04/22/2014
Roncalli durante la guerra: «Se podría gritar más fuerte. Surgirían otros problemas»
El diplomático vaticano, dentro de pocos días santo, en uno de los apuntes de su diario de los que habla el nuevo libro de Marco Roncalli, en el que trata de comprender la actitud de la Santa Sede
ANDREA TORNIELLI Ciudad del VaticanoDe monseñor Angelo Giuseppe Roncalli, arzobispo y delegado apostólico en Estambul, siempre se cita ese apunte de sus diarios, en el que hablaba de un encuentro con Pío XII (el 10 de octubre de 1941): en esa ocasión, Papa Pacelli le preguntó a Roncalli qué opinaba sobre su «silencio» en relación con «el nazismo». Pero ahora surge otra anotación interesante de la misma fuente: los diarios del futuro santo Juan XXIII. Lo subraya Marco Roncalli, historiador, en el volumen “Papa Juan. El Santo” (San Paolo Ediciones, 216 pp.).
Había pasado un año de aquel encuentro con Pío XII, y monseñor Roncalli, escribe su biógrafo, «también es consciente de que la tragedia en curso habría llevado a reacciones más duras por parte de la Santa Sede. Sin embargo, como documentan las líneas escritas después de la lectura de un escrito criptado vaticano del 19 de octubre de 1942 que lo aflige, escribe en su diario: “¡Oh, las penas de la Santa Sede! A menudo no hay más que un gemido ante las injusticias sufridas. Se podría gritar más fuerte. Surgirían otros problemas”». Un apunte, subraya el autor de la biografía a Vatican Insider, que «hasta ahora nunca ha sido puesto en evidencia», en el que el futuro Papa y futuro santo demuestra hacer suya la controvertida motivación según la cual la denuncia no habría dado resultados, sino que habría incluso empeorado la trágica situación.
En el libro de Roncalli, a proposito de la actitud de Juan XXIII hacia los judíos, se recuerdan las desconfianzas de la Curia romana cuando el Papa recibió a Maurice Fischer, representante del ministerio del Exterior israelí, en el Vaticano para sondear un posible reconocimiento diplomático de Israel. «Usted tendría inmediata satisfacción si yo escuchara a mi corazón», escuchó el Pontífice de Bérgamo con palabras parecidas a las pronunciadas un año más tarde a Jules Isaac, pero con un añadido: «usted debe entender que ser Papa no significa poder tomar decisiones solo». Pocas semanas después, durante las celebraciones pascuales de marzo de 1959, algo comenzó a cambiar. Juan XXIII decidió, efectivamente, cambiar la controvertida oración del Viernes Santo cancelando los términod «pérfidos» y «perfidia» de la “Oratio pro Judaeis”. «Un primer paso –observó Roncalli– al que seguirán otras iniciativas personales menos conocidas del Papa con el objetivo de cancelar de otras fórmulas alusiones incluso veladamente ofensivas para con los judíos: desde la referencia al deicidio en la fórmula de consagración del género humano al Sagrado Corazón, introducida por León XIII, a las vinculadas con la “Iudaica perfidia” y la “Hebraica superstitio” presentes en el Ritual Romano, durante el rito de conversión de los judíos para el momento del Bautismo».
«Una gran “delicadeza” la que mostraba “hacia los no católicos” por Juan XXIII, serenamente admitida por “Civiltà Cattolica” en un balance a un año de la elección. Una “delicadeza” que encontramos también en el Bautismo pedido al Papa por un joven amigo hebreo y que Juan XXIII suministra en el Vaticano con la mayor reserva, pidiendo al neo-converso que no informara a sus familiares más viejos esta decisión».
«Papa Juan. El Santo », de Marco Roncalli, San Paolo Ediciones, 216 pp.
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