El sacrificio en la familia
Viviendo en familia, con el padre Kennedy Rodríguez
(RV).- (Con audio)
El valor del sacrificio es aquel esfuerzo extraordinario para alcanzar un beneficio mayor, venciendo los propios gustos, intereses y comodidad.
Debemos tener en mente que el sacrificio –aunque suene drástico el término-, es un valor muy importante para superarnos en nuestra vida por la fuerza que imprime en nuestro carácter. Compromiso, perseverancia, optimismo, superación y servicio, son algunos de los valores que se perfeccionan a un mismo tiempo, por eso, el sacrificio no es un valor que sugiere sufrimiento y castigo, sino una fuente de crecimiento personal.
Al momento de formar una familia el hombre y la mujer se entregan mutuamente y por naturaleza se atraen, cada individuo proyecta sus planes dentro del matrimonio, en los cuales se plantea la base de su felicidad, pero si en esos planes no está incluido el sacrificio es muy probable que la familia no funcione.La iglesia nos enseña que cada pareja debe sacrificarse con el fin inicial de hacer feliz a su cónyuge, felicidad que más adelante se transmite a los hijos.
Todas las decisiones que tomarán el padre o la madre nunca podrán ser de manera egoísta sin incluir a cada uno los demás miembro de la familia. Por ejemplo ya nadie podrá decir “necesito tiempo para mi”. El tiempo se reorienta a Dios y a la vocación a la cual te ha llamado: a formar una familia.
Cada familia debe someterse a varios sacrificios: Sacrificio de castidad: Pues los conyugues se juraron fidelidad hasta la muerte.
Sacrificio de apertura a la vida: la doctrina de la iglesia es clara, en el punto 2366 del catecismo expresa que el acto matrimonial debe quedar abierto a la vida. Sacrificio de tolerancia: cada cónyuge debe tener presente que al convivir con otros seres humanos, con distinta forma de pensar se generan conflicto en los que tenemos que ser tolerante y de vez en cuando ceder su postura personal.
Es importante precisar que para poder hacer los sacrificios que necesita la familia es indispensable llevar una vida intensa de oración y frecuencia de sacramentos.
La Familiaris consortio de JPII nos dice en su número 49:
“…Con la celebración de los sacramentos, la Iglesia enriquece y corrobora a la familia cristiana con la gracia de Cristo, en orden a su santificación para la gloria del Padre; con la renovada proclamación del mandamiento nuevo de la caridad, la Iglesia anima y guía a la familia cristiana al servicio del amor, para que imite y reviva el mismo amor de donación y sacrificio que el Señor Jesús nutre hacia toda la humanidad.”
(RV).- (Con audio)
El valor del sacrificio es aquel esfuerzo extraordinario para alcanzar un beneficio mayor, venciendo los propios gustos, intereses y comodidad.
Debemos tener en mente que el sacrificio –aunque suene drástico el término-, es un valor muy importante para superarnos en nuestra vida por la fuerza que imprime en nuestro carácter. Compromiso, perseverancia, optimismo, superación y servicio, son algunos de los valores que se perfeccionan a un mismo tiempo, por eso, el sacrificio no es un valor que sugiere sufrimiento y castigo, sino una fuente de crecimiento personal.
Al momento de formar una familia el hombre y la mujer se entregan mutuamente y por naturaleza se atraen, cada individuo proyecta sus planes dentro del matrimonio, en los cuales se plantea la base de su felicidad, pero si en esos planes no está incluido el sacrificio es muy probable que la familia no funcione.La iglesia nos enseña que cada pareja debe sacrificarse con el fin inicial de hacer feliz a su cónyuge, felicidad que más adelante se transmite a los hijos.
Todas las decisiones que tomarán el padre o la madre nunca podrán ser de manera egoísta sin incluir a cada uno los demás miembro de la familia. Por ejemplo ya nadie podrá decir “necesito tiempo para mi”. El tiempo se reorienta a Dios y a la vocación a la cual te ha llamado: a formar una familia.
Cada familia debe someterse a varios sacrificios: Sacrificio de castidad: Pues los conyugues se juraron fidelidad hasta la muerte.
Sacrificio de apertura a la vida: la doctrina de la iglesia es clara, en el punto 2366 del catecismo expresa que el acto matrimonial debe quedar abierto a la vida. Sacrificio de tolerancia: cada cónyuge debe tener presente que al convivir con otros seres humanos, con distinta forma de pensar se generan conflicto en los que tenemos que ser tolerante y de vez en cuando ceder su postura personal.
Es importante precisar que para poder hacer los sacrificios que necesita la familia es indispensable llevar una vida intensa de oración y frecuencia de sacramentos.
La Familiaris consortio de JPII nos dice en su número 49:
“…Con la celebración de los sacramentos, la Iglesia enriquece y corrobora a la familia cristiana con la gracia de Cristo, en orden a su santificación para la gloria del Padre; con la renovada proclamación del mandamiento nuevo de la caridad, la Iglesia anima y guía a la familia cristiana al servicio del amor, para que imite y reviva el mismo amor de donación y sacrificio que el Señor Jesús nutre hacia toda la humanidad.”
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