obras Misionales Pontificias, las diócesis más grandes y estructuradas de los territorios de misión, receptoras del subsidio ordinario, pueden renunciar a él y cederlo, para que pueda ser redistribuido a iglesias más pequeñas y más pobres y por lo tanto más probadas”. Se trata de los subsidios del “Fondo de Solidaridad Universal” (FUS), fruto de la colecta universal que se realiza en todo el mundo en la Jornada Mundial de las Misiones, que se celebra cada año el penúltimo domingo de octubre. “Los territorios bajo la jurisdicción de Propaganda Fide - diócesis, vicariatos apostólicos, prefecturas apostólicas, administraciones apostólicas, misiones ‘sui iuris’- se encuentran sobre todo en las zonas más pobres del mundo. Nuestra intención es la de provocar un impulso solidario dentro de la Iglesia universal, para mejorar la distribución de los fondos: si hay diócesis u obispos capaces de llevar a cabo la vida pastoral gracias a los recursos locales, podrían renunciar voluntariamente al subsidio, total o parcialmente, permitiendo así que las diócesis más pobres obtengan una mayor contribución”, explica mons. Dal Toso.
Los subsidios concedidos por las Obras Misionales Pontificias “apoyan sólo los proyectos pastorales mediante la provisión de gastos específicos relacionados con la obra de evangelización, la vida de las Iglesias locales, la formación del clero, de religiosos y catequistas”, recuerda el arzobispo, explicando que “esta obra es muy importante para el futuro de la Iglesia en los cinco continentes”. Esta contribución ofrecida y entregada por las OMP es preciosa y significativa para los territorios que la reciben. Las OMP apoyan, por ejemplo, seminarios diocesanos o interdiocesanos y ofrecen apoyo financiero a los obispos jubilados, a menudo el único que tienen en las regiones más pobres, donde los católicos son una minoría y la comunidad local no tiene la capacidad económica para sostenerlos.
Además de la colecta habitual para la Jornada Mundial de las Misiones, el papa Francisco en el 2020, estableció en las OMP un “Fondo Especial de Emergencia Covid” para ayudar a las Iglesias de los países más pobres a lidiar con la pandemia y sus repercusiones económicas. Gracias a este fondo especial, se han podido realizar y sostener más de 250 proyectos, con intervenciones realizadas en 41 países y 229 entre arquidiócesis, diócesis, vicariatos apostólicos y conferencias episcopales, por un valor de más de 1,85 millones de dólares.
En total, en 2020 las Obras Misionales Pontificias han distribuido aproximadamente 130 millones de dólares, destinados a territorios de misión. Los subsidios de las OMP financiaron el año pasado 2.870 proyectos en territorios de misión para la educación y protección de los niños; 79.380 seminaristas mayores y menores y 8.094 novicios en sus cursos de formación; además del nacimiento y construcción de 751 nuevas iglesias en los cinco continentes.
La colecta de 2020, de la que aún se esperan los datos definitivos, ha estado marcada por la crisis económica posterior a la pandemia.
(PA) (Agencia Fides 29/1/2021)

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VATICANO - El Mensaje del Santo Padre Francisco para la Jornada Mundial de las Misiones 2021

 

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – Publicamos el Mensaje del Santo Padre Francisco para la próxima Jornada Mundial de las Misiones, que se celebrará el domingo 17 de octubre, con el título «No podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído» (Hch 4,20)

Queridos hermanos y hermanas:
Cuando experimentamos la fuerza del amor de Dios, cuando reconocemos su presencia de Padre en nuestra vida personal y comunitaria, no podemos dejar de anunciar y compartir lo que hemos visto y oído. La relación de Jesús con sus discípulos, su humanidad que se nos revela en el misterio de la encarnación, en su Evangelio y en su Pascua nos hacen ver hasta qué punto Dios ama nuestra humanidad y hace suyos nuestros gozos y sufrimientos, nuestros deseos y nuestras angustias (cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. past. Gaudium et spes, 22). Todo en Cristo nos recuerda que el mundo en el que vivimos y su necesidad de redención no le es ajena y nos convoca también a sentirnos parte activa de esta misión: «Salgan al cruce de los caminos e inviten a todos los que encuentren» (Mt 22,9). Nadie es ajeno, nadie puede sentirse extraño o lejano a este amor de compasión.
La experiencia de los apóstoles

