domingo, 25 de enero de 2015

Beata Arcángela Girlani - Beato Francisco Zirano - Beata María Antonia Grillo - Beato Antonio Swiadek 25012015


Beata Arcángela Girlani

 


Beata Arcángela Girlani, virgen y fundadora
En Mantua, ciudad de la Lombardía, beata Arcángela (Leonor) Girlani, virgen de la Orden del Carmen, priora del convento de Parma y fundadora del cenobio de Mantua.
Eleonor Girlani nació en Trino, en el norte de Italia, en el año 1460. Desde su más tierna infancia se mostró intensamente seria y devota. Se educó en el convento benedictino de Rocca delle Donne, que estaba cercano a su casa, pero pronto se dio cuenta de que su familia la iba a ver con demasiada frecuencia; y de que la disciplina que las monjas observaban no era suficientemente estricta para ella. Como estaba resuelta a consagrarse a Dios, y como su padre le negara el consentimiento, imploró la intervención de la marquesa de Monferrato. Al fin su padre accedió, pero sólo con la condición de que tomara el velo en la casa benedictina ya mencionada. Ya se habían hecho todos los preparativos para que su entrada en religión fuera con gran solemnidad. El marqués en persona estaba presente en traje de ceremonia. Salió la procesión, pero cuando el caballo que montaba Eleonor había andado un corto trecho, se paró en seco y por nada se pudo hacerlo avanzar más. Al fin la concurrencia se dispersó, y Eleonor, al volver a su casa poco después, se encontró con un fraile carmelita, quien le relató con mucho detalle la vida edificante que llevaban las monjas de su orden en Parma. La joven entró allí el día en que cumplió diecisiete años, tomó el nombre de Arcángela e hizo sus votos un año después, en 1478.

Es extraño leer que en poco tiempo fue elegida priora. No se nos dice cuánto tiempo después, pero parece que fue pronto, porque fue enviada, a petición de los Gonzaga, a fundar un nuevo convento carmelita en Mántua (donde después murió) y había elevado esta nueva comunidad a un estado de gran perfección, antes de que la llevaran a otro sitio. Probablemente debamos atribuir mucho de esta precipitación a su posición social. Como consta claramente por los archivos de las casas religiosas a principios de la edad media, cuando una princesa o gran dama tomaba el velo y daba pruebas de ser razonablemente observante y virtuosa, casi siempre era elegida abadesa tan pronto como había una vacante. Parece ser que esta práctica perduró a través de los siglos. En el caso de Arcángela, parece que estuvo acertada la distinción que se le hizo por su alcurnia. Era modelo de todas las virtudes religiosas: sumamente austera en la práctica de la penitencia, caritativa con todos y poseía un espíritu maravilloso de oración. Muchas veces fue hallada en su celda arrobada en éxtasis y elevada algunos metros del piso. En una ocasión, estuvo en éxtasis completamente insensible a impresiones externas por más de veinticuatro horas.

Cuando debido a unas inundaciones, el convento de Mántua estuvo amenazado por el hambre, Arcángela cayó de rodillas en oración y en seguida una persona desconocida trajo a la puerta suficiente provisión de alimentos. Se conservan relaciones de sucesos extraños que tuvieron lugar después de su muerte, acaecida el 25 de enero, de 1494, de los cuales tal vez el más interesante sea la historia del peral: poco después de su llegada a Mántua, la madre Arcángela plantó un peral en el jardín del convento. Pues bien, se creía que el árbol siempre daba tantas flores y después tantas peras, como hermanas había en la comunidad. Y aún más, si se caía una pera, era señal cierta que alguna de la comunidad moriría dentro del año. La priora, durante el tiempo que tuvo el cargo, cuando caía una pera, exhortaba a su comunidad a hacer una buena preparación a la muerte, en vista de que nadie sabía a quién iba dirigido el aviso. Se cuenta que esta misma maravilla continuó por mucho tiempo, aun años después de la muerte de Arcángela.

