Necesito una Puerta para salir a la Vida
REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita
Guillermo Ortiz
(audio)
¡Sí! A la vida entiendo que no se entra, se sale. A la vida verdadera se sale. Por eso necesito una puerta, una ventana, una rendija. No puedo, no debo quedarme encerrado. No soy claustrofóbico, pero quedarse encerrado es malo, hace mal, sobre todo si estoy recluido en el egoísmo.
Equivocadamente distraído por alguna complacencia o alguna comodidad que me hago adentro, donde el aire y la luz son siempre artificiales, no siempre advierto el encierro; no percibo el peligro letal de asfixia existencial; no siento la atadura de la dependencia, de la adicción que la voluntad quebrada ya no puede romper.
¿Es vida verdadera la que vivo, la vida que vivís? o ¿es lo mismo que la vida artificial de un muerto que camina?
Necesito liberarme, desatarme, salir; necesito una puerta. ¡Bendita claustrofobia existencial! Si es síntoma de que me ahoga el egoísmo dañino.
Escucho a Jesús de Nazaret que dice: “Yo soy la Puerta”. ¡Sí! Jesús dice: “Yo soy la Puerta.” Y es verdad, porque Jesús con su resurrección de entre los muertos, abrió un boquete en el hermético vientre de la muerte. Con su propio cuerpo y su vida Jesús se transformó en Puerta de la Vida verdadera y con el poder de su Amor vivo, Jesús puede liberarme, desatarme para salir del egoísmo a la vida en el amor; a la vida con los otros.
Jesús, te ruego que por el encuentro personal contigo, pueda pasar por la puerta abierta de tu corazón vulnerado y victorioso a la vida viva en el amor con Dios y los hermanos
(audio)
¡Sí! A la vida entiendo que no se entra, se sale. A la vida verdadera se sale. Por eso necesito una puerta, una ventana, una rendija. No puedo, no debo quedarme encerrado. No soy claustrofóbico, pero quedarse encerrado es malo, hace mal, sobre todo si estoy recluido en el egoísmo.
Equivocadamente distraído por alguna complacencia o alguna comodidad que me hago adentro, donde el aire y la luz son siempre artificiales, no siempre advierto el encierro; no percibo el peligro letal de asfixia existencial; no siento la atadura de la dependencia, de la adicción que la voluntad quebrada ya no puede romper.
¿Es vida verdadera la que vivo, la vida que vivís? o ¿es lo mismo que la vida artificial de un muerto que camina?
Necesito liberarme, desatarme, salir; necesito una puerta. ¡Bendita claustrofobia existencial! Si es síntoma de que me ahoga el egoísmo dañino.
Escucho a Jesús de Nazaret que dice: “Yo soy la Puerta”. ¡Sí! Jesús dice: “Yo soy la Puerta.” Y es verdad, porque Jesús con su resurrección de entre los muertos, abrió un boquete en el hermético vientre de la muerte. Con su propio cuerpo y su vida Jesús se transformó en Puerta de la Vida verdadera y con el poder de su Amor vivo, Jesús puede liberarme, desatarme para salir del egoísmo a la vida en el amor; a la vida con los otros.
Jesús, te ruego que por el encuentro personal contigo, pueda pasar por la puerta abierta de tu corazón vulnerado y victorioso a la vida viva en el amor con Dios y los hermanos
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