La historia de la evangelización comienza con una búsqueda apasionada del Señor que llama y quiere entablar con cada persona, allí donde se encuentra, un diálogo de amistad (cf. Jn 15,12-17). Los apóstoles son los primeros en dar cuenta de eso, hasta recuerdan el día y la hora en que fueron encontrados: «Era alrededor de las cuatro de la tarde» (Jn 1,39). La amistad con el Señor, verlo curar a los enfermos, comer con los pecadores, alimentar a los hambrientos, acercarse a los excluidos, tocar a los impuros, identificarse con los necesitados, invitar a las bienaventuranzas, enseñar de una manera nueva y llena de autoridad, deja una huella imborrable, capaz de suscitar el asombro, y una alegría expansiva y gratuita que no se puede contener. Como decía el profeta Jeremías, esta experiencia es el fuego ardiente de su presencia activa en nuestro corazón que nos impulsa a la misión, aunque a veces comporte sacrificios e incomprensiones (cf. 20,7-9). El amor siempre está en movimiento y nos pone en movimiento para compartir el anuncio más hermoso y esperanzador: «Hemos encontrado al Mesías» (Jn 1,41).
Con Jesús hemos visto, oído y palpado que las cosas pueden ser diferentes. Él inauguró, ya para hoy, los tiempos por venir recordándonos una característica esencial de nuestro ser humanos, tantas veces olvidada: «Hemos sido hechos para la plenitud que sólo se alcanza en el amor» (Carta enc. Fratelli tutti, 68). Tiempos nuevos que suscitan una fe capaz de impulsar iniciativas y forjar comunidades a partir de hombres y mujeres que aprenden a hacerse cargo de la fragilidad propia y la de los demás, promoviendo la fraternidad y la amistad social (cf. ibíd., 67). La comunidad eclesial muestra su belleza cada vez que recuerda con gratitud que el Señor nos amó primero (cf. 1 Jn 4,19). Esa «predilección amorosa del Señor nos sorprende, y el asombro —por su propia naturaleza— no podemos poseerlo por nosotros mismos ni imponerlo. […] Sólo así puede florecer el milagro de la gratuidad, el don gratuito de sí. Tampoco el fervor misionero puede obtenerse como consecuencia de un razonamiento o de un cálculo. Ponerse en “estado de misión” es un efecto del agradecimiento» (Mensaje a las Obras Misionales Pontificias, 21 mayo 2020).
Sin embargo, los tiempos no eran fáciles; los primeros cristianos comenzaron su vida de fe en un ambiente hostil y complicado. Historias de postergaciones y encierros se cruzaban con resistencias internas y externas que parecían contradecir y hasta negar lo que habían visto y oído; pero eso, lejos de ser una dificultad u obstáculo que los llevara a replegarse o ensimismarse, los impulsó a transformar todos los inconvenientes, contradicciones y dificultades en una oportunidad para la misión. Los límites e impedimentos se volvieron también un lugar privilegiado para ungir todo y a todos con el Espíritu del Señor. Nada ni nadie podía quedar ajeno a ese anuncio liberador.
Tenemos el testimonio vivo de todo esto en los Hechos de los Apóstoles, libro de cabecera de los discípulos misioneros. Es el libro que recoge cómo el perfume del Evangelio fue calando a su paso y suscitando la alegría que sólo el Espíritu nos puede regalar. El libro de los Hechos de los Apóstoles nos enseña a vivir las pruebas abrazándonos a Cristo, para madurar la «convicción de que Dios puede actuar en cualquier circunstancia, también en medio de aparentes fracasos» y la certeza de que «quien se ofrece y entrega a Dios por amor seguramente será fecundo» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 279).