Su culto se confirmó en 1864. Es difícil formarse una idea clara del valor de las pruebas sobre las que se basan estos detalles y otros similares relacionados con la vida de la beata Arcángela. Pueden leerse en un folletito escrito por el Abad Alberei, sacado de unas notas proporcionadas por un dominico piamontés. Ostenta la divisa carmelita de la cruz y las estrellas, y se titula «Notice sur la vie de la bse. Archangela Girlani», editado en Poitiers en 1865.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI


Beato Francisco Zirano




Beato Francisco Zirano, presbítero y mártir
En la ciudad de Argel, beato Francisco Zirano, presbítero y mártir, profeso de los franciscanos conventuales.
Francisco Zirano nació en Sassari, Italia, aproximadamente en 1564, ingresó a los Franciscanos Conventuales, y en 1602 fue a rescatar esclavos a Argelia, donde fue asesinado por odio a la fe el 25 de enero de 1603.
El nuevo beato se movía en el espíritu del capítulo XVI de la Regla no bulada que indica a los hermanos que sienten la particular misión de estar “inter  sarracenos” cuál ha de ser la actitud con que dar el bello testimonio de Evangelio:  “No promuevan disputas ni altercados, mas sométanse a toda criatura por amor a  Dios y confiesen que son cristianos”. Ni palabras ni discursos, y menos aún  predicaciones, sino presencia ofrecida con total discreción y, sobre todo, con  corazón pacífico y fraterno.
Francisco Zirano muere, como Cristo, encomendándose totalmente a las  manos de Dios (“A tus manos, Señor, encomiendo mi alma”, fueron sus últimas  palabras), guardando en el corazón aquella caridad que le impide -aun en el crisol  de la prueba- cualquier animosidad hacia quien desgarra su cuerpo. Lo mismo que  quedó firme ante el apremio a renegar de su fe: “Soy cristiano y religioso de mi padre san Francisco y como tal quiero morir. Y suplico a Dios que os ilumine para  que lleguéis a conocerlo”. Se repite la expresión, mansa e intrépida al mismo  tiempo, del “christianus sum” presente en casi todas las actas de los mártires; expresión  con la que los mártires de los primeros siglos respondían a los procuradores  romanos que los halagaban, invitándoles a renegar de la fe. Tan clara y vibrante la referencia a “mi padre san Francisco”, habla de su radicada y amorosa integración  en la Orden. Sin que falte, en fin, el deseo hecho casi oración de que los  perseguidores se arrepientan y perciban y acojan en sus vidas la luz de la fe a  través del encuentro con Cristo.
La convicción de que su muerte era la de un verdadero mártir quedó inmediatamente manifestada por los esclavos cristianos, que recogieron sus huesos y su piel como reliquias; enseguida recibió culto público popular.

fuente: Hermanos Menores Conventuales



Beata María Antonia Grillo

 


Beata María Antonia Grillo, viuda y fundadora
En Alessandria, en la región del Piamonte, en Italia, beata María Antonia (Teresa) Grillo, religiosa, que, al quedar viuda, asumió con misericordia las necesidades de los pobres y, después de vender todas sus posesiones, fundó la Congregación de Hermanitas de la Divina Providencia.
Teresa Grillo nace en Spinetta Marengo, provincia de Alessandria, el 25 de setiembre de 1855. Quinta y última hija de José Grillo, médico jefe del Hospital de Alessandria y de María Antonieta Parvopassu, descendiente de una antigua e ilustre familia de aquella región, fue bautizada al día siguiente en la Iglesia parroquial de Spinetta, recibiendo además el nombre de Magdalena. Dotada de un temperamento inclinado a la caridad, alimentado además por un ambiente rico en espíritu cristiano, el 1 de octubre de 1867 recibió el confirmación en la catedral de Alessandria y cinco años después, mientras estaba aún en el colegio, la primera comunión. Después de terminada la escuela elemental, a la que asistió en Turín, donde su madre se había trasladado para acompañar los estudios universitarios de su hijo Francisco, en 1867, luego de la muerte de su padre, fue matriculada como alumna interna en el colegio de las Damas Inglesas, en Lodi, donde se graduó a los 18 años.

Terminado el colegio, regresó a Alessandria, donde, siempre bajo la guía materna, comenzó a frecuentar a las familias aristocráticas de la ciudad. Fue precisamente en este ambiente que conoció a su futuro esposo, el culto y brillante capitán de infantería, Juan Bautista Michel. Celebrada la boda el 2 de agosto de 1877, se trasladó primero a Caserta, luego a Acireale, a Catania, a Portici y finalmente a Nápoles, lugares a los que fuera transferido su esposo. En esta última ciudad, una fulminante insolación durante un desfile militar llevó a la muerte al capitán Michel, un 13 de junio de 1891. Teresa se sumergió en una profunda angustia que rozó la desesperación.

