El domingo de la Biblia
Ha sido decisión de Francisco
papa, sólo suya y de nadie más, el institucionalizar en la vida anual de la
santa madre iglesia católica apostólica romana y vaticana 'El domingo de la
Biblia'. Por segundo año se celebra esta fiesta que, en realidad, no se la
llama así, pero que en el contenido de su mensaje se trata de esto. De la
Biblia. Este papa le ha puesto un nombre intencionadamente propagandístico:
'Domingo de la Palabra de Dios'. ¿No es igual la 'Biblia' que la 'Palabra de
Dios'? Parece ser que no. Esto de la Biblia habla mucho y canta alto en
favor de Lutero y su Reforma y de toda la corriente protestante generada desde
aquellos años de la segunda decena del siglo XVI. Se recordará que poco después
se convocó un Concilio en la Iglesia al que se le denominó Concilio de la
Contrarreforma. El de Trento, el de los dogmas, el del Imperio Católico que no
fue otro que el Imperio en donde no se ponía el sol. Y fruto de aquella Reforma
y Contrarreforma quedó acuñado el mantra famoso de que la tradición protestante
se asienta y sostiene en la Biblia mientras que la tradición católica se
asienta y sostiene en el sacrificio de la santa misa. Se me acusará de ser un
simplista, pero ese es el mantra permanente que aún colea.
La sagacidad del lenguaje de
Francisco papa ha sido no hablar de 'Biblia', ni de Reformas, sino tan solo de
Palabra de Dios y de san Jerónimo (fallecido en Belén el 30 de septiembre del
año 420).
¿Se atreve el lector a
investigar un poquito? Pues pregúntese qué sucedió en las sesiones del Concilio
Vaticano II cuando se habló de precisar qué se quería decir en la Iglesia
al hablar de 'La Palabra de Dios'. Los enfrentamientos doctrinales fueron de
tal magnitud que se llegó a la conclusión de que la expresión se mantuviera y
que no se precisara con claridad su contenido. Mucha habilidad
metodológica.
Suena bien esto de 'La
Palabra de Dios' al lado de 'La Palabra del Ser humano' (ser humano: mujer y
hombre). ¿Acaso no saben muy bien las mentes expertas en autoridad teológica
que no hay ningún Dios, tampoco Yavé, que hable al margen de las palabras de
los humanos?
Tú que me lees ahora y yo que
escribo, TúyYo, somos Palabra, la Palabra. Y toda la biblioteca de la Biblia
-con sus libros canónicos y deuterocanónicos, epigráficos y pseudoepigráficos,
veterotestamentarios y neotestamentarios, los que están dentro de un canon
o de otro canon, ya sea este canon hebreo, griego, latino, protestante,
tridentino, arameo, azteca, inca, maya, tibetano, árabe, mongol... o
sencillamente humano- es Palabra del Ser Humano, del Corazón humano, de la
Mente Humana, de la Piel humana de Todos los humanos y de Siempre.
Para este domingo de la
Palabra de Dios o de la Biblia me permitiré una meditación contemplativa sobre
'el Hablar y el Escuchar'. Es decir, una meditación contemplativa sobre la
boca, que es una; y los oídos, que son dos. Una dosis de habla por cada
dos de escucha. ¿Se puede llegar así a ser sabio? Tal vez. Alguien lo entendió
así al leerse muy conspicuamente 1Reyes 3,9. Basta por ahora y para esta semana.
A continuación, los
comentarios correspondientes al relato del Evangelio y al relato de los Cinco
Minutos.
Domingo 3º del Tiempo
Ordinario B (24.01.2021): Marcos 1,14-20.
¿Qué es ‘ser evangelio’? Me lo pregunto y lo escribo CONTIGO,
Por segundo año celebramos en este domingo la fiesta de ‘La
Palabra de Dios’. En realidad se trata de un motivo de fiesta que acontece cada
domingo y hasta cada día, si alguien me apura. Pero quiso Francisco papa
arraigar este domingo tercero del Tiempo Ordinario como domingo de la Palabra
de Dios. No se atrevió a llamarlo ‘Domingo de la Biblia’, pero esa es la
auténtica finalidad de esta celebración eclesial.
Sugiero para este día que no se levante muy en alto la
Biblia, ni se la pasee como si fuera una diva, ni se la empape de incienso,
ni... No. En este día, me lo digo en silencio, que se ponga la Biblia entre las
manos y se atreva el leyente a leer. Y que se lea lo que se desee, el Libro de
Nahún, por ejemplo, o el de Jonás o el comienzo del Libro de los Hechos de los
Apóstoles...
Se nos va a proponer la lectura del relato de Marcos 1,14-20:
“Jesús se fue a Galilea y proclamaba el Evangelio... A orillas del mar de
Galilea vio a Simón y a su hermano Andrés... Más adelante vio a Santiago
el de Zebedeo y a su hermano Juan... Les llamó... y ellos se fueron con él”.
Esto es lo primero que el (o la) Evangelista nos cuenta de su Jesús de Nazaret.
Esto sería lo primero que hizo y dijo el adulto y laico Jesús.
Cuando se ha llegado a leer unas veinte veces este Evangelio
se puede llegar a creer que este Jesús que pasea alrededor del Lago de Galilea
y llama a esos cuatro hombres por su nombre no camina solo. Está ya bien
acompañado. Y esta compañía acompañadora es María Magdalena y otras mujeres.
Muchas. Esto lo expresa y confirma el propio texto de Marcos 15,40-47.
Y son estas mujeres, precisamente éstas y no otros, quienes
contemplaron la muerte y la sepultura de su Jesús de Nazaret, al que
acompañaron desde sus primeros días de Galilea hasta ahí. Y no le cerraron los
ojos con sus dedos porque, tal vez, se lo impidieron.