Así también nosotros: tampoco es fácil el momento actual de nuestra historia. La situación de la pandemia evidenció y amplificó el dolor, la soledad, la pobreza y las injusticias que ya tantos padecían y puso al descubierto nuestras falsas seguridades y las fragmentaciones y polarizaciones que silenciosamente nos laceran. Los más frágiles y vulnerables experimentaron aún más su vulnerabilidad y fragilidad. Hemos experimentado el desánimo, el desencanto, el cansancio, y hasta la amargura conformista y desesperanzadora pudo apoderarse de nuestras miradas. Pero nosotros «no nos anunciamos a nosotros mismos, sino a Jesús como Cristo y Señor, pues no somos más que servidores de ustedes por causa de Jesús» (2 Co 4,5). Por eso sentimos resonar en nuestras comunidades y hogares la Palabra de vida que se hace eco en nuestros corazones y nos dice: «No está aquí: ¡ha resucitado!» (Lc 24,6); Palabra de esperanza que rompe todo determinismo y, para aquellos que se dejan tocar, regala la libertad y la audacia necesarias para ponerse de pie y buscar creativamente todas las maneras posibles de vivir la compasión, ese “sacramental” de la cercanía de Dios con nosotros que no abandona a nadie al borde del camino. En este tiempo de pandemia, ante la tentación de enmascarar y justificar la indiferencia y la apatía en nombre del sano distanciamiento social, urge la misión de la compasión capaz de hacer de la necesaria distancia un lugar de encuentro, de cuidado y de promoción. «Lo que hemos visto y oído» (Hch 4,20), la misericordia con la que hemos sido tratados, se transforma en el punto de referencia y de credibilidad que nos permite recuperar la pasión compartida por crear «una comunidad de pertenencia y solidaridad, a la cual destinar tiempo, esfuerzo y bienes» (Carta enc. Fratelli tutti, 36). Es su Palabra la que cotidianamente nos redime y nos salva de las excusas que llevan a encerrarnos en el más vil de los escepticismos: “todo da igual, nada va a cambiar”. Y frente a la pregunta: “¿para qué me voy a privar de mis seguridades, comodidades y placeres si no voy a ver ningún resultado importante?”, la respuesta permanece siempre la misma: «Jesucristo ha triunfado sobre el pecado y la muerte y está lleno de poder. Jesucristo verdaderamente vive» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 275) y nos quiere también vivos, fraternos y capaces de hospedar y compartir esta esperanza. En el contexto actual urgen misioneros de esperanza que, ungidos por el Señor, sean capaces de recordar proféticamente que nadie se salva por sí solo.
Al igual que los apóstoles y los primeros cristianos, también nosotros decimos con todas nuestras fuerzas: «No podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído» (Hch 4,20). Todo lo que hemos recibido, todo lo que el Señor nos ha ido concediendo, nos lo ha regalado para que lo pongamos en juego y se lo regalemos gratuitamente a los demás. Como los apóstoles que han visto, oído y tocado la salvación de Jesús (cf. 1 Jn 1,1-4), así nosotros hoy podemos palpar la carne sufriente y gloriosa de Cristo en la historia de cada día y animarnos a compartir con todos un destino de esperanza, esa nota indiscutible que nace de sabernos acompañados por el Señor. Los cristianos no podemos reservar al Señor para nosotros mismos: la misión evangelizadora de la Iglesia expresa su implicación total y pública en la transformación del mundo y en la custodia de la creación.
Una invitación a cada uno de nosotros