La recuperación posterior, ocurrida casi de improviso, debida, en parte a la lectura de la vida del Venerable Cottolengo y a la ayuda de su primo sacerdote, Mons. Prelli, desembocó en la decisión de abrazar la causa de los pobres y necesitados. Teresa comenzó así a abrir de par en par las puertas de su propia casa señorial a los niños pobres y a las personas abandonadas y necesitadas de ayuda. Hacia el fin del año 1893, dado que «los pobres aumentan a más no poder y que quisiera poder alargar los brazos para acoger a todos bajo las alas de la Divina Providencia», vendió la gran casa Michel y adquirió un viejo edificio en la calle Faa de Bruno. Aquí dio inicio a los trabajos de reestructuración y ampliación, construyendo un piso superior y comprando algunas pequeñas casas vecinas. Surge así el «Pequeño Hogar de la Divina Providencia».

La obra guiada por Teresa, no estuvo ciertamente libre de adversidades, que aparecieron no sólo por el lado de las autoridades civiles, sino sobretodo por parte de sus amigos y familiares. Especialmente ante la incomprensión de aquellos se hizo evidente la solidaridad y el afecto de los pobres, de las personas generosas y de sus colaboradoras. Siguiendo la solicitud de la autoridad eclesiásticas, el 8 de enero de 1899, vistiendo el hábito religioso en la capillita del Pequeño Hogar, Teresa Grillo, con ocho de sus colaboradoras dio vida a la Congregación de las Pequeñas Hermanas de la Divina Providencia.

En los siguientes 45 años, su responsabilidad prioritaria fue la de difundir y consolidar el Instituto. Casi inmediatamente después de realizada la fundación, la Obra comenzó a tener casas en diversos lugares del Piamonte, desarrollándose rápidamente incluso en las regiones del Véneto, Lombardía, Liguria, Puglia y Lucania. A partir del 13 de junio de 1900 el instituto se extendió al Brasil y desde 1927, por solicitud de san Luis Orione, fundó casa en Argentina. Sin ahorrar esfuerzos, Teresa animaba y alentaba a sus hermanas con su carismática y solícita presencia en las comunidades. En seis oportunidades atravesó el océano para llegar hasta América Latina, en donde como frutos de su solicitud surgieron numerosas fundaciones con asilos, orfanatos, escuelas, hospitales y asilos para ancianas. El octavo viaje, lo hizo el año 1928, a la edad de 73 años.

El 8 de junio de 1942, la Santa Sede concedía la Aprobación apostólica a la congregación de la Pequeñas Hermanas de la Divina Providencia. La Beata Teresa Grillo se apagó en Alessandria el 25 de enero de 1944 a la edad de 89 años. Su instituto contaba entonces con 25 casas en Italia, 19 en Brasil y 7 en Argentina. Fue beatificada en Turín el 24 de mayo de 1998. La Congregación la celebra litúrgicamente el 23 de enero.
fuente: Congregación


Beato Antonio Swiadek

 


Beato Antonio Swiadek, presbítero y mártir
En el campo de concentración de Dachau, cercano a la ciudad de Munich, en Alemania, beato Antonio Swiadek, presbítero y mártir, que en tiempo de guerra, por defender la fe ante quienes seguían doctrinas que negaban la dignidad humana y cristiana, adquirió una corona inmarcesible.
Nació en Pobiedziska. Polonia, el 27 de marzo de 1909 en el seno de una familia numerosa. Hizo la carrera sacerdotal en el seminario de Gniezno-Poznan y se ordenó sacerdote en 1933. Luego de estar como vicepárroco en la colegiata de Bydgoszc, le fue encomendado el barrio de Siernicczek a fin de que promoviera la construcción de una nueva parroquia. Declarada la guerra, se ofreció como capellán militar, pero cuando sucedió la capitulación volvió a su parroquia. Aquí permaneció trabajando pastoralmente pese a las dificultades hasta que en 1942 se presentó una denuncia contra él y fue detenido. Luego de un tiempo en la cárcel fue enviado al campo de concentración de Dachau, donde demostró una gran fortaleza espiritual e hizo cuanto bien pudo a su alrededor, como había hecho en su tiempo de párroco. Las durísimas condiciones del campo minaron su salud. Agotado de tantos trabajos y miserias murió el 25 de enero de 1945. Con sus compañeros de la persecución nazi lo beatificó el papa Juan Pablo II el 13 de junio de 1999.
fuente: «Año Cristiano» - AAVV, BAC, 2003

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