Y fueron estas mujeres, precisamente éstas y no otros,
quienes llegaron a comprender que su Jesús de Nazaret murió y no volvieron a
verlo, ni tocarlo, ni olerlo. Murió y su ausencia quedó para siempre arraigada
en sus adentros de personas bien conscientes. Y fue ahí, en sus entrañas de
vida donde le comenzaron a entender vivo y resucitado: “¿Buscáis a Jesús de
Nazaret...? Está en Galilea... allí lo veréis como os dejó dicho... Id y
contádselo a sus seguidores y a Pedro...” (Marcos 16,1-8). Aquí se acaba el
llamado Evangelio de Marcos. El texto que continúa (Marcos 16,9-20) fue un
añadido que alguien se atrevió a colocarlo aquí.
Este Jesús del Evangelio de Marcos murió y no regresó jamás.
No se apareció a nadie. Su única aparición fue su vida y, en especial, el
tiempo de esa vida suya en Galilea, alrededor de aquel inmenso lago al que se
le llamaba mar. Y en esta única aparición que fue su vida nos compartió la
buena noticia de su propia persona de judío y de laico. Y, ¿en qué consiste ser
buena noticia o evangelio con uno mismo y con los demás? De esto habla
todo el relato de Marcos, pero si se me deja seleccionar un texto emblemático, invito
a leer Mc 3,1-35. La vida de Jesús está sintetizada aquí. Ser
‘evangelio’ como él es liberarse y liberar de una religión que deshumaniza, y
es también aprender a sentarse en el mismo corro con los demás. Carmelo
Bueno Heras.
CINCO MINUTOS
con la Biblia entre las manos.
Domingo
9º: 24.01.2021. Después de comentar los cuatro Evangelios y Hechos
¡completos!...
LOS SALMOS Y LA TIJERA
De mi experiencia te diré, lector, que
muchas veces al leer (proclamar) los Salmos en la "Liturgia de las
Horas" me viene a la mente ese instrumento que sirve para cortar y que se
llama "tijera".
Utilizar este instrumento, en este
contexto, es lo que se denominaría, con cierto atrevimiento
histórico-teológico-bíblico, "hacer el marcionita". Lo de Marción,
condenado por hereje hacia la mitad del siglo II, venía a ser, resumiendo y en
lenguaje familiar, el utilizar la tijera para todo el texto del AT y buena
parte del Nuevo, por ser texto que nos habla de un Dios juez y vengativo y, por
tanto, de un actuar del hombre creyente también con carácter judicial y
vengativo. El Dios y mensaje de Jesús para sus seguidores en el Evangelio no
tiene ese carácter judicial y vengativo. Por tanto, diría Marción, para no
confundir, cortemos. ¡Va viendo el lector dónde está la herejía?
Meditando en esto, uno lee la salmodia de
la Liturgia de las Horas y observa un buen número de "tijeretazos"
realizados por las autoridades que organizan esta liturgia. Ergo, tales
autoridades se han metido, gracias a Dios y con aplauso nuestro, a
"marcionitas". Miren lo que digo con dos ejemplos, nada más:
. Laudes del Domingo de la 1ª semana: Salmo 62,2-9. Las "tijeras
autorizadas" han cortado los vv 10-12, que de haber sido respetados en la
poda dirían: "Pero los que buscan mi perdición bajarán a lo profundo
de la tierra, serán entregados a la espada y echados como pasto a las
raposas..." (No estaría nada mal para despertarse en una mañana de
domingo). Este salmo es todo un modelo de cómo "hacer de marcionita",
ya que se proclama muchísimas veces a lo largo del año litúrgico.
. El salmo aquel, tan querido por la
sensibilidad religiosa, "Señor, tú me sondeas y me conoces..." (138
Vg). También aquí "la afilada tijera autorizada" ha cortado los vv
19-22. Y éstas son algunas de "las ramas cortadas": "Ah, si
al impío, oh Dios, mataras... con odio colmado los odio, son para mí
enemigos". Este salmo está puesto para la oración de la tarde y de
haberse conservado con estas "ramas cortadas" más de uno habría
terminado el día bien satisfecho con esta súplica. Y, como estos dos ejemplos,
busque el lector los muchos más que han realizado las "tijeras eclesiásticas",
para bien, dicho sea a lo claro.
Lo que uno se pregunta, al proclamar estos
salmos en la salmodia de la oración comunitaria, es ¿por qué la poda, con haber
sido abundante, se ha quedado tan corta? ¿No habrá que seguir podando otros
muchos salmos, estrofas, versos...? Ya puesto uno a marcionita, al estilo de
los organizadores de la oración eclesial, tanto da podar siete como setenta y
siete. Lo que importa, como criterio, es que lo que quede del árbol esté sano y
pueda dar fruto. Un fruto abundante en mensaje del Dios de Jesús, que es el
amor y no el odio, la misericordia y no la venganza, el perdón y no el juicio,
la solidaridad y no el exclusivismo, la salvación y no la condena, el servicio
al de más abajo y no la servidumbre al de arriba, la alegría y no el
sufrimiento... ¡Qué! ¿Se ve cómo utilizar la tijera? ¿Se va viendo que el tal
Marción tenía algo de razón? ¿Se va viendo el criterio para el uso de la
tijera? De los salmos, la oración y la tijera habría mucho que hablar y que lo
aquí dicho es un apunte, pero dejémoslo ya, que se han pasado los cinco
minutos. Carmelo Bueno Heras. Educar hoy 35 (noviembre-diciembre 1992)
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