El lema de la Jornada Mundial de las Misiones de este año, «No podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído» (Hch 4,20), es una invitación a cada uno de nosotros a “hacernos cargo” y dar a conocer aquello que tenemos en el corazón. Esta misión es y ha sido siempre la identidad de la Iglesia: «Ella existe para evangelizar» (S. Pablo VI, Exhort. ap. Evangelii nuntiandi, 14). Nuestra vida de fe se debilita, pierde profecía y capacidad de asombro y gratitud en el aislamiento personal o encerrándose en pequeños grupos; por su propia dinámica exige una creciente apertura capaz de llegar y abrazar a todos. Los primeros cristianos, lejos de ser seducidos para recluirse en una élite, fueron atraídos por el Señor y por la vida nueva que ofrecía para ir entre las gentes y testimoniar lo que habían visto y oído: el Reino de Dios está cerca. Lo hicieron con la generosidad, la gratitud y la nobleza propias de aquellos que siembran sabiendo que otros comerán el fruto de su entrega y sacrificio. Por eso me gusta pensar que «aun los más débiles, limitados y heridos pueden ser misioneros a su manera, porque siempre hay que permitir que el bien se comunique, aunque conviva con muchas fragilidades» (Exhort. ap. postsin. Christus vivit, 239).
En la Jornada Mundial de las Misiones, que se celebra cada año el tercer domingo de octubre, recordamos agradecidamente a todas esas personas que, con su testimonio de vida, nos ayudan a renovar nuestro compromiso bautismal de ser apóstoles generosos y alegres del Evangelio. Recordamos especialmente a quienes fueron capaces de ponerse en camino, dejar su tierra y sus hogares para que el Evangelio pueda alcanzar sin demoras y sin miedos esos rincones de pueblos y ciudades donde tantas vidas se encuentran sedientas de bendición.
Contemplar su testimonio misionero nos anima a ser valientes y a pedir con insistencia «al dueño que envíe trabajadores para su cosecha» (Lc 10,2), porque somos conscientes de que la vocación a la misión no es algo del pasado o un recuerdo romántico de otros tiempos. Hoy, Jesús necesita corazones que sean capaces de vivir su vocación como una verdadera historia de amor, que les haga salir a las periferias del mundo y convertirse en mensajeros e instrumentos de compasión. Y es un llamado que Él nos hace a todos, aunque no de la misma manera. Recordemos que hay periferias que están cerca de nosotros, en el centro de una ciudad, o en la propia familia. También hay un aspecto de la apertura universal del amor que no es geográfico sino existencial. Siempre, pero especialmente en estos tiempos de pandemia es importante ampliar la capacidad cotidiana de ensanchar nuestros círculos, de llegar a aquellos que espontáneamente no los sentiríamos parte de “mi mundo de intereses”, aunque estén cerca nuestro (cf. Carta enc. Fratelli tutti, 97). Vivir la misión es aventurarse a desarrollar los mismos sentimientos de Cristo Jesús y creer con Él que quien está a mi lado es también mi hermano y mi hermana. Que su amor de compasión despierte también nuestro corazón y nos vuelva a todos discípulos misioneros.
Que María, la primera discípula misionera, haga crecer en todos los bautizados el deseo de ser sal y luz en nuestras tierras (cf. Mt 5,13-14).

Roma, San Juan de Letrán, 6 de enero de 2021, Solemnidad de la Epifanía del Señor.
(Agencia Fides 29/1/2021)



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VATICANO - El Cardenal Tagle: “La misión es compartir el amor recibido de Dios por pura gratitud”

 

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – “El Santo Padre en el Mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones del 2021, tomado de los Hechos de los apóstoles, une la misión y la experiencia humana de la misericordia de Cristo: quiere decirnos que no hay dicotomía ni separación entre lo que llamamos espiritualidad y el trabajo del apostolado”: así lo afirma, en entrevista con la Agencia Fides, el cardenal Luis Antonio Tagle, prefecto de la Congregación para la Evangelización de Pueblos, comentando el Mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones de 2021, publicado hoy por la Santa Sede, titulado «No podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído» (Hch 4,20). “Espiritualidad - explica el cardenal - significa tener una profunda experiencia del amor misericordioso de Dios, que nos ha sido dado en Jesucristo. Jesús, con su amor por nosotros, se convirtió en uno de nosotros, nuestro hermano, el que abrazó nuestras debilidades, nuestros trabajos y nuestros sueños, nuestras alegrías y esperanzas, como dice Gaudium et Spes. Y, como recuerda el papa Francisco, cuando una persona es amada, cuando experimenta ser amada, como sucedió con los apóstoles, no puede quedárselo para sí, sino que quiere compartirlo: es un hecho hermoso y precioso, y así se convierte en misión”.
El Prefecto prosigue: “La misión, por tanto, está íntimamente ligada al amor de Cristo. No es un trabajo, no es una obra humana, que a veces incluso se siente como una tarea pesada, como una carga. En cambio, es un puro acto de gratitud. Es una respuesta de gratitud por el amor recibido de Dios. Abrazados y envueltos por el amor de Dios, queremos compartir este amor especialmente con aquellos que no se sienten amados, que se sienten abandonados, rechazados, con los de las periferias existenciales. Los que hemos experimentado el amor de Dios, los que hemos escuchado y acogido el Evangelio del amor, lo compartimos con el prójimo, con el corazón rebosante de gratitud”.
Otro aspecto que el papa Francisco toca en el mensaje es el de la compasión: “La compasión - observa el cardenal Tagle - es una de las formas de mostrar a la humanidad herida de hoy, en los tiempos difíciles que vivimos, el rostro del amor de Dios. Para anunciar el Evangelio hoy, el lenguaje entendido por la humanidad es el de la caridad y la compasión: es uno de los aspectos para compartir el amor de Dios. Muchas personas en todo el mundo ya eran frágiles, marginadas y vulnerables antes de la pandemia. Hoy su situación ha empeorado: por eso comunicar, con nuestra vida, la presencia y la compasión de Cristo les traerá consuelo y nueva esperanza. El Papa nos llama en el mensaje a ser 'misioneros de la esperanza', en un mundo que tiene una gran necesidad de bondad, hospitalidad, misericordia, fraternidad. La misión es realizar cada acción de la vida con el espíritu de la Eucaristía, es vivir la vida como una Eucaristía, una vida de gratitud y acción de gracias a Dios. Y hacer todo en el nombre del Señor Jesucristo. Él es el mayor don que hemos recibido, y ese don da fruto: nosotros mismos somos fruto de su Espíritu y de su presencia, somos los que llevamos al mundo el don inestimable de su amor”.
Por último, el Prefecto de Propaganda Fide quiere recordar, en la conversación con Fides, el valor de la missio ad gentes y de quienes dan la vida por llevarla a cabo: “Los misioneros son aquellas personas que, para compartir el amor de Dios, dejen sus certezas, el consuelo de su vida y van a las periferias del mundo, entre los más pobres y desfavorecidos, entre los que sufren y los necesitados, testificando con sus vidas que Dios es amor, y que ama y se entrega a toda criatura. Los misioneros son aquellos que, como los apóstoles, no pueden guardar para sí el amor que han experimentado: el Espíritu los empuja hasta los confines de la tierra para anunciarlo y dárselo a los que más lo necesitan, a los que sufren y están desesperados, a los que no le conocen y no han experimentado el inmenso amor de Cristo. Hoy, mientras el mundo entero atraviesa desafíos muy difíciles como el de la pandemia, la misión de Cristo continúa a través de cada uno de nosotros: donde están los más necesitados, también hay misioneros, dispuestos a consolar corazones heridos, en el nombre de Cristo Jesús”.
(PA) (Agencia Fides 29/1/2021)

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ÁFRICA/SUDÁN DEL SUR - Ser embajadores de Cristo: lo exhorta el obispo Hijboro a 150 nuevos confirmados

 

Tombura Yambio (Agencia Fides) – “Sed valientes embajadores de Cristo porque en el sacramento de la Confirmación habéis recibido la fuerza del Espíritu Santo que os permite llevar la verdad y la caridad de Cristo y ser miembros activos de toda la comunidad”. Con estas palabras el obispo de la diócesis Tombura Yambio mons. Eduard Hijboro, se dirigió a los 150 jóvenes y adultos confirmados en la parroquia de Santa María Madre de Dios en Yambio.
La misa, celebrada el 10 de enero con motivo de la fiesta del Bautismo del Señor, a principios de 2021, fue también una oportunidad para recordar el décimo aniversario del referéndum por la independencia de Jartum. “Al comienzo de este nuevo año, el objetivo principal de todos los habitantes del país es producir prosperidad en todos los ámbitos de nuestra vida, espiritual, social y medioambiental”, dijo el obispo, dirigiéndose a toda la comunidad y a los políticos del país. Además, instó a quienes han tenido la oportunidad de servir a la nación, a que sean conscientes de las necesidades del país para permitir que la gente viva en paz y armonía.
En su mensaje, mons. Hijboro pidió a los políticos de diferentes facciones del país que “dejen de lado su agenda política y trabajen juntos para hacer de Sudán del Sur la nación pacífica que la gente anhela”.
“Es lamentable ver a los líderes políticos divididos porque las implicaciones negativas tienen un impacto igualmente negativo en los civiles inocentes. Cuando los políticos están unidos por el interés común de los ciudadanos de este país, todos son más felices. La Iglesia se regocija al verlos practicar la unidad en la diversidad”, concluye el obispo.
(CHS/AP) (29/1/2021 Agencia Fides)

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ÁFRICA - La segunda ola de Covid-19 peligra con afectar con fuerza a los países africanos

 

Roma (Agencia Fides) – “Varios países africanos están experimentando ahora la segunda ola del virus”, dice el p. Charles Chilufya SJ, Coordinador Task Force Africa de la Comisión Covid-19 del Vaticano y Director de la Oficina de Justicia y Ecología de la Conferencia Jesuita de África y Madagascar (JCAM). “Varios países han informado de un nuevo aumento” en el último mes. La novedad de esta segunda oleada es que el virus “ha comenzado a extenderse en zonas de alta densidad”. Los gobiernos de varios estados africanos están preocupados por el progreso de la epidemia.
Una preocupación compartida por las Conferencias Episcopales locales, como la de Tanzania. En un comunicado enviado a la Agencia Fides, los obispos de Tanzania advierten a los fieles sobre la “nueva ola de infecciones por coronavirus”, que ha provocado un aumento de muertes. “Nuestro país no es una isla ... Debemos defendernos, tomar precauciones y rezar a Dios con todas nuestras fuerzas para que este flagelo no nos alcance”. Los obispos piden a los tanzanos que redoblen sus esfuerzos en la lucha contra el virus “utilizando todas las armas espirituales, físicas, científicas y sociales. No paramos de rezar, mantener las distancias sociales, lavarnos y desinfectarnos las manos, tomando las medidas necesarias cuando veamos signos de enfermedad y evitar reuniones que puedan resultar peligrosas”.
En Zambia, la diócesis de Ndola está considerando suspender las celebraciones litúrgicas porque, según un comunicado, “en la mayoría de nuestras parroquias e instituciones, las medidas preventivas del COVID-19 han sido muy relajadas y, en algunos casos, incluso completamente abandonadas”. Recordamos que la Iglesia en Zambia ha sido duramente golpeada por el Covid-19 (véase Fides 27/1/2021).
África alberga aproximadamente al 17% de la población mundial. Al 31 de diciembre, la Universidad John Hopkins informó 2.743.670 casos de coronavirus en el continente y 64.868 muertes, lo que representa el 3,31% y el 3,58% de los casos y muertes mundiales, respectivamente. Si estos datos son precisos o , es algo difícil de determinar, ya que la Organización Mundial de la Salud informó que, en comparación con otras áreas del mundo, las pruebas para detectar el coronavirus en África son pocas. Sudáfrica encabeza la lista de casos de Covid-19 en el continente con poco más de 1 millón de casos reportados y alrededor de 28.500 muertes.
(L.M.) (Agencia Fides 29/1/2021)

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ASIA/PAKISTÁN - Mujer cristiana acusada de blasfemia liberada por la policía tras las investigaciones

 

Karachi (Agencia Fides) - “Tabitha Nazir Gill, una mujer cristiana de 30 años, conocida por cantar himnos Gospel en urdu, el idioma nacional de Pakistán, fue acusada de blasfemia ayer 28 de enero; tomado en custodia por la policía, fue liberada poco después de la investigación. La policía no ha encontrado nada que diga que la mujer ha cometido blasfemia”: así lo cuenta a la Agencia Fides Nasir Raza, activista cristiano de derechos humanos involucrado en el caso, que se ha producido en Karachi, al sur de Pakistán.
Nasir Raza, quien también es presidente del “Comité Nacional de Paz para la Armonía Interreligiosa” en la provincia de Sindh, comenta: “Tabitha Nazir Gill, quien trabaja profesionalmente como enfermera en el Sobhraj Maternity Hospital en la ciudad de Karachi, ha sido acusada por sus colegas, con quienes ha trabaja desde hace 9 años”. Raza agrega: “Tabitha, preocupada, pidió a sus hermanos y hermanas cristianos que oraran por ella diciendo: ‘Estoy en una situación difícil, los musulmanes de mi hospital me acusan’; poco después supimos que había sido acusada de blasfemia”.
Nasir Raza continúa: “Golpearon a Tabitha, desde la mañana, alegando que había proferido una blasfemia contra el islam. Tabitha fue atada con cuerdas, torturada y encerrada en una habitación. Tan pronto como nos dimos cuenta de esto, inmediatamente contactamos a los agentes de seguridad policial para pedir una intervención en el asunto y proteger a la mujer cristiana. En los videos que nos han enviado algunos presentes para informar sobre el caso y pedir protección a la mujer, vemos a las enfermeras del personal del hospital golpeando a Tabitha Gill; la mujer negaba haber cometido algún delito”.
La historia hasta ahora ha tenido un buen final: los agentes de policía han tomado en custodia a Tabitha y, tras realizar una investigación, la han dejado en libertad, entregándola a su familia, que se ha trasladado a un lugar desconocido para su protección”.
Según la información recibida por la Agencia Fides, se ha tratado de un malentendido entre compañeros, que degeneró en la peligrosa acusación de blasfemia, que en Pakistán prevé también la cadena perpetua o la pena de muerte.
Nasir Saeed, director de la Ong CLAAS (Centre for Legal Aid Assistance & Settlement), en una nota enviada a la Agencia Fides condena el episodio y dice: “Es un alivio que las acusaciones contra Tabitha, presentadas por sus colegas, sean infundadas. Desafortunadamente, su vida nunca volverá a ser la misma, ya que ha tenido que dejar su hogar y esconderse. Quisiera elogiar a la policía por la investigación rápida, justa e imparcial que han realizado. La policía tiene un papel clave para determinar si se ha cometido blasfemia o si las acusaciones se construyeron de la nada, solo para ajustar cuentas personales”.
El Director de CLAAS añade: “Según nuestros estudios, la ley de blasfemia se sigue utilizando indebidamente para venganzas privadas. En 2020, unas 60 personas, incluidos nueve cristianos y cuarenta y siete musulmanes (en su mayoría de la comunidad chiita) fueron acusados ​​de blasfemia, mientras que al menos tres personas inocentes - un cristiano, un miembro de la comunidad Ahmadiyya y un musulmán - fueron asesinados en ejecuciones extrajudiciales, vinculadas a acusaciones de blasfemia”.
Saeed hace un llamamiento: “Es hora de que el gobierno analice el asunto a fondo para detener el creciente uso indebido de la ley de blasfemia contra personas inocentes y hacer cambios cuando sea necesario, ya que la redacción de la ley de blasfemia permite abusos continuos”.
(SG-PA) (Agencia Fides 29/1/2021)

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AMERICA/BOLIVIA -La vida antes que la política y los negocios: un llamamiento de la Iglesia y la sociedad civil ante la emergencia del Covid-19

 

Santa Cruz (Agencia Fides) – El arzobispo de Santa Cruz, monseñor Sergio Gualberti, denunció que los esfuerzos por la campaña electoral eclipsan el compromiso de salvaguardar la salud y la vida, y pidió a los políticos, medios de comunicación y operadores de redes sociales que no promuevan esta tensa situación.
En estos tiempos tan difíciles y complejos por el crecimiento exponencial de las infecciones por coronavirus y los compromisos electorales, estamos llamados a dar prioridad a la protección de la vida y la salud, dispuestos a sacrificar otros bienes e intereses, instó el Arzobispo.
Los medios católicos de todo el país retomaron la homilía del obispo Gualberti el domingo 24, en la que hizo un llamamiento a todos los medios del país a "comprometerse a crear un clima de serenidad, diálogo, comunión y paz, que favorezca la implementación de las medidas necesarias para contrarrestar el contagio ". Mons. Gualberti expresó la esperanza de que la presencia viva de Cristo llene de esperanza y fuerza el corazón de todos, especialmente de aquellos que sufren la agresión y el sufrimiento del contagio.
El Reino de Dios, dijo en la homilía, es muy diferente de los reinos humanos, no es una realidad política y de poder, es el plan de amor, vida y paz de Dios Padre para toda la humanidad, el plan de salvación. que abarca todos los ámbitos de la existencia humana: personal, público, ético y político.
La intervención del Arzobispo de Santa Cruz va en línea con la presentación, hace dos días, de un documento elaborado por 23 instituciones católicas y de la sociedad civil titulado "Covid-19: la vida antes que la política y los negocios", con el que piden al gobierno respuestas efectivas a la crisis del Covid-19 y la coordinación de acciones que ayuden a prevenir la especulación.
Bolivia no puede contar el número de contagios en esta segunda ola de la pandemia, mientras que los líderes políticos, como dice monseñor Gualberti, solo están interesados ​​en la campaña electoral, para las elecciones locales del 7 de marzo de 2021.
(CE) (Agencia Fides 29/01/2021